Se diría también
"Amor de verano"; más popular "El final del verano",
coincidentes con las primeras palabras de la canción. Aunque aún sea verano
hasta el 21 de septiembre, el último día de agosto certifica el final del
verano, la balada romántica que añora el amor surgido en vacaciones, despedido
para siempre sin saber si otro verano ese amor volverá a reencontrarse. La
canción del grupo de pop español "El
Dúo Dinámico", publicada en 1963, asociada para siempre a la serie de
televisión "Verano azul", de cuyo último episodio fue el tema
principal y el que la popularizare para la eternidad. "El final/ del
verano/ llegó/ y tú partirás./ Yo no sé/ hasta cuándo/ este amor/
recordarás.../Nunca, nunca, nunca, nunca más/ sentiré tanta emoción/ como
cuando a ti te conocí/ y el verano nos unió..."
Volverá, sí, otro verano, que ya no será el mismo, con
calores insoportables, con lluvias y pedriscos, con ahogados en las aguas, con
fuegos mil en los montes, con mujeres asesinadas por violencia machista, y
ciclistas arrollados y muertos, los pantanos al mínimo; los terroristas que
atacan durante la siesta, a pesar de todas las alertas, y matan en el corazón
de la metrópoli a 16 inocentes..., y el verano no nos unió como los amores de
verano, sesteantes en la memoria. Ya nos lo advertía Cecilia en 1975, en su
hermosa canción: "Mi querida España,/ Esta España viva,/ Esta España
muerta/ De tu santa siesta/ Ahora te despiertan/ Versos de poetas./ ¿Dónde
están tus ojos?/ ¿Dónde están tus manos?/ ¿Dónde tu cabeza?" Y Ana Belén nos recuerda desde 1982:
"España camisa blanca de mi esperanza/ La pena negra nos atenaza/ La pena
deja plomo en las alas/ Quisiera poner el hombro y pongo palabras/ Que casi
siempre acaban en nada/ Cuando se enfrenta al ancho mar..." El primer
verso, de Blas de Otero; el resto,
de Víctor Manuel; la voz de su
esposa, Ana Belén, recuerda el
profesor Miguel Ángel Lama.
Los amores
perdidos casi nunca vuelven, aunque los veranos azules tornen otra vez. La vida
sigue y no parece que tengamos ojos, ni cabeza, ni versos de poetas que nos
despierten de la pena negra que nos atenaza: el paro, el terrorismo, la
corrupción, las pensiones, el independentismo de los radicales... De nada de
eso se habla, y el Congreso se divierte, reuniéndose en época de vacaciones
para nada, como si todos estuvieren libres de culpa. Y el pueblo al que
representan es algo más. "Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es/Abrir
la ventana en la mañana y respirar/ La sonrisa del aire en cada esquina/ Y
trabajar y trabajar/ Uniendo a vida, vida.../ El ladrillo en la esperanza/
Mirando al frente y sin volver la espalda...", cantaba María Ostiz en 1977.
El verano que pudo unirnos nos desunió. La vida sigue
igual, con vidas que llegan y otras que se van (Matías, Alonso, Nacho..., compañeros de afanes
compartidos). Tantos hilos rotos en el recuerdo, tantos jóvenes que se marchan
a otros países: los pueblos que resucitan en verano y que vuelven a morir en
invierno; los jóvenes resignados a un vivir sinvivir en su tierra, sin amores
compartidos, viendo cómo otros sin trabajo son colocados a dedo por la loba que
diere de mamar a Rómulo y Remo, en Mérida, capital de
Extremadura, y su Pacto por el ferrocarril un siglo después... Cómo sentir
emoción ante amores lejanos no compartidos, apenas rayos de verano, la bandera
de España sustituida por senyeras y esteladas en la pretendida marcha de la
unidad... en "esta España viva/ Esta España muerta..."
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