lunes, 25 de diciembre de 2017

PRESENTE Y FUTURO EN EL MENSAJE DEL REY


           En su tradicional mensaje navideño, sin olvidar los problemas y esperanzas que nos atañen a los españoles, el Rey de España ha concluido con un deseo positivo de confianza "en lo que siempre nos ha unido", en nuestras capacidades y convicciones, "porque la historia no se detiene, y no hemos llegado hasta aquí para temer al futuro, sino para crearlo", en la confianza de que el próximo año y los que vendrán serán mucho mejores que el que ahora finaliza.
            Los dos últimos años han sido difíciles para un rey que reina, pero no gobierna, y que no puede --ni lo ha hecho-- saltarse un milímetro los límites establecidos en la Constitución en su papel de árbitro y moderador del funcionamiento regular de las instituciones y como símbolo de la unidad y permanencia del Estado. Así lo hizo en 2016 hasta que fue posible la formación de un gobierno tras dos intentos fallidos y, en 2017, con la crisis en Cataluña, cuando en su discurso del 3 de octubre, dos días después del referéndum ilegal, recordó con firmeza el compromiso de la Corona con la Constitución y la democracia y su entrega al entendimiento y la concordia entre los españoles y su compromiso con la unidad y la permanencia de España.
            Ahora, Felipe VI quiso hacer un balance de las casi cuatro décadas pasadas desde la aprobación de la Constitución de 1978: el asentamiento de la democracia, la integración en la Unión Europea, "con la que compartimos objetivos y una misma visión del mundo"; la prevalencia de la vida, la dignidad y la libertad frente al terrorismo; y la transformación más profunda de nuestra historia. Y todo ello ha sido posible, recalcó el soberano, "en una España inspirada en una irrenunciable voluntad de concordia"; pero advirtió sobre "las situaciones difíciles y complejas  que persisten  que hay que corregir, y que requieren un compromiso de toda la sociedad para superarlas".
            Antes de referirse al asunto catalán, el Rey dejó claro que la España de hoy es una democracia madura, "donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar. libre y democráticamente, sus opiniones e ideas, pero no imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás porque, cuando estos principios básicos se quiebran, la convivencia se deteriora y luego se hace inviable". Recordó el Jefe del Estado que la historia de España que hemos construido es "la historia de un gran triunfo" que debemos "seguir construyendo, mejorándola, actualizándola, sobre la base sólida de los principios democráticos y los valores civiles de respeto y de diálogo que fundamentan nuestra convivencia".
            Respecto a Cataluña, el Rey recordó que, hace unos días, los ciudadanos han elegido a sus representantes en el Parlament, que es la institución que debe afrontar ahora los problemas que les afectan, "respetando la pluralidad y pensando con responsabilidad en el bien común de todos", porque "el camino no puede llevar de nuevo al enfrentamiento o la exclusión", generadores de "discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico y económico de toda una sociedad". Y apeló para ello a recuperar la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo para que renazca la confianza, el prestigio y la mejor imagen de Cataluña.
            Finalmente, el Rey, --en un mensaje sereno, de aplomo y de concordia--, no ha querido olvidar los problemas que han parecido obviarse por los acontecimientos de estos dos últimos años: el empleo, del que ha dicho que "hay que plantearse como objetivo la creación de puestos estables"; la responsabilidad de afrontar la desigualdad y las diferencias sociales; el terrorismo yihadista, con los atentados de Barcelona y Cambrils de este verano; la completa erradicación de la corrupción, por la que aboga; la recuperación de nuestro protagonismo en Europa; la defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, y la violencia de género que, como "lacra inadmisible, nos hiere en nuestros sentimientos más profundos y nos avergüenza e indigna"
          Alguien señalará hoy que se olvidado de esto o de lo otro. El Rey lo es de todos los españoles y. como dijere Fernando VII al jurar la Constitución de Cádiz de 1812,  "marchemos todos juntos, y yo el primero, por la senda constitucional"; pero nadie podrá decir nunca --como el prófugo expresident Puigdemont--  que las elecciones autonómicas del pasado día 21 han sido "un triunfo de la república catalana sobre la monarquía del 155", porque ambas son una misma cosa, inscritas en la Constitución de 1978, aprobada por la mayoría absoluta de los españoles, incluidos los catalanes, aunque a eso no se haya referido nuestro monarca. Ni le está permitido.

      

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