Cuando solo se le
recuerda ya el día de la Constitución Española de 1978, que ayer cumplió 38
años--, he aquí que un ciudadano extranjero y líder transformador --Bill Gates, fundador de Microsoft-- ha
venido a rememorar la figura de Adolfo
Suárez, el expresidente del Gobierno español, que logró cambiar el país a
través de la negociación y de la capacidad de escuchar a los demás (véase elmundo.es, de 06/12/2016) y añade que
"es difícil encontrar un ejemplo de lo que debe ser un líder". Gates realiza estas afirmaciones al
comentar en su blog el libro "El mito de los líderes fuertes", de Archie Brown, en el que pone como
ejemplo al expresidente español, "aquel que deja a su país de forma
distinta a como lo encontró", capítulo en el que incluye, también, a otros
líderes como De Gaulle, Gorvachov, Xiaoping o Mandela...
Define la
Academia como líder a "la persona a la que un grupo sigue reconociéndola
como jefe u orientadora", distinta al liderato,
propia de un equipo que encabeza una clasificación deportiva; pero hay líderes
y líderes, o lideresas: la condición de líder implica un reconocimiento
explícito de su liderazgo, entendido este como aquel que impulsa, produce y
consolida cambios sociales, enfrenta problemas y conflictos desde el colectivo;
es imaginativo, se adapta a los procesos, orienta, escucha, se actualiza y
comunica, motiva, se arriesga, comparte un ideario, democratiza los procesos,
garantiza el consenso y asume, como todo el grupo al que lidera, derechos y
deberes. Para Platón (Atenas,
427-347 a. C), "el buen líder no ha de pedir serlo, ni rogar a los demás
que se sometan a su liderazgo; al contrario, son los demás quienes voluntariamente les piden al líder que lo sea, que les guíe".
"No es natural que el piloto ruegue a los marineros que se dejen gobernar
por él. Al contrario, lo que es verdad por naturaleza es que quien está enfermo
se vea obligado a acudir a las puertas de los médicos y que todo el que
necesite ser gobernado, acuda a las puertas de quien tiene capacidad para
gobernar, no que el gobernante pida al gobernado que se dejen gobernar si
verdaderamente le es de algún provecho." (La República, libro VI).
El politólogo y filósofo alemán Max Weber (Erfurt, 1864; Munich, 1920) distingue tres tipos de
liderazgo: el líder carismático, el
que genera entusiasmo; el líder
tradicional, quien hereda el poder por costumbre; y el líder legítimo, el que adquiere el poder mediante procedimientos
autorizados en las normas legales, distinto del ilegítimo, quien lo adquiere
por vía ilegal. El ingeniero y especialista argentino en liderazgo y coaching Hugo Molinas sintetiza en un acrónimo
las claves del liderazgo: L (lograr), I (interés), D (dirige), E (empatiza), R
(respeta), A (administra) y R (responde). Nada más clarividente que responder a
estas claves con "el puedo prometer y prometo" de Adolfo Suárez, que cumplió su promesa
con la reforma política para pasar de un Estado autoritario a otro democrático.
De ahí que el primer presidente de la restaurada democracia española sea
considerado un líder carismático y transformador.
España está hoy huérfana de líderes transformadores y
carismáticos, unos por bisoñez, otros por avaros, otros porque pretenden
asaltar los cielos por vías que no les han sido dadas por el pueblo soberano y
porque no reconocen ni la Constitución ni las instituciones gracias a las
cuales han llegado ellos hasta el altar de la patria. Nuestra leyes no nos
permiten elegir a nuestros líderes ex
novo: elegimos a los que nos presentan partidos o coaliciones sin saber si
las políticas de su gobierno nos fueren de provecho. Y no basta pensar o decir:
votaremos a otros, o a ninguno. Otros vendrán que lo harán por nosotros y
seguiremos en el limbo de quienes esperan la justicia social en el cielo y no
en la tierra. La Constitución ha marcado un camino, el más largo y próspero de
España. No es el momento ahora, aunque fuere llegada la hora, de abrir el melón
constitucional, que unos desean reformar y otros, echar por tierra, si no
cumplimos con el espíritu de la transición, aquel que encarnó Suárez y que Bill Gates reconoce como "transformador".
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