domingo, 29 de junio de 2014

BANDERAS CAMBIADAS, MÁSTILES SIN BANDERAS

 
           Duele ver mástiles en edificios públicos sin banderas; más aún, con las banderas cambiadas; peor todavía cuando se colocan banderas que no fueren las propias de un colectivo al que se intenta reconocer. Apena ver cómo una selección de fútbol, y todo un estadio detrás de ella, canta su himno con fervor, mientras los nuestros permanecen en silencio, por falta de letra. Como si nos diera vergüenza utilizar y enaltecer los símbolos de la patria. Ni siquiera tomamos nota de lo que hacen los demás, si acaso con excepciones a la regla de la desunión. Aznar vio en México la plaza del Zócalo y la gran bandera que la preside en el centro de la misma y ordenó colocar otra similar en la plaza de Colón de Madrid desde el día de la fiesta nacional de 2001, la más grande del mundo, de 14 por 21 metros (294 metros cuadrados), con un peso de 35 kilos, izada sobre un mástil de 50 metros de altura.
          En junio de 2008, el Comité Olímpico Español (COE) abrió un concurso para poner letra al himno nacional, repudiada la del antiguo régimen. Contó con la colaboración de la Sociedad General de Autores; se formó un jurado prestigioso. Un parado de 52 años, Paulino Cubero, ganó el concurso. Se filtró la letra y se rompió el consenso: ni unión ni consenso. La gala de presentación, en la que el maestro Plácido Domingo, iba a estrenarlo, fue suspendida. El presidente del COE, Alejandro Blanco, optó por no presentarla ante el Congreso. "No hay actividad en un país como el deporte que haga que suene tanto el himno nacional, ni otro acontecimiento en la vida social que concite la atención de más personas ante una televisión." Y seguimos con himno sin letra... Nunca se vieron tantas banderas nacionales en las calles y balcones como en el Mundial de 2010 de Sudáfrica, durante su celebración y, sobre todo al regreso de la misma como campeona, en su paseo triunfal por las calles de la capital. España fue una con la selección y su bandera. Treinta y cinco años después de su grabación, el "Que viva España" de Manolo Escobar se convirtió en el himno no oficial del equipo que conquistó el mundo. Hasta el cantante se sumó a la fiesta para cantarla quizá por última vestido con los colores nacionales. Una bandera y una canción que unieren a todos. Por algo aquella canción sonó en el acto de apertura del Mundial del 74 celebrado en la entonces Alemania Federal.
          La bandera está en la Constitución (artículo 4.2): "Los Estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las Comunidades Autónomas. Estas se utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales". La Ley 39/1981, de 28 de octubre, que regula su uso, fija en los artículos 6 y 7 que "la bandera de España ocupará siempre lugar destacado visible y de honor" y "si junto a ella se utilizan otras banderas, la bandera de España ocupará lugar preeminente y de máximo honor y las restantes no podrán tener mayor tamaño".
          El edificio sede de la Policía Local de Cáceres tiene tres mástiles siempre huérfanos, sin banderas, o, como en la anterior legislatura, cambiadas, sin orden de protocolo. Lo que Aznar hizo bien, su partido aquí lo deshace: ningún día, ni en la Fiesta Nacional ni el día de la Constitución. ¿Qué pensará de esto el príncipe de los catovis, Saponi, que ordenare construirlo...? Nuestros policías, muy prestos para multar y retirar vehículos desde temprana hora, pero poco diligentes para izar las banderas que tuvieren bajo su custodia. ¿Qué podemos esperar?: huérfanos de letra para el himno nacional, y los mástiles sin banderas. Como Monago y Manzano, que, deseando sumarse a la fiesta del Día del Orgullo Gay y dárselas de progres, colocan en las fachadas de las instituciones que presiden una bandera inca en lugar de la del movimiento del colectivo con la enseña del arcoiris. Todo por la patria, pero sin sus símbolos. Solo nos quedan los cuarteles, la plaza de Colón y ganar otro Mundial para rendir el honor debido a nuestros símbolos nacionales. Somos un gran país, sí, pero de tercera división en este aspecto. Nada mejor que ver un partido del Mundial para observar lo que no queremos ver: somos un país de patrioteros, no de patriotas; de políticos de ocasión, no de "activos importantes en política", como ha dicho Rajoy en la despedida de Rubalcaba. "Es lo que hay", que diría Vara... Es lo que tenemos. Y pensar en los guardias civiles que murieron por retirar banderas autonómicas entonces no legalizadas...
  

miércoles, 18 de junio de 2014

DEL PORTUGAL DE LOS FELIPE A LA ESPAÑA DE FELIPE VI

 
           19 de junio de 2014.-El rey Felipe VI de España jura ante las Cortes, reunidas en sesión conjunta del Congreso y del Senado de la nación, tras ser proclamado rey, "desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas". El nuevo rey no es coronado, porque no recibe la corona --como los últimos papas--, ni entronizado, porque no se sienta en un trono; es proclamado: el acto con el que se reconoce públicamente al nuevo monarca. El juramento ante las Cortes es preceptivo y obligatorio como requisito esencial para la validez del acto.
 
            Entronca el juramento con la costumbre, arraigada en Castilla desde tiempos remotos, de convocar las Cortes cuando ocupaba el trono un nuevo soberano. El juramento se ha prestado como acto público y solemne por los monarcas al recibir la investidura de su dignidad suprema con el objeto de asegurar el cumplimiento de sus deberes políticos respecto al pueblo, cuyo gobierno y protección se les confiaba, como los súbditos en las asambleas públicas en garantía de fidelidad al monarca.
 
            Cambian los tiempos y las formas, pero permanece lo sustancial. Su predecesor Felipe II hubo de firmar el Estatuto de Tomar en 1581 al dirigir la integración de Portugal en el seno de la Monarquía Hispánica de acuerdo con los principios tradicionales de mantener su régimen político-jurisdiccional y la concertación con las élites locales.
 
            1580.-Felipe II de España realiza 434 años antes de la jura de Felipe VI una unión dinástica con Portugal, que duraría sesenta años. Felipe II de Habsburgo (Valladolid, 1527; San Lorenzo de El Escorial, 1598) es rey de España desde 1556 hasta su muerte; de Nápoles y Sicilia, desde 1554, y de Portugal, los Algarves --como Felipe I-- desde 1580. Por su matrimonio con María I, es también rey de Inglaterra entre 1554 y 1558. Como su padre, Carlos I de España, es emperador de su Imperio. Principia aquí el Portugal de los Felipe. Tres reyes españoles de la Casa de Austria reinan sobre Portugal entre 1580 y 1640. A saber:
 
              España                                                         Portugal
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            Felipe II             (1580-1598)                     Felipe I
 
            Felipe III            (1598-1621)                      Felipe II
 
            Felipe IV            (1621-1640)                      Felipe III
 
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            Dinastía Filipina o Tercera Dinastía. La historia de Portugal registra este periodo de su historia como Dinastía Filipina o Tercera Dinastía: Casas de Avís, Beja y Habsburgo (1385-1640), a la que seguirán las Casas de Braganza y Braganza-Sajonia-Coburgo (1640-1910), hasta la instauración de la República con Teófilo Braga (1910-1915).
 
            Cómo llega a Portugal la Casa de Austria: en 1578, el rey Don Sebastián I de Portugal emprende una cruzada en Marruecos en la que mueren muchos nobles y desaparece el propio rey en la batalla de Alçazarquivir, sin descendencia. Los nobles supervivientes son hechos prisioneros; el ejército portugués se desintegra. Sin rey, sin nobleza y sin ejército, Portugal es incapaz de frenar el avance del Duque de Alba (Badajoz, Elvas, Lisboa...)
 
            Al rey Don Sebastián le sucede su tío-abuelo Don Enrique (1578-1580) quien, por su avanzada edad, buscará su sucesor entre las ramas laterales de la Casa de Avís. Felipe II de España era el pariente más próximo, al ser hijo de Isabel de Portugal.
 
            Felipe II de España y I de Portugal acaba con el apoyo que el puerto de Lisboa brindaba a sus enemigos de Inglaterra y los rebeldes de los Países Bajos; impulsa las Indias Orientales; refuerza la presencia castellana en África y Asia gracias a las colonias portuguesas y controla en Asia la retaguardia turca. Con el control de Portugal, limpia las rutas a América de corsarios y contrabandistas. En 1580, portugueses y castellanos tenían tres enemigos comunes: franceses, ingleses y holandeses, los primeros por su competencia mercantil y los segundos, por cuestiones políticas. Los obispos de Coria y Badajoz negocian con sus hermanos en el episcopado de Évora y Portalegre, y el Duque de Alba, una posible unión de las Coronas de Castilla y Portugal.
 
            1580.-A la muerte de Don Enrique, la cuestión diplomática se enquista y Felipe II de España y I de Portugal toma las armas para sofocar un sentimiento nacionalista portugués anticastellano liderado por Don Antonio, prior de Crato.
 
            1581.-En Tomar, las Cortes lusas se reúnen para declarar a Felipe II de España, Felipe I de Portugal quien, para atraerse a los portugueses, firma el Estatuto de Tomar, que recoge que el gobierno portugués será llevado a cabo exclusivamente por ellos y se mantiene una administración independiente; pero se ve obligado a residir en Lisboa unos meses para calmar los ánimos y poner orden.
 
            Con Felipe III de España y II de Portugal (1598-1621) aflora la crisis del siglo XVII. A pesar de los problemas con los moriscos, el gobierno del valido Duque de Lerma es una época de relativa tranquilidad, la llamada "generación pacífica".
 
            Felipe IV de España y III de Portugal (1621-1640) confía su gobierno a otro valido, el Conde-Duque de Olivares, quien asume que los compromisos adquiridos por la Corona son tan enormes que sólo  con un gobierno firme (despótico) puede mantenerse el Imperio. Olivares  cambia la delegación de poderes y el sistema de gobierno en Portugal: en lugar de un virrey, nombra un Consejo de Regencia e introduce un nuevo sistema de contribuciones que grava a los más ricos. El contexto internacional del reinado de Felipe III no ayuda. Los holandeses hostigan el imperio ultramarino portugués para castigar a España. A partir de 1622, los holandeses atacan sistemáticamente Ceilán, Mombasa, Cabo Verde... Las ventajas que habían perseguido los portugueses con  la unión monárquica se evaporan. En 1628 se producen motines en Lisboa contra el gobierno filipino. En 1631, Olivares crea una nueva contribución que obliga a comerciantes y banqueros a pagar para contribuir a los gastos de la monarquía. Entre 1638 y 1639 se llevan a cabo en Portugal levas forzosas para enviar tropas a los Países Bajos. En 1640 estalla la llamada Guerra de Restauración. España y Portugal vuelven a separarse.
 
            La unión entre las dos Coronas benefició a Portugal, porque tuvo plenas relaciones comerciales con Castilla y pudo importar trigo y plata. España ganó un Imperio ultramarino en Asia y África, que suma al que poseía en Europa y América, un imperio en el que no se ponía el sol. La unión fue más beneficiosa  para los portugueses, que nunca fueron considerados súbditos de Castilla, al mantener Cortes y aduanas. Solo les unió la cabeza coronada de un Felipe, el Portugal de los Felipe en la España de los Felipe. Una historia que nos unió y nos separó, la común historia que hoy religa nuestro destino en Europa, en la Monarquía Parlamentaria de Felipe VI, en la que el rey reina, pero no gobierna, y el Gobierno dirige el Estado, y en la República Portuguesa de Cavaco Silva, en la que el poder del pueblo lo encarna el presidente como jefe del Estado.

lunes, 9 de junio de 2014

LOS OTROS FELIPE DE ESPAÑA

 
           Juan Carlos I optó por reinar con su propio nombre quizá porque si hubiere tomado el primero, hubiere sido Juan III, el que le hubiere correspondido a su padre, heredero de la Corona y desechado por el Generalísimo Franco como tal, que se había arrogado para sí la potestad de nombrar su sucesor a título de rey en la Ley de Sucesión (1947), con la aprobación de las Cortes el 22 de julio de 1969, considerada "ilegal" por el Conde de Barcelona en el Manifiesto de Estoril de 1947, y antes aprobada en referéndum por los españoles el 6 de julio del mismo año con el 93 por ciento de los votos a favor. Tampoco elige el de Carlos, pues le hubiere correspondido el de Carlos V, que fuere Carlos I de España, y también, y más conocido como Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
          El Príncipe Felipe, su sucesor, que será proclamado nuevo rey de España por las Cortes el día 19, será el sexto de los Felipe que reine en España. Por ello, asumirá el nombre de Felipe VI; pero, ¿quiénes han sido los anteriores Felipe españoles?
          Felipe I de Castilla, conocido como el Hermoso (Brujas, 1478; Burgos, 1506). Heredero de la Casa Real de Austria, su padre, Maximiliano I, pactó su matrimonio con Juana I de Castilla, hija de los Reyes Católicos, en el marco de la Liga Santa que unió a la Monarquía española con el Imperio, Inglaterra, Nápoles, la república de Génova y el ducado de Milán contra las pretensiones hegemónicas de Francia en Italia (1495). Introdujo en España la Casa de los Habsburgo. Cuando viajaba con Juana a Castilla para ser coronado, se detuvieron en Blois, y el rey, al ver a Felipe, exclamó: " He aquí un hermoso príncipe". De ahí, el apelativo el Hermoso. Reinó con Juana I de Castilla del 12 de julio al 25 de septiembre de 1506, fecha de su fallecimiento, a los 28 años. Asumió la regencia de Castilla el cardenal Cisneros, a la espera de la llegada del rey Fernando II de Aragón.
          Felipe II de Habsburgo, el Prudente (Valladolid, 1527; San Lorenzo de El Escorial, 1598). Rey de España, Sicilia y Cerdeña. Hijo y heredero de Carlos I e Isabel de Portugal, nieto por vía paterna de Juana la Loca y Felipe el Hermoso y por vía materna, de Manuel I de Portugal y María de Aragón. Convirtió a España en el primer reino moderno, con una burocracia hasta entonces desconocida, formada por universitarios de Salamanca y Alcalá. Trasladó la corte a Madrid; creó la Armada Invencible, destruida por un temporal; sus tercios fueron las mejores unidades militares de la época que, aparte de magníficos generales, disponía de los mejores soldados de su tiempo; innovó el armamento de la milicia y los barcos de carga; creó una red de espionaje y el Camino Español para el transporte de tropas y dinero desde las posesiones en Italia hasta los Países Bajos; controló el comercio con Indias; realizó una reforma monetaria; creó el Archivo de Simancas, donde mandó reunir los documentos de Estado de Castilla, Aragón e Italia. Su reinado se caracterizó por la exploración territorial a través del Atlántico y el Pacífico, convirtiendo a España en el primer imperio mundial.
          Felipe III de Habsburgo, el Piadoso (Madrid, 1578; íb., 1621). Rey de España y Portugal hasta su muerte en 1621, a los 42 años. Hijo y sucesor de Felipe II y Ana de Austria. Bajo su reinado, España alcanzó su mayor expansión territorial y esplendor cultural. Delegó los asuntos de gobierno en su valido el duque de Lerma, quien trasladó la corte a Valladolid en 1601, volviendo a Madrid en 1606. Fue sustituido después por el duque de Uceda. Expulsó a los moriscos en 1609.
          Felipe IV de Habsburgo, o de Austria, el Grande, (Valladolid, 1605; Madrid, 1665), Rey de España, Portugal, Nápoles, Sicilia, y Cerdeña, soberano de los Países Bajos y duque de Milán y conde de Borgoña, Su reinado, de 44 años y 170 días, fue el más largo de la Casa de Austria, solo superado por los de Felipe V y Alfonso XIII. En la primera etapa de su reinado compartió los asuntos de Estado con el conde-duque de Olivares, quien mantuvo la hegemonía de España en Europa con una enérgica política exterior. No obstante, el éxito de los primeros años de su reinado, que auguraban la preeminencia de los Habsburgo, las guerras contra la Europa protestante y Francia condujeron al declive de la Monarquía Hispánica, que cedió la hegemonía a la pujante Francia de Luis XIV, así como reconocer la independencia de Portugal y las provincias unidas de los siete Países Bajos. Hombre de gran cultura y mecenas de las artes, reunió la mayor colección de pintura de la Europa de su tiempo., la mayoría expuesta o guardada en el Museo del Prado.
          Felipe V, el Animoso, primer rey de la Casa Real de Borbón, Rey de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña y soberano de los Países Bajos (Versalles, 1683-Madrid, 1646). Su reinado, de 45 años y 3 días, es el más prolongado de la historia de España, de la que fue rey en dos ocasiones: entre el 16 de noviembre de 1700 hasta su muerte, con una breve interrupción entre enero y septiembre de 1724, por la abdicación en su hijo Luis I, fallecido en agosto del mismo año, por lo que tuvo que volver a reinar. Durante su reinado tuvieron lugar la Guerra de Sucesión Española (1701-1715), la Guerra de la Cuádruple Alianza (1718-1720), la Guerra de Sucesión Polaca (1733-1738), la Guerra de la oreja de Genkins (1739-1748) y la Guerra de Sucesión Austríaca (1740-1748). Reconstruyó la Hacienda, el Ejército y la Armada, y creó el Estado moderno con la centralización y unificación administrativa. Ordenó la construcción del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso y el Palacio Real de Madrid, tras el incendio del Real Alcázar. Fundó las Reales Academias de la Lengua y la Historia.
 
           Tres Felipe de España fueron también reyes de Portugal: Felipe II, Felipe I en el país vecino; Felipe III, Felipe II; y Felipe IV, Felipe III..., el Portugal de los Felipe (1580-1640), asignatura de Historia Moderna de España en la Uex, una unión dinástica bajo las coronas de Castilla y Aragón, la historia compartida, el común destino de dos pueblos, que retornaron a Europa el mismo día: el 12 de junio de 1985, por la mañana en los Jerónimos de Lisboa y por la tarde en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, con la firma del Tratado de Adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea. "Un futuro de unidad es el único posible", dijo el presidente Felipe González. Como la historia de los pueblos, un "corsi e ricorsi", en palabras del filósofo italiano Giambattista Vico, un flujo y reflujo, las idas y vueltas de las vidas de los pueblos, las vueltas y revueltas de sus vidas, un mecanismo inveterado de sístoles y diástoles, los meandros en el transcurrir de la historia...
 

lunes, 2 de junio de 2014

UNA ABDICACIÓN POR LA ESTABILIDAD DE ESPAÑA

          
            La estabilidad de España, seña de la institución monárquica, encarnada por el Príncipe de Asturias, ha sido uno de los motivos esgrimidos por el Rey para dar cuenta a los españoles que le han movido a comunicarles su abdicación.
 
          No hay por qué buscar otros, aunque se propalen, que él no haya dicho. Ya ha asegurado que, al cumplir 76 años el pasado 5 de enero, "consideré llegado el momento de preparar en unos meses el relevo para dejar paso a quien se encuentra en inmejorables condiciones de asegurar esa estabilidad". Ni su salud, pues, ni los resultados electorales de las elecciones europeas del 25 de mayo --no extrapolables en ningún caso a las legislativas, autonómicas y locales--, ni la bajada de su popularidad, pueden considerarse motivos para la abdicación tras treinta y ocho años y casi siete meses de reinado. El monarca ha dejado claro que, "guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles y una vez recuperado tanto físicamente como en mi actividad institucional, "he decidido poner fin a mi reinado y abdicar la Corona de España, de manera que por el Gobierno y las Cortes Generales se provea a la efectividad de la sucesión conforme a las previsiones constitucionales".
          El rey Juan Carlos ha subrayado que el Príncipe de Asturias "tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación", en el que contará con el apoyo de la princesa Letizia, como ha indicado.
          En la forja del futuro por venir, tras recordar la crisis y sus secuelas en el tejido social, el Rey ha hecho hincapié en la nueva generación "que reclama con justa causa el papel protagonista, el mismo que correspondió en una coyuntura crucial de nuestra historia a la generación a la que pertenezco". Ha defendido el derecho de esa generación "a pasar a la primera línea..., con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana".
          No ha olvidado Don Juan Carlos manifestar su "orgullo y  gratitud" a todos los españoles por el apoyo recibido y "por lo mucho y bueno que me habéis dado"; al pueblo y a todos cuantos le han ayudado a cumplir sus funciones; así como a la Reina, "cuya colaboración y generoso apoyo no me han faltado nunca".
          Tampoco ha pasado inadvertido el escenario del que se ha rodeado para su intervención: sentado a la mesa de su despacho, con las banderas nacional y europea a su derecha y, a su izquierda, dos retratos significativos: el primero, él con los dos herederos: el Príncipe de Asturias y la infanta Leonor;  y el segundo, con su padre, D. Juan de Borbón  --el heredero desheredado por el Generalísimo Franco--.  de quien heredó, tras la convocatoria de las primeras elecciones democráticas de 1977,  el legado de la Monarquía española.
          Según la Constitución Española de 1978, "la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria" (artículo 1.3). Sin embargo, ya en 1947 Franco promulgó la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, que se refería a su sucesión, y en la que se establecía España como Reino, y que el sucesor sería propuesto por él mismo y tendría que ser aprobado por las Cortes. La citada ley fue aprobada en referéndum el 6 de julio de 1947 con el 93 por ciento de votos a favor. Franco propuso a Don Juan Carlos sucesor a título de rey a las Cortes el 22 de julio de 1969, saltándose el orden sucesorio natural que correspondía a su padre. En 1976, la Ley para la Reforma Política (1/1977, de 4 de enero), aprobada el 18 de noviembre de 1976, es sometida a referéndum el 15 de diciembre del mismo año y aprobada por el 94,17 por ciento de votos a favor. Esta ley será la que permita articular la transición española de un régimen dictatorial a la monarquía parlamentaria declarada en la Constitución, aprobada también en referéndum, el 6 de diciembre de 1978, con el 81 por ciento de los votos a favor.
          El primer paso, la abdicación, lo ha dado el Rey esta mañana; el segundo lo propone mañana el Consejo de Ministros al aprobar una ley orgánica que hará llegar a las Cortes, de acuerdo con lo establecido en el artículo 57.5 de la Constitución: "Las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica", aún no aprobada, y que lo sería en breve por el procedimiento de urgencia. El Príncipe se convertirá en rey una vez se haga efectiva la abdicación y, según el artículo 61.1 de la Constitución, "El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas". En el momento en que Felipe VI se convierta en rey, la infanta Leonor pasará a ser automáticamente Princesa de Asturias. Quedan por definir el régimen jurídico del Rey y la Reina, sus tratamientos, e incluso el orden sucesorio, en el caso de que el nuevo rey tuviere un hijo varón..., aunque los juristas discrepan en este caso, ya que la infanta Leonor sería la heredera, de acuerdo con el artículo 57.1 de la Constitución.