Cuán fácilmente olvidan
los cristianos sus pecados, más aún quienes se dedican al noble oficio de la
política. Todo lo niegan: el hecho mismo de ser pecadores, porque no hacen
examen de conciencia; ni asumieren arrepentimiento alguno ni imperfecto o de
atrición (arrepentimiento por las consecuencias del pecado) ni el perfecto o de
contrición (el arrepentimiento por la ofensa infligida al Creador con nuestros
pecados). Ni propósito de enmienda guardamos, ni los confesamos ante sus
ministros en la Tierra, ni cumplimos la penitencia. Más aún: ocultamos
deliberadamente algún pecado mortal y caemos, por tanto, en el sacrilegio, con
lo que no nos son perdonados ninguno de los pecados que hubiéremos confesados.
Ninguna de las condiciones previstas para los cristianos
para el perdón de los pecados son tenidas en cuenta por los pecadores ni
cumplidas por los de la vida civil, aunque hubiere una Justicia que perdona los
yerros cometidos, pese a que su penitencia no excluyere las puertas de las
cárceles de la sociedad a quienes se salen del redil.
Hay un paralelismo entre las preceptivas condiciones
impuestas por la Iglesia para perdonar los pecados de sus fieles y abrirles las
puertas del Paraíso y las de la sociedad, fundamentada, entre otros pilares, en
el Derecho y la Justicia. La divina está abierta permanentemente al perdón si
nos confesamos y arrepentimos; si hacemos propósito de enmienda y cumplimos le
penitencia impuesta. La Justicia requiere, más que la confesión --que puede
caer en el engaño, la defraudación o la estafa procesal--, la exigencia de los
hechos probados, los informes periciales, las pruebas testificales, los
fundamente de Derecho, las declaraciones de testigos, los informes de los
investigadores..., pasos todos necesarios para que el juez emita la sentencia.
El derecho y la religión se utilizaban en la Roma antigua de modo contemporáneo
y paralelo. El ius, palabra latina
que hace referencia al Derecho, es usado por las personas que profesan el saber
de lo bueno y de lo justo, y separan lo justo de lo injusto, y anhelan hacer
buenos a los hombres, no solo por el temor al castigo, sino por el estímulo de
los premios. Así como la confesión del pecado redime del infierno, la confesión
de los yerros civiles, alivia la pena y, en la penitencia impuesta, redime
aquella por trabajos y buen comportamiento; es decir por una especie de arrepentimiento
no escrito para los pecados contra los mandamientos de Dios y de la Iglesia.
Así como los cristianos hemos perdido el temor de Dios, los
agnósticos y ateos han perdido el temor a la ley, como si no existiere ni
fueren perseguidos por ella, ni menos aún hubieren la penitencia adecuada a sus
yerros. En su soneto a Cristo Crucificado, atribuido a san Juan de la Cruz, el
poeta de Fontiveros expresa lúcidamente la
conciencia del pecado en el cristiano:
"No me mueve, mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por ello de quererte.
Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.!"
En
cambio, la clase política, oculta en principio el pecado: el alcalde de
Barcelona, el convergente Xavier Trías, niega el
pasado lunes que transfiriera 12,9 millones desde Suiza a un banco de Andorra.
El martes 28, el ex secretario nacional del PP, Ángel Acebes, niega ante el juez Ruz que
conociera al arquitecto responsable de la remodelación de la sede del PP, y el
magistrado le muestra una foto en la que están juntos, como niega, también, haber
usado la caja `b', aunque sí
compró acciones de "Libertad Digital" con su dinero...
El
martes 28, la operación Púnica conmueve a
España entera, con 51 detenidos y un fraude destapado de 250 millones en
ayuntamientos y comunidades autónomas. El mismo día de la comparecencia y
negación de Acebes, Rajoy pide
disculpas
a los españoles ante la presión de todos los partidos y del suyo propio. La
presidenta del PP de Madrid, Esperanza
Aguirre, alucina en
colores
con la detención de su ex número dos, Francisco
Granados, aunque alivia su pesar y arrepentimiento al afirmar que
"hace tiempo que había perdido la
confianza
en él". Y, cómo no, el verso suelto
de Extremadura, José Antonio Monago,
tenía que dar ayer otro titular: "No basta
con pedir perdón"
y pide contundencia a todos para atajar el problema. Actúen con la contundencia
que solicita: expulsión del partido --no se echen para atrás, como con Rato, por solicitar la baja temporal,
que no exime de la culpa, si la hubiere--, y a la Justicia con ellos. Ni el
sacrilegio, ni el robo a mano armada, darán jamás el cielo, aunque lleven al
paraíso en la tierra antes de bajar de nuevo a ella. En el pecado llevarán
mañana su penitencia, así en la tierra como en el cielo... Y quienes no crean
en el más allá, así se lo crean; pero volverán antes a la tierra en la que nacieren,
seguro, porque "pulvis eris et in pulverem reverteris". (Polvo eres y
en polvo te has de convertir)...
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