sábado, 30 de diciembre de 2017

APOROFOBIA, O EL RECHAZO AL POBRE


           Ya inscrita en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) como "la fobia a las personas pobres o desfavorecidas". De origen griego:  áporos, pobre, y fobia. La aporofobia fue elegida ayer palabra del año 2017 por la Fundación para el Español Urgente (Fundéu), promovida por la agencia Efe y el BBVA. Aporofobia es el neologismo que da nombre al miedo, rechazo o aversión a los pobres.
            Es la quinta ocasión en que la Fundéu BBVA da a conocer su palabra del año, escogida entre aquellos términos que han estado presentes en mayor o menor medida en la actualidad informativa durante los últimos meses y tienen, además, interés desde el punto de vista lingüístico. En 2013 fue elegida la palabra escrache, selfi en 2014, refugiado en 2015 y populismo en 2016. Aunque una mayoría estuviere de acuerdo en la elección de estos vocablos, quizás en esta ocasión muchos se hayan sorprendido por la opción de aporofobia, un término relativamente novedoso que alude, sin embargo, a una realidad social arraigada y muy antigua, según la Fundación. "No es una palabra creada este año, ni tan siquiera conocida por el gran público, pero es una voz que recomendamos hace tiempo en Fundéu BBVA y que ahora la Academia ha decidido incorporar a su diccionario", según el director general de la Fundación, Joaquín Muller.
            Ya el pasado mes de septiembre, el Senado español aprobó una moción en la que pedía la inclusión de la aporofobia como circunstancia agravante en el Código Penal. Quizás este hecho haya influido en la decisión de los filólogos, lingüistas e historiadores de la lengua castellana para su declaración como palabra del año. "Aporofobia --dice Muller-- pone nombre a una realidad, a un sentimiento que, a diferencia de otros, como la xenofobia o la homofobia, aun estando muy presentes en nuestra sociedad, nadie había bautizado. Lamentablemente --añade--, la aporofobia no ha dejado de estar presente en la actualidad informativa del año que finaliza, con el drama de los migrantes en muchas partes del mundo, el empobrecimiento de muchas capas de la sociedad en muchos países... y con las actitudes de algunos líderes y ciudadanos ante estos fenómenos, en los que son claramente visibles el rechazo y la aversión a los pobres y la pobreza."
            En las calles de nuestras ciudades, los pobres de la sociedad permanecen a diario para salir al paso de nuestra mirada, implorando una limosna. En carteles escritos a mano sobre cartones, explican su situación: "padre de cuatro hijos, sin trabajo, necesita ayuda", "recién operado sin ninguna ayuda"... Otros muestran en su cuello abultados ganglios linfáticos, que pudieren ser quistes congénitos o glándulas tiroideas aumentadas de tamaño... La gente mira, pasa de largo y ya no se molesta en echarles unas monedas, como diciendo: no es mi problema; es de las autoridades, que parece que solo se preocupan de otra distinta, pero no distante realidad, azuzada por la crisis: los deshaucios, que pudiere ser palabra de una década, y que ahora los políticos tratan de atajar para blandir con cifras lo que para ellos constituye un éxito político, y no un acto de justicia social. Los pobres en las aceras parecen molestarnos... Visibilizamos con nuestra actitud el rechazo a los pobres y la pobreza.
            En estos fríos días de invierno, oenegés que luchan por erradicar la pobreza, acuden a buscarles para llevarles alguna bebida caliente, mantas de abrigo y darles compañía. Mitigan la pobreza a quienes, pobres de solemnidad, desean vivir a solas con su pobreza. No tienen los visitantes de la noche la aporofobia de los diurnos. Lo que no tiene nombre, no existe. Sólo así, podemos enfrentarnos a una realidad, hacerla presente en el debate social y buscar soluciones. Mirar para otro lado es echar balones fuera, porque nos molesta la cruda realidad que vemos, pero no observamos.
            En su libro "Aporofobia, el rechazo al pobre" (Paidós, 2017), la filósofa española Adela Cortina afirma que "no repugnan los orientales capaces de comprar equipos de fútbol o de traer lo que, en algún tiempo, se llamaban "petrodólares", ni los futbolistas de cualquier etnia o raza, que cobran cantidades millonarias, pero que son decisivos a la hora de ganar competiciones." Nadie mejor que el jugador de fútbol Samuel Eto´o --que militare en el Madrid, Mallorca y Barça, entre otros equipos-- expresó al fichar por este último club la carga negativa de su raza, abucheada por los espectadores en los estadios, con las ganancias dispares con jugadores de su misma clase, pero de raza blanca: "Trabajaré como un negro para vivir como un blanco." Racismo, de un lado, y salario distinto por razón de su raza. Lo mismo que hoy con las mujeres occidentales: no todas cobran lo mismo que los hombres por idéntico trabajo, además de no poder conciliar su vida laboral con la familiar, porque los hombres no fueron educados para la casa... "Las puertas se cierran ante los mendigos sin hogar, ante los inmigrantes pobres, condenados mundialmente a la invisibilidad", afirma Cortina. El problema es de pobreza. La aporofobia, un pobre sin recursos, cada día más presentes y olvidados en nuestra sociedad. Y los políticos corruptos que roban ingentes cantidades de dinero público, mirando para otro lado y subiendo los impuestos a los que menos tienen...

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