Conmueve, de vez en
cuando, observar un estadio en silencio en memoria de algún fallecido, que fue
miembro del club, familiar, deportista o político de Estado. Más aún, si por
proximidad nos acongoja el ánimo la muerte de cinco jóvenes, de entre 12 y 15
años, jugadores del CD Monterrubio, de Monterrubio de la Serena (Badajoz),
cuando regresaban de disputar un partido en Herrera del Duque, al colisionar el
microbús en el que viajaban con una retroexcavadora.
La tragedia, que ha teñido de luto este pueblo extremeño,
ha conmocionado también a toda España. Los Reyes, el presidente del Gobierno y
el papa Francisco hicieron llegar
sus condolencias. El presidente de la Junta decretó tres días de luto oficial,
así como el Ayuntamiento de la localidad, que ha suspendido las fiestas de san
Isidro. Los partidos políticos suspendieron también los actos programados el
viernes 9. La solidaridad con los familiares se hizo patente. El Consejo
Superior de Deportes (CSD), la Federación Española de Fútbol (RFEF), la Liga de
Fútbol Profesional (LFP) y la Liga Nacional de Fútbol Sala (LNFS), han
solicitado que se guarde un minuto de silencio en todos los partidos que se
disputen este fin de semana, en memoria de los cinco jóvenes. El dolor de un
pueblo, el de las familias rotas, las jóvenes vidas truncadas, bien lo merecen.
Hay que subrayar también que la Junta se persone como acusación particular para
tutelar los derechos de las víctimas y sus familias.
En todos los medios informativos del país, la trágica
noticia fue portada el viernes, como el sábado lo fuere la detención del
conductor de la retroexcavadora. El sábado por la mañana, mientras todo el
pueblo se concentraba en el pabellón polideportivo para asistir a la misa
funeral oficiada por el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, y otros centenares de personas permanecían
a las puertas a la espera, nos pusimos ante la pantalla de televisión para ver
en directo las imágenes que ofrecieren algunas cadenas nacionales.
Nuestro estupor se mezcló con el dolor tras comprobar que
algunas televisiones nacionales informaban más y mejor que el paréntesis
informativo ofrecido por la cadena pública regional, que no solo no ofreció el
funeral en directo, mientras lucía un lazo de luto en el ángulo superior
izquierdo de la pantalla, sino que nos asombró por el vocabulario utilizado
tanto por la locutora del estudio como por la reportera que, en las
inmediaciones del polideportivo, ofrecía notas del ambiente. La primera, de
riguroso luto, anunciaba que en el pabellón se "estaba celebrando el
sepelio" (sic), en lugar del "funeral"; la segunda remató aún
más la faena al anunciar que en el polideportivo continuaba la misa que
"está oficializando el arzobispo" (sic) por "oficiar". Poco
más dijeron en el informativo de las 13.55 de ayer, que no fuere la salida de
los féretros, el pasillo de honor que le hicieron sus compañeros del equipo de
Herrera y las declaraciones comedidas del ministro del Interior, que
representaba al Gobierno de España en los funerales, y otras autoridades.
Eso sí, a continuación retransmitieron en directo los
Campeonatos de Piragüismo desde el río Guadiana en Badajoz, como por la tarde
la corrida de rejones desde Almendralejo, con minuto de silencio al comienzo.
Una televisión regional no sirve los intereses de los ciudadanos si no ofrece
en directo lo que realmente interesa a la mayoría, tanto en la pulcritud de las
formas (luto incluido) como de la palabra que comunica. Ojalá Monterrubio y las
familias de los fallecidos no se queden solos ahora tras el silencio obligado
en los estadios y en el pueblo.
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