No tenemos remedio:
Extremadura solo es noticia en España en lo malo, nunca en lo bueno: cuando
aquí se producen crímenes: Valverde del Fresno, mayo de 1852; Sierra de
Fuentes, mayo de 1867; Almaraz, invierno
de 1868; Don Benito, 19 de julio de 1915; Berzocana, 26 de diciembre de 1879;
Ceclavín, 1900; Castilblanco, 1931; Miajadas, 25 de enero de 1925; Puebla de
Ovando, 1962; Azabal, 1985; el crimen de Táliga, en 1988; o el de Puerto
Hurraco, el 26 de agosto de 1990. (Véase "Memoria
popular de la infamia en Extremadura", de Luis
Martínez Terrón, en hoy.es/caceres.com,
de 2 de noviembre de 2014).
Ahora, desde hace unos años, los incendios han sustituido
a los crímenes. Abrimos los telediarios y las primeras páginas de los
periódicos cuando los incendios asolan nuestros montes. Unas 1.500
personas han sido evacuadas ayer en Acebo y Perales del Puerto
(Cáceres), en plena Sierra de Gata, ante el avance de un fuego que tiene todas
las características de parecer intencionado. El incendio ha arrasado ya más de
5.000 hectáreas. La ola de calor ha convertido 2015 en el peor año de incendios
del trienio. (Véase el pais.com, de
07/08/2015).
Antes, los crímenes horribles conmocionaban a un país que
no tenía otras noticias que llevarse a la boca; ahora son los incendios, casi
retransmitidos en directo por la radio y la televisión. Han creado las
comunidades autónomas servicios especiales contra incendios, bases de
helicópteros en puntos estratégicos, para atajarlos; el Ministerio de Medio
Ambiente, la Brigadas de Refuerzo contra Incendios Forestales (BRIF) para
apoyar a los anteriores, reconocidas por su máxima movilidad, bajos tiempos de
respuesta y la profesionalidad de sus componentes. En Extremadura hay una en
Pinofranqueado (Cáceres), cuyos miembros en huelga, se han incorporado
voluntariamente a la tareas de extinción en el que nos ocupa. En 2005, el
Gobierno de España crea la Unidad Militar de Emergencias (UME) con la finalidad
de intervenir de forma rápida en cualquier lugar del territorio nacional en
caso de catástrofe, grave riesgo u otras necesidades públicas. La UME se despliega
en siete bases en toda la geografía española para responder, con efectividad y
en breve tiempo, a cualquier contingencia de interés nacional, como la actual
de Sierra de Gata, en la que están interviniendo.
Los crímenes matan personas; los incendios, personas y
naturaleza. Los incendios que calcinan 500 hectáreas o más se consideran oficialmente
"Grandes Incendios Forestales". Recordamos la ola de incendios de
1994, año en el que se quemaron en España más de 437.000 hectáreas; en 1988, en
el que un gran fuego producido por causas eléctricas, arrasó más de 25.000
hectáreas forestales en las comarcas barcelonesas del Bages y Berguedá. En agosto
de 2003, se produjeron en Extremadura treinta incendios que arrasaron más de
35.000 hectáreas, iniciados en su mayor parte por rayos. En 2004, en las minas
de Riotinto, en Huelva, ardieron 29.867 hectáreas, y dos ancianos fallecieron
atrapados en sus vehículos. En 2005, la mortal barbacoa de Guadalajara quemó
más de 13.000 hectáreas y fallecieron once miembros de los servicios forestales
de la Comunidad, atrapados por el fuego. Galicia marca el año 2006 como un año
terrible, año en el que ardieron más de 95.000 hectáreas. 2007 fue el año de
las Islas Canarias, al arder en Gran Canaria y Tenerife más de 35.000
hectáreas. En 2009, cinco bomberos fallecieron en Horta de Sant Joan
(Tarragona), con más de 1.100 hectáreas quemadas en el parque natural de Els Ports. En 2012, en fin, el fuego arrasó el Empordá, con más
de 13.000 hectáreas, y Valencia, con más
de 45.000.
Eduardo Araque
Jiménez, José Domingo Sánchez Martínez, Egidio Moya García y Rafael Pulido Mérida, han estudiado en
su ensayo "Los incendios forestales en Andalucía y Extremadura durante el
tránsito de los siglos XIX al XX" (Incendios históricos. Una aproximación
multidisciplinar, Baeza, UNIA, 1999), en el que afirman que la presencia
incendiaria en los montes andaluces y extremeños de los dos últimos siglos está
perfectamente constatada y sostienen que han sido las dos regiones más
castigadas por el fuego durante los últimos años. (Véase: http://dspace.unia.es/bitstream/handle/10334/2302/163-217Araque.pdf?sequence=3).
Todos recordamos el voraz
incendio de Valencia de Alcántara de agosto de 2003, que
amenazó a 8.000 personas, y que estuvo a punto de ser evacuada. (Véase elpais.com, de 03 de agosto de 2003). O
el incendio de Cañaveral,
de julio de 2006, que asoló más de 1.500 hectáreas en la citada localidad,
Portezuelo y Pedroso de Acim. (Véase consumer.es,
de 14 de julio de 2006); o el incendio de Las
Villuercas de 2005, donde el fuego quemó más de 7.500
hectáreas de los términos municipales de Guadalupe, Cañamero, Alía,
Valdecaballeros, Navalvillar de Ibor y Castañar de Ibor. (Véase elperiodicoextremadura.com, de
23/07/2005).
Muertes de vidas y naturaleza para no olvidar, cuando
Extremadura es noticia en España... Es nuestro sino, nuestro hado, quizá
nuestro destino.
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