Tomás
Fernández Cedeño, el verdadero nombre de Tomás "el Barquero", no fuere
conocido por los emeritenses en el año 1985, cuando en el mes de abril falleció
a los 83 años de edad, sino muchos antes. El año anterior a su muerte ya surgió
la idea de dedicarle un monumento a este popular personaje de la ciudad en las
márgenes del Guadiana.
El proyecto de erigirle un monumento surgió un año antes
a raíz del recuerdo de su figura por parte de Pedro Pablo Serrano, concejal de Coalición Popular, en un programa
radiofónico. Numerosas llamadas apoyaron la idea de levantarlo. Un grupo de
ciudadanos se encargó de recoger fondos para la realización del mismo. La
Asamblea concedió 250.000 pesetas. El concejal aseguró que ya habían recaudado
400.000. El monumento --se dijo entonces-- costaría un millón. Los promotores
esperaban recibir más subvenciones, posiblemente del ayuntamiento y de la
Presidencia de la Junta de Extremadura. Se proyectaron rifas para recaudar lo
necesario. Se dijo que el ayuntamiento aportaría el bronce necesario para el
monumento.
Tomás "el
Barquero" trabajó en el río Guadiana desde los 11 años. Era un
perfecto conocedor del río desde Don Benito hasta la frontera. Estaba al día de todos y cada uno de sus
tramos. Su trabajo consistía en trasladar de un lado a otro del río a quienes
lo necesitaren. Se dice de él que extrajo de las aguas del Guadiana más de 60
fallecidos, que perecieron ahogados por cualquier causa, y que salvó de morir
ahogados a más de 150 personas. (Véase Diario
Extremadura, de 05/03/1986, pág. 17).
Antes que el charco,
la charca, el embalse, la playa de
Proserpina, el Guadiana a su paso por Mérida era el lugar para refrescarse
durante los rigores del estío; pero no todos conocieren sus profundidades, sus
pozas absorbentes, sus corrientes como torbellinos, capaces de mover los
cuerpos humanos como peleles entre las aguas. Allí aparecía, entonces, Tomás "el Barquero", ora
arrojándole unas cuerdas, ora unas gomas, a las que asirse para no ser arrastrados
por la corriente o al fondo.
El 07/03/1986, el mismo periódico publicaba una viñeta de
su dibujante, Muro, en la que daba
por hechos dos monumentos que las ciudades de Mérida y Trujillo erigirían en
memoria de quienes se lo merecieren: en la primera dibujaba sobre un pedestal a
Tomás "el Barquero",
remando sobre su barca, y, sobre él, una leyenda que decía: "La ciudad de
Mérida a Tomás el Barquero"; en
la otra, otro monumento retrataba a Manuel
Veiga, entonces presidente de la Diputación de Cáceres, con la siguiente
leyenda en el pedestal: "La ciudad de Trujillo a Manolo", abrazando a
una cabrita por el pescuezo, con el que quería reconocerse su aportación a la
Feria Caprina de la localidad. Y quizás, en ambos casos, hubieren sido más
merecidas que otros nombres de calles o estatuas que políticos de turno y
oficio se aprestaren a rotular e inaugurar. El tiempo pasa y la memoria es
flaca. No tenemos noticia de que se hayan levantado. ¿Qué fuere de las 400.000
pesetas recaudadas; qué de aquel proyecto de monumento al barquero que salvó
150 vidas...?
El 19/12/2009 escribía un artículo titulado "El
barquero de Alconétar", en el desaparecido digital Extremaduraaldia, en el que afirmaba que este transportó durante la
guerra en su barca a más vivos que a muertos deseare en el Tajo, bajo el puente
de Alconétar, y cuya visión hubo de sufrir en silencio durante la contienda y
en la posguerra: los cadáveres que viere flotar sobre las aguas, o arrastrados
hacia la orilla, cada mañana, al llegar a su trabajo, y a los que diere
sepultura. Los dos barqueros, de la
vida y de la muerte, a quienes nadie recuerda más que su familia.
El 18/06/2009, una asociación de la memoria emeritense,
Foro Mérida, nacida en marzo del mismo año, escribía en otro digital extremeño,
Extremaduraprogresista, un artículo
titulado "Una calle para la historia", en el que criticaba el hecho
de "la apresurada decisión de nominar un importante número de calles de
nueva apertura... frente a los viales asignados a los presidentes
preautonómicos". Y enumeraba una larga lista de nombres "de la larga
historia de una ciudad como Mérida" y "las figuras que la han
señalado", entre los que citaba a Tomás
"el Barquero"... "En mis país escasean los monumentos que
recuerdan a grandes figuras históricas", hubo de decirle en 1922 el
decimoséptimo duque de Alba, Jacobo Fitz
James-Stuart, a Mary Rumsey,
viuda de un escultor admirador de Pizarro,
quien antes de morir labró la estatua ecuestre de su héroe favorito, expuesta
en el Petit Palais de París, y que pensaba regalar al Gobierno francés y que,
gracias a la mediación del duque, está hoy en la plaza mayor de la ciudad natal
del conquistador. (Véase "Por qué se
instaló una estatua de Pizarro en Trujillo", de José Antonio Ramos Rubio, cronista oficial de la ciudad, en Marejadas, número 41, tercer cuatrimestre
2015, pág. 21).
Recordaba Foro Mérida en esa larga lista al futbolista y
expresidente del Imperio de Mérida, Agustín
Jiménez Villahoz, fallecido el 13/09/2013, para quien se pidió su nombramiento
como hijo predilecto; Juan Antonio de
Vera y Figueroa (Mérida, 1583; Madrid, 1659), diplomático de los Austrias, alférez mayor de Mérida, conde de La
Roca, embajador en Saboya y consejero de Indias; concejales como Juan Gijón Lahosa o José Moya Trigueros; y echaba de menos
entonces, en una futura revisión del callejero, al fundador de la Mérida de
Yucatán, Francisco de Montejo; al fundador de Santiago de los
Caballeros de Mérida, en los Andes (Venezuela), Juan Rodríguez Suárez (Mérida, 1510; Venezuela, 1561); a Blas Curado, "el
practicante"; Chico León, Fernando Sánchez Sampedro, Isabel Mijares... El Ayuntamiento de
Mérida estuvo muy presto en poner el nombre de John Lennon, uno de los componentes de Los Beatles, a una céntrica
calle de la ciudad, tras su fallecimiento, y que le diere con los años justa
fama, aunque la asociación de vecinos se opuso y los pubs la aplaudieren...
Llenan calles y plazas con el nombre de políticos vivos --algo prohibido en
ciudades europeas--, recordaba Foro Mérida, e ignoran a quienes el pueblo no
olvida. Desconocemos si el consistorio echará de menos estos "olvidos"
--si no los hubiere corregido ya-- o los tendrá en cuenta para sucesivas
nominaciones..., algo en lo que la objetividad, el estudio ponderado y la
participación de asociaciones como la referida, deben estar presentes. Como Tomás "el Barquero" lo estuvo
siempre en el Guadiana, vigilante...
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