domingo, 25 de marzo de 2018

DOMINGO DE RAMOS


           El Señor se ha acercado a Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos. Primera estación y penúltima antes de la noche en blanco, vísperas de la Pasión. Al llegar al huerto, envía a dos de sus discípulos a recoger al asno atado, virgen de montura. "Desántelo y tráiganlo. Y si alguien os pregunta por qué lo desatan, respondan. El Señor lo necesita." (Lc, 19, 28-40). Y el Señor mira impaciente a la ciudad celestial, que esplende en las colinas, tras el torrente de Cedrón. Sabe lo que le espera: la traición de uno de los suyos, la condena, sin que nada malo hubiere hecho; el vía crucis por la Dolorosa; el llanto de las mujeres que le reconocen  y que limpian su sudor y gotas de sangre..., la crucifixión y la muerte redentora de los pecados del mundo.
           Ha montado el Señor sobre el asno y sobre los mantos que han tendido sobre su grupa. Los discípulos le escoltan camino de su gloria que ahora resplandece y del calvario que ignoran. La gente se arremolina admirando su figura sobre la humilde silla gestatoria que le conducirá a la ciudad. Avanza lentamente el cortejo y quienes le proclaman rey, extienden sus mantos sobre el camino, como el romero y el tomillo por las calles que, encarnado en la sagrada forma, recorrerá un día por los siglos de los siglos.
            Pletóricos de alegría, sus discípulos entonan cánticos y alaban a Dios por los milagros que han visto. Los fariseos piden al Maestro que les reprenda; pero Él, seguro de sí, les advierte: "Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras." Sabe el Señor que su Padre les dará el don de lenguas para ir por todo el mundo y esparcir su palabra como semilla de paz y de redención una vez que, resucitado, se presente a ellos y ascienda a los cielos.
            Las madres de los niños de los hebreos les han puesto la túnica y el turbante de fiesta para salir al encuentro del Señor. La liturgia de hoy canta el himno:  "Pueri hebraeorum,/ portantes ramos olivarum,/ obviaverunt Domino,/ clamantes et dicentes:/ Hosanna in excelsis." (Los niños de los hebreos salieron al encuentro del Señor, portando ramos de olivos, clamando y diciendo: Hosanna en las alturas). Los ramos que proclaman el triunfo de Cristo sobre la muerte en la Cruz.
           Baja el cortejo hasta el torrente de Cedrón. Ya solo se ven las murallas de Jerusalén en lo alto. El ascenso es lento, pero glorioso. Llora por dentro el Señor sabedor de lo que ha de venir. Entra ya el cortejo por la Puerta de los Leones, o Puerta de San Esteban. Ramas de olivo, olor a aceite virgen, el fruto recolectado, ahora subido a balcones y ventanas, hasta que mueran desgajadas de sus ramas, como el Señor de su tronco, tras su entrada triunfal en Jerusalén, para morir y tornar a la casa del Padre. "Hosanna in excelsis".

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