Somos unos inhibidos. Estamos rodeados de restricciones, impedimentos y prohibiciones para actuar tal
cual somos. Nos inhibimos no tanto por la ley como por la formación, la falta
de confianza o la sinceridad. La inhibición es un impedimento, un estorbo, una
prohibición, ante la que muchos se rebelan: prohibido
prohibir... Hay dos inhibiciones en el Derecho: la del juez que se inhibe
de una causa por no ser de su competencia; y la inhibición general de los
bienes de un individuo o compañía, recurso del que hace uso quien cree tener
derecho de acreedor sobre la persona o empresa, porque la misma hubiera
incumplido un pago o relación contractual. Si la inhibición resultare efectiva
por vía legal, el inhibido no podrá disponer de los bienes restringidos,
inhibidos. Nos inhiben el dolor por la medicación. Nos inhibimos de expresarnos
libremente ante oídos no preparados para escuchar. A cada momento, nos
reprimimos en el ejercicio de facultades o hábitos. Nos declaramos
incompetentes por inhibidos. No declaramos nuestros deseos por una inhibición
de dudosa respuesta. Solo si nos preguntan, y respondemos por nuestra
conciencia y honor, podemos evadirnos de la capacidad inhibitoria de la palabra
que emana de la voluntad del ser.
El temor al castigo nos inhibe de un acto o deseo; pero
cuando no concurre esta realidad, hay otras inhibiciones en las que sumergirnos
ante el temor de no vernos complacidos. No declaramos un amor a tiempo, y ese
amor se evapora; nunca más volverá... No vemos a alguien a quien deseamos, pasa
el tiempo y la inhibición de la palabra frustra el deseo anhelado. La
inhibición viene, sí, del sujeto que la encarna; pero está sujeta siempre a
otras conductas o hábitos, sean leyes, o deseos personales. Negamos la realidad
y nos inhibimos de la responsabilidad. Nos pasamos de un grupo a otro para
seguir montados en el tren y nos inhibimos de la ética que debiere ilustrarnos
para pasarnos a la vía de la evasión, que no será nunca la inhibición de la
palabra que nos cierra el alma. La libertad no inhibe el deseo; lo inhibe quizá
la respuesta a ese deseo.
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