lunes, 30 de abril de 2018

DE NAVALMORAL A SEVILLA SIN PERDER LA SILLA


           Joaquín Caparrós (Utrera, Sevilla, 1955) ha vuelto a Sevilla tras el cese del entrenador italiano Vincenzo Montella (Pomigliano d´Arco, Nápoles, Italia, 1974) el sábado 28 de abril, para dirigir a su exequipo hasta final de temporada, y luego se verá. Montella firmó con el Sevilla un contrato de año y medio de duración para reemplazar a Berizzo el 28 de diciembre del pasado año; pero los malos resultados (4 empates y cinco derrotas) provocaron que la directiva sevillista volviera los ojos a Caparrós.
            El técnico sevillista, que lleva treinta y siete años de entrenador, desde 1981, vuelve a la que considera su casa para iniciar la segunda etapa como técnico del club de Nervión tras dejarlo hace trece años (2000-2005). Durante esta larga etapa, Caparrós ha dirigido a 21 equipos, 19 en España y 1 en Suiza y en Catar, respectivamente.
 
            Una larga trayectoria como para recordar tantas idas y venidas, triunfos, empates, y también derrotas, que nunca le quitaron la sonrisa y su corte de caballero del fútbol. No de otra manera podría haber pasado por tantas vicisitudes manteniendo el respeto como norma, la exigencia como condición, y su caballerosidad como etiqueta.
            Caparrós inició su trayectoria como entrenador en el CF San José Obrero conquense en la temporada 1981-82. Tras pasar la siguiente por el Campillo CF (1984-1986), Montilla del Palancar CF (1986-1989), Selección de fútbol de Castilla-La Mancha (1989-1990), CF Gimnástico de Alcázar (1990-1992), U. B. Conquense (1992-1993), vino a parar al Moralo C. P., de Navalmoral de la Mata (Cáceres), en la temporada 1995-1996. Gracias al exjugador e investigador de la historia del club, José Luis Camacho Rosell --autor del libro Historia del Moralo C. P.,-- sabemos que el club moralo militaba en el Grupo XIV de Tercera División aquella temporada, al que Caparrós dejó en el tercer puesto con 79 puntos y subcampeón de grupo con ocho puntos (dos victorias, dos empates y dos derrotas) en la liguilla de ascenso disputada con el Manchego, Motril y San Fernando. En mayo de 2005, al cumplirse el 50 aniversario del club, Joaquín Caparrós asistió a los actos organizados, entre ellos la exposición montada por el exjugador e investigador Camacho Rosell. Acababa esa temporada  sus cinco años en el Sevilla, al que clasificó dos veces para la UEFA, tras haber pasado antes por la Segunda División y dejarlo situado en la élite del fútbol español, consolidándose bajo sus órdenes jugadores de la talla de José Antonio Reyes, Sergio Ramos, Daniel Alves, o Júlio Baptista.
 
            Tras el Sevilla, vendrían sus etapas del Deportivo, Atletic Club, Neuchâtel suizo, Mallorca, Levante, Granada, Osasuna, Al-Ahli Doha, para volver de nuevo al Sevilla, cuya silla jamás perdiere, aunque la dejare en 2005 entre lágrimas tras dirigir al club de sus amores más de doscientos partidos y asistir al cincuentenario de su antiguo equipo, el Moralo C. P., del que pocos quizá se acuerden. Ojalá, como cuando un día llegó a su club de toda la vida, Caparrós logre conseguir la clasificación europea en las cuatro jornadas que faltan para concluir una Liga ya con campeón, tras la Copa perdida.
            

LÉXICO FEMINISTA


            El pasado Día Internacional de la Mujer reveló un nuevo léxico que muchos hombres son incapaces de traducir. Recordaba recientemente que la Fundación del Español Urgente hubo de salir al paso para aclarar que feminismo no es antónimo de machismo, al definir el primero como "el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre", mientras que el segundo vocablo se define como "la actitud de prepotencia respecto a las mujeres". No son, pues, términos equiparables ni antónimos. El antónimo es lo opuesto. En modo alguno podría decirse que "el feminismo es el machismo al revés", como recogía en su blog  (https://www.pagina12.com.ar/94084-30-frases-que-una-feminista-no-quiere-escuchar-masla colega Mariana Carbajal, al referirse a un conjunto de frases que una feminista no quisiere escuchar más, como "las feministas odian a los hombres", o "no soy feminista, soy femenina". No se trata de etiquetas, ni de ir contra los hombres, ni de que estos vayan contra aquellas. Los hombres feministas deben ser aliados, el apoyo de las mujeres en un segundo plano, para luchar contra las desigualdades que sufren, como la brecha salarial, entre ellas, en la que no, por el mismo trabajo, cobran igual salario. No se trata, tampoco, de androcentrismo, o la visión del mundo que sitúa al hombre como centro de todas las cosas; ni menos aún hembrismo, definido como lo opuesto a la versión femenina del machismo. Los extremos se tocan: ni machirulo (acrónimo de macho y chulo), dirigido en el Congreso contra un dirigente conservador por la portavoz podemita, ni "victim blaming", expresión inglesa, que culpabiliza a la víctima o la cuestiona por el hecho de ser mujer y haber sufrido un atentado contra su libertad sexual. Por ello, toma fuerza en el feminismo militante el vocablo empoderamiento, o el proceso de conceder poder a un colectivo que se halla en situación precaria, como la mujer. Por encima de todo, la sororidad (del latín, soror, sororis, hermana), o la agrupación que se forma por la amistad y reciprocidad entre mujeres para lograr su poderío y la solidaridad entre ellas, ante un techo de cristal que limita sus avances en su carrera profesional.

martes, 24 de abril de 2018

BERNABÉ MORENO DE VARGAS, REGIDOR PERPETUO DE MÉRIDA


           Bernabé Moreno de Vargas (Mérida, 1576-1648) es regidor perpetuo del Ayuntamiento y primer historiador y cronista de la ciudad.  Su padre, D. Alonso Moreno de Alba, probó suerte en el camino de América en la campaña del virrey don Francisco de Toledo de 1569  y, según declara en la ejecutoria de hidalguía de 1600, descubrió una mina de oro en el reino del Perú, en la provincia de los Lipes. Concluida su etapa atlántica, retornó a su casa de Mérida en 1573, donde contrajo nupcias con la cacereña María Pérez de Vargas y Osma,  con la que tuvo cuatro varones y una mujer que tomó hábitos. [1]
 
             Moreno de Vargas estudió Derecho en la Universidad de Salamanca, por la que se licenció en 1598, y ejerció su profesión en Montijo y Mérida, ciudad en la que residió durante los últimos treinta años de su vida. Fue el primer regidor de Mérida y el primer autor reconocido como historiador de la ciudad. Reunió en su casa inscripciones y antigüedades y escribió una Historia de la ciudad de Mérida dedicada a la misma (Viuda de Alonso Martín, 1633, 672 págs.), además de Discursos de la nobleza de España  (Imprenta de Don Antonio Espinosa,1795). [2]
            Nacido de una familia emeritense, algunos de cuyos miembros ocuparon  cargos en el Tribunal de la Inquisición, heredó el mayorazgo paterno, fijó su residencia en Montijo en 1604, donde fue cuatro veces alcalde ordinario, dos alcalde de la Hermandad y cinco diputado por los hijosdalgos, cuya ejecutoria de hidalguía había conseguido en 1600, con el poder de su padre. Aquí se casó con María Barrena Grajera, con la que tuvo siete hijos, de ellos dos varones: Alonso, capitán de milicia, y Francisco, fallecido prematuramente, del que habla en su Historia. Isabel, Olalla, Leonor y María fueron los nombres de sus hijas, las tres primeras monjas en el convento de la Concepción. En 1616, en que fallece uno de sus hijos, está ya en Mérida, donde también muere su esposa en 1631. En 1638 fue gobernador de Hornachos, renunciando en su hijo Alonso el cargo de regidor perpetuo de la ciudad. [3] Este hombre enjuto y de complexión débil, como se describe en la página de respeto de su Historia de Mérida, falleció el 2 de mayo de 1648, a los 71 años.
            Sobre la primera de sus obras principales --Historia de la ciudad de Mérida dedicada a la misma, por Bernabé Moreno de Vargas, regidor perpetuo de ella (Viuda de Alonso Martín, 1633, 672 págs.)--, un informe emitido por la Real Academia de la Historia, con fecha 24 de diciembre de 1894, asegura que "los dos volúmenes publicados en aquella ciudad de Extremadura por D. Pedro María Plano"... constituyen un gran progreso de la cultura de una provincia capaz, como la primera, de figurar dignamente en el cuadro general de la moderna España... Tres obras comprende ésta á cual más estimable, únicas que existían referentes á la historia de Mérida, y un Apéndice que las prolonga y trae, por decirlo así, hasta la época actual, escrito por el mismo editor, D. Pedro Plano, con notable copia de datos y conocimientos. Es la primera la que en 1633 publicó el regidor perpetuo de Mérida, Bernabé Moreno de Vargas, hoy ya sumamente rara, y que á pesar de sus defectos ocupa un buen lugar en nuestra rica literatura monográfica. Siguen las Antigüedades de Mérida desde su fundación en razón de colonia hasta el reinado de los árabes, que dejó manuscrita el médico titular de aquella ciudad D. Agustín Francisco Torres, los que con el mismo título escribió el penitenciario de la catedral de Badajoz, D. Gregorio Fernández Pérez, ya impresa, aunque con grande escasez, en esta última ciudad por la Junta de Monumentos históricos y artísticos, que presidía otro distinguido emeritense, D. Bartolomé Romero Real, y los ya citados Apéndices del Sr. Plano, que alcanzan hasta nuestros días. La colección, con dos hermosos volúmenes en 4º mayor, ilustrados con vistas de los monumentos y reliquias que atesora la ciudad de los eméritos de Augusto, es completa como se ve. Pero todavía el manuscrito póstumo é inédito de D. Agustín Forner aumenta á su valor muchos quilates, no sólo por ser el único resto salvado de una Historia general de aquella ciudad ilustre sino por poderse decir de este escritor, como de D. Nicolás Fernández de Moratín se decía, que su mejor obra fué su hijo el famoso filósofo emeritense D. Juan Pablo Forner, el cual puso mano en la corrección del trabajo de su padre que hoy ve la luz".[4]
            Finalmente, su obra Discursos de la nobleza de España (Imprenta de Don Antonio Espinosa, 1795)[5], Moreno de Vargas resume en veinticuatro capítulos el origen de la nobleza y sus diferencias, de la nobleza política y quién la puede conceder, los modos para adquirirla, de los nombres de infanzones, hijosdalgos, gentileshombres y escuderos, de las diferencias que hay entre unos y otros, de la excelencia y calidades de la nobleza e hidalguía, de la perpetuidad de la nobleza, de los privilegios y exenciones de los hijosdalgos, del origen y principio de los apellidos, del origen y principio de las armas, escudos y blasones... para finalizar con las armas de la ciudad de Mérida.
            Por último, la profesora Cintia Campos recuerda que Moreno de Vargas es también autor del libro Pauli Diaconi Emeritensis liber de vita et miraculis patrum emeritensium (Imprenta Viuda de Alonso Martín, Madrid, 1633).[6]
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[2] Vid.:  Abascal Palazón, Juan Manuel, y Cebrián Fernández, Rosario: Los viajes de José Cornide por España y Portugal de 1754 a 1801.
 
[3] Vid.: Cuerpo Rocha, Manuel: Retazos bibliográficos de personajes de Montijo, en http://personajesdemontijo.blogspot.com.es/
 
 
[5] Vid.: Moreno de Vargas, Bernabé: Discursos de la nobleza de España, en http://fama2.us.es/fde/discursosDeLaNobleza.pdf
 
[6] Vid.: Campos Guariño, Cintia:  Gran Enciclopedia Extremeña, T. VII, Ediciones Extremeñas,  Depósito legal: VI. 180-1992. Imprime Heraclio Fournier, S. A., Vitoria.
 

lunes, 16 de abril de 2018

FOTOS DE RECUERDO


           Quizá los lectores de El Periódico Extremadura se recreen más hoy en las fotos         --¡hay tantas para ver y recordar!-- que en los textos que las arropan. La fotografía como testigo de un tiempo; las noticias, como la crónica de una época. Por unas y otras vemos pasar la historia de una ciudad, de una provincia, de una región..., que el diario decano de Extremadura ha censado en sus páginas desde el 1 de abril de 1923. En este 95 aniversario recordamos las sedes que hubimos (La Generala, La Madrila, Camino Llano, Doctor Marañón), los días y las noches, las noticias para enmarcar y otras que, no por tan importantes, eran ávidamente leídas por los lectores. Y, sobre todo, recordamos a los hombres y mujeres que lo hicieron posible; a los que ya nos dejaron y a los que siguen; a los jubilados y a quienes aún permanecen al pie del cañón. Ni uno más importante que otro. Todos necesarios; nadie imprescindible. Y aquí estamos porque antes estuvieron ellos.
            Hay aquí --lo hubo en el extra del 90 aniversario-- gente que recuerda que no podía vivir sin él. No pasaban ni un día sin leer nuestro periódico. No podían, como hoy no pueden, pasar sin el móvil, o las nuevas tecnologías. Chicos, entonces, que, como recordare el alcalde Saponi, bajare corriendo las escaleras, junto a su hermano, para subirle el periódico que le llevare a casa el repartidor y entregárselo al padre que lo esperare. Me emocionare cuando contaba esto... Quizá yo fuere más lejos aún: iba a casa del cartero --principios de los sesenta--, cuando él ordenaba el correo para su reparto. No podía esperar más. Eran las 11:00 de la mañana y, en un pueblo condenado a desaparecer, sin luz, tan solo con radio a pilas, no hubiere otro medio de lectura más que los dos periódicos que llegaren a casa, que leyere de arriba a abajo, de adelante hacia atrás.  Periodista antes que bachiller, dejaba de jugar para seguir por la radio una noticia que no podía esperar al periódico. La inmediatez de la noticia, el seguimiento de la noticia al minuto. ¡Cuánto aprendí con la lectura de los dos periódicos que más tarde fueron mi casa...!
            Han pasado muchas noticias y subsisten muchas fotos para el recuerdo y la historia. Viví, en los empieces, el 50 aniversario (1973), el 60 (1983), el 70 (1993), que elaboré con el coordinador de este número, Juan José Ventura; y participé en el del 75 (junio del 98) y en el del 90; y ahora, en el del 95. En 1998, preguntaba a un compañero: ¿veremos el centésimo aniversario? Ya falta menos. Faltaremos, como otros, aunque nuestra foto sobreviva al tiempo, a los días y a las noticias de toda una época, que ahora recordamos. (Félix Pinero, director de El Periódico Extremadura entre 1987 y 1988. Publicado en el extra del 95 aniversario el 15/04/2018).

lunes, 2 de abril de 2018

LAS TIERRAS DE GRANADILLA EN EL PARTIDO JUDICIAL DE HERVÁS (1808-1965)


            Con la publicación de este libro,[1] el archivero municipal de Hervás --especialista en Diplomática, Paleografía y Archivística-- cierra su trilogía sobre la antigua villa de Granada (Granadilla), tras abordar en los dos primeros la Edad Media[2], la Edad Moderna en el segundo[3] y, en este último, los vínculos de la antigua villa con el Partido Judicial de Hervás a través de su documentos entre 1808, inicio de la Guerra de la Independencia, y 1965, año de la disolución como municipio del primero.

              Sebastián Caballero delimita en esta última obra los hechos surgidos a raíz de la Guerra de la Independencia hasta el exilio obligado de las gentes de Granadilla, al quedar sumergido gran parte de su territorio por las aguas del embalse de Gabriel y Galán, incidiendo especialmente en el bandolerismo, las guerras carlistas, las desamortizaciones, la abolición de los señoríos y la "frustrada reforma agraria llevada a cabo durante la II República".
 
            Hay dos capítulos en la obra --la nueva demarcación territorial y el llamado por el autor "el éxodo de las aguas"-- que vinculan a la cabecera del antiguo partido judicial de Granadilla y a Hervás como síntesis de la profunda transformación que la Comunidad de Villa y Tierra sufrió durante el proceso que dura todo el siglo XIX.  Granadilla era la sede del partido judicial y compite con Hervás por obtener la capitalidad del territorio. En 1829, el ministro de Justicia envía una carta al regente de la Audiencia de Extremadura, pidiéndole explicaciones sobre las razones de haberle otorgado la capitalidad del corregimiento a Granadilla en detrimento de Hervás. La Audiencia pide explicaciones al alcalde mayor de Granadilla y le solicita un mapa topográfico de dicho corregimiento para contrastarlo con el solicitado por Hervás. La Real Audiencia, examinadas las alegaciones, se inclina por elegir a la villa en detrimento de Hervás. Sin embargo, esta última lo intenta de nuevo en 1833, a raíz de la división de Extremadura en dos: Cáceres y Badajoz, y al pasar Hervás, antes de la provincia de Salamanca, a la de Cáceres, lo que le hacía suponer que la próspera villa se convertiría en cabeza de partido; no fue así y, en 1834, el ayuntamiento hervasense aborda en pleno, sin éxito, la forma de volver a Salamanca. Las vicisitudes por las que pasaría Hervás para convertirse en cabeza de partido judicial pueden verse en otro acta del pleno celebrado en 1868, en los primeros días del Sexenio Revolucionario, en la que se afirma que, ya en 1848,  varios pueblos del partido de Granadilla habían solicitado la traslación de la capitalidad del juzgado a Hervás "por muchas y poderosísimas razones de conveniencia pública". La pretensión se renovó en 1854 por todos los pueblos de la izquierda del Alagón, lo que movió al ministro de Gracia y Justicia a decretar  la traslación de la cabeza de partido a Hervás por Real Orden  de 23 de marzo de 1866. No obstante, este decreto no se llegó a cumplir porque "estaba en contradicción con la ley electoral vigente y por haber entrado a mandar en julio de 1866 el partido reaccionario que acaba de derrocar la nación, y cuyo partido protegía a Granadilla", según el Consejo de Estado. Sin embargo, "al haber desaparecido aquella ley que impedía que el ministro llevara a cabo por sí solo la traslación, esta Junta, en uso de su soberanía, declara que esta villa de Hervás es la capital del Juzgado que fue de Granadilla desde ahora para cuando el Ministerio decrete la reposición del referido Juzgado". Todo esto ocurre en 1868, en plena efervescencia de La Gloriosa, cuando la Junta revolucionaria decide nombrar a varios comisionados y salir en dirección a Granadilla para traerse el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción a Hervás, "ya que según ellos se les había concedido anteriormente por el ministro de la Gobernación desde hacía varios años y había sido también ratificado por el Consejo de Estado". Finalmente, el Juzgado de Primera Instancia se inauguraría oficialmente en Hervás el 8 de enero de 1872 en detrimento de Granadilla.

             La construcción de la presa de Gabriel y Galán, junto a las repoblaciones forestales llevadas a cabo, primero en Las Hurdes y después en Granadilla, tuvieron una decisiva importancia para la configuración del territorio y el futuro de las gentes de la comarca. Siempre se ha sostenido, según el autor, que la presa fue idea del Generalísimo Franco, que no la inauguró, aunque visitara las obras en 1954. Sin embargo, ya en el Plan de Obras Hidráulicas de 1902 se incluía una presa para formar un único pantano en el río Alagón, el denominado de El Molinillo, con un embalse de 36 millones de metros cúbicos, proyectado en la cabecera del río; pero enseguida se dieron cuenta de que, para la altura fijada de 23 metros, solo se podrían embalsar 5 millones de metros cúbicos. Posteriormente, se pensó construir la presa en el estrechamiento del río, a la altura de Cabaloria, donde, con una altura de la presa de 40 metros, se lograría embalsar 80 millones de metros cúbicos. En la II República, un minucioso estudio del río demostró que, más ventajoso que los proyectos anteriores, era un cierre del río aguas arriba del puente situado en el camino vecinal a Guijo de Granadilla, lo que permitiría una mayor capacidad del vaso y la cuenca afluente, al recoger las aguas de los ríos Ladrillar, Hurdano y Los Ángeles, con importantes aportaciones, especialmente en las avenidas. Los políticos de la II República celebraron numerosas reuniones con el fin de llevar a cabo el macroproyecto. "En enero de 1932, Granadilla recibe una invitación del concejo de Coria, invitándole a una asamblea para estudiar los proyectos concernientes a realizar en el río Alagón y sus afluentes para pedir juntos a los poderes públicos lo que proceda". También el alcalde de Hervás fue habilitado para asistir a dicha reunión, con objeto de coordinar las aspiraciones de los pueblos afectados. La Dirección General de Obras Hidráulicas de la República ordenó en septiembre de 1933 que se hiciera un anteproyecto de las obras, titulado Anteproyecto del pantano de Guijo de Granadilla. El 10 de agosto de 1934, la Diputación Provincial de Cáceres, mediante acuerdo plenario, decide que el futuro embalse llevara el nombre del poeta Gabriel y Galán. El 31 de marzo de 1935 se presenta un proyecto reformado, que determina cambiar su situación, cambiando la presa unos 80 metros más abajo de su situación anterior, ya que tendrá mayor solidez, al apoyarse sobre granito y no sobre pizarras, como estaba proyectado. Tras las elecciones generales de febrero de 1936, el diputado socialista Luis Romero Solano hace hincapié en algunos proyectos aprobados por la derecha en la anterior legislatura sobre el pantano de Gabriel y Galán. Una comisión del consistorio de Granadilla se desplaza hasta Plasencia para informarse del proyecto, y no regresa muy convencida. Así, el 11 de abril, alertada por los irreversibles daños que el pantano pueda ocasionar a la villa, el concejo envía una instancia, suscrita por la casi totalidad del vecindario, en la que solicita que, en su día, sea abonada por el Estado la parte de los terrenos que puedan ser afectados por el pantano, sino también toda la riqueza no afectada, tanto rústica como urbana.
  
           Ya en la Dictadura, este último proyecto fue aprobado el 27 de julio de 1940, con algunas modificaciones. Ahora se contemplaba una capacidad de 210 millones de metros cúbicos, una altura de la presa de 45 metros y proyectaba poner en regadío unas 15.000 hectáreas. Las obras dieron comienzo con la publicación del decreto de 23/06/1941, por el que se autorizaba la ejecución de las obras del camino de servicio al pantano. Cuando el ingeniero Juan Bonilla se hace cargo de las obras en 1946, interpreta que era pequeño y que se podía hacer mucho mayor. Por ello, decide modificar el proyecto inicial, y el 28 de abril de 1948 presenta el Primer Proyecto Reformado, que se aprueba el 3 de mayo de 1952, que preveía una capacidad del embalse de 924 millones de metros cúbicos con 32 kilómetros de cola, la altura de la presa sobre el lecho de 67 metros, para una zona regable de 45.000 hectáreas, con un presupuesto de 228 millones y medio de pesetas. Después vendrían otros dos proyectos más: el Segundo prevé determinadas obras auxiliares y el Tercero contempla tres soluciones más referidas a la construcción de las obras extremas de la presa. Este fue el proyecto definitivo, con un presupuesto de 518 millones de pesetas, muy lejos de los 13 presupuestados en 1935. Lo más polémico fue la subida de la cota máxima de la inundación a los 386 metros, que ampliaba la capacidad del embalse y trastocaba la vida de los vecinos de Granadilla, lo que supuso una fuerte discrepancia con Bonilla, que fue apartado de la obra, aunque volvió al año siguiente repuesto por Franco. Por decreto de 27 de enero de 1950, fueron declaradas de urgente ejecución las obras del pantano de Gabriel y Galán a los efectos de la expropiación forzosa de las fincas afectadas por las mismas. En 1954, el Ministerio de Agricultura declara de alto interés nacional la colonización del pantano de Gabriel y Galán y, al año siguiente, el Plan General del Pantano de Gabriel y Galán que había redactado el Instituto Nacional de Colonización. En él se afirma que se proyectan poner en regadío 43.020 hectáreas, divididas en dos sectores. En la margen derecha, 17.870 hectáreas, que discurría por los términos municipales de Montehermoso, Galisteo, Morcillo, Guijo de Coria, Coria, Calzadilla, Casas de Don Gómez y Casillas de Coria, y la irrigada por los canales de la margen izquierda del río, con una extensión regable algo mayor, de unas 26.650 hectáreas, que discurrían por los términos municipales de Valdeobispo, Carcaboso, Aldehuela de Jerte, Galisteo, Plasencia, Oliva, Riolobos, Holguera, Torrejoncillo, Coria y Portaje. El Plan incluía la construcción de nuevos asentamientos o pueblos de colonización aguas abajo del río Alagón hasta Coria, Villar de Coria, Puebla de Argeme, El Batán, Valrío, Sartalejo, Pradochano, Pajares de la Rivera, y Alagón del Caudillo, en el que acabó viviendo el 80 por ciento de la población de Granadilla. El embalse dio lugar a la inundación de 5.036 hectáreas, viéndose afectados parcialmente los pueblos de Zarza de Granadilla, Sotoserrano, Guijo de Granadilla, Mohedas, La Pesga y Caminomorisco ; la inundación total de los pueblos de Martinebrón y Arroyo Franco y el despoblamiento absoluto de Cabaloria y Granadilla. La decisión de expropiar la capital del antiguo señorío se acordó por el Consejo de Ministros el 24 de junio de 1955. El pago de las expropiaciones se efectúa desde 1959 hasta 1973. De los 1.116 habitantes que tenía Granadilla en 1955, se marchó más de la mitad en solo cinco años (en 1960 quedaban 466). En 1967 se dio por finalizado el largo y traumático desalojo. Sus últimos moradores abandonaron el pueblo en 1966...
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[1]  Caballero González, Sebastián: Las Tierras de Granadilla en el Partido Judicial de Hervás a través de sus documentos (1808-1965). Edit. Diputación Provincial de Cáceres. Depósito legal: CC-343-2017; Cáceres, 2018, 449 págs.
 
[2]  Ob. cit.: Granadilla al hilo de la historia (desde los tiempos remotos hasta finales de la Edad Media). Edit.: Caja Duero, Colección Temas Locales, Salamanca, 2004. ISBN: 84-95610-63-9. Depósito legal: S-811-2004.
 
[3] Ob. cit.: La Comunidad de Villa y Tierra de Granadilla en los tiempos modernos. Edit.: Caja Duero, Colección Temas Locales, Salamanca, 2008. ISBN: 978-84-92445-03-5. Depósito legal: S-297-2008.