sábado, 31 de octubre de 2009

GRANADILLA, LA VILLA DE LAS TRES CULTURAS DESTERRADAS

A sangre y fuego, por decretos de la Corona o de la dictadura, las tres culturas que habitaren la villa de Granadilla (Cáceres) fueron desterrados de la fortaleza que fundaren, vivieren y en la que hubieren descendencia bastante para subsistir desde el siglo IX hasta mediados del siglo XX.

Fundan los árabes Granadilla en el siglo IX. En 1160, Fernando II de León la reconquista. La Corona hace merced de Granadilla a Rodrigo Pérez de Villalobos, que fija con el obispo Arnaldo los términos juridisccionales entre los concejos de Palomero y la villa.

En 1489, el Duque de Alba Fadrique Álvarez de Toledo impone una serie de medidas especiales contra los grupos minoritarios judío y árabe: cómo llevar distintivos en su ropa; legisla su apartamiento en juderías y morerías, veta la venta de alimentos a los cristianos, prohíbe trabajar en los días de festividades cristianas, tener juegos… En 1490 hay una aljama, o institución jurídica y administrativa judía, en Granadilla, con una judería apartada desde enero de 1489, que rige la vida de los asentamientos judíos de Abadía y Aldeanueva del Camino. En 1492, los Reyes Católicos hacen público el Decreto de expulsión y conversión de los judíos. El 19 de diciembre del mismo año, publican una Carta de Amparo que permite el retorno judío, previa conversión al cristianismo, y la devolución de los bienes y deudas depositados en terceras personas. En mayo de 1493, los alcaldes de la villa y tierras de Granadilla reciben un mandamiento de los Reyes Católicos por el que se ordena congelar el pago de las deudas a los judíos exiliados del señorío, entretanto la Corona resuelve de quién es la propiedad. El 4 de abril de 1609 se produce el decreto de expulsión de los moriscos. A lo largo del año siguiente, recibirán la orden de expulsión los moriscos de Extremadura, Aragón, Castilla y Andalucía, con Felipe III.

El señorío de Granadilla ha pasado por las manos de maestres de la Orden de Santiago, infantas e infantes, señores de origen judío… En 1444, Juan II expropia al Conde de Alba los señoríos de Granadilla, Montemayor y Miranda del Castañar. En 1446 pasa a la Casa de Alba hasta 1830.

Los cristianos construyen su templo dedicado a la Asunción entre 1515 y 1520. En 1521 celebran culto en él por primera vez. En 1837, la Diputación Provincial de Cáceres, recién constituida, ordena la disolución de la Junta de Sesmeros de la Villa y Tierra de Granadilla. En 1837 se disuelve su señorío. El 15 de enero de 1932, el ayuntamiento de Coria invita al de Granadilla para estudiar el proyecto de embalsamiento del río Alagón. En 1939, ya con el Generalísimo Franco en el poder, se inician los expedientes expropiatorios del término de la villa, tanto de fincas rústicas como urbanas, tramitado por el procedimiento de urgencia. En 1950, por Real Decreto, se declara la urgente construcción del pantano de Gabriel y Galán. En 1955, el Consejo de Ministros acuerda el terreno inundable. En 1957 se inician las obras de construcción del embalse, que concluyen en 1962. El 6 de mayo de 1965, culmina el proceso de disolución del municipio por Real Decreto 1.347/1965. El 31 de julio de 1965 se firma la última acta del libro de sesiones.

Árabes, judíos, moriscos y cristianos…, todos fuera, por la fuerza de las armas los primeros, por su fe los segundos, por el desarrollismo franquista los últimos.

Vísperas del Día de Difuntos, la villa perdida recibe mañana a sus últimos habitantes y descendientes nacidos en el exilio. Solo rezos y lágrimas por quienes allí duermen para siempre.

Ya los árabes cantaron la humillación vergonzosa de los pueblos desterrados. En 1248, el poeta Ar-Rundi escribe tras la caída de Sevilla a manos de Fernando III:

“¿Oh, quién reparará la humillación de un pueblo que una vez fue poderoso, un pueblo al que ha cambiado la situación de injusticia y los tiranos?/ ¡Ayer eran reyes en sus propios hogares, pero hoy son esclavos en la tierra de los infieles!/ Los verás desconcertados, sin nadie que los guíe, portando el paño de la vergüenza en todas sus formas,/ y contemplarás su llanto cuando son vendidos, el miedo en su corazón y el dolor que los embarga.”

Como los árabes, sus fundadores, los judíos y los moriscos, los cristianos de Granadilla hubieron de asumir la vergüenza de un destierro obligado, impregnado en su esencia por un autoritarismo salvaje. “¡Váyanse ya; llévense hasta las sillas”, les decían a nuestros padres…

Cantaren los cristianos su aflicción en su “Salve Regina”: “Salve, Regina, mater misericordiae: vita, dulcedo, et spes nostra, salve. Al te clamamus exsules filii Hevae. Ad te suspiramus, gementes et flentes in hac lacrimarum valle…” (Salve, Reina, madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas…)

Dios había advertido a Moisés que los israelitas no podían reclamar derechos de propiedad sobre la Tierra Prometida: todos ellos eran simples inquilinos, huéspedes temporales en una tierra que debemos compartir de la mejor manera posible: “La tierra no puede venderse a perpetuidad, pues Mía es la tierra, ya que vosotros sois para mí como extranjeros o peregrinos.” (Levítico, 25:23). Asimismo, según el Corán, ningún pueblo puede reclamar el monopolio de la verdad revelada, pues cada pueblo ha sido bendecido con profetas y mensajeros. La historia continúa…

La tierra prometida para los cristianos de Granadilla era Alagón, del Caudillo antes; Alagón a secas después; hoy Alagón del Río, municipio independiente; pero hubieren de pagar, para tomar posesión de su casa y parcela, el 80 por ciento del coste total impuesto por el Instituto Nacional de Colonización; las expropiaciones sin satisfacer, los bolsillos vacíos… Se produjo una segunda inmigración, esta voluntaria, hacia otros territorios de España.

No resistió Granadilla tantos asaltos a su fortaleza. Árabes, judíos y cristianos dejaron allí sus vidas y haciendas, sin lágrimas para el exilio forzoso.

En 1989, Pedro Almodóvar rueda, en una villa ya destruida, las últimas escenas de su película “Átame”. Ha invitado el protagonista, Ricki, (Antonio Banderas) a su seducida Marina (Victoria Abril) a visitar su pueblo: “Mira --le dice--: está aquí, entre Plasencia y Hervás.” Ya Ricki en lo alto del castillo, ve llegar un vehículo por el camino polvoriento. Llegan Marina y Lola, su hermana (Loles León). De regreso, entona ésta la canción del Dúo Dinámico: “Resistiré”:

Cuando pierda todas las partidas
Cuando duerma con la soledad
Cuando se me cierren las salidas
Y la noche no me deje en paz.

Cuando sienta miedo del silencio
Cuando cueste mantenerme en pie
Cuando se rebelen los recuerdos
Y me pongan contra la pared.

Resistiré, erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte

Soy como el junco que se dobla
Pero siempre sigue en pie
Resistiré para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré

Y aunque los sueños se me rompan en pedazos

Resistiré, resistiré
…”

Granadilla resistió el último asalto a su fortaleza: en 1979 se rehabilitó el castillo; en 1980 fue declarada monumento histórico-artístico; en 1984 se iniciaron las obras de recuperación gracias al Programa Interministerial de Pueblos Abandonados. Mañana, los cristianos de Granadilla tornan a ella para honrar a sus muertos, “gementes et flentes, in hac lacrimarum valle”...

domingo, 25 de octubre de 2009

ELOGIO DE LA POLÍTICA

Los sucesos de presunta corrupción política, dados a conocer este fin de semana en Plasenzuela y Torremocha (Cáceres), tienden a acentuar en el ciudadano la idea de que vivimos en un mundo corrupto y que, por ello, todos los políticos lo fueren. Además de una generalización sin entidad “per se”, constituye un peligro para el sistema democrático, pues tiende a dinamitar las bases mismas del Estado de Derecho: la convivencia en paz basada en la justicia, en la que hemos de creer; la presunción de inocencia, que se les supone, y la identificación del político como una concepción fatalista de la política y el ejercicio del poder, ilustrada en la historia por Carl Schmitt y Maurice Duverger, como “el juego o dialéctica amigo-enemigo que tiene en la guerra su máxima expresión”, o “la lucha o combate de individuos y grupos para conquistar el poder que los vencedores utilizarían en su provecho”.

Ya los partidos políticos se posicionaron ayer ante los hechos: mientras el secretario provincial del PSOE de Cáceres, Juan Ramón Ferreira, recordaba que el alcalde de Plasenzuela había sido apartado de su cargo por el partido un año después de las elecciones (en 2008), “cuando se advirtieron las primeras sospechas de irregularidad”, y que el partido había sido el primero en ponerlo en manos del fiscal, el PP anunciaba que abría una investigación interna para conocer el alcance de las presuntas irregularidades de su alcalde en Torremocha. El primero se enteró a tiempo y actuó en consecuencia; los otros conocen las “presuntas irregularidades” por los medios de comunicación “a posteriori”… El primero mira por los ciudadanos; al segundo solo le interesa el poder por el poder mismo.

Ya advertía Ferreira ayer que “no puede ponerse en duda la honorabilidad de miles de cargos públicos que trabajan por el bienestar de sus ciudadanos” y que “seguirá actuando con la misma diligencia ante cualquier sospecha de irregularidad”, porque “una oveja negra no hace todo el rebaño”.

Los alcaldes y concejales de nuestros municipios llevan a cabo una labor la más de las veces incomprendida, no valorada lo suficientemente por los ciudadanos, en cuyo beneficio gobiernan, dejándose la piel en el empeño a favor de la concepción moral de la política, definida como una de las actividades más nobles del ser humano, que implica una labor de servicio a los demás, viendo a estos como la generalidad o pueblo.

La política (del griego “politikós”, ciudadano o civil) es la actividad humana que tiende a gobernar y dirigir la acción del Estado en beneficio de la ciudad, el proceso orientado ideológicamente hacia la toma de decisiones para la consecución de los objetivos de un grupo.

Ya el vocablo “política” fue utilizado en Atenas a partir del siglo V a. d. C., en especial gracias a la obra de Aristóteles del mismo título, que definía al ser humano “como un animal político por excelencia”.

Habría que recordar la historia de Pericles, “strategós autokrator”, el estratega supremo, el comandante en jefe de la polis griega, la ciudad-estado de Atenas, durante el siglo V a. d. C., que fue elegido durante casi treinta años, anualmente, por el pueblo y cuya carrera política se vio enturbiada en los últimos años de su vida por una presunta desviación de fondos públicos en los planes de construcción de la acrópolis. Pericles no pudo justificar un gasto de diez talentos… Nada nuevo bajo el sol, y ya ha llovido…

Sin embargo, los ciudadanos no pueden ni deben perder su fe en la política ni en los políticos, muy a pesar de la frase de Lord Acton: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.” Al contrario, habrían de asumir la teoría expresada en su día por el profesor Tierno Galván: “Los bolsillos de los gobernantes han de ser de cristal.”

En el caso de Extremadura, recuerdo la respuesta que me diera a mi pregunta durante una entrevista periodística el escritor y académico regional, fallecido al año siguiente, Pedro de Lorenzo, sobre la teoría del político: saber llegar, saber permanecer y retirarse a tiempo: “Me apasionó mucho la política. No hay que tener el desprecio que se suele tener ya: ése es un político, ¡Hombre, claro!, ¿le parece poco? Lo que ocurre es que es algo muy difícil, que le lleva a uno la vida toda en su trabajo, incluso su propia existencia, la responsabilidad política. De manera que sí me parece una figura apasionante el político. Y como es una situación de muchísimos matices, en la política caben, en actuaciones todas, lo bueno y lo malo.” (Véase El Periódico Extremadura de 16 de mayo de 1999, págs. 10-11).

Recordaba el gran historiador inglés de las civilizaciones, Arnold J. Toynbee, que “el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por quienes sí se interesan” o, más edulcoradamente, en frase de Paul Keley, “es el arte de evitar que la gente se preocupe de lo que le atañe”; pero no en las palabras de quienes avisaban sobre el peligro de las dictaduras, como Cicerón: “Ninguno debe obedecer a quienes no tienen derecho a mandar” porque, de lo contrario, hubiéramos de preguntarnos, como él, en el Senado romano: “Quosque tamdem, Catilina, abutere patientia nostra.” (¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia, Catilina?)

Las sociedades deben tener una estructura según el apetito, espíritu y razón del alma; pero, recordaba Platón, al explicar esta estructura tripartita de clases, que “la razón y la sabiduría son las que deben gobernar, porque si las diferentes naturalezas buscan solo uno de estos poderes exclusivamente, los ciudadanos no tendrán paz, ni tampoco la raza humana en general”.

El bipartidismo actual con el que la sociedad española ha optado para el gobierno de los asuntos públicos se ha revelado, como en el caso que nos ocupa, suficientemente a lo largo de nuestra reciente historia. No está demás recordar, por último, las palabras del que fuera presidente socialista de la República francesa, François Miterrand. “Los franceses hacen huelga los lunes porque sube el pan; los martes se manifiestan porque ganan poco; los miércoles protestan por la falta de libertades… y el domingo votan a la derecha…”.

El político, ya fuere alcalde, concejal o diputado, nos recuerda cada día la noble expresión y traducción de la política como servicio a los ciudadanos y sus pueblos. Éstos, en cambio, solo se acuerdan de ellos cuando truena, como de santa Bárbara, como si en la mínima expresión de la estructura social, ya fuere la familia, la comunidad de vecinos, el pueblo o la ciudad, no hubiere oveja negra alguna que oscureciere el limpio cielo de nuestra paz, creada por todos a base de tantos sacrificios y mártires… La política sí es el arte de lo posible y los políticos, sus hacedores, valedores del poder delegado que ostentan, porque se lo dimos como sujetos de la soberanía nacional, según la Constitución, en beneficio de la comunidad toda, no de unos pocos.

lunes, 19 de octubre de 2009

“RELOJ, NO MARQUES LAS HORAS…”

Cuando el 20 de septiembre pasado, la selección española de baloncesto se proclamó campeona de Europa en Polonia, nadie podía entender la despedida del periodista Andrés Montes, de “La Sexta”, donde, desde 2006, había logrado imponer un sello distintivo particular a sus retransmisiones, ya fueren de fútbol o de baloncesto.

No hubo explicación alguna, si acaso una de sus frases archiconocidas: “La vida puede ser maravillosa.” En aquel momento, como en otros muchos, la vida lo fue para quienes, espectadores de un triunfo deportivo de la selección de baloncesto, alimentaban su autoestima en la esperanza de que “tiempos mejores vendrán” a pesar de las dificultades.

Andrés Montes, periodista y locutor deportivo desde 1980, forjó en sus retransmisiones un estilo distinto de la crónica y distante frente a los locutores de la vieja escuela, que a nadie dejaba indiferente, que a muchos hacían sonreír, en otros suscitare la crítica, pero que a nadie dejaba indiferentes.

Acostumbrados, como estuvimos durante una larga época a la sabiduría del maestro Matías Prats padre, en partidos abúlicos o en corridas de toros plúmbeas, que convertía en espectáculos distintos a los que veíamos, hasta agradables al oído; a la intelectualidad solemne de Juan Antonio Fernández Abajo en el gran Mundial de Méjico 70, Montes rompió moldes con sus motes para nombrar a los jugadores; con sus frases, no por estereotipadas, para narrar las secuencias del juego; con su invocación, no al Espíritu Santo, sino al propio espectador para provocar su atención: “el fútbol, pasión de multitudes”, “porque la vida puede ser maravillosa”, “Tiki-taka, tiki, taka”, para referirse esta última al toque de balón de la selección de fútbol, que ganara la Eurocopa del pasado año en Austria frente a Alemania.

Hay otra frase a la que apelaba, que delataba su origen cubano por parte de madre: el título de la canción “Reloj, no pares las horas…”, compuesta por Roberto Cantoral y cantada, entre otras decenas de artistas, por Lucho Gatica, Plácido Domingo, Joan Báez, Dalida o Luis Miguel… No quiso Montes despedirse con ella, sino que memoró este título; porque la vida, sí, “puede ser maravillosa”; pero la muerte le llegó menos de un mes más tarde, a una temprana edad, y no quiso remarcar la hora en una tilde que todos tenemos marcada.

“¡Reloj, no marques las horas,
Porque voy a enloquecer,
Ella se irá para siempre
Cuando amanezca otra vez.

No más nos queda esta noche
Para vivir nuestro amor
Y tu tic-tac me recuerda
Mi irremediable dolor.

Reloj, detén tu camino
Porque mi vida se apaga.
Ella es la estrella
Que alumbra mi ser.

Yo sin su amor no soy nada.
Detén el tiempo en tus manos
Haz esta noche perpetua
Para que nunca se vaya de mí,
Para que nunca amanezca.”

La versión de Armando Manzanedo, con letra añadida de Ángel Shalom, hubiere predicho una muerte anunciada; pero Vicente Montes, en la alegría que nos transmitía, no quiso, porque no lo sabía ni deseaba, transmitirnos la desesperanza de la muerte, sino la fe en la vida, que es y “puede ser maravillosa”.

“Salinas, ¿dónde están las llaves?, “ET (Pau Gasol), “Míster Catering” (José Manuel Calderón), “Espartaco” (Felipe Reyes), inducían a sus compañeros comentaristas, en cuyo conocimiento del juego se apoyaba (Salinas, Francisco Narváez “Kilo”, Epi o Iturriaga), a seguir comentando los avatares del juego, como si nada pasare, menos las horas.

“Reloj, no pares las horas”, el mismo título que Antonio Burgos diera a una semblanza histórica del último medio siglo, se ha parado para siempre, sin que el tiempo pudiera detenerse en su voz, las del colega bajito, de piel morena, gafas redondas y pajarita, que en Tokio, Viena o Katowice, no pudo nunca decir:

“Reloj, detén tu camino
Porque mi vida se apaga.”

Muy al contrario, la vida, como la autoestima que nos ofrece el deporte en la victoria o la humildad en la derrota, como espectadores o practicantes, pueden ser, además de una pasión de multitudes, el péndulo en el reloj de nuestra vida, la estrella que alumbre parte de nuestro ser

domingo, 18 de octubre de 2009

PACIENTE Y CLIENTE

A Ceciliano Franco, director del SES

Contaba el maestro Lázaro Carreter, conocedor del castellano como pocos, una anécdota propia de cualquier conductor de automóvil. En cierta ocasión, le detuvo la Guardia Civil de Tráfico; le pidieron el carné de conducir. Buscó el maestro entre los papeles del vehículo, en los bolsillos de su chaqueta, y no lo hallare. Quizá se lo habría dejado en alguna otra chaqueta en su casa. Un guardia le dijo entonces:

-Pues tengo que multarle…

-Pues múlteme usted-, le respondió.

Tras extenderle la denuncia, y leerla, Lázaro Carreter puso el grito en el cielo al ver el motivo: “por no tener carné”. Se asustó el guardia al ver su compungido rostro.

-No puede usted multarme por esto, porque tendría que demostrar que no estoy en posesión legal del carné, y el caso es que lo estoy, pero lo habré olvidado en casa. Usted puede multarme por no mostrárselo o por no llevarlo conmigo…

Le explicó el profesor la diferencia del vocablo en el contexto concreto; se presentó oficialmente a la pareja; le dio cumplidas explicaciones de castellano…

-Pues siempre lo ponemos así-, le replicó el agente.

-Muy mal puesto…

-Bien, bien: se lo diré a mi teniente…

-Pues dígaselo usted a su teniente…

-Está bien. Prosiga su camino…-, y le perdonó la multa, al verse pillado él mismo en una incorreción lingüística y legal que, sabiamente recurrida y demostrada, no tendría visos de prosperar por la inadecuada utilización del verbo, independientemente de lo que diga el Código de Circulación, que reza lo mismo que el conductor le advirtiere.

Recurro a la anécdota para referirme a otro equívoco, no menor por ‘provocativo’ en la utilización de dos vocablos distintos y distantes, con significación propia cada uno, pero que en ocasiones se mezclan y confunden, y que ahora es ‘pasto de las llamas’ porque acrecienta el gasto farmacéutico extremeño a niveles insostenibles por parte de los malos pacientes.

Un paciente es, según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), “la persona que padece física y corporalmente, y especialmente, que se halla bajo la atención médica” o aquella “que es o va a ser reconocida médicamente”, mientras que el cliente es “la persona que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o empresa”.

En el Centro de Salud, en el hospital o en consulta privada, somos pacientes; y clientes, en el comercio, en la cafetería o en el supermercado…

En cierta ocasión, me hallaba como paciente bajo los cuidados de un podólogo, y se refiere a mi persona como ´cliente´. Le reconvine:

-No, no, No soy cliente suyo, sino paciente, porque estoy con un especialista, en un acto médico que usted ejerce, y padezco el mal que pretendo que usted me cure… Comprendió “ipso facto” tras mi explicación.

Voy a una farmacia a por una receta y el mozo de botica me llama ´paciente´. Le hago ver que estoy allí porque soy paciente, pero que en ese lugar soy cliente, porque es un negocio público en el que te dispensan lo que el médico te ha prescrito para recuperar la salud. Otra cosa es que me pida la receta o la tarjeta sanitaria del paciente, a la que está obligado, como el guardia al solicitar el carné de conducir.

Ahora resulta que los pacientes no tienen paciencia, no para curarse sus males, sino para rellenar su botica particular. La receta electrónica, en vigor en Extremadura desde marzo, ha disparado las alarmas ante el elevado consumo farmacéutico al que ha de hacer frente el Servicio Extremeño de Salud (SES), que ha subido un 8,12 por ciento en el primer semestre de este año con respecto al anterior. Y todo esto, por qué, cuando ha sido un magnífico invento, que libera a los médicos de Atención Primaria de una sobrecarga de trabajo administrativo en la dispensación de recetas, y que les permite atender más y mejor a quienes acuden a ellos por alguna dolencia.

No hace falta que la enfermera pregunte por los que vienen a por recetas, como antes. La receta electrónica permite al paciente no acudir a su médico con tanta asiduidad, y a ellos, la ventaja de acudir a su farmacia a por los medicamentos que necesiten, pero no para llenar el almacén de su botica particular, sino solamente para los que fueren necesitando.

La receta electrónica se ha extendido en Extremadura para un 60 por ciento de las prescripciones médicas; pero los pacientes impacientes envían a la botica mayor a sus mozos o mozas para que se las rellenen, porque la tienen en casa y no necesitaren ir al médico y esperar largo tiempo.

¿No hay guardia que pueda poner coto a estos desmanes impacientes? La receta electrónica prevé en su prescripción una fecha de caducidad que, si obra en el ordenador de las farmacias, es fácil deducir, por la fecha, que aún conserva el paciente medicina bastante hasta el día señalado como para que el boticario le expenda otra en su calidad de cliente, porque, como paciente, ya la hubiere.

En otra ocasión, le solicito a una camarera que apague la música disco porque estamos viendo un partido de fútbol por la tele. Se niega porque tiene “órdenes del amo” de tenerla siempre puesta. Pero, ¿quién manda aquí: el amo o el cliente?”, le pregunto. “El amo”, me contesta”. “Muy bien, pues quédense usted y el amo con su propiedad porque me voy a otro sitio más tranquilo y menos ruidoso…”
La impaciencia nos convierte en malos pacientes; y la falta de profesionalidad, no precisamente la médica, hace perder clientes a quienes, con asiduidad, utilizábamos los servicios de un profesional o una empresa. La crisis es otro cantar, porque el paciente ha de tener paciencia y los profesionales, atender a sus clientes como los doctores a sus pacientes, nunca al revés.

No confunde la lengua, sino su sabia utilización, como la receta electrónica o el porqué de una infracción al Código de Circulación. No “tener el carné”, como escribiera el guardia en su denuncia, no implica no poseerlo, sino no llevarlo consigo y mostrárselo al guardia que te lo solicita; no tener medicamentos, no quiere decir que se hayan acabado, sino que el paciente es un “divino impaciente” y acaparador de un bien particular, pero que pagan los servicios públicos de Sanidad.

jueves, 8 de octubre de 2009

PRIMA SUPRA PARES

Semeja la alcaldesa de Moraleja, doña Concepción González, en su discurso político, a los abogados de Il Cabaliere, para quienes “su primer ministro está por encima de los demás parlamentarios, ministros y conciudadanos, ya que cumple una delicada responsabilidad ejecutiva”. Berlusconi no es, para sus abogados, que le defienden ante el Constitucional italiano, sobre su propia inmunidad, un primus inter pares, sino un primus supra pares, ya que, según la nueva electoral italiana, el elector solamente vota por el líder de la lista y “es el único que recibe su legitimidad de la voluntad popular”. (Véase “El País del 7-10-2009, pág. 2).

¡Qué lejos nos queda esto a los españoles que, como doña Concha, olvidan el artículo 9.1 de la Constitución Española: “Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.”

La alcaldesa de Moraleja asume, como los abogados berlusconianos, que en su pueblo no es solamente una prima inter pares, sino una prima supra pares. Prima inter pares (en la antigüedad primus inter pares), el primero entre iguales, hacía referencia a la figura del emperador que, en las primeras fases del Imperio, buscaba aplacar a quienes deseaban un retorno a la República. En nuestro país, la frase latina hacía referencia al estatus de un caudillo o rey en relación a un estrato inferior de vasallos, que mantenían fuertes cuotas de poder, especialmente militar. En la antigua Grecia, en las tribus germánicas, en el feudalismo de la Alta Edad Media, en la monarquía visigoda, halló el primus inter pares su aposento. Después, la acepción se utilizó para señalar a una persona como el mayor o más importante dentro de un grupo, mirada con autoridad o importancia especial por sus pares, el líder extraoficial de un grupo. ¿Se considera doña Concha una prima inter pares entre los suyos? El alcalde o alcaldesa no puede considerarse el primer edil porque, en su calidad de tal, es igual, al resto de los elegidos: es simplemente el alcalde o alcaldesa, pero nunca una prima supra pares, porque su autoridad deviene de la Constitución y de las leyes, a la que todos los ciudadanos están sujetos, por mucho que algunos medios la señalen como “la prima edil” porque, en todo caso, no es una prima inter pares, y menos aún, una prima supra pares.

De aquel viejo sintagma latino subyacen, todavía hoy, como pretenden los abogados del primer ministro italiano, la vieja concepción romana y medievalista del primus inter pares: el primer ministro en algunas naciones de la Mancomunidad Británica, el presidente de la Comisión Europea, el Chief Justice de los Estados Unidos, el decano del Colegio Cardenalicio, el Patriarca Ecuménico de la Iglesia Ortodoxa, el arzobispo de Canterbury o el primus inter pares de la Confederación Helvética, uno de los siete ministros cuyo cargo rota cada año; pero no: la alcaldesa de Moraleja asume ser una prima supra pares (la primera sobre iguales) por encima de la ley y del bien y del mal.

Los cardenales de la Santa Iglesia Romana son considerados príncipes de la Iglesia, porque todos los menores de 75 años que participan en el Cónclave, son electores y elegibles; es decir, pueden ser papas y, por tanto, sucesores del trono de San Pedro. La alcaldesa de Moraleja no se considera un princeps ecclesiae, porque es mujer. Y no puede participar en el Cónclave; pero sí una regina ecclesiae, una reina de su iglesia particular.

Cuando, en cumplimiento de una resolución judicial, entrega a la oposición las cuentas de 2007, lo hace en papel: 6.000 folios malgastados, y acusa al PSOE de dejar abandonada la documentación como señal de que no le interesaba, sino solo manchar la gestión de su equipo; le acusa de mezclar la sentencia con otros asuntos; de mentir, de obstrucción a su santa causa, y se declara a sí misma libre de culpa, confesa y con la penitencia cumplida, como si la hubiere hecho ante un princeps ecclesiae.

Olvida la señora alcaldesa de Moraleja las resoluciones de 28 de julio de 2006, de la Intervención General del Estado, por la que se recomienda un formato normalizado de la cuenta general de las entidades locales en soporte informático que facilite su rendición (BOE núm. 189, de 9 de agosto de 2006) o la Resolución de 30 de marzo de 2007, de la Presidencia del Tribunal de Cuentas, por la que se hace público el Acuerdo de Pleno, de 29 de marzo de 2007, que aprueba la instrucción que regula el formato de la Cuenta General de las entidades locales en soporte informático y procedimiento telemático para la rendición de cuentas, vigente a partir de julio de este año.

Doña Concha revuelve las acusaciones de la oposición sin contestar a la mayor y se marcha a la calle con la menor; pero no despeja la incógnita de sus acusaciones, porque, quién la obstruye, si no deja hablar; si echa a los concejales del pleno a las mínimas de cambio; si le entrega 6.000 folios que habrían de llevarse en carretillas, como antes se hacía con los Presupuestos del Estado cuando entraban en el Congreso… La prima supra pares debería confesarse ante un princeps ecclesiae y no olvidar nunca que “dos no riñen si uno no quiere”, o la frase, también latina: “Terrena pax imago et fructus est pacis Christi qui est princeps pacis.” (La paz terrena es la imagen y el fruto de la paz de Cristo, que es el príncipe de la paz); pero sigue empeñada en azuzar la guerra y no en aliñar la paz, que tanto desearen los habitantes de su regina ecclesiae, para mayor honra y prez de su pueblo.


sábado, 3 de octubre de 2009

ODA A LA TORTA DEL CASAR

A Ricardo Regalado, presidente de la D. O.
Blanda pasta de leche cruda
Que a las papilas gustativas
Ofrece el dulce fruto de las lanudas
Tras su cortezas semiduras admirativas.

De merinas y entrefinas fue su tronco
Blanda pasta untable, corteza semidura
Que en su ligero sabor amargo entronco
Entre el ocre y amarillo de su textura.

Olor intenso, sabor desarrollado en la llanura
Untuoso manjar que los cielos casi apuran
Cuajo vegetal madurado en el cardo
En cuatro semanas enteras de resguardo.

De los prados y de las ovejas de sus campos
Surgiste como referente agasajosa
Del palpitar de tus ovejas en sus escampos
Cremosa pasta blanda por apetitosa.

Veinte ovejas ordeñadas para un kilo
En cajitas redondas de madera o esparto.
Roja etiqueta en tipografía de oro
Bandera del Casar en su peristilo.

Endivias, tallarines, arroz a la milanesa,
Huevos al plato, sopas de cebolla,
Escalope de cerdo empanado,
Solomillos de ternera,
Milhojas de membrillo,
Suprema de salmón con crema,
Mousse de tarta del Casar suprema
En los horneados con su crema.

Torta del Casar de Cáceres
Reina mundial del paladar por tan sabrosa.