martes, 31 de julio de 2018

ALFONSO VIII, FUNDADOR DE PLASENCIA




         Alfonso VIII, apodado el de las Navas o el Noble (Soria, 11/11/1155; Gutierre-Muñoz, Ávila, 05/10/1214), hijo de Sancho III y Blanca de Navarra, fue rey de Castilla (1158-1214). Accedió al trono en 1158, a la muerte de su padre, a los 3 años de edad. Este hecho dio origen a la disputa del poder entre los partidos nobiliarios, los Lara y los Castro, que pretendían su tutela y la regencia, al igual que su tío, el rey de León, Fernando II, sucesos que casi provocan una guerra civil. Un hidalgo sacó al pequeño del palacio real y lo puso bajo la custodia de las villas leales del norte de Castilla: San Esteban de Gormaz (Soria) y Ávila. Siendo adolescente, tuvo que luchar por la conquista de su reino, tomando por sorpresa Toledo. Así, fue conocido como Rex Castelle et Toleti (Rey de Castilla y Toledo).
 
            En 1174 cedió la villa de Uclés (Cuenca) a la Orden de Santiago, desde entonces la principal casa de la orden. Desde aquí inicia una campaña que culmina con la reconquista de Cuenca en 1177.
            Alfonso VIII funda Plasencia en 1186, y le otorga un escudo en el que se dice: Ut placeat Deo et hominibus (para agradar a Dios y a los hombres). El soberano pretende con ello fortalecer la línea del Tajo con la creación de una retaguardia en el avance de la reconquista hacia el sur de la Península, al tiempo que restringía la expansión del reino de León en la Trasierra o Sierra de Béjar y obligaba a volver a utilizar la Vía de la Plata como límite entre ambos reinos. Su creación castellaniza el territorio, no solo civilmente, sino también eclesiásticamente, por lo que crea la nueva diócesis de Plasencia, que consolida la ciudad, que pasa a depender de la metrópoli toledana en lugar de la compostelana. [1] El Obispado de Plasencia fue erigido canónicamente por el papa Clemente III, a instancias del Alfonso VIII, en el año 1189, poco después de la fundación de la ciudad. Aunque no se conserva la bula original, su texto íntegro, sin consignarse la fecha, está inserto en otra obra del papa Honorio III, firmada el 14/11/1221, en la que se confirma la erección de la diócesis [2], aunque se puede afirmar con absoluta certeza que la diócesis de Plasencia comienza a existir en 1189. De otro lado, los orígenes del mercado del martes, que ese día de la semana se celebra en la ciudad, se remontan a finales del siglo XII, coincidiendo con su fundación, que desde su nacimiento, estuvo muy ligada al comercio. La celebración del Martes Mayor de Plasencia, declarada fiesta de Interés Turístico Regional en 1986, tiene lugar el primer martes de agosto, y se celebra desde hace más de cuarenta años. La fiesta data de los años sesenta y en ella los placentinos rinden homenaje a las comarcas de su entorno y a los protagonistas del mercado. [3]  
            Tras fundar Plasencia, Alfonso VIII relanza la Reconquista, recuperando La Rioja, en manos navarras, que incorpora a su reino. Establece alianzas con todos los reinos peninsulares cristianos (Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón), para proseguir conquistando las tierras ocupadas por los almohades. En 1179 firma el Tratado de Cazorla, que delimita las zonas de expansión de cada reino. En 1195, tras la ruptura de la tregua con el imperio almohade, acude a la defensa de Alarcos (Ciudad Real), en ese momento concebido como el principal enclave de la región. En la batalla de Alarcos, el monarca es derrotado por el califa almohade Abu Taqub Yusuf al-Mansur. Tras la inmediata reocupación de toda la región por parte de los almohades, comenzando por Calatrava la Vieja, la frontera entre Castilla y el imperio almohade se trasladó durante diecisiete años a los Montes de Toledo. En 1212, con la mediación del papa Inocencio III, fue convocada una cruzada con el fin de derrotar definitivamente a los almohades. A ella acudieron, además de sus súbditos castellanos, aragoneses --al mando del rey Pedro II el Católico; navarros, dirigidos por Sancho VIII el Fuerte; y ultramontanos--, el arzobispo Arnaldo de Narbona, entre otros; y las respectivas órdenes militares. Con todos ellos y tras la recuperación de los enclaves del valle del Guadiana, alcanzó la esperada victoria sobre el califa almohade en la batalla de las Navas de Tolosa, en las inmediaciones de Santa Elena (Jaén), el 16 de julio del citado año.
            Alfonso VIII fue el fundador de la primera universidad española, el Studium Generale de Palencia, que decayó tras su fallecimiento. Su corte sería un importante instrumento cultural, que acogió a sabios y trovadores, especialmente por la influencia de su esposa gascona doña Leonor (hermana de Ricardo Corazón de León). El rey se casó en septiembre de 1170 en Burgos con Leonor de Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania. [4] La influencia política y cultural de la reina fue notable, y con ella tuvo quince hijos --entre ellos, doña Berenguela, segunda esposa de Alfonso IX de León, así como las infantas Urraca, Blanca (madre de San Luis, rey de Francia) y Leonor, que se casaron con los reyes Alonso II de Portugal, Luis VIII de Francia y Jaime I de Aragón, respectivamente, así como doña Constanza, abadesa de las Huelgas, don Fernando y el futuro rey Enrique I--, la menor de los cuales, la infanta Mafalda de Castilla, nació en Plasencia (1191), y está  inhumada en la capilla mayor, al lado del Evangelio, de la catedral vieja de Salamanca. [5]
            En vísperas de la Feria y Fiestas de Plasencia del año 1995, el entonces alcalde de la ciudad, Cándido Cabrera (Talaván, Cáceres, 1933; Plasencia, 2015), alcalde de la ciudad entre 1989-1995, se despidió de los placentinos con el pregón e inauguró, al mismo tiempo,  la estatua ecuestre en honor de Alfonso VIII, fundador de la ciudad, levantada en la plaza de San Pedro de Alcántara, entre la Puerta del Sol y la avenida de La Salle. [6]

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[1] Vid.: Viajar por Extremadura. Hoy.es (http://www.webcitation.org/5mdqxiqps)
[2] Vid.: Web de la Diócesis de Plasencia. (http://www.diocesisplasencia.org/w/?page_id=542).
[4] Vid.: Wikipedia. Alfonso VIII de Castilla.
[6] Vid.:  Cañamero González, Juan Manuel: Cándido. Perfil humano y político de un alcalde de Plasencia, Edit. Arcadia Printer, Plasencia, 1986, págs, 154-163.


miércoles, 18 de julio de 2018

DE LOS NINIS A LOS SISIS


            El término nini (ni estudia ni trabaja) surge en los oscuros años de la crisis para designar a la población juvenil obligada a abandonar la escuela a una edad más temprana de lo habitual, lo que le impide el acceso a un empleo. Antiguamente, casi todos los niños eran ninis. Terminaban la primaria y trabajaban con sus padres en el campo, mientras que las niñas ayudaban en casa. Eran los roles establecidos por la sociedad patriarcal. A partir de los 70, no puede decirse que hubiere ninis. El que no estudiaba era porque no quería. Hoy se aplica también a los jóvenes que, habiendo terminado sus estudios, no encuentran trabajo. La crisis económica, empero, trastoca el futuro de la generación más preparada de la historia. La subida de las tasas universitarias para los hijos de la clase media y baja; los problemas sociales; las dificultades para acceder al empleo; y la aceptación del nuevo statu quo, conduce a esta generación a una situación de marginación, discriminación y exclusión social, en el que su empeño por lograr un empleo choca con el silencio y con una carrera de obstáculos, cuya bolsa engorda cada día más con los miles de titulados con los que han de lidiar para lograr un puesto en la sociedad. Así, los ninis se resignan ante una realidad que les supera y optan por no estudiar ni trabajar. En 2012, España era uno de los países occidentales con más ninis entre los 18 y 24 años, unos 800.000, según Eurostat.
            Los sisis (jóvenes que estudian y trabajan) representan en 2015 más del doble que los ninis, según la agencia Efe. Los ninis están dejando paso a paso a los sisis. Hoy, uno de cada cuatro jóvenes menores de 30 años trabaja y estudia a la vez (más de 567.400 jóvenes), según el portal de empleo Ranstad, que cifraba en 2017 en más de dos millones de empleados los que también estaban formándose. Otra cuestión son los techos de cristal que sufren las mujeres en edad fértil o los varones mayores de 45 para acceder al mercado de trabajo. Entre ninis y sisis, sin serlos.
 

domingo, 8 de julio de 2018

BELÉN Y SU TERRITORIO


           "Belén y su territorio", que el autor subtitula "Historia y patrimonio cultural en el Valle de Papalbas",[1]  propone, según afirma el alcalde de Trujillo, Alberto Casero Ávila, "un acercamiento a la historia y al patrimonio de la localidad", pedanía de Trujillo, que con este libro entra en el "concierto turístico regional". La nueva obra del cronista oficial de la ciudad de Pizarro, José Antonio Ramos Rubio, supone para el prologuista de la obra y concejal de la ciudad, Rafael Rebollo Martín, situar a la localidad en un libro que ensalza "la riqueza e inmensidad históricas de las que ha hecho gala durante siglos". Ya el autor expresa en su Introducción su extrañeza tras comprobar que una población que cuenta con un rico patrimonio histórico-artístico no haya despertado la atención de estudiosos e investigadores, estando tan cercana a Trujillo.
           El medio natural.-Belén es un pequeño núcleo de población sin ayuntamiento propio, dependiente de Trujillo, del que siempre fue considerado pedanía, situado a tres kilómetros de la ciudad en zona de abruptos peñascales. En 1234 ya hay noticias de la existencia de los arrabales de Papalbas (Belén), Huertas de Ánimas y Huertas de la Magdalena en el reparto de las tierras reconquistadas entre los ilustres linajes de Trujillo. El municipio recibió tal denominación de la Vega de Papalbas hasta el 24 de septiembre de 1728, fecha en la que pasa a denominarse Valle de Nuestra Señora de Belén por acuerdo concejil, arrabal o pedanía dependiente de Trujillo. El relieve territorial forma un espacio compartimentado en pleno berrocal, que recibe las aguas del Merlinejo y los arroyos de la Luz y Caballo, que permite los cultivos, al tiempo que las vaguadas situadas junto a los manantíos propician el arraigo de herbáceas necesarias para el abastecimiento del ganado. Cerca del municipio pasa una de las cañadas más frecuentadas del Medievo, así como el Cordel de Torrecillas de la Tiesa y Dehesa Descansadero. Belén tiene hoy un crecimiento vegetativo negativo, llegando en la actualidad a 269 habitantes. En Belén, la vivienda responde a la tipología de la casa tradicional extremeña que domina la comarca: de pequeño tamaño, de una o dos plantas, situadas en parcelas irregulares, con poco frente a la calle y mucho fondo. La pieza más característica de la vivienda tradicional está en su fachada y la constituye el portalino, consistente en un portal en arco de medio punto entrante que deja la puerta protegida, consiguiendo un vestíbulo abierto y, a los lados de la puerta, dos poyetes para sentarse. Testimonios materiales de arquitectura tradicional que definen la identidad del territorio de Belén son los bohíos (bujíos)o chozos, los pozos de agua, fieles testigos de la cultura y herencia del Valle de Papalbas, que ha mantenido su uso durante cientos de años. En el transcurso de los años, el paisaje rural de Trujillo y sus arrabales ha experimentado grandes cambios, pero aún se conservan un número considerable de construcciones tanto de vivienda como de actividades agrícolas que forman parte de la historia de la arquitectura tradicional o vernácula. Trujillo y sus arrabales han estado bien abastecidos de agua potable, por los numerosos manantiales de agua dulce que conserva en el suelo.
            La historia.-La historia de Belén no puede desligarse de los acontecimientos históricos de Trujillo. La población se reparte entre la ciudad y los cuatro arrabales dependiente de la jurisdicción municipal: Huertas de Ánimas, Huertas de la Magdalena, Belén y Pago de San Clemente. Con testimonios que se remontan al Neolítico, estas pedanías han estado habitadas por un vecindario fundamentalmente agrícola, asentada sobre las fértiles vegas de Papalbas, Valfermoso o Mimbreras. En las inmediaciones de Belén se constatan hábitats desde el Paleolítico Medio, aunque la presencia humana más estable llegaría con el final de la Prehistoria. A finales del III Milenio descubren la aleación del bronce, cobre y estaño, que ofrecen un material más duro para las armas y herramientas… Los primeros pobladores rendían culto a la madre Tierra y al padre Sol y sacrificaban animales para hacer sus oráculos, con altares localizados en "La Dehesilla" y en "Los Canchalejos". En el territorio se conservan restos del Neolítico, Calcolítico (castros) y de la Edad del Bronce, como el conjunto pictórico de "Los Canchalejos". Las primeras noticias del arte rupestre en el entorno se remontan al año 1971, en la Cueva Larga del Pradillo, descubiertas por Alfonso Naharro. De la Edad del Bronce se halló una alabarda en excelente condiciones. Trujillo fue el antiguo Turgalium romano, una población de suma importancia, tributaria de Norba Caesarina. Tras una época paleocristina y visigoda, como queda constancia por los restos de una basílica, la dominación musulmana hace de Trujillo un importante enclave, que mantendrá una notable actividad en el mercado ganadero. Durante la construcción de la fábrica de Navidul en 1999, en el Cerro del Moro, se hallaron restos de la etapa califal. En el entorno se han encontrado lápidas romas, hebreas y árabes. Trujillo, crisol de culturas, fue uno de los puntos de establecimiento de judíos en España, como confirman algunos restos y el padrón de Huete, de 1290. La Reconquista de Trujillo se efectuó el 25 de enero de 1233. A partir de entonces, se conocen tiempos de prosperidad, fomentada por los reyes con repoblaciones, exenciones tributarias, privilegios mercantiles y otros incentivos. Alfonso X otorga Fuero propio a la villa y la población se divide desde entonces entre los hidalgos, eximidos del pago de tributos, y los pecheros, vecinos contribuyentes. Del paso de los visigodos se conservan numerosas tumbas localizadas en el berrocal. A partir del siglo XIII, la población judía de Trujillo conoce la época de mayor prosperidad. En 1430 traspone la pubertad medieval al otorgarle Juan II de Castilla el título de ciudad y, en 1465, Enrique IV le da el privilegio de Mercado Franco. El siglo XVI será definitivo para la historia de Trujillo por su importante participación en el descubrimiento, conquista y civilización de América. El desarrollo demográfico y el enriquecimiento de ciertos sectores como consecuencia de la empresa americana impulsa el desarrollo arquitectónico-urbanístico, que proporciona a Trujillo el aspecto de ciudad con la que llega al siglo XVIII. En 1728, la pedanía de Belén, denominada hasta entonces Papalbas, cambia su nombre por el de Nuestra Señora de Belén. En 1887 se inaugura el cementerio católico de Belén. El 8 de diciembre de 1993 se hermana con la ciudad palestina del mismo nombre.
            Obras artísticas.-La iglesia parroquial de Nuestra Señora de Belén fue construida hacia 1728. Se trata de una sencilla fábrica de mampostería, fruto de una serie de una serie de transformaciones decimonónicas, sobre la modesta ermita barroca del siglo XVIII. Tiene una única nave, cubierta con bóveda de cañón con lunetos, al igual que la capilla mayor. En los pies del templo hay un Niño Jesús de Praga, de 1670, en perfecto estado. Destacan bienes muebles procedentes de la iglesia de San Andrés de Trujillo, como una talla del Crucificado, de finales del XV. En la nave del templo se conservan dos lienzos con representaciones de santos, que formaron parte de un retablo desaparecido de finales del XVIII. Asimismo, procedente de la iglesia de San Andrés se encuentra un cuadro de santo con la cruz en aspa. El presbiterio está presidido por los restos de dos columnas de un antiguo retablo, que acoge un cuadro que representa el tema de la Virgen de Belén. El obispo placentino Pedro Laso de Vega regaló, en 1728, un cuadro que representa a Nuestra Señora de Belén, patrocinando la construcción de una ermita que, con el tiempo, se convertiría en la iglesia de la pedanía. El templo cuenta con otras imágenes más modernas de estuco: un Crucificado, una Inmaculada de Olot y una imagen de la Virgen. En la sacristía se conservan algunas piezas de platería, procedentes de la extinta parroquia de San Andrés de Trujillo.
            Palacio Viejo.-El edificio palacio conocido como Palacio Viejo es una mansión campestre de recreo construida a finales de la Edad Media, en la que aún pueden apreciarse elementos defensivos como aspilleras o matacán y, próximo a él, restos de edificaciones de una villa romana. El edificio perteneció al padre de Diego García de Paredes, Sancho de Paredes. En sus orígenes tuvo carácter defensivo (casa-fuerte), una de sus torres era de planta circular y, en la reforma para convertirlo en palaciego, fue aprovechada para convertirlo en el ábside de una pequeña capilla que se adosa al extremo del ala oeste del edificio residencial, y que ha sido restaurada por los actuales propietarios.
            Palacio del Carneril de Los Llanos.-El paraje está dominado por la imponente casa fuerte que ostenta un escudo de la familia Chaves. La citada casa se asentó sobre una villa tardorromana, como evidencian elementos propios de estos asentamientos. La casa fuerte surgió, desde el comienzo en la segunda mitad del siglo XV, como un gran complejo residencial y agrícola. La edificación se caracteriza por un distinguible estilo señorial, así como por su carácter palaciego, completándose con otras construcciones de uso agropecuario, como tinados, cuadras, corrales y pajares.
            Cruces de piedra.-En Belén subsiste una cruz de término y un crucero, como monumento religioso, constituido por una cruz de piedra. A partir de la Edad Media las marcas de los caminos se situaban en las entradas de los pueblos como símbolo de fe cristiana, y de reconquista a los musulmanes, avisando a los foráneos que entraban en una población leal a la cristiandad. En las cañadas de ganado, que en principio se señalaron con hitos o mojones, también se colocaron cruces para servir de guía a los ganaderos. En la segunda mitad del siglo XVI, especialmente en el XVII, se da prioridad a la creación y reparación de nuevos caminos, situando en las entradas de los pueblos cruces de término. En 1772 se aprueban las reglas que deberían observarse para la conservación de los caminos del Reino. En el siglo XIX, la información cartográfica registra un gran avance con el Atlas Geográfico de España, de Coello, a escala 1.20.000. Los mapas de la red de caminos correspondientes al siglo XVIII, como la guía de Pedro Pontón (1705), Matías Escribano (1760), Tomás López (1767) y, en el siglo XIX, la de Santiago López (1828) o Javier Cabanes (1830) dieron fe del esfuerzo de la Corona por fomentar y conocer la red de caminos nacionales. A la entrada de Belén encontramos una cruz de término, de la que solo se conserva la columna esculpida en piedra. Frente a la capilla del cementerio municipal se alza un majestuoso crucero cilíndrico, de granito, sobre una base cúbica, alta y estilizada, que soporta una cruz latina de brazos redondos, que remata con la cartela del titulus "INRI".
            Tradiciones populares.-Entre las tradiciones populares más destacadas de Belén sobresalen la Cabalgata de Reyes, los Carnavales, la Semana Santa; la romería, que se celebra el domingo anterior al de Ramos; el lunes de Pascua tiene lugar la "gira"; la procesión del Corpus; y las fiestas patronales de la Asunción, el 15 de agosto.
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[1]  Ramos Rubio, José Antonio: Belén y su territorio. Historia y patrimonio cultural en el Valle de Papalbas". Edit.: Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres, mayo 2018.

martes, 3 de julio de 2018

TELLO DE CASTILLA, UN INFANTE NACIDO EN MÉRIDA


           Tello de Castilla (Mérida, finales de junio de 1337; Medellín, 15/X/1370) [1] fue un infante castellano, hijo natural de Alfonso XI de Castilla y de Leonor de Guzmán, I Señor de Aguilar de Campoo, Castañeda, Berlanga, Monteagudo y señor consorte de Lara y de Vizcaya. "Et partio el rey de Caceres, et fue a Merida: et nasciole y un fijo suyo de doña Leonor et dixeron Don Tello." [2] Fue el sexto hijo de los diez extramatrimoniales que hubieren Alfonso XI y doña Leonor. El 10/01/1339, su padre le concedió como señorío los antiguos realengos de las merindades de Aguilar de Campoo, que había tenido su difunto hermano Pedro de Aguilar y Liébana en Cantabria. Sin embargo, no le reconoció como legítimo hasta el 02/01/1343, con lo que le confirió la facultad de heredar y su inclusión en la Orden de la Banda, creada por el rey en el espíritu de las tradiciones caballerescas de la época, [3] "ocupando en la misma un lugar tan destacado como era el cuarto puesto a continuación del propio rey que la encabezaba".
            Tras el asesinato de su madre en 1351 por orden de María de Portugal, Tello se refugia en Palenzuela, villa que Alfonso XI había concedido a Leonor de Guzmán. Su padre, que deseaba entrevistarse con él, envió a Juan García Manrique para evitar que se fugara. Anticipándose a la llegada de Pedro I, Tello sale hacia Palencia, donde se encontraba el monarca y allí, el 17 o el 18 de mayo, se encuentran Pedro I y Tello. Al recordarle el primero la muerte de su madre, Leonor de Guzmán, el bastardo rinde pleitesía al rey con la mayor sumisión.
 
            Participó en la guerra civil que enfrentó a su hermanastro Pedro I de Castilla contra su hermano Enrique II de Castilla. Tello de Castilla testó en 1368 y en 1370. En su último testamento legó Vizcaya y Valmaseda a su hermano el rey Enrique II de Castilla. Como capitán general de la frontera con Portugal, participó en la guerra con dicho país, aunque no falleció en combate, sino de enfermedad,  el 15 de octubre de 1370 en Medellín, "donde se encontraba por encargo de su hermano el rey con la misión de defender el territorio castellano de una posible acometida por parte de Portugal. Podría pensarse que Enrique II pensase que, manteniéndole en zona extremeña, le sería más fácil controlar su comportamiento. Fue precisamente, cumpliendo este cometido de "frontero", cuando le llegó la muerte". [4] Un estudio antropológico de la Universidad de Granada, realizado en 2012, permitió a los investigadores hallar indicios de que la muerte de Tello en el siglo XV pudo no haber sido natural [5], tras comprobarse que su cráneo tiene "signos claros de violencia" desde el hueso occipital hasta el frontal. Recibió sepultura en el convento de San Francisco de Palencia. Su sepulcro permaneció oculto durante décadas en un arcosolio situado en la pared izquierda del presbiterio, y fue descubierto en 1978 durante unas obras. Actualmente se encuentra en  la capilla de los Sarmiento, próximo a la sacristía del convento.
 
            Tello de Castilla había contraído matrimonio en 1553 con Juana de Lara, señora de Lara y de Vizcaya, asesinada por orden del rey Pedro I en 1539, aunque Tello la ocultó para su beneficio y, así, conservó el señorío que fue incorporado a la Corona de Castilla tras su muerte. Falleció sin dejar descendencia, aunque si varios hijos bastardos legitimados, cuatro varones: Juan, Alfonso, Pedro y Fernando, y cinco mujeres: Leonor, Constanza, María, Isabel y Juana. "Para esta numerosa prole, dejaba previstas testamentariamente ciertas dotaciones, encomendándole a su hermano el rey que las cumpliera; sin embargo no puede decirse que Enrique II fuera un fiel intérprete de los deseos de su hermano." [6]
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[1]  Vid.: Díaz Martín, Luis Vicente: Don Tello, señor de Aguilar y de Vizcaya (1337-1370). Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, pág. 272.
 
[2] Vid.: Crónicas de los Reyes de Castilla, Editorial C. Rossell, Tomo I, Madrid, 1953. Crónica del Rey don Alfonso, el Onceno, capítulo CLXXVIII, pág. 288, recogido por Díaz Martín, pág. 272.
 
[3] Ob. cit. de Díaz Martín, pág. 274.
 
[4] Ob. cit. de  Díaz Martín, pág. 314.
 
[5] Vid.:  europapress, de 27/12/2012.
 
[6] Ob. cit. de Díaz Martín, pág. 316; y Wikipedia.