El 17 de
noviembre pasado, el presidente Monago
afirmó en un desayuno celebrado en un hotel madrileño que "atacarlo a
él" suponía "atacar
a Extremadura", como si la representación que
ostenta pudiere anular la capacidad toda
de la libertad de expresión y opinión sobre sus actos públicos y políticos. Una
cosa es que sea presidente de Extremadura y representante del Estado en la
Comunidad Autónoma y otra bien distinta es que él, por sus actos o palabras,
esté libre de crítica, como la misma que él brinda en uso de su libertad a sus
adversarios políticos. Siguiendo esa premisa, discrepar de una sentencia
judicial continuaría siendo un "desacato judicial", como en el
antiguo régimen, aunque se acate, por lo que hubiere sido imputado, como el
alcalde de Jerez, Pedro Pacheco,
tras su célebre expresión libertaria de que "la
justicia es un cachondeo", por una decisión
urbanística aprobada durante su mandato en 1985, por derribar el chalé de Bertín Osborne, que le valió una
condena de inhabilitación, anulada posteriormente por el Supremo.
Sin embargo, mira por dónde --aunque aquel delito
desapareciera del Código Penal--, el Tribunal
Supremo le condenó en septiembre pasado a cinco años y seis
meses de cárcel por causar "un daño demoledor al prestigio de las
instituciones, al cometer falsedad documental, prevaricación y malversación".
La Sala de lo Penal del Alto Tribunal aumentó la condena que le impuso la
Audiencia de Cádiz, al considerarle culpable de delitos de falsificación administrativa,
malversación de fondos públicos y falsificación de documentos oficiales, por
contratación irregular de dos compañeros de partido como asesores de empresas
municipales. El delito de "desacato" desapareció del Código Penal en
1995. No obstante, la Justicia no fue para él, finalmente, "un
cachondeo". A finales de octubre pasado fue detenido a la salida de su
casa e ingresó en prisión.
No ofende quien quiere, sino quien puede. Cuando se le
critica a usted como político, no se ofende a Extremadura: se la defiende. No
tome usted la parte por el todo, porque nadie está libre de pecado; ni quiera
enjugar con sus lágrimas, o con los aplausos de los suyos, la absolución que le
fuere otorgada. Con su conducta, usted ha afeado a su Comunidad. No la ha elevado
al altar de los altares. Su ninot en
las Fallas valencianas arderá esta noche --Nit
del Foc (Noche del Fuego)-- junto a los de otros políticos y personajes
públicos que han destacado durante el último año por algunas conductas sospechosas. Nadie lo ha pedido. Solo
usted se lo ha ganado y su imagen, que se convertirá en cenizas, ha sido obra
de un maestro fallero. Solo que, cuando arda, en las llamas va también
Extremadura, porque usted la representa. Le atacan a usted quemándole subido a
un plátano; no a la Comunidad, porque la región está por encima de su persona.
Mañana, cuando haga balance de la legislatura, aunque los
extremeños no puedan votarle --como bien ha recordado su camarada presidente de
la Cámara--, no olvide agradecerle a IU los servicios prestados, que ya les
esperarán los extremeños para evaluarle el 24 de mayo. No sólo su secretario ni
su portavoz, que hablan del "alto
(por elevado, querrán decir) cumplimiento electoral". La portavoz del
PSOE, Isabel Gil Rosiña, ya le ha evaluado: un 80
por ciento de incumplimientos, "un suspenso que
imposibilita la recuperación"... Salga usted, si lo desea, por la puerta
de atrás, o venga a Cáceres y entre por esa puerta para no escuchar a los
ciudadanos exasperados que le esperaban en la puerta principal del ayuntamiento,
como hizo aquel día en el "Palace" de Madrid; pero de la falla no
saldrá esta noche, porque no ha merecido el crédito del indulto. Y solo usted
ha manchado a Extremadura con sus viajes, no quienes le atacaren, porque usted
no es Extremadura; es tan solo la mitad menos tres.
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