sábado, 19 de diciembre de 2015

LOS NOMBRES PERDIDOS DE MÉRIDA: TOMÁS "EL BARQUERO"

 
           Tomás Fernández Cedeño, el verdadero nombre de Tomás "el Barquero", no fuere conocido por los emeritenses en el año 1985, cuando en el mes de abril falleció a los 83 años de edad, sino muchos antes. El año anterior a su muerte ya surgió la idea de dedicarle un monumento a este popular personaje de la ciudad en las márgenes del Guadiana.
            El proyecto de erigirle un monumento surgió un año antes a raíz del recuerdo de su figura por parte de Pedro Pablo Serrano, concejal de Coalición Popular, en un programa radiofónico. Numerosas llamadas apoyaron la idea de levantarlo. Un grupo de ciudadanos se encargó de recoger fondos para la realización del mismo. La Asamblea concedió 250.000 pesetas. El concejal aseguró que ya habían recaudado 400.000. El monumento --se dijo entonces-- costaría un millón. Los promotores esperaban recibir más subvenciones, posiblemente del ayuntamiento y de la Presidencia de la Junta de Extremadura. Se proyectaron rifas para recaudar lo necesario. Se dijo que el ayuntamiento aportaría el bronce necesario para el monumento.
            Tomás "el Barquero" trabajó en el río Guadiana desde los 11 años. Era un perfecto conocedor del río desde Don Benito hasta la frontera.  Estaba al día de todos y cada uno de sus tramos. Su trabajo consistía en trasladar de un lado a otro del río a quienes lo necesitaren. Se dice de él que extrajo de las aguas del Guadiana más de 60 fallecidos, que perecieron ahogados por cualquier causa, y que salvó de morir ahogados a más de 150 personas. (Véase Diario Extremadura, de 05/03/1986, pág. 17).
            Antes que el charco, la charca, el embalse, la playa de Proserpina, el Guadiana a su paso por Mérida era el lugar para refrescarse durante los rigores del estío; pero no todos conocieren sus profundidades, sus pozas absorbentes, sus corrientes como torbellinos, capaces de mover los cuerpos humanos como peleles entre las aguas. Allí aparecía, entonces, Tomás "el Barquero", ora arrojándole unas cuerdas, ora unas gomas, a las que asirse para no ser arrastrados por la corriente o al fondo.
            El 07/03/1986, el mismo periódico publicaba una viñeta de su dibujante, Muro, en la que daba por hechos dos monumentos que las ciudades de Mérida y Trujillo erigirían en memoria de quienes se lo merecieren: en la primera dibujaba sobre un pedestal a Tomás "el Barquero", remando sobre su barca, y, sobre él, una leyenda que decía: "La ciudad de Mérida a Tomás el Barquero"; en la otra, otro monumento retrataba a Manuel Veiga, entonces presidente de la Diputación de Cáceres, con la siguiente leyenda en el pedestal: "La ciudad de Trujillo a Manolo", abrazando a una cabrita por el pescuezo, con el que quería reconocerse su aportación a la Feria Caprina de la localidad. Y quizás, en ambos casos, hubieren sido más merecidas que otros nombres de calles o estatuas que políticos de turno y oficio se aprestaren a rotular e inaugurar. El tiempo pasa y la memoria es flaca. No tenemos noticia de que se hayan levantado. ¿Qué fuere de las 400.000 pesetas recaudadas; qué de aquel proyecto de monumento al barquero que salvó 150 vidas...?
            El 19/12/2009 escribía un artículo titulado "El barquero de Alconétar", en el desaparecido digital Extremaduraaldia, en el que afirmaba que este transportó durante la guerra en su barca a más vivos que a muertos deseare en el Tajo, bajo el puente de Alconétar, y cuya visión hubo de sufrir en silencio durante la contienda y en la posguerra: los cadáveres que viere flotar sobre las aguas, o arrastrados hacia la orilla, cada mañana, al llegar a su trabajo, y a los que diere sepultura. Los dos barqueros,  de la vida y de la muerte, a quienes nadie recuerda más que su familia.
            El 18/06/2009, una asociación de la memoria emeritense, Foro Mérida, nacida en marzo del mismo año, escribía en otro digital extremeño, Extremaduraprogresista, un artículo titulado "Una calle para la historia", en el que criticaba el hecho de "la apresurada decisión de nominar un importante número de calles de nueva apertura... frente a los viales asignados a los presidentes preautonómicos". Y enumeraba una larga lista de nombres "de la larga historia de una ciudad como Mérida" y "las figuras que la han señalado", entre los que citaba a Tomás "el Barquero"... "En mis país escasean los monumentos que recuerdan a grandes figuras históricas", hubo de decirle en 1922 el decimoséptimo duque de Alba, Jacobo Fitz James-Stuart, a Mary Rumsey, viuda de un escultor admirador de Pizarro, quien antes de morir labró la estatua ecuestre de su héroe favorito, expuesta en el Petit Palais de París, y que pensaba regalar al Gobierno francés y que, gracias a la mediación del duque, está hoy en la plaza mayor de la ciudad natal del conquistador. (Véase "Por qué se instaló una estatua de Pizarro en Trujillo", de José Antonio Ramos Rubio, cronista oficial de la ciudad, en Marejadas, número 41, tercer cuatrimestre 2015, pág. 21).
            Recordaba Foro Mérida en esa larga lista al futbolista y expresidente del Imperio de Mérida, Agustín Jiménez Villahoz, fallecido el 13/09/2013, para quien se pidió su nombramiento como hijo predilecto; Juan Antonio de Vera y Figueroa (Mérida, 1583; Madrid, 1659), diplomático de los Austrias, alférez mayor de Mérida, conde de La Roca, embajador en Saboya y consejero de Indias; concejales como Juan Gijón Lahosa o José Moya Trigueros; y echaba de menos entonces, en una futura revisión del callejero, al fundador de la Mérida de Yucatán, Francisco de Montejo; al fundador de Santiago de los Caballeros de Mérida, en los Andes (Venezuela), Juan Rodríguez Suárez (Mérida, 1510; Venezuela, 1561); a Blas Curado, "el practicante"; Chico León, Fernando Sánchez Sampedro, Isabel Mijares... El Ayuntamiento de Mérida estuvo muy presto en poner el nombre de John Lennon, uno de los componentes de Los Beatles, a una céntrica calle de la ciudad, tras su fallecimiento, y que le diere con los años justa fama, aunque la asociación de vecinos se opuso y los pubs la aplaudieren... Llenan calles y plazas con el nombre de políticos vivos --algo prohibido en ciudades europeas--, recordaba Foro Mérida, e ignoran a quienes el pueblo no olvida. Desconocemos si el consistorio echará de menos estos "olvidos" --si no los hubiere corregido ya-- o los tendrá en cuenta para sucesivas nominaciones..., algo en lo que la objetividad, el estudio ponderado y la participación de asociaciones como la referida, deben estar presentes. Como Tomás "el Barquero" lo estuvo siempre en el Guadiana, vigilante...
 
 

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