La paz parece haber
llegado al PSOE. El Comité Federal de ayer sábado propuso las fechas del
próximo congreso federal (17 y 18 de junio) y las primarias, en fecha por
determinar, en otro comité que tendrá lugar en marzo, tan solo con cinco votos
en contra. No hay, pues, en el máximo órgano de gobierno del partido entre
congresos ni tantos críticos como quieren hacerse notar, ni la intransigencia
ni las prisas de otros voceadas desde el 1 de octubre. Si aquellas son siempre
malas consejeras, las tensiones y divisiones internas que, de la noche a la
mañana, parecían surgir reclamando lo que se solicitaba desde aquella fatídica
fecha, no fueren lo más oportuno para coser las heridas abiertas y cerrarlas
cuando hubieren supurado.
A la Gestora socialista le ha tocado jugar el papel de
mala en el ínterin, que ha hecho
bueno al final. Su presidente, Javier
Fernández, pronunció ayer un discurso de moderación muy alejado de las
trompetas apocalípticas de la pretendida revolución de octubre que propugnare
el exsecretario general, Pedro Sánchez.
Nada más y nada menos que "la agenda del partido vuelva a caminar de la
mano de la agenda de España", que "es tanto como decirle a la gente
que somos mucho más que una maquinaria dedicada en exclusiva a arrojar a cualquier
precio a la derecha del poder". En una España, cuyo 40% por ciento de la
población se declara socialdemócrata, como recordó el presidente, esa gente
espera de un partido de gobierno y constitucionalista que "le proporcione
identidad, y sepa quiénes somos, de dónde venimos y, con nosotros, a dónde
van", sin renunciar a reconocerse en lo que fue, a los que hicieron
posible la idea ilustrada de la España moderna, porque "si se les
proscribe, nos quedamos sin referentes".
Fernández ha
solicitado lealtad "a uno mismo, a tu partido, a tus votantes y a tu
país" y ha recordado que, cuando esas lealtades entran en conflicto,
"siempre tienes que poner a tu país por encima de todo lo demás". Y
ha subrayado qué significa estar en la oposición, por si alguien lo había
olvidado: "no hay victorias que celebrar, ni cargos que repartir, ni
éxitos diplomáticos que contar; lo único que hay es trabajo, esfuerzo y tesón, que
si la hacemos unidos, mañana gobernaremos unidos". Al final, se ha hecho
realidad el anuncio del exsecretario de Organización federal, César Luena, quien propuso a finales de
enero del pasado año, las fechas del congreso para mediados de junio con las
primarias previas. Ahí las tiene ya quien, con su conducta, también propició la
confusión más que la concordia necesaria para afrontar un proceso electoral de
un "partido --como ha enfatizado el
presidente de la Gestora-- que "es el más viejo y el más nuevo de todos
los partidos, el único que hoy tiene un planteamiento alternativo a la derecha
liberal, al nacionalismo identitario y al populismo radical".
No se ha callado nada de lo que hubiere de decir en esta
hora de España el presidente de la Comisión Gestora, y ha recordado, cómo no, la
abstención para la gobernabilidad del país como "la menos mala de las
soluciones". "Al día siguiente de las elecciones de junio, la inmensa
mayoría de los dirigentes de este partido sabíamos lo que había que hacer, lo
que no sabíamos era cómo ganar el congreso después de hacerlo. Y eso quiero
decirlo porque callar sería insultar a la verdad." Un partido que ha gobernado
el país más de veinte años en democracia, no debe anteponer el poder por el
poder mismo, olvidándose de los problemas de los españoles porque, de lo
contrario, estos le darían la espalda.
El camino está ya abierto. El expresidente del Gobierno
vasco y del Congreso, Patxi López,
anunciará hoy su candidatura, que desveló ayer a los notables del partido; la
presidenta andaluza, Susana Díaz, iniciará
la semana entrante su gira por España, aunque hasta el momento no haya revelado
sus cartas, que podría anunciar hoy tras el anuncio de López. No hay por qué fracturar el partido, porque las puertas están
abiertas para todos. Ahora, no se trata de predicar, sino de saber qué quieren
los españoles del PSOE, y está muy claro lo que desean: estabilidad política e
institucional, empleo, reforzar el Estado social, la calidad del espacio
público, la autonomía política, la planta política del país, la construcción
europea... Javier Fernández ha dado
el pistoletazo de salida con el mejor discurso que pudiere esperar "la
gente que quiere cambiar, pero que no quiere romper los equilibrios básicos de
la sociedad". El futuro de España no está para las veleidades que otros
predican.
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