domingo, 30 de agosto de 2020

ALEJANDRO NARDEN, PERIODISTA Y ESCRITOR PLACENTINO



Alejandro Narden, en Editabundo
Alejandro Martín, conocido como Alejandro Narden (Salamanca, 25/04/1987), periodista y escritor, vivió en Plasencia hasta ingresar en la universidad. En sus comienzos en la escritura recibió el premio autonómico “Félix Rodríguez de la Fuente” de Relato Ilustrado (2001), el premio literario “Gerardo Rovira” (2004), un accésit en el Concurso Literario “Luis Landero” (2004) y fue finalista del concurso “Cuentos sobre ruedas (2006). Se licenció en Filología Árabe y cursó los estudios de Filología Hebrea en la Universidad de Salamanca y obtuvo un Máster en Creación Literaria por la Universitat Pompeu i Fabra de Barcelona y en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid. Residente de la XI promoción de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, ha ejercido como profesor y gestor cultural en ciudades como Rabat (Marruecos), Roma (Italia), Barcelona, Susa (Túnez), Córdoba y Madrid. Profesionalmente, ha ejercido como librero, lector profesional, colaborador editorial, profesor de idiomas y asistente de gestión cultural. En la actualidad es periodista en el diario El País.
 
           A los 27 años, cuando residía en Túnez, logró con su obra “La mitad de una vida”, el premio de narrativa “Camilo José Cela”, un certamen que cumplía veinticuatro años. En 1987 se integró en el grupo de residentes seleccionados para la XI promoción de Jóvenes Creadores de la Fundación Antonio Gala y escribió su primera novela, “Humo rojo”. El pasado mes de julio ganó el XXV Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla, dotado con 8.000 euros, con su obra “Horizonte aquí”, en la que cuenta cómo en un viaje de tren cobran vida diferentes conflictos del África actual y aquellos que los protagonizan. La novela será publicada por Algaida Editores el próximo otoño.
 
           En una entrevista publicada en Navel Art, espacio contemporáneo de creación y producción artística, describía su estilo en cinco palabras: frontera, viaje, conjetura, reflexión y fisicidad. “Construyo las historias a raíz de reflexiones que de pronto suscitan algo externo y con observaciones y recuerdos propios que luego deformo como materia prima”, decía. Preguntado por sus influencias, afirma: “Estilísticamente busco un hueco entre la prosa de Don DeLillo y la frase paratáctica y bien circunstanciada de Ferlosio, entre la sintaxis de Javier Marías y las narraciones torrenciales donde en un salto, en cuestión de pocas frases, transitas distintos espacios y tiempos, haciendo explícito que no es más que un artefacto hecho de palabras: Mathias Enard, Teju Cole, Sebald… donde la trama se interrumpa con ensayo, novelas de ideas, como “La vida agria” de Bianciardi o “La vida en tiempos de paz” de Pecoraro”.
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Bibliografía consultada: Editabundo, agencia literaria; Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores; Sevilla Press, primer diario digital independiente de Sevilla; El Correo Gallego, de 28/01/2014; y Navel Art, espacio contemporáneo de creación y producción artística.
 

sábado, 29 de agosto de 2020

LA INCERTIDUMBRE


La incertidumbre es la inseguridad, la duda, la perplejidad, la inquietud, el desasosiego, la indecisión, la vacilación, el recelo, la sospecha… Vivimos una época de incertidumbres todas: la del inicio del curso escolar, la del futuro de la economía, del trabajo, de las pensiones, de la sanidad, de la educación… Es una incertidumbre el futuro de las pymes y los autónomos, el futuro de la hostelería, la restauración, los hoteles y apartamentos turísticos. Los ERTE son un parche, no una solución. Lo perdido queda atrás, pero el futuro es toda una incertidumbre. Muchos ERTE terminarán convirtiéndose en ERE y los trabajadores miran al mañana con incertidumbre. El estado de alarma tan solo frenó la pandemia desbocada. Llegaba un tiempo nuevo, decían; la `nueva normalidad´, que no trajo la normalidad, sino al contrario. La libertad cercenada durante un tiempo se desbocó también como gato encerrado. Y llegaron los brotes y confinamientos selectivos. Y volvimos la cuenta atrás. Nada aprendimos; en nada mejoramos. Esperamos las vísperas y hasta que la tormenta no llegare, nadie se acordare de Santa Bárbara.
La incertidumbre es lo contrario de la certeza, de la tranquilidad. Y cómo abrazarlas en tiempos de incertidumbres. La `nueva normalidad´ no existe más que en el vocabulario de quienes la inventaron. La normalidad existe o no existe. Hubiere normalidad antes de la pandemia, aun con todos los problemas habidos y por haber. El virus no trajo precisamente la normalidad; menos aún, la `nueva normalidad´ tras el reguero de muertes, de empresas cerradas, de empleos destruidos, de incertidumbres por doquier. El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, decía ayer, que el sintagma `nueva normalidad´ “es una tontería”. Será en el futuro un acontecimiento histórico, pero no precisamente positivo, como la Gran Depresión o la Primavera Árabe. Para el director de la Fundéu, Javier Lascuráin, “la normalidad es la condición de normal y, entre las acepciones de este adjetivo, están la de `habitual u ordinario´. Al hablar de nueva normalidad parece hacerse referencia a una situación en la que lo habitual u ordinario no será lo mismo que en la situación previa. Es decir, una normalidad diferente a la que conocíamos”, eso que el Gobierno titulaba como Plan para la Transición hacia una Nueva Normalidad… Y qué plan, o planes, fueren esos que nos hacen volver atrás, a la nueva ola, instalada con los picos más altos de Europa. Naturalmente, que lo habitual u ordinario no será ya lo mismo que antes. Nada, pues, de nueva normalidad, ni siquiera de vieja normalidad. Hemos vuelto a la incerteza de lo exacto, a la incertidumbre del mañana, a un futuro que se nos presenta incierto, a la incertidumbre por bandera en que la propiedad privada es pisoteada como si fuere derecho de otros, y no de uno, sin que el Gobierno diga ni pío; en que las vacaciones han vuelto a ser el sueño de unos pocos y la soledumbre de los más. En verdad, nos han instalado en la incertidumbre y no en la `nueva normalidad´, en la que todo se vuelve anormal. Hasta el tiempo y el cambio climático en el que algunos no creyeren, como los negacionistas del virus…

miércoles, 26 de agosto de 2020

LA ALDEA DEL OBISPO Y SU TERRITORIO



La obra La Aldea del Obispo y su territorio “nos permite conocer aspectos históricos-artísticos nada desestimables de nuestro patrimonio, al tiempo que nos ayudará a adentrarnos en el territorio y en el apasionante mundo del Medievo, donde comienza nuestra historia”, señala en el prólogo la alcaldesa de la localidad, Antonia Vaquero Vallejo. [1] 
 
          La Aldea del Obispo es un municipio de la provincia de Cáceres, adscrito a la comarca funcional de Trujillo. La extensión del término es de 33 kilómetros cuadrados. El clima es de tipo mediterráneo, con una temperatura media anual de 16 grados. Los inviernos son suaves y los veranos, secos y calurosos. El río que baña el término municipal es el Almonte, así como el cauce de otros ríos que discurren cerca del municipio como el Merlinejo, a escasa distancia del río Tozo. En sus inmediaciones se hallan algunas vías pecuarias, como la Cañada Real de la Plata o Vizana, prolongada hasta Trujillo desde el puente de la Lavadera mediante el cordel de La Aldea del Obispo, que llega a Trujillo entrando por Huertas de Ánimas y conectando con la Cañada Real Leonesa Occidental. El puente por el que la Cañada Real trujillana atraviesa el río Tozo es el de la Vaera, utilizado durante siglos en las largas rutas de la trashumancia. La formación vegetal del término es de tipo dulignosa, con un bosque esclerófilo mediterráneo representado por la encina y otras especies que componen el matorral, como la jara y el cantueso. La tierra de la Aldea del Obispo tiene una variada riqueza faunística gracias a su limpieza atmosférica y la proximidad del Parque Nacional de Monfragüe, en el que podemos encontrar la mayor reserva de Europa del buitre negro y la cigüeña negra.  También hay gran cantidad de caza menor, como conejos y liebres, así como zorros y jabalíes, y una gran variedad de aves: perdices, tordos, jilgueros, zorzal, rabúos, avutardas y grullas. La población tuvo un constante crecimiento desde 1900 hasta 1950, año en el que alcanzó su población máxima de 1.611 habitantes; en 1957 llegó a contar con 1.721 habitantes y, entre los años 1958 y 1972, se produjeron los movimientos migratorios más importantes de los campesinos que abandonaron el campo en el que vivían en durísimas condiciones, con lo que se ha llegado a un crecimiento natural vegetativo. La población activa representa el 32 por ciento del total, dominando el sector primario con un 65 por ciento de la población activa. La cría de animales (vacas y ovejas, principalmente) y el cultivo de cereales en el paisaje adehesado convive con actividades cinegéticas y silvícolas (leña y carbón de encina). El centro urbano es la plaza de la iglesia, donde se encuentra el templo parroquial y, en tono a él, se encuentran las mejoras casas de la población, como el Palacio del Obispo.

           No existen evidencias de tipo constructivo que se conservan de la etapa romana en el término municipal. Sí se conservan sillares que fueron reaprovechados para la construcción de la torre y de la iglesia. Trujillo y su territorio, en el que se encuentra La Aldea del Obispo, es el antiguo Turgalium romano, nombre de raíz celta. Es la denominación latina del topónimo correspondiente al primitivo castro indígena. Los diferentes testimonios epigráficos y funerarios son prueba fehaciente que la Turgallium prerromana se convirtió durante la ocupación romana en una prefectura de cierta importancia. A partir del año 69, Vespasiano dio un gran paso al conceder el derecho de ciudadanía latina a todos los habitantes de la Península Ibérica, facilitando que los hispanos pudieran acceder a un cargo público. En el siglo II d. C, los germánicos saquearon la provincia. En el siglo V, los romanos abandonaron las ciudades y villas con la invasión de los alanos y suevos. En el término municipal existen varios “sepulcros antropomorfos” o “tumbas excavadas en roca”, formando auténticas necrópolis altomedievales, que corresponderían a la época tardorromana, que pueden vincularse con un hábitat disperso que habría surgido tras la época romana. Las grandes villas tardorromanas y altomedievales (siglos IV-XI) de los latifundios extremeños poseían todas las instalaciones necesarias para el mantenimiento y subsistencia del asentamiento, entre ellos la prensa del aceite y el lagar del mosto, el horno, la herrería, la basílica, la necrópolis, los talleres, etc. La historia medieval de La Aldea del Obispo estuvo íntimamente ligada a la historia de Trujillo, en manos musulmanas desde el 714. La heredad de La Aldea del Obispo la recibió don Adán, dado que en los deslindes antiguos de las dehesas de la iglesia de Plasencia, se dice que el obispo don Domingo, natural de Béjar, dejó al cabildo ciertas heredades y tierras. Desde que le tierra de Trujillo fuera reconquistada del domino musulmán por Fernando III en 1233, la historia de La Aldea del Obispo se mantuvo unida a la de Trujillo, pues desde esta ejercía el control de las aldeas, arrabales y pueblos que conformaban el territorio trujillano. En el lugar de la actual La Aldea del Obispo se construyó un inmueble dentro de la heredad, destinado a morada temporal del obispo, un soberbio edificio del que aún se conservan los muros maestros y los cuarteles de las casas de Pizarro, Torres, Hinojosa y Carvajal. Tras la desamortización de Mendizábal, el palacio pasó a pertenecer a la familia Borreguero. La heredad de La Aldea del Obispo la recibió don Adán,  tercer obispo de Plasencia desde 1232. En 1485, Trujillo poseía un amplio territorio, al que pertenecían, entre lugares, Aldea del Obispo (barrio, arrabal o heredad del obispo). Durante el reinado de los Reyes Católicos, el dominio de Trujillo y su tierra entrará en una serie de oscilaciones entre los nobles Pacheco, Zúñiga, Chaves y Monroy. A partir de la paz en Castilla, los monarcas católicos administrarán y gobernarán sus ciudades y Trujillo será ciudad realenga de Castilla. En el Interrogatorio de 1791 figura como barrio de Trujillo con su sobrenombre “Del Obispo”. Hasta la mitad del siglo XIX formó parte de Trujillo como arrabal hasta que, tras la caída del Antiguo Régimen, se constituye en municipio constitucional de la región de Extremadura. En 1812, en virtud de lo dispuesto por las Cortes de Cádiz, pasa a tener ayuntamiento propio, aunque no se constituye como tal hasta 1837. En 1834 quedó integrado en el partido judicial de Trujillo. Durante varios decenios se llamó Aldea del Obispo hasta que en 1997 recuperó su antiguo nombre, La Aldea del Obispo. Como coincidía en nombre con otro de la provincia de Salamanca, en 1916 el gobierno de Alfonso XIII, presidido por el Conde de Romanones, aprueba un Decreto cambiando el nombre a 573 pueblos, entre ellos el de la localidad, publicado en La Gaceta el 2 de julio de 1916. El 10 de junio se leyó el Decreto en sesión plenaria, por el cual la localidad de Aldea del Obispo pasaría a denominarse en lo sucesivo Aldea de Trujillo. En 1997 recuperó su antiguo nombre: La Aldea del Obispo.
 
          La iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario, de finales del siglo XV, pasa por ser una de las manifestaciones artísticas más importantes de la localidad. Es una construcción de mampostería, con presencia de sillares graníticos en las esquinas. Torre, pilastras y contrafuertes. Sobresale en altura el campanario, obra claramente fechable en la segunda mitad del siglo XV. Varios de los bienes muebles que se conservan en el templo parroquial proceden de la extinta iglesia de Santa María del Carrascal, situada a escasos metros de La Aldea del Obispo, en la carretera N-V, donde, según Madoz, dejó de celebrarse misa en 1780, por orden del obispo de Plasencia, por haberse encontrado en la casa contigua a la iglesia una persona ahorcada y trasladados los bienes muebles a las parroquias anejas citadas, como fue el caso de la Virgen medieval, titular de la parroquia del Carrascal. Los libros parroquiales de la Aldea del Obispo fueron destruidos durante la invasión francesa. El Carrascal se llamó antiguamente “Malpartida”, término de Trujillo, en la inmediación del camino de Madrid. Desaparecieron casi todos los edificios, utilizándose como postas la llamada casa del Carrascal. La parroquia con la advocación de Santa María del Carrascal tenía por anejos las de Torrecillas, La Aldea del Obispo y moradores del despoblado de “Torre Aguda”. La casa del Carrascal, como se le conoce popularmente, es un edificio residencial o casa fuerte, propiedad de don Juan de Orellana Pizarro, que se halla a 7 kilómetros de Trujillo, en un lateral de la autovía Madrid-Lisboa. Ocupó una de las paradas de postas más importantes del camino real. Aquí estuvo la iglesia de Santa María del Carrascal, parroquia del poblado de Malpartida. La iglesia y el palacio o casa solariega son los dos edificios más representativos de este municipio, junto con la finca denominada “La Torre”, antiguas donaciones en beneficio de la parroquia.
 
          Entre las tradiciones populares más destacadas hay que subrayar la fiesta de la patrona, la Virgen del Rosario, que se celebraba el 12 de septiembre y que ahora se celebra en agosto por el regreso de los emigrantes. El 2 de febrero, día de las Candelas, salía de nuevo la imagen en procesión por las calles del municipio. La fiesta en honor a San Isidro comenzó a celebrarse en 1940. En 1951, logrado el permio para realizar una feria de ganado, se sacaba la imagen el día 15 para que bendijera los campos. Otra tradición secular era la producción de picón, que lo trasladaban a lomos de burros a Trujillo y otros lugares.
 
           Testimonios tradicionales que definen la identidad de un territorio son los bohíos (bujíos) o chozos, los pozos de agua, los molinos, las zahúrdas, todas estas construcciones tradicionales son fieles testigos de la cultura y herencia de La Aldea del Obispo y su término municipal, la arquitectura vernácula que ha sido proyectada por los habitantes de una región o período histórico determinado, caracterizada por el uso de materiales cercanos.
 
          La obra concluye con el aparato bibliográfico, las imágenes para el recuerdo y un cuento didáctico inspirado en la historia y costumbre de la Aldea del Obispo, “Las profecías del fuego”, de Florentino Escribano Ruiz.
 
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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y López Muñoz, Francisco: La Aldea del Obispo y su territorio, Diputación Provincial de Cáceres, marzo de 2020, 198 págs.


lunes, 24 de agosto de 2020

MAXIMINO CABALLERO LEDO, UN EMERITENSE SECRETARIO DE ECONOMÍA DE LA SANTA SEDE


Maximino Caballero Ledo (Mérida, 1959) ha sido nombrado a primeros de agosto pasado nuevo secretario de Economía de la Santa Sede por el papa Francisco. El número dos de las finanzas del Vaticano trabajará junto a su paisano y amigo Juan Antonio Guerrero Alves (Mérida, 1959), prefecto de la Secretaría para Economía (SPE) del Vaticano desde primeros de este año, quien propuso al Papa su nombramiento. [1] Los dos emeritenses serán a partir de ahora los máximos responsables de las finanzas vaticanas. “El padre Guerrero y yo crecimos juntos”, dijo al conocer su nombramiento el día 4 de agosto. “Nuestras familias han mantenido nuestra amistad durante toda mi vida y estuvimos muy unidos hasta el final de la universidad. A partir de este momento, la vida nos llevó a cada uno de nosotros por diferentes caminos, pero sin perder nunca el contacto. Cuando el padre Guerrero me llamó y me propuso este proyecto, tenía una larga lista de razones por las que no podía aceptar: mi familia establecida en Estados Unidos; tendría que dejar temporalmente a mis hijos, Sandra y Maxi, que trabajan allí; mi hogar… Sin embargo, mi esposa, Inmaculada, y yo supimos desde el primer momento que el llamado de Dios viene de muchas maneras diferentes, y esto fue nuestro. Por lo tanto, solo hubo una respuesta: fiat (hágase). Colaborar con la Santa Sede, al servicio del Santo Padre, es un honor y una gran responsabilidad para mí. Mi experiencia y mis trabajos son mis talentos y espero que con ellos pueda hacer mi parte para colaborar en la transparencia económica de la Santa Sede”, manifestó tras conocerse su nombramiento. [2]
 
            Maximino Caballero ha desarrollado su carrera profesional en el campo de las finanzas. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid, obtuvo posteriormente un MBA (Master of Business Administration, Máster en Administración de Empresas)) en la IESE Bussines School (Instituto de Estudios Superiores de la Empresa) de Barcelona. El BMA es el programa de posgrado de mayor reconocimiento y prestigio internacional, dirigido a titulados y profesionales que desean desarrollar su actividad en el ámbito de la dirección empresarial. Durante veinte años trabajó desde Barcelona y Valencia como líder de finanzas en varios países europeos, Oriente Medio y África. En 2007 se trasladó a Estado Unidos junto con su familia, donde residía, hasta su nombramiento y traslado al Vaticano en la segunda quincena de este mes.
  Durante su estancia en EE UU ocupó diversos puestos de Finanzas en Baxter Healthcare Inc., una compañía internacional de productos y servicios médicos, de propiedad pública, líder mundial en nutrición clínica, con sede en Deerfield (Illinois), con una cartera de cuidados críticos, nutrición, cirugía renal, hospitalaria y quirúrgica. Ha sido vicepresidente de Finanzas para América Latina, vicepresidente de Finanzas Internacionales y vicepresidente de Finanzas de las Américas, además de dirigir proyectos a nivel global dentro de la misma compañía. “Estados Unidos y Baxter han sido mi hogar durante muchos años. Aquí he tenido la oportunidad de crecer profesionalmente e interactuar con personas y proyectos provenientes de prácticamente todo el mundo. Mi trabajo me ha permitido conocer diversas culturas y me ha ayudado a conocer la importancia y el poder de la diversidad. A nivel personal, admiro el grado de participación de los católicos de este país con la Iglesia y su generosidad en el apoyo a sus parroquias locales y sus obras sociales”, declaró tras conocer su elección. [3]
            De todas las oportunidades profesionales que hubiese podido imaginar, esta es una que ni remotamente se me habría ocurrido”, manifestó tras conocer su nombramiento.[4]
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[1] Vid.: Pinero, Félix: Juan Antonio Guerrero Alves, prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede, en su blog Puerta de la Villa, en radiointerior.blogspot.com, de 16/11/2019.
 
[2] Vid.: Un laico español, nuevo secretario de Economía de la Santa Sede, en la revista Ecclesia, de 04/08/2020.
 
[3] Vid.: Ob. cit.
 
[4] Vid.: Boletín Oficial de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, de 04/08/2020.
 

viernes, 21 de agosto de 2020

TORRECILLAS DE LA TIESA Y SU TERRITORIO

            
La obra “Torrecillas de la Tiesa y su territorio”, que acaba de ver la luz, “es una valiosísima aportación, destinada a clarificar muchas dudas y a servir de guía y de referencia para todos aquellos que quieran conocer nuestro pasado y nuestro presente”, dice del libro del historiador José Antonio Ramos Rubio, el alcalde de la localidad  Tomás Sánchez Campos. [1]

            El origen del nombre del municipio hay que buscarlo en los numerosos topónimos referidos a las torres de la zona, en la que hay indicio de una antigua población que podía ser la Torre de Mingo Caro. Según el investigador Plaza Rodríguez, hubo un lugar llamada La Tiesa, no lejos de La Coraja, quien añade que La Tiesa, Torrecillas, Centenera y Aldeanueva eran “asientos” distintos en los libros sacramentales y que Torrecillas de la Tiesa no se halla registrada hasta el año 1853. No obstante, hay documentos sobre la Capellanía de Torrezillas de la Tiesa desde al menos 1546, como así aparece en el testamento de doña Leonor Moñino del 24 de septiembre del citado año. La población aparece también mencionada en un documento de 1704 como capellanía de la dehesa de Torrecillas de la Tiesa. La localidad es un municipio situado al noreste de Trujillo, regada por los ríos Almonte y Tozo, sobre el que se encuentran dos embalses. El río Tozo atraviesa el término, por el suroeste, unos diez kilómetros. El municipio pertenece a la comarca funcional de Trujillo, con una altitud de 480 metros. Históricamente, las dehesas de encinas han sido conocidas como Montes de Tozo. El clima es de tipo mediterráneo subtropical. La formación vegetal es del tipo durilignosa con un bosque esclerófilo mediterráneo representado por la encina y el alcornoque, junto a otras especies que forman el matorral: la jara, el cantueso, aulaga…  La base de la economía es la agricultura de cereales: ganado ovino, bovino, porcino y caprino. En su medio natural extensivo habita una numerosa fauna silvestre (águila real, águila imperial, ciervo, jabalí…), que encuentra en la dehesa un refugio natural. La superficie del término es de 140 kms cuadrados, de las cuales el 75 por ciento se dedican a pastos, representado las tierras de labor el 24 por ciento de las hectáreas. En Torrecillas de la Tiesa predominan los latifundios sobre los minifundios, casi todos cercados con piedra. La población llegó a alcanzar en 1950 los 2.842 habitantes, que comenzó a descender por el despoblamiento a partir de los 60 del siglo XX.
 
            Testimonios tradicionales de arquitectura tradicional que definen la identidad de un territorio son los bohíos (bujíos) o chozos, los pozos de nieve y pozos de agua, los molinos, las zahúrdas…, fieles testigos de la cultura y herencia popular. El municipio ha estado siempre muy bien abastecido de aguas por los numerosos manantiales que conserva el subsuelo: la Laguna Grande, la Charca del Ladrillar, Laguna de la Gironda, Charca del Carrascal y varios embalses como el del Tozo, Bustamante Carmonilla y Mascalinas y, más alejados, Mascalinas o el Labradillo. Según el Interrogatorio de 1791, existió un lavadero de ropa, utilizado por los vecinos para lavar la ropa. En la zona noreste se encuentra La Fuente de la Peña, a 2 kilómetros de la población, por el camino de Los Tejares, lugar muy frecuentado por las mujeres que acudían cargadas con los pilancones llenos de ropa sucia para lavarla.
La villa de Torrecillas de la Tiesa fue de señorío desde la Edad Media hasta el Estado Liberal del XIX, gozaba de fuero de realenga. Pasó de ser un lugar de la Corona a ser vendido a un noble y, finalmente, de jurisdicción libre. El mayor centro poblacional correspondiente a la Protohistoria se halla en La Coraja, dado a conocer por María Cleofé Rivero en 1974, antes de las campañas de excavaciones iniciadas por el Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Extremadura en 1985. El castro de La Coraja posee en su interior un dolmen adosado a una vivienda o posible recinto sagrado. En las excavaciones realizadas entre 1985-1988 se halló abundante cerámica ibérica de líneas rojas y algunas falcatas ibéricas. En la finca Los Casarones se han localizado abundantes restos de una posible villa romana. Los orígenes del actual emplazamiento del municipio arrancan en la Alta Edad Media. La presencia visigoda en el territorio deja testimonios en la existencia de varias tumbas excavadas en pizarra, en La Mascalina, Cerro de la Peña, Bonilleja, Casarones del Tozo, Ladrillar de Risel y Canalejas de Valdelahuesa. La extensa tierra de Trujillo, en la que se enmarca Torrecilla de la Tiesa, estuvo en manos musulmanas desde el 714. Desde que la tierra de Trujillo fuera reconquistada del dominio musulmán por Fernando II, la historia de Torrecillas se mantuvo unida a la de Trujillo, pues desde esta ejercía el control de las aldeas y pueblos que conformaban el territorio trujillano. El territorio y los lugares que configuraban jurisdiccionalmente la tierra de Trujillo desde la Baja Edad Media la convirtieron en la segunda comunidad de Villa y Tierra más extensa de Extremadura. Torrecillas de la Tiesa tuvo mucha hacienda a finales del siglo XV en posesión de don Juan Pizarro, pariente de los Pizarro. En 1558, el rey Felipe II, necesitando nuevos recursos para sus empresas militares, ordenó que se enajenasen los lugares que resultasen necesarios, al objeto de obtener recursos suficientes para hacer frente a las campañas militares. Entre las cinco aldeas de la jurisdicción de Trujillo que fueron enajenadas estaba Torrecillas de la Tiesa, adquirida por Diego Pizarro de Hinojosa, declarándose como villa en señorío particular a favor del citado noble trujillano, Uno de sus sucesores fue Lucía Pizarro de Carvajal, que se casó con don Lorenzo de Quiñones y Neyra, VII marqués de Lorenzana, cuyo título y señorío ostentaría su hijo don José de Quiñones, el cual se casó con doña Francisca Xaviera de Cabrera y Cárdenas, de quienes fue su hijo y sucesor don Francisco Javier de Quiñones, último marqués de Lorenzana que vivió en Trujillo, cuyo palacio es la actual sede de la Real Academia de Extremadura. El palacio fue donado por el marqués de Lorenzana, don Mateo Jaraquemada Guajardo-Fajardo y su familia, mediante escritura otorgada en Badajoz el 27 de marzo de 1982. Tras las oportunas obras de reconstrucción interior, adecuamiento y mobiliario, fue inaugurado el 9 de octubre de 2000 por Su Majestad la Reina doña Sofía. El 27 de enero de 1762, Torrecillas compró al marqués de Lorenzana, heredero de Diego Pizarro, el derecho a su propia jurisdicción por 1.981.446 maravedíes de vellón. Durante la Guerra de la Independencia, Torrecillas de la Tiesa sufrió el robo, saqueo, destrucción y profanación de sus templos. En la guerrilla contra los franceses destacaron unos vecinos de Torrecillas de la Tiesa, los hermanos Cuesta (Feliciano, Francisco, Félix y Antonio). Las Cortes de Cádiz suprimen en 1811 los señoríos y los corregidores y establecen en cada ayuntamiento alcaldes, regidores y procurador síndico. A la caída del Antiguo Régimen, la localidad se constituye en municipio constitucional de la región de Extremadura, conocido entonces como Torrecillas.
Los testimonios arquitectónicos más antiguos que se conservan corresponden a finales del siglo XV. La iglesia parroquial de Santa Catalina es un templo de una sola nave, con cinco tramos separados por arcos fajones de ladrillo de medio punto.
En 1585 se erigió el rollo de Torrecillas de la Tiesa, una vez que Felipe II puso en venta el Señorío de este lugar, que adquirió don Diego Pizarro. Es una obra renacentista de notables dimensiones, que se halla en la actualidad en la plaza del ayuntamiento.
El origen del nombre de Torrecillas hay que buscarlo en los abundantes topónimos aludidos a las torres de la zona. Además de ese conjunto de torres, palacios y casas fuertes dispersos por las dehesas, poco a poco empezaron a formarse núcleos a su alrededor formando caseríos o poblados. La Casa del Carrascal es un edificio residencial o casa fuerte que poseyó don Juan de Orellana Pizarro, que se halla situado en un lateral de la autovía Madrid-Lisboa, a 7 kilómetros de Trujillo, y que ocupó una de las paradas de postas más importantes del Camino Real. En el término de Torrecillas de la Tiesa se encuentra la casa fuerte de La Carmonilla, construida con mampostería y sillería en las esquinas y zonas nobles. Es obra de la primera mitad del siglo XV.
Los puentes que se encuentran en el término municipal son interesantes obras de ingeniería y elementos de arquitectura vernácula. Entre ellos, cabe citar el puente del Cardenal, sobre el río Almonte, en el antiguo camino real de Madrid a Badajoz, construido por el maestro cantero Pedro González en 1440, por iniciativa del obispo de Plasencia y señor de Jaraicejo, don Juan de Carvajal. El puente del arroyo Pizarrosillo se halla a tres kilómetros al norte del municipio que, por su tipología, puede fecharse en la segunda mitad del siglo XV. El puente del Labradillo, sobre el río Merlinejo, en el antiguo camino de Trujillo a Torrecillas de la Tiesa, restaurado a mediados del siglo XX.  El puente de los Casarones, situado en el camino medieval que discurría sobre su antecesor romano, trazado entre Trujillo-Torrecillas-Deleitosa para cruzar por la Sierra de las Villuercas al noroeste de esta última localidad. Jiménez Valdós fecha esta obra en 1565, obra del arquitecto trujillano Sancho de Cabrera.
Entre las tradiciones populares de Torrecillas de la Tiesa, hay que destacar la Fiesta del Labrador, tradición que se remonta a los hechos milagrosos ocurridos el 22 de febrero de 1944, en que, tras hacer una rogativa de nueve días a la Virgen de los Remedios, dada la pertinaz sequía que amenazaba las cosechas, llovió y nevó el día 22 y todos los vecinos se acercaron a la iglesia a dar las gracias a la Señora. La fiesta se mantiene, celebrándose novena y misa mayor. Otra fiesta destacada es la dedicada a San Gregorio, que se celebra el 9 de mayo, en recuerdo de una plaga de langostas que azotó la localidad y que, por intercesión de la Virgen, desaparecieron.  Finalmente, entre el 7 y el 12 de septiembre se celebran las fiestas patronales de “Guadalupe” en honor a la Virgen de los Remedios. Son muchas también las fiestas y tradiciones desaparecidas.
            La obra se cierra con la bibliografía, un aparato documental y un cuento didáctico de Florentino Escribano Ruiz inspirado en la historia y costumbres de la localidad, titulado “Los poderes de la tercera mano".

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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio: Torrecillas de la Tiesa y su territorio, Diputación de Cáceres, Cáceres, junio de 2020, 244 págs.
 

martes, 18 de agosto de 2020

EL REDOBLE DE LOS REBROTES


           “Bote, bote, aquí no hay rebrote”, gritaban los negacionistas que se manifestaban anteayer en la madrileña plaza de Colón. Se negaban a portar mascarillas y a guardar distancia alguna de seguridad. Se abrazaban; gritaban: “¡Viva el amor!” e insultaban y escupían a los periodistas que cubrían el acto.

            El covid-19 ha venido para quedarse. El tiempo lo dirá. Ya lo dicen los clarines del miedo y las campanas que anuncian los rebrotes: Euskadi volvió ayer al Estado de Emergencia para hacer frente a los contagios registrados durante los últimos días. Este martes, el Ministerio de Sanidad añadía a la serie total de casos confirmados hasta 16.229 positivos más solo en el fin de semana. El Dr. Simón ha admitido que ya se detecta cierto “estrés” en algunos hospitales que están recibiendo más pacientes por la patología. Extremadura registró ayer 32 casos positivos y siete nuevos brotes. Tiene ingresados 24 pacientes en sus hospitales, cuatro de ellos en la UCI. Hoy entra en vigor la orden que prohibirá fumar en la vía pública y el cierre de los establecimientos del ocio nocturno, espacios en los que se localiza un mayor número de brotes asociados.

            La gente sigue sin creerse nada tras el confinamiento: nadie quiere saber nada, muchos no se ponen las mascarillas porque dice que se ignoran sus efectos; otros apelan a la Justicia porque se hundirán sus negocios. Sin salud no habrá negocios; sin medidas preventivas, no habrá salud. La factura del negacionismo la pagaremos todos, muchos con la muerte y quienes sobrevivan, con las secuelas asociadas a la COVID. El curso escolar sigue en el aire. Todo está en la nube. El turismo ha muerto; las ventas caen; la economía está en coma. Y dicen que la pandemia no existe; que quieren engañarnos y llevarnos a la muerte.

          El negacionismo de la COVID-19 es la creencia, contraria a la evidencia médica y científica, de que la enfermedad infecciosa COVID-19 (causada por el virus SARS-CoV-2) y la pandemia desde su nacimiento en diciembre de 2019 y en lo que llevamos de 2020, no son reales.

          Los españoles nos reímos de nuestra propia sombra, aun en la oscuridad de la noche. Ignoramos lo que nos jugamos, aunque algunos sigan de vacaciones y solo se preocupen por saber el paradero del rey don Juan Carlos, que puede ir donde le plazca. Ya lo saben; pero ignoran lo que pasa y se nos viene encima. Y se ríen y hacen memes y canciones que pretenden obviar la verdad: el redoble de los rebrotes, como esta que vuela por las redes, jugando con la popular canción cacereña. (Véase:
https://www.youtube.com/watch?v=01NV4_HIruA&list=RD01NV4_HIruA&start_radio=1&t=57)


“Rebroti, rebroti, vuelve a rebrotar
Con ese rebroti me vas a matar
Me vas a matar, me voy a morir
Con ese rebroti, vuelve a repetir.


La mascarilla en el codu
Eso no vali pa na
Hay que llevarla en los morrus
Con la carina tapá
 

Estribillo

La culpa es de los muchachus
Siempre enréa que enréa
 Pero los viejuh también
 Hay que meterloh en verea

 
Estribillo

 Vienen de San Sebastián, de Galicia y de Madrid
Tira, primu; tira, prima,
Que me pegas el covid

Estribillo

Corolario:

A lavarse las manos,
metro y medio de distancia,
mascarilla siempre,
Para que el año que viene
En vez del rebroti, cantemos el Redobli!!


lunes, 17 de agosto de 2020

JULIA EN AGOSTO

 
            Se llamaba Julia.  Era natural de Granadilla. Llegó a Plasencia el 23 de abril de 1964, con 18 años, según las bajas del padrón de la desaparecida villa. Cursó Magisterio en la Normal de Cáceres. Estuvo en casa, como una más de la familia.
 
         Los domingos, cuando todos salíamos de paseo o al cine, ella se quedaba estudiando en la mesa-camilla. Terminare un día y se fue a ejercer su profesión. El destino la llevó a Carcaboso, junto al que después sería su alcalde, Fernando Pizarro (Plasencia, 1975). Julia de la Flor Garzón falleció el día de la Asunción, patrona de su pueblo, mediada la tarde.
 
       Plasencia fue su primer y último destino, tras Carcaboso. Allí estudió el Bachiller en el antiguo colegio de las Josefinas (hoy, escuela-hogar). En el nuevo, inaugurado en 1967 (tres años después de llegar a la ciudad de Jerte), Julia daría clases hasta su jubilación. Tan solo nos vimos una vez más. Estábamos en el Teatro-Cine Alkázar el día de la adopción. Se acercó a mí para saludarme. Apenas la reconocía; ella me llamó por mi nombre.
 
     Nació en Granadilla, pero solo nos vimos en Cáceres y Plasencia. Solo su nombre en el recuerdo, tras el destierro de la villa perdida. Apenas había pasado de los 70. ¿Y de qué ha fallecido?, preguntamos, con tanta vida como hubiere: y ahora, ya sí, aunque la hubiéremos vuelto a ver, no nos reconocería.
 
     El Alzheimer se la ha llevado. La muerte siempre tiene una excusa y hasta las flores más vivas se marchitan con ella. Julia era una flor, de apellido, alma y corazón; pero se fue de su pueblo, de Carcaboso y de Plasencia, su segunda ciudad, asunta al cielo, como nuestra patrona; como una perseida, ella por nombre Julia, entre julio y agosto, como las lágrimas de San Lorenzo.
 
 

jueves, 13 de agosto de 2020

“ROBLEDILLLO DE TRUJILLO, HISTORIA Y ARTE”



El primer estudio serio y riguroso que se ha realizado sobre la historia de Robledillo de Trujillo”, que atesora un ingente patrimonio histórico-artístico, constituye, en palabras del alcalde, Alfonso Garrido Mateos,  esta nueva obra del cronista oficial de Trujillo, [1] José Antonio Rubio Ramos, que acaba de ver la luz. Una obra, por lo demás, según declara su autor en la Introducción, “encaminada a la reconstrucción de su historia sobre el territorio y a sentar las bases que posee la localidad y su territorio arqueológico”.
 
            Robledillo de Trujillo se sitúa sobre una suave colina en medio de un paraje serrano que se abre a la llanura; pertenece a la macrocomarca de Cáceres y está adscrito a la comarca funcional de Trujillo. El clima es de tipo mediterráneo subtropical. Es un pueblo eminentemente agrícola y ganadero. La mayoría de su superficie agraria se dedica a las labores ganaderas, al pastizal y a la dehesa. Debido a la intensa deforestación, el matorral ocupa grandes superficies. Alrededor, existen pequeños bosques de especies mediterráneas, como el castaño, el alcornoque y el pino piñonero. Existen también gran número de encinas y roble melojo. En su territorio destaca una variada fauna y  mamíferos como el lince ibérico, conejo común, liebre ibérica, corzo, zorro, jabalí… El municipio creció durante el primer tercio del siglo XX, que perdió a partir de los 50 por la emigración y que, desde el año 2000, con el regreso de los emigrantes, ha dado lugar a un crecimiento natural vegetativo y negativo (- 12 por 1.000 anual), con una alta tasa de mortalidad y baja de natalidad.
La población contó con un pósito municipal hasta hace algunos años, que respondió a los objetivos marcados de “sostener a los pobres en el tiempo de las necesidades que ocurren por las carestías”. En este municipio, en la medida en que los créditos en dinero fueron sustituyendo a los efectuados en grano, el pósito se convierte en el siglo XX en una institución de crédito para apoyar actividades que no eran estrictamente agrícolas.
 
En la localidad se conservan viviendas naturales con encanto, ejecutadas por sus usuarios con los materiales disponibles en el entorno. El núcleo fundamental del desarrollo urbanístico es la iglesia parroquial y la plaza, predominando en arquitectura civil las construcciones de mampostería y sillarejo de granito, con casas de dos plantas, algunas de ellas con prestancia, fachadas con escudos nobiliarios, ménsulas y dinteles de granito, así como alguna que otra inscripción romana de acarreo. En una de estas viviendas nació el actor y productor de cine Julián Mateos (Robledillo de Trujillo, 1938; Madrid, 1996).
 
La arquitectura tradicional o vernácula constituye una de las expresiones culturales más significativas de cada estructura socioeconómica, como expresión histórica de cada colectivo. Testimonios materiales de arquitectura tradicional que definen un territorio como el de la localidad son los bohíos (bujíos) o chozos, los pozos de agua o las zahúrdas, fieles testigos de la cultura y herencia del territorio. En el transcurso de los años, el paisaje rural ha experimentado grandes cambios, pero aún se conservan un número considerable de construcciones, tanto de viviendas como de actividades agrícolas que forman parte de la historia de la arquitectura tradicional, popular o vernácula. En el territorio de Robledillo se encuentran zahúrdas para mantener el ganado porcino. En la mayoría de los chozos o bujíos se ha usado la técnica de la piedra seca, en la que no se empleaba cemento o mortero. El bohío ha mantenido su uso durante cientos de años formando parte del paisaje rural y sus usos han sido muy variados: vivienda permanente o temporal de pastores, agricultores, guardas y también como albergue al lado de caminos y cañadas.
Robledillo siempre estuvo bien abastecido de agua potable por los manantiales de agua dulce que conserva en el subsuelo. Varios pozos de sección cuadrada y rectangular aún están activos en la localidad y su término: la Travesía de Pozo Dulce (1905) y en las calles Extremadura, Pizarro, Travesía del Hospital o, a la entrada de la población, Fuente Techada, en cuya zona hay un merendero.
Los vestigios de la presencia humana en el territorio durante la Prehistoria son escasos. Los hallazgos principales corresponden a la Protohistoria. Los primeros pobladores formaban grupos reducidos, integrados por veinte o veinticinco personas y sus hábitats se localizaban cerca de los ríos. La abundante cerámica localizada en superficie hacen situar la presencia humana en un momento de transición entre el Eneolítico final y los inicios de la época del cobre. Destaca el “Cerro de la Horca” (Plasenzuela), que ya existía a finales del Neolítico, y un conjunto de poblados (Cabrerizas, Castillejos) que ocupan el borde una meseta granítica conocida como batolito de Plasenzuela. Existen restos de poblamientos en la “Sierra de la Pepa” y en la Sierra de “Los Alijares”. Varias estelas de la Edad del Bronce se hallan en el Museo de Cáceres. En la cercana población de Plasenzuela se han hallado importantes restos arqueológicos, excavados a finales del siglo XX. En 2016, la Junta declaró Bien de Interés Cultural el yacimiento arqueológico de Villasviejas del Tamuja y las necrópolis de “El Mercadillo”, “El Romazal I” y “El Romazal II”, en los términos municipales de Botija, Plasenzuela y Cáceres, con categoría de Zona Arqueológica. Las excavaciones llevadas a cabo en el castro han arrojado un período de vigencia en la ciudad que va desde el siglo IV a. C.  hasta el siglo I a. C., en que se constata su abandono. La importancia de los romanos se deja sentir en la comarca. Se ha hallado restos romanos en el castillo de Montánchez, como campamento defensivo, por su privilegiado lugar en el cruce de caminos a igual distancia de Mérida, Cáceres y Trujillo y por la proximidad a la población de varias ciudades romanas importantes: Turgalium (Trujillo), Norba Caesarina (Cáceres), Metellium (Medellín) y Emerita Augusta (Mérida). En los suelos de la extensa tierra de Robledillo se encuentran diseminadas gran cantidad de villas rústicas tardorromanas, hispanovisigodas y mozárabes, la mayoría de las cuales fueron abandonadas durante la invasión musulmana, en el 713, en el que se establecen en la zona las tribus berberiscas. La localidad continuó en manos musulmanas hasta la reconquista de Trujillo, en enero de 1233. La historia de la localidad se mantuvo unida a Trujillo, que ejerció el control de las aldeas y pueblos que conformaban su territorio que, durante la Baja Edad Media, se convirtió en la segunda Comunidad de Villa y Tierra más extensa de Extremadura. En tiempos de Felipe II, el municipio se comprometió con la Corona a abonar en tiempos de guerra ciento ochenta fanegas de trigo anuales, por lo que el rey, agradecido, le otorgó el privilegio de tener una argolla con derecho de asilo para que los perseguidos por la justicia, al asirse a ella, situada en un edificio público, quedasen exentos de ser prendidos. En la actualidad, una calle del municipio lleva el nombre de Real Argolla. El municipio dependió de Trujillo hasta la Constitución de 1812, en la que se declaró villa independiente. A la caída del Antiguo Régimen, se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura, entonces conocido como Robledillo y quedó integrada en el partido judicial de Trujillo en 1834.
 
Porche de entrada al templo.
Robledillo de Trujillo
La iglesia parroquial de San Pedro y la ermita de Santa María Magdalena son los dos ejemplos más singulares del patrimonio artístico de Robledillo. La iglesia se encuentra en la plaza mayor. Construida en mampostería y sillarejo de granito, prevalece en ella la obra barroca del siglo XVII, aunque también hay que destacar los restos del XV y del XVI. Es un edificio de una sola nave edificada dividida en cinco tramos, con dos capillas laterales al lado de la Epístola comunicadas entre sí. La pila bautismal de granito es obra del XVI, conserva una imagen de Santo Domingo de Guzmán, en mal estado de conservación. En el Interrogatorio de 1761 se habla de la ermita dedicada a Santa María Magdalena, en la cual se celebraban anualmente misa y procesión durante tres días, tenía cofradía y pastoría de cabras y unas rentas anuales de setecientos reales.  En 1992 se construyó la nueva ermita para venerarla en la carretera que conduce a Ibahernando.
 
Robledillo tiene tres cruces de término o cruceros destacadas: la Cruz en la calle Constitución, esbelto crucero sobre tres gradas cuadrangulares de cantería, de 1760; una segunda situada en la calle San Juan de la Cruz, de 1757; y la Cruz de San Marcos, que aún conserva el fuste cilíndrico, liso, collarino y el capitel de volutas, posiblemente obra de finales del XVI.
            Entre las tradiciones populares de la localidad hay que destacar los Carnavales, fiesta local, que comienza el martes con un pasacalles y la fiesta del agua; el miércoles tiene lugar la fiesta del toro y el entierro de la sardina, además de la carrera de gallos. Nueve días antes del último sábado de mayo se traslada la imagen de Santa María Magdalena desde su ermita hasta la iglesia. El último sábado del mes, la imagen es traslada a la ermita, donde se celebra la misa extremeña y la romería, tradición que se remonta al siglo XVI. El 13 de junio se celebra la fiesta de San Antonio, con ofrenda al santo y baile. El 29 de junio se celebra el día de San Pedro Apóstol, patrón de la localidad, y antiguamente se sacaba el Corpus Christi de procesión. El 19 de mayo tiene lugar la Feria Grande de Ganado. En la primera semana de agosto se celebran actos deportivos para todas las edades. Finalmente, “los ofertorios” tienen lugar el tercer domingo de septiembre, en el que se realiza una subasta de productos típicos de la zona para beneficio de la iglesia.
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[1] Vid.:  Ramos Rubio, José Antonio: Robledillo de Trujillo. Historia y Arte. Edit.: Diputación Provincial de Cáceres, 2020, 119 págs.