Entre las muchas
mujeres que dedicaron su vida a la Iglesia, destacan en la historia placentina
dos beatas: Matilde Téllez Robles y Andrea Calle González, además de Francisca de Oviedo y Palacios, Valentina Mirón, María Ana, María de Brozas
y María Magdalena.
Matilde Téllez
Robles, en la religión Matilde del
Sagrado Corazón (Robledillo de la Vera, 30/05/1841; Don Benito, 17/12/1902)
fue la segunda de los cuatro hijos de Félix Téllez Gómez y de su esposa Basilea
Robles Ruiz. Su padre, notario de profesión, se estableció en Béjar, donde,
junto a la educación cultural básica, Matilde recibió una esmerada formación
religiosa. Pese a la oposición paterna, que deseaba otro porvenir para su hija,
desde muy joven siente una viva inclinación por la Eucaristía, los necesitados
y los pecadores. A los 23 años fue elegida presidenta de la asociación de Hijas
de María, recién establecida en Béjar, y poco después la nombran investigadora
de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Conjugando la contemplación con la
acción, Matilde se lanza durante años a una intensa actividad apostólica con
niños, pobres y enfermos; trabaja con las Hijas de María, atiende la escuela
dominical, prepara para el matrimonio cristiano y acompaña a jóvenes con
vocación. Desde joven siente la llamada a la vida religiosa y recibe la
inspiración de fundar un Instituto religioso. Así se lo comunica al papa Pío IX
en carta de 04/05/1874. El 19/03/1875, festividad de San José, ya con la
bendición paterna, ingresa en la
"casita de Nazaret" para iniciar la vida religiosa, junto a María
Briz, tratando de imitar a la Sagrada Familia. Un tiempo después, reciben a un
grupo de niñas huérfanas. El 23/04/1876, el obispo de Plasencia Pedro Casas y
Souto autoriza provisionalmente la Obra con el título de "Amantes de Jesús
e Hijas de María Inmaculada". El 20/01/1878, Matilde y María visten el
hábito religioso en Plasencia. A finales de marzo de 1879, la comunidad se
traslada a Don Benito (Badajoz), donde instalan el noviciado, acogen a niñas
huérfanas, dan clase, atienden a los enfermos en sus casas y ayudan a los
pobres. El 19/03/1884, el mismo obispo erige canónicamente la Obra como
Instituto religioso de derecho diocesano. Al año siguiente, la ciudad sufre una
epidemia de cólera. La M. Matilde y las hermanas se entregan al cuidado amoroso
de los apestados. Sor María Briz muere contagiada, y la Madre abre un hospital
para los pobres. En 1889 comienza la expansión del Instituto, con una fundación
en Cáceres, y sucesivamente en Trujillo, Béjar, Villanueva de Córdoba,
Almendralejo, Los Santos de Maimona y
Villaverde de Burguillos... De cada una de ellas se podría escribir una
historia de amor. A los 61 años, su organismo está muy debilitado a causa de
los sufrimientos, del intenso trabajo y
de las enfermedades y presiente que llega la hora de irse con el Señor.
El 15 de diciembre de 1902, al salir temprano de viaje, sufre un ataque de
apoplejía y, en las primeras horas del 17, rodeada de todas sus hermanas, vuela
a la casa del Padre. Todo el pueblo, principalmente los pobres, la lloran como
a una madre. El 23 de abril de 2002, el papa Juan Pablo II reconocía
oficialmente las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Matilde Téllez y, al
año siguiente, el 12 de abril, se promulgaba el Decreto sobre el milagro obrado
por su intercesión, dando paso a su beatificación, el 21 de marzo de 2004. En
la actualidad, las Hijas de María Madre de la Iglesia (así se llaman desde
1965) realizan su labor evangelizadora en España, Portugal, Italia, Venezuela,
Colombia, Perú y Méjico, en hogares-internado de acogida a la niñez y juventud
marginada.[1] Su fiesta se celebra el 30 de mayo. En el
primer centenario de su nacimiento, el P. Agapito Robles escribió un salmo en
su honor, que principia:
"Que en las estrellas escribió su nombre/ y en la
tierra engrandeció el de la Madre Matilde./Los pequeños y desheredados la
bendecirán/y entre los potentados del siglo será eterna su memoria." [2]
Andrea Calle González
(Plasencia, 27/02/1904; Madrid, 03/09/1936), era modista. Ingresó en comunidad
el 11/09/1930. Quienes la conocían, afirmaban que junto a ella no había penas y
que ponía su seguridad en el Señor. Desarrolló su vocación en el hospital
psiquiátrico de Almería y en el de Zaldívar (Vizcaya). Su último destino fue la
Casa de Misericordia de Albacete. Al comenzar la Guerra Civil, la obligaron a
dejar las obras caritativas de la Casa de Misericordia de Albacete y salir hacia
Madrid, tras exigirle vestirse de seglar para hacer desaparecer todo signo
religioso. Junto a sor Dolores y sor Concepción, sustituyó el hábito por una
sencilla bata de percal, la toca por un pañuelo, o la desarreglada melena. Las
tres no se despojaron de su rosario, porque hallaron en él y en la eucaristía
la fuerza para ser testigos en medio de la persecución. Las últimas lo llevaban
en la cintura y sor Andrea, como collar. Por este detalle fueron reconocidas
como "monjas" al bajarse del tranvía cuando llegaron al pueblo de
Vallecas para dejar a sor Concepción en casa de un tío suyo que no quiso
recibirlas. Primero las apedrearon, después las condujeron al Ateneo Libertario
del pueblo, donde fueron acosadas, insultadas y detenidas. Durante varias horas
sufrieron provocaciones inmorales por parte de los miembros del tribunal
integrado por cinco milicianos republicanos, Seguidamente separaron a las dos
más jóvenes de sor María Concepción (49
años) y las llevaron a una celda de la checa situada en el Colegio de las
Religiosas Terciarias de la Divina Pastora, Allí, unos milicianos atrevidos y
desvergonzados sometieron a sor Dolores (43 años) y sor Andrea al martirio de
la violación.. Seguidamente las llevaron a Los Toriles. Las torearon y
arrastraron mofándose de ellas un grupo numeroso de niños, jóvenes y milicianos
adultos. Por último, acabaron con su vida con un tiro que le atravesó el cráneo,
a sor Dolores Caro Martín, en el parietal izquierdo y a sor Andrea, en el
derecho. Tenía 32 años. A sor María Concepción Pérez Giral, en lugar de
torearla, lo hicieron moralmente con provocaciones obscenas. Al final, sufrió
un tiro en el cráneo, junto a la vía del tren en el término conocido como Pozo
del Tío Raimundo. Era el 3 de septiembre de 1936. Sus cuerpos fueron enterrados
en el cementerio de Vallecas y rescatados en 1941. Las tres, Hijas de la
Caridad de San Vicente de Paul, fueron beatificadas el 13 de octubre de 2013,
durante el pontificado del papa Francisco.[3] El Ayuntamiento de Plasencia le dedicó una
placa en su honor con las fechas más importantes de su vida en su casa
natal --el número 21 de la calle
Ancha--, acto en el que el alcalde, Fernando Pizarro, "recordó que allí
había nacido su abuela, Isabel la Cabrera,
la Benéfica, que consiguió el título
de Muy benéfica para la ciudad por
incumplir la orden de ayudar a los soldados que regresaban de Cuba".[4]
Francisca de
Oviedo y Palacios (Plasencia, 1558; Serradilla, Cáceres, 1659). En 1656
fundó el convento del Cristo de la Victoria, perteneciente a la Orden de las
Agustinas Recoletas, mediante los 600.000 ducados en almoainas que reunió en la
provincia de Cáceres y la Corte de Felipe IV de España. Promovió la
construcción de un hospital en la misma ciudad destinado a los pobres. Impulsó
la concepción de la imagen del Santísimo Cristo de la Victoria, obra del
escultor Domingo de Rioja, realizada hacia 1635, que fue venerada en Madrid en
la iglesia de San Ginés y en la capilla del Palacio Real y en Plasencia, hasta
llegar en 1641 a Serradilla. Fue conocida popularmente con el sobrenombre de
"beata", aunque no hay reconocimiento oficial por parte de la Iglesia
Católica. [5]
Valentina Mirón
(Plasencia, 03/11/1900; Madrid, 26/04/1956), Hija de la Caridad, dedicó 35 años
de su vida a ayudar a los demás. Su padre, Julián Mirón, era maestro de
albañilería y estaba casado en segundas nupcias con María Muñoz. Su formación
la inició con las Hermanas de San Vicente de Paul, en el colegio situado en lo
que hoy es el Centro de la UNED. Con 19 años, ingresó en el noviciado e inició su
trabajo en favor del prójimo en el Hospital General de Madrid y en el
Provincial de Plasencia. Durante la Guerra logró pasar la frontera con Francia.
Recuperada su identidad, volvió a Plasencia.[6] Al
cumplirse el cincuenta aniversario de su muerte, la alcaldesa de Plasencia,
Elia María Blanco, acompañada de la presidenta de Amas de Casa y familiares,
descubrieron una placa conmemorativa en la casa en la que nació, en la calle
del Rey. Para la alcaldesa, sor Valentina Mirón "fue una mujer entregada a
los demás" y que hizo "todo el bien que pudo". [7]
María Ana, el
Ángel de Cuba (La Habana, 11/06/1882; Plasencia, 09/08/1904). Desde niña la
llamaban "angelita". Tuvo varios hermanos, dos de ellas religiosas de
la Preciosísima Sangre, también en La Habana. Huérfana de madre a los cinco
años, se aferró a la devoción mariana. Estudió en el Colegio del Apostolado,
donde también nació y creció su devoción por San Francisco de Asís. A los 17
años ingresó en el convento de las Capuchinas de Plasencia, con las que había
mantenido correspondencia epistolar, que había clarificado su vocación. Poco
duró su vida religiosa, ya que falleció a los 22 años, el 9 de agosto de 1904.
Dejó una estela de santidad en penitencias y gracias místicas, que fueron la
causa del estancamiento de su proceso de beatificación.[8]
María de Rozas
(Plasencia, 1613-1680). Dedicó su vida a los pobres, viviendo pobremente. A su
entierro acudió toda la ciudad, que llenó la catedral. Plasencia la venera como
una santa, a la que llama "Sierva de Dios". [9]
María Magdalena.
Nacida en Tornavacas, vivió toda su vida en las Clarisas de Plasencia. En 1809
huyó a los montes por miedo a los franceses. La hallaron, pero prefirió morir a
ser ultrajada. A los ocho años, su cadáver se apareció a un pastor, siendo
trasladada a Plasencia, donde, durante tres días, toda la ciudad desfiló ante él.
[10]
___________________________
[1]
Vid.: Wed de la Santa Sede, en www.vatican.va.
(http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20040321_robles_sp.html).
[2] Vid.: Gutiérrez
Macías, Valeriano: Mujeres extremeñas,
Gráficas Cervantes, Salamanca, 1977, pág. 126.
[3]
Vid.: Vincenziani.com.
ReligiosasMartiresEnLaGuerra. blogspot.com, en http://es.catholic.net/imprimir.php?id=36910.
[4]
Vid.: El Periódico Extremadura, de
18/07/2014.
[5] Vid.:
Wikipedia, la enciclopedia libre. Aunque en principio aseguraba que fue
beatificada por la Iglesia, después matizó la afirmación. Véase también el
artículo "Salida del Santo Cristo de Serradilla", de Antonio Arévalo
Sánchez, en Revista "Guadalupe", del Real Monasterio, fundada en
1916, núm. 850 (julio-septiembre), que afirma que "al igual que muchas
fieles cristianas, que en uso de la época llamaban beatas (es decir, benditas)
sin el sentido peyorativo vulgar que tuvo siglos después".
[6]
Vid.: Armero, Pilar, en Diario Hoy del 26/04/2006.
[7] Vid.: Ecodiario.es,
de 15/04/2008.
[8]
Vid.: Blog preguntassantoral. blogia.com.
(https://preguntasantoral.blogia.com/2011/072701-sor-mar-a-ana-el-ngel-de-cuba..php).
[9] Vi.: Sendín
Blázquez, José: Plasencia. Historia.
Guía. Leyenda. Publicaciones Fhersal. Bilbao, 1996, pág. 362.
[10] Ob. cit.