En El Banquete, o el diálogo platónico sobre el amor, Apolodoro rememora los diálogos en los
que participó Sócrates que tuvieron
lugar en su infancia. Agatón inicia
el relato para celebrar su victoria sobre las fiestas Leneas. Tras la comida, Erixímaco propone pasar el tiempo en
discursos de alabanzas sobre el amor y de Eros
que, en la mitología griega, es el dios responsable de la atracción sexual, el
amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. El primero en
intervenir fue Fedro, quien dice que
"solo los amantes saben morir el uno por el otro"; después, Pausanias, para quien "el amor es
bello si es honesto"; a continuación interviene Erixímaco, quien afirma que "cuando el amor se consagra al
bien y se ajusta a la templanza y a la justicia, nos procura una felicidad
perfecta"; le sigue Aristófanes,
para quien el amor "es el deseo de encontrar la mitad que nos falta",
dividida por Zeus, padre de los
dioses y de los hombres, en dos mitades. Agatón
dice que "Eros es el más bello
y mejor de los dioses" y "es un poeta tan entendido que convierte en
poeta al que quiere".
Habla Sócrates
en último lugar. Y qué es para el filósofo el amor. Para él, "se ama lo
que no se tiene; es decir, lo que se anhela en el otro. El amor es el amor de
la belleza; luego, el amor no puede ser bello. Y como lo bello es bueno,
tampoco puede ser bueno. Como todos los dioses son bellos y buenos, Eros no puede ser un dios, pero tampoco
es humano. El amor consiste en querer poseer siempre lo bueno. El objeto del
amor es la producción y generación de la belleza; y su objeto, la inmortalidad.
El que quiere aspirar a este objeto desde joven, debe amar a los cuerpos bellos
y, además, debe considerar la belleza del alma como más importante que la
belleza del cuerpo".
Para Sócrates,
la belleza no está en el cuerpo y aboga por valorar la belleza del alma más que
la del cuerpo y, al hacerlo así, el hombre tiene que ser guiado, mirará la
belleza en los modos de vida y las leyes, lo que le conducirá a tener en menos
la belleza física. Sobre el amor, en su diálogo con Agatón, Sócrates se
pregunta: ¿Y amar aquello que aún no está a disposición de uno, no es
precisamente esto; es decir, que uno tenga también en el futuro lo que en la
actualidad tengo? ¿Acaso no estaría de acuerdo? Agatón afirmó que lo estaría. Para el filósofo, todo deseo de ser
bueno y de ser feliz, es amor, "ese amor grandísimo y engañoso para
todos"; pero unos se dedican a él de muchas y diversas maneras y no se
dice ni que están enamorados ni se les llama amantes, mientras que los que se
dirigen a él y se afanan según una sola especie, reciben el nombre del todo,
amor, y de ellos se dicen que están enamorados y se les llama amantes.
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