La
aventura profesional, social y política del médico extremeño Juan Bernardo Cuadrado (Alcollarín,
Cáceres, 1878; Madrid, 1968) [1],
rescatada por el historiador José Antonio Ramos Rubio y el nieto del doctor,
Juan Díaz Bernardo, refleja una época de la historia de España que sintetiza,
de un lado, la gran labor profesional desempeñada por los médicos rurales de la
época, que nunca se jubilaban y actuaban muchas veces altruistamente y, de
otra, una labor social en defensa de los más débiles que le llevó a la cárcel,
acusado injustamente de inducción a la rebelión, de la que finalmente fue
absuelto.
Juan
Bernardo Cuadrado estudió Medicina en la Universidad Central de Madrid
entre 1894 y 1901, aunque antes había cursado en Cádiz asignaturas
preparatorias. Durante la realización de sus estudios se producen
descubrimientos que revolucionan la Medicina: los rayos X, determinante para el
conocimiento de las exploraciones radiológicas; el ácido carbólico como agente
antiséptico... En la Facultad estudió los procesos de la Física y la Química:
los métodos analíticos de la química orgánica de los alimentos y el metabolismo,
de von Liebig; el oftalmoscopio y el oftalmómetro, de von Helmbolz; la velocidad
de los impulsos nerviosos; los descubrimientos del fisiólogo Claude Bernard
sobre las funciones del páncreas, el hígado y el sistema nervioso simpático; la
función de las glándulas del sistema endocrino, de Charles Eduard
Bronwn-Séquard; la función del sistema nervioso de Ramón y Cajal; la lámpara de
rayos ultravioletas del danés Niels Ryberg Finsen; el descubrimiento del radio
de Pierre y Marie Curie; el papel del mosquito como transmisor de la malaria,
del británico Ronald Ross...
En Ibahernando (Cáceres) ejerció
como médico entre 1902 y 1940, y allí siguió la investigación y los avances de
la Medicina. Fue testigo presencial de fallecimiento del obispo de Plasencia,
Francisco Jarrín Moro, cuando realizaba la visita pastoral al pueblo el día 3
de noviembre de 1912. Conoció a la que fue su esposa, María Petra Ruiz
Martínez, con la que contrajo matrimonio el 05/04/1918, con la que tuvo diez
hijos, ocho de los cuales alcanzaron la mayoría de edad. En la localidad en la
que pasó los mejores años de su vida llevó a cabo actuaciones benéficas: trajo
la luz eléctrica al municipio; montó una máquina para molturar cereales; alentó
a los obreros a que se presentasen a un concurso de la Caja Extremeña de Previsión
por su perseverancia en hacer imposiciones para el régimen de mejoras
complementario del obligatorio del retiro obrero; se desvivió por los pobres;
fundó una escuela para enseñar a leer a los obreros... Entre los años 1931-1933
hubo muchos casos de paludismo en la localidad. A su consulta acudía mucha
gente de los pueblos cercanos (Abertura, Campolugar...); llegó a publicar el
método usado y el preparado para curar el paludismo. Años después, el destino
cortó su trayectoria como médico, padre de familia y ciudadano ejemplar.
En enero de 1937, Juan Bernardo Cuadrado fue apresado en
Ibahernando, acusado injustamente de inducción a la rebelión y por simpatizar
con las izquierdas. Fue apartado de su puesto de médico titular por el nuevo
alcalde tras el alzamiento "por contribuir con su criminal actuación a
sumir a nuestra patria en el estado caótico que se encontraba antes de nuestro
glorioso movimiento". Fue restituido en su puesto en febrero de 1936.
Acusado por sus enemigos, fue detenido el 13 de enero de 1937, prestó
declaración en Miajadas y se le trasladó a Trujillo el día 16, abriéndosele un
procedimiento sumarísimo por inducción a la rebelión. El 14 de febrero de 1937
declaró: "Solamente busco el medio de disminuir el paro obrero y beneficiar
a la clase trabajadora", y que lo único que había hecho "era una
labor social cristiana, altruista y patriótica, con lo cual se vieron
lesionados los intereses de los propietarios y grandes arrendatarios de la
localidad." El proceso se prolongó durante cuatro meses; pero el proceso
sumarísimo no fue dictaminado hasta casi un año después de terminada la guerra,
en el que acordó el sobreseimiento del caso por no aparecer sentencia.
La familia se trasladó a vivir a
Trujillo, donde se estableció la mayor parte del Ejército Nacional de la Alta
Extremadura. Le absolvieron de todos los cargos gracias a la intervención a su
favor del sacerdote, el maestro y el alcalde de Alcollarín, médicos del
Hospital Militar de Cáceres y otras personas relevantes. El 26 de febrero de
1937, el Auditor de Guerra de la 7ª División en Valladolid propuso el
sobreseimiento provisional de la causa, al considerar que su conducta no
encajaba en la figura delictiva de inducción a la rebelión. El 25 de marzo fue
puesto en libertad, pero la causa siguió abierta hasta febrero de 1940.
Juan
Bernardo y su esposa continuaron viviendo una temporada en Trujillo.
Durante la guerra, ejerció como médico en el hospital militar. Al terminar la
guerra, regresaron a Ibahernando, donde tenían su casa, y en febrero de 1940,
al producirse el sobreseimiento de la causa, se marcharon a vivir a Alcollarín.
Volvió a ejercer como médico. Cuando los
enfermos iban a verle, decían: "Don Juan: solamente con verle nos ponemos
bien." Su última temporada en esta localidad fue de tranquilidad y
sosiego, nada que ver con la de Ibahernando y la intensa vida social,
profesional y política allí vivida.
En 1954, el Consejo General de
Colegios de Médicos de España le dedicó un merecido homenaje de afecto y
compañerismo al cumplir las bodas de oro con la profesión. El Gobierno le
otorgó la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
Entre 1926 y 1936, Juan Bernardo
escribió en "Nuevo Día" de Cáceres y "La Opinión" de
Trujillo artículos en los que se desprende parte de su personalidad:
pensamiento, ideas, preocupaciones, compromiso social, además de retratar la
vida y sociedad de su tiempo, en los que mostraba su interés por la situación
del país a nivel general y por las clases más desfavorecidas. El 10 de
diciembre de 1936 escribe en este último periódico su artículo titulado
"Ni izquierdismo ni derechismo, sino patriotismo", en el que
afirmaba; "El derechista y el izquierdista son partidistas; el partidista
es egoísta; el egoísta no es alquimista; el que no es altruista, no es patriota
y el que no quiere a su patria, no le importa su paz, justicia y equidad
social. Máxime cuando en nuestra patria todo el ideal político nace en el
estómago, de aquí sube al cerebro y, después de una ligera rumia psíquica, se
exterioriza en actos y hechos, en consonancia con las necesidades del órgano
que las engendró", palabras vigentes en nuestra época a pesar del paso del
tiempo.
[1] Vid.:
José Antonio Ramos Rubio y Juan Díaz Bernardo: Juan Bernardo Cuadrado. Memorias de un médico extremeño (1878-1968),
Diputación de Cáceres, 2016, 271 págs.
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