jueves, 25 de julio de 2013

“UN SOL DE CIUDAD”



Hay pueblos y ciudades para cada estación. Una estación marca a un pueblo y a una ciudad. Solo una de ellas, y ese pueblo, esa ciudad, fueren más pueblo y ciudad. Hibernan durante el resto del año, a la espera de su estación. Lejos de sus pueblos, de su ciudades, hay hombres y mujeres que esperan ansiosos su estación. Otros muchos ven pasar las estaciones allí donde moran, sin otro horizonte que el diario de los días y quehaceres.

Los urbanitas aman el pueblo; los ruralitas, ansían un día ir a la ciudad. Los hombres y mujeres del interior no han visto quizás el mar; no verán nunca ese horizonte por donde sale el sol y la luna crece; por donde, de cuando en cuando, un pequeño velero surca sus aguas y, ahora, anclado, busca su pesca. No hay para los hombres de interior otra sorpresa mayor que llegar a la costa y descubrir la quietud e infinitud del mar; como quizá para los hombres de la mar, descubrir la quietud y el silencio de la dehesa extremeña.

Hubiere en España pueblos hermosos, perdidos, ignotos; y otros, abiertos a la mar, con el horizonte inabarcable donde la vista no alcanza. Hemos conocido, por igual, esos pequeños pueblos de interior y los pueblos de pescadores convertidos en emporios turísticos de verano. No han perdido estas ciudades, estos pueblos de pescadores de antaño, que triplican su población en verano, sus orígenes de pueblo, su grandeza de ciudad.

Un lejano día, un amigo, fervoroso de ese rincón, nos habló de un pueblo de pescadores, de esa belleza de ciudad en verano, a la que fuimos llamados el año en que Perico Delgado ganare en 1988 el Tour de Francia; y tornamos a ella desde entonces, pendientes de ver el mar, la ciudad que nos hechiza, nos llama y reclama, como en los versos de Alberti:


“Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
iza al aire este lamento:
 
¡Ay mi blusa marinera!
Siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera.”

Hay en Andalucía un pueblo de pescadores convertido en ciudad, como tantos otros de España. Censa, fuera del estío, algo más de 71.000 habitantes; en verano, 250.000. Hemos visto crecer esa ciudad antes de la crisis y en ella: cada dos años, un nuevo hotel, un nuevo aparcamiento subterráneo, un nuevo monumento en su Paseo Marítimo, nuevos aparatos metálicos y de madera para gimnasia en sus playas.

Fuengirola es un sol de ciudad. Lo dice su lema turístico; lo proclama ella misma tras dejar atrás los recovecos curvilíneos de la N-340, por la avenida de Carvajal, entrando desde Benalmádena Costa, amparados por las Sierra de Mijas. El Sol sale por Fuengirola antes que por Antequera y, tras pasar ambas sierras, el astro rey se adueña del valle andaluz todo.

Es ciudad, cada día más. Pero pueblo aún en su segunda y tercera línea de playa, con las pequeñas casas de pescadores aún en pie. Más ciudad en sus infraestructuras, ya en la playa o en el río; en sus nuevos edificios públicos, como el ayuntamiento, con una gran plaza abierta ante él, con bancos y árboles y, cómo no, con aparcamiento subterráneo.

Mucho hubiere que ver su alcaldesa en el devenir de su ciudad. A finales de los ochenta, en precampaña electoral, se acercó tres veces a la sede de su partido, que halló cerrada. Dejó una nota bajo la puerta con su nombre y teléfono, y esta melancolía. “Soy... Así no ganaremos las elecciones”... Fue llamada a capítulo; presentó sus credenciales; la incluyeron en la lista; salió elegida concejala. En el 91 fue elegida alcaldesa, hasta que en el 93, una moción de censura la apartó del cargo. Diputada al Congreso ese mismo hasta 1995, en que fue elegida alcaldesa por mayoría absoluta desde entonces hasta hoy en los sucesivos comicios. Diré su nombre y apellidos: Esperanza Oña Sevilla.

En precampaña y campaña electoral, Oña visita a los hoteleros y comerciantes de la ciudad. A todos conoce y saluda, como a Miguel, quien tiene una foto con ella en su bar “Tango”, de Los Boliches. Espe es un ángel en su ciudad, un sol en el sol de la ciudad, que tiene, además, en su corporación una concejala para los Extranjeros Residentes, Katja Westerdahl, y un extremeño, Javier García (Villamiel, 1973), licenciado en Derecho por la Uex.

Antes de la salida del sol, el Paseo Marítimo se puebla de paseantes y deportistas: unos hacen footing, otros pasean, otros van en bici acompañados por sus perros... Mientras, la brigada verde va dejando el paseo como los chorros del oro y de paso, como cada año, los turistas reconocen a la mujer morena, la cordobesa Carmen, la mejor limpiadora de la ciudad, a quienes reconocen y saludan:

--Buenos días, Carmen...

--Buenos días, corazón...-, responde atenta.

Cada año, también, echamos de menos a quienes nos dejaron desde el último año: a Juan, el hamaquero de “La Ponderosa”, cuyo negocio continúa su hijo Alexis; al comandante del bar de Miguel, en Los Boliches; pero también nos reencontramos con Elena, en Gate Plaza, que sirve desayunos a los madrugadores con su eterna sonrisa, y donde está la peña de Juanito, el entrenador del Mérida fallecido en trágico accidente; con Olga, en “Nabuco”...

Fuengirola vive y se ensancha con esta gente humilde, pero grande, como su alcaldesa, y con quienes la pusieron en el mapa de España: Theresa Zabell, regatista y medallista olímpica; María Barranco, actriz; Joaquín Salvador Lavado Quino, dibujante; Juan Gómez Juanito y Jesús Gámez, futbolistas; Anni B. Sweet, cantautora; Antonio José Galán y Miguel Márquez, toreros; Manuel Gómez López, pintor-ilustrador; Valeriano Claros Guerra, director de la Agencia Espacial Europea; Julio Anguita, ex coordinador general de IU..., como ella, Esperanza Oña, en “un sol de ciudad”.


sábado, 20 de julio de 2013

CHANTAJE AL ESTADO, TRAICIÓN AL PARTIDO


Una cosa es el chantaje al Estado, y otra, la traición al partido. No puede decirse, como afirma Rajoy, que el “Estado no admite chantajes”, en referencia a los “papeles de Bárcenas” y sus revelaciones antes negadas por activa, media y pasiva, y ahora, encriptadas, a la espera de su verificación o revelación definitiva.

Bárcenas no chantajea al Estado, sino a su partido, del que fue tesorero durante dos décadas, y cuyos secretos inconfesables fue anotando en sus cuadernos -los “papeles de Bárcenas”- para ir soltándolos ahora ante el juez Ruz como defensa vengativa para extrapolar sus culpas a otros, sus anteriores jefes, que lo han dejado a los pies de los leones tras su despido y “pago en diferido”.

Si alguien ha chantajeado en España al Estado han sido las organizaciones terroristas y los nacionalistas excluyentes, como si el denominado “ámbito vasco de decisión” del PNV o el “derecho a decidir” de CIU no hubieren nada que ver con él y, aun necesitando su placet para lograr sus propósitos, antepusieron sus intereses al ordenamiento jurídico del propio Estado, que ni puede, ni debe, admitirlos.

En una situación como esta, el jefe del Gobierno debería acudir al mejor referente histórico del chantaje político frente al Estado: “Roma traditoribus non praemiat” (Roma no paga traidores). Se atribuye esta frase al cónsul romano Quinto Servilio Cepión, hermano y sucesor de Serviliano, quien respondió así a los ursonenses Audax, Ditalcos y Minuros, sobornados por los romanos para asesinar a Viriato, en el año 138 a.C., principal caudillo lusitano que hiciera frente al expansionismo del Imperio entre el Tajo y el Guadiana.

Tras asesinarle mientras dormía, y volver al campamento romano para cobrar la recompensa prometida, el cónsul se la negó con la célebre frase que pasó a la historia, como símbolo de que el Estado de Derecho no paga ni a los traidores “per se”, ni a los traidores “por encomienda”.

Viriato fue despedido por sus soldados con los honores debidos a un líder defensor de su territorio frente al invasor. Según la leyenda, sus restos fueron incinerados sobre el Tormo Alto de Cuenca, y sus cenizas, mezcladas con las de su compañera, fueron esparcidas por las montañas por Marcial. Otras leyendas dicen que fue incinerado en Azuaga (Badajoz) y enterrado bajo el castillo de la localidad, y otros sitúan sus restos en Granja de Torrehermosa (Badajoz).

Táutalo, su sucesor, fue obligado a firmar la paz. El cónsul Marco Popilio Laenas entregó a los lusitanos la tierra que había sido la causa de la larga guerra, hasta que en tiempos de Augusto se logró la pacificación total, de la que emergiere Emérita Augusta (Mérida), como colonia de descanso para los veteranos de la guerra en Hispania, en el 25 a.C.

Pero ni Bárcenas es Viriato, sino un listillo de ocasión que se ha aprovechado de su partido; ni Rajoy encarna al Estado, sino a su partido, del que nada bueno puede ofrecer con su silencio, que le puede hacer estallar en las manos las granadas desactivadas. Hablar a tiempo hubiera sido mejor que pedir perdón a destiempo; y, como el caso de Bárcenas, estar en la cárcel y ser imputado, juzgado y quizá condenado.

El silencio se convierte en cómplice cuando otorga y negare antes lo que ahora parece confirmar. Lo hizo Bárcenas, y Rajoy parece seguir su camino antes que dar las explicaciones que le piden los representantes del pueblo.

Sin embargo, el chantaje al partido en el Gobierno no pudiera entenderse porque Bárcenas chantajea a aquel y por extensión, al Estado; pero el Estado de Derecho tiene suficientes resortes como para defenderse a sí mismo de traidores a su propio partido. Y Bárcenas, tan sólo es eso: un traidor como Audax, Ditalcos y Minuros.

Otros antes que los señalados por él en sus “papeles”, dimitieron por decencia política al ser imputados, aunque luego fueran absueltos. Recuérdense los ex vicepresidentes socialistas Alfonso Guerra y Narciso Guerra; o del presidente de Castilla y León, Demetrio Madrid y, más recientemente, el ex ministro José Blanco.

A otros, empero, hubo que pedirles la dimisión antes de ser cesados, como a Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana, para limpiar al partido de sospechas ante una nueva cita electoral.

Hoy, muchos son los imputados; pero aquí no dimite nadie. Ni basta pedir la dimisión por pedirla. Sólo la Justicia pondrá el punto final a quienes pretenden engañar con sus enredos al pueblo, al partido, al Gobierno, o al Estado.
 

viernes, 12 de julio de 2013

VIVIR LIBRE EN PARÍS



            No hubiere nada tan hermoso como ver mañana domingo, día 14, Fiesta nacional de Francia, los fuegos artificiales iluminando el cielo de París. En los jardines del Trocadero, a los pies de la Torre Eiffel,  la luz y la fiesta se fusionan en un espectáculo de luz y sonido, de bailes y verbenas, con que se conmemora una fecha histórica símbolo de la República. El 14 de julio de 1789, la toma de la Bastilla marca simbólicamente el inicio de un cambio de régimen y de las nuevas aspiraciones, cuyos principales valores se plasman en la Declaración de los Derechos Humanos de 1789, que inspiraría la Declaración Universal de Naciones Unidas en 1948. En 1880, la III República instauró la fiesta nacional en recuerdo de la toma de la Bastilla, que reúne a los franceses, bajo el símbolo de su bandera, como sinónimo de reconciliación nacional, en homenaje a la Fiesta de la Federación, del 14 de julio de 1790, el gran movimiento de fraternización, que impulsó en el Campo de Marte el patriotismo y relevó la unidad nacional como un simple concepto, trascendiéndola a la realidad, y consagrando el fin de la monarquía absoluta y el principio de la República. "Liberté, égalité, fraternité" (libertad, igualdad y fraternidad, en castellano), lema oficial de la República, junto a Marianne, la mujer tocada con un gorro frigio, que es la representación simbólica de la madre patria fogosa, pacífica, alimentadora y protectora.

              La Ciudad de la Luz, la Ciudad del Amor, la Ciudad de la Moda, la Capital de la cinefilia, es hoy, y mañana toda, una fiesta: bailes en los cuarteles de los bomberos, fuegos artificiales el domingo en los estanques del Trocadero, desfile militar en los Campos Elíseos, homenaje de los distritos de París a los soldados tras el desfile...

              París es la libertad. La dama de Avignon, la voz de la Francia, como es conocida la gran cantante francesa Mireille Mathieu, interpreta, finales de los setenta, una de sus canciones más emblemáticas, "París en colère", escrita por Maurice Vidalin y música de Maurice Jarre, para el largometraje de Renè Clèment: Paris brûl-t-il? ("¿Arde París?", 1966) que se convierte en símbolo de la liberación de París. El 25 de agosto de 1944, tras enterarse de que las tropas aliadas estaban en la capital francesa, un ayudante de Hitler llama desde su cuartel general al comandante del Gran París, Dietricht Von Choltitz, que se halla con el general Leclerc en el hotel Meurice, y le pregunta "¿Arde París?", y, por toda respuesta, saca el auricular tras la ventana abierta para que oiga las notas de La Marsellesa y el volteo de campanas de las iglesias de la ciudad. Choltitz y Speidel, jefe del Grupo de Ejércitos B, salvaron la capital francesa de la destrucción ordenada por el Führer, que para nada deseaba que la ciudad cayera en manos del enemigo sino como un montón de ruinas; pero los jefes alemanes, subyugados quizá por la belleza de la ciudad ocupada, no le hicieron caso. Ese día capituló la guarnición alemana ocupante de la capital francesa. Los libertadores, encabezados por una compañía blindada, integrada por republicanos españoles, devolvían la libertad a una ciudad que estuvo a punto de ser destruida por la barbarie nazi.

              Y Mireille Mathieu, una de las mejores voces interpretativas con acento francés, canta:

"Et le monde tremble/ Y el mundo tiembla
Quand Paris est en danger/Cuando París está en peligro
Et le monde chante/Y el mundo canta
Quand Paris c´ses libéré/Cuando París fue liberado.
 
On veut être libre/ Queremos ser libres /
A n'importe quel prix/ a toda costa
On veut vivre, vivre, vivre/Queremos vivir, vivir, vivir
Vivre libre à Paris/ Vivir libre en París.

               En vísperas de esta gran celebración, el trágico suceso del descarrilamiento de un tren cerca de París, que ha ocasionado siete muertos y sesenta heridos, nos une aún más a este país, vecino y amigo, olvidados los enfrentamientos del pasado y unidos hoy en la lucha por la libertad de los seres humanos contra el enemigo común que nos acecha: el terrorismo político, ideológico y religioso. El intercambio cultural y artístico entre las dos naciones ha enriquecido nuestra común identidad nacional y latina, como hace sesenta años lo hiciere el intercambio de una mano de obra necesitada de trabajo, que nos uniere en el único mestizaje que nos religare cada día más.

              Manuel Valls, ministro del Interior de Francia desde mayo de 2012, delfín del presidente Hollande y llamado a sucederle, hijo del pintor catalán Xavier Valls, premio "Cáceres" de pintura 1979, y de la suiza Luisangela Galfeti, y primo del musicólogo Manuel Valls i Gorina, compositor del himno del Fútbol Club Barcelona, constituye, junto a la vicealcadesa de París, Anne Hidalgo, una muestra de la sangre española en el Gobierno francés, como muestra de la integración universal de los pueblos, y del recíproco reconocimiento a la lucha de los republicanos españoles que batallaron por la liberación de París y a las Brigadas Internacionales francesas que se solidarizaron con la causa republicana en la Guerra Civil.

              El 14 de julio es también, por tanto, nuestra fiesta de la libertad, porque, como canta Mireille Mathieu:

"C´est la fête à la liberté/Es la fiesta de la libertad/
Et Paris net plus en colère/Y París ya no está enojado/
Et Paris peut aller danser/Y en París se puede ir a bailar/
Il a retrouvé la lumière/El encontró la luz..."

 
              Desde el Arco del Triunfo a la Plaza de la Concordia, desde el Arco de la Defensa a Trocadero, y en todas las plazas de las ciudades y villas de Francia, ¡Vive París!, no arde, como quisieron algunos, sino en los fuegos artificiales de la alada victoria de la libertad.


jueves, 11 de julio de 2013

DOMÍNGUEZ LUCERO, EL SEGUNDO ALCALDE DEMOCRÁTICO DE CÁCERES

          
        De Manuel Domínguez Lucero (Cáceres, 1946-2013), fallecido hoy en su domicilio, podrían decirse muchas cosas: que fue el segundo alcalde democrático de la ciudad (julio de 1980-junio 1983), tras la dimisión del primero, su compañero de UCD, Luis González Cascos, en julio de 1980, quizás uno de los alcaldes cacereños más jóvenes, con 33 años, tanto que, al acercarse a hacerle la visita de cortesía al obispo de la diócesis, Jesús Domínguez Gómez, este le dijo a su jefe de protocolo, Juan Ramón Marchena: "¡Tenemos un alcalde muy joven...!", sorprendido por su juventud; que murió varias veces en vida, aunque la muerte definitiva no le haya llegado hasta hoy, siguiendo los pasos de su joven hija Alicia, ya en el cielo.
 
              Como alcalde, Domínguez Lucero reformó urbanísticamente una gran parte de los acerados de las calles de la ciudad; inauguró el primer cuartelillo de la Policía Local en la calle Margallo; recordó los servicios prestados por la Universidad salmantina a Cáceres, por la que él se licenció en Derecho, y le otorgó la medalla de oro de la ciudad, que entregó al rector durante la inauguración del curso universitario.
              Siguió la tradición familiar de abogado, profesión que ejerció de forma apasionante desde 1972, como todo lo que hiciere en vida, y que le reportare más satisfacciones que quebraderos de cabeza. Durante trece años fue decano del Colegio de Abogados de Cáceres (1988-2001), algunos de ellos como tesorero, y cuya sede trasladó a la céntrica avenida de la Virgen de la Montaña durante su mandato. Fue también miembro del Consejo General de la Abogacía. El 2 de diciembre de 2005 recibió la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort, otorgada por el Ministerio de Justicia, en atención a su trayectoria jurídica, como señalara el entonces decano, Joaquín Hergueta.
              Aunque siempre dijo que "los malos recuerdos, mejor olvidarlos", Domínguez Lucero fue perseguido por la fatalidad humana, profesional y política, como si la dura vita, sed vita (la vida es dura, pero es la vida), fuera una continuidad del dicho latino de su profesión: dura lex, sed lex (la ley es dura, pero es la ley), inevitable incluso si nos fuere desfavorable.
              El 17 de diciembre de 1993, Domínguez y su esposa Alicia García perdieron a su única hija, también de nombre Alicia, de 18 años, en un accidente ocurrido a la altura del estadio cacereño "Príncipe Felipe". Dos años antes, en diciembre del 91, un cliente le apuñaló en el pecho a la salida de su despacho profesional en la avenida de la Montaña. Domínguez logró superar ambas heridas, aunque la primera, y sobre todo la última, le dejarían marcado para siempre. En septiembre del 99, siendo decano del Colegio de Abogados, sufrió una parada cardiorrespiratoria, de la que pudo salir tras aplicársele la resucitación artificial a través de la reanimación respiratoria (RPC) o reanimación cardiopulmonar. A partir de ese momento, y tras abandonar el hospital, el abogado que siempre había sido, abandonó su profesión.
              La política, como la Alcaldía de Cáceres, fue una pasión sobrevenida con el advenimiento de la democracia tras la dimisión de González Cascos y después por su amor por la ciudad que le ha visto nacer y morir. Domínguez intentó en dos ocasiones más el asalto democrático a la política, frustrado en ambas. En las segundas elecciones democráticas encabezaba la lista de Alianza Popular (AP), que antes de la medianoche del Jueves Santo, en que se cumplía el plazo de presentación de las listas en la Junta Electoral Provincial, fue cambiada por unos traidores al partido, que fueron expulsados por tamaña fechoría. Domínguez calificó al día siguiente aquel episodio como la traición de Judas, "con premeditación, nocturnidad y alevosía".
              Volvió a las urnas con el Partido Reformista Democrático de Roca, uno de los padres de la Constitución,  en las elecciones de 1986, liderando la lista al Congreso por Cáceres, sin resultado positivo. El PRD se presentó en todas las circunscripciones españolas, excepto en Cataluña y Galicia, en la que sus referentes eran CIU y Coalición Gallega, respectivamente. La derrota fue atribuida a la condición de catalán del líder nacional por los dirigentes provinciales.
              Domínguez Lucero fue un luchador por la libertad en todos los foros: en el político, el judicial, el ciudadano, el familiar, el del compañerismo y la amistad, que hoy y siempre le serán reconocidos.
              Descanse en paz quien dio tanto a Cáceres, al noble ejercicio de la abogacía, a la política, al Colegio de Abogados, a su familia, y a su compañeros y amigos.
 

miércoles, 10 de julio de 2013

LUCES Y SOMBRAS PARLAMENTARIAS

          
          En una entrevista realizada por el director de este periódico (DEX) al presidente de la Asamblea de Extremadura, Fernando Manzano, su titular hace balance político y parlamentario, pasado el ecuador de la legislatura que, aun dejándola al juicio de la historia, ya califica de antemano como  "buena".
 
              Llama la atención, en primer lugar, el empecinamiento de algunos políticos rectores de las dos instituciones más representativas, pero independientes entre sí, de la Comunidad Autónoma de Extremadura, en seguir llamándolas por los nombres que no tuvieren en las leyes y que, aun más, lo justifiquen. Asegura Manzano que "yo detecté en el minuto uno que el ciudadano asimila mucho más la palabra parlamento", y afirma que "ha sido muy criticado por ello". ¿Y por qué no lo detectó su partido cuando, conjuntamente con el PSOE, elaboraron un Estatuto, refrendado por las Cortes, que en ningún caso habla del "Gobierno" ni del "Parlamento de Extremadura"  (véase Título II, art. 15), sino que dice que "la Comunidad Autónoma ejercerá sus poderes a través de la Asamblea, del Presidente y de la Junta de Extremadura" (art. 15, 1). Ya escribí en el tristemente desaparecido Extremaduraaldia (3-11-2011) un artículo titulado "Gobierno y Parlamento", en el que afirmaba que ambos "son vocablos "ex novo" nacidos de la voluntad caprichosa de quien deseare cambiar de nombre como de pupitres en cosas que, como los símbolos, son sagrados y obligan a todos, incluidos, en primer lugar, a los titulares de las instituciones". No sé de qué se extraña Manzano y por qué detectó lo que antes había ignorado. No fue él el primero que apostó por sustituir donde hubiere que haberlo hecho el vocablo "Parlamento" por Asamblea, sino su antecesor, Juan Ramón Ferreira, quien tras manifestarlo a la prensa cuando aún se redactaba el Estatuto en la comisión, fue respondido en el mismo periódico por el que fuera presidente de la Cámara durante las tres primeras legislaturas (1983-1995), el recientemente fallecido Antonio Vázquez, quien, tras doce años como presidente, no solo se sorprende, sino que se muestra claramente en contra de cambiar el nombre y sostiene que el término Asamblea está consolidado y es suficientemente conocido por la sociedad extremeña. No se volvió a hablar del asunto hasta que llegaron a la Junta y a la Asamblea sus nuevos dirigentes, que lo primero que hicieron fue cambiarse de lugar en el hemiciclo, y no guardar una norma no escrita del parlamentarismo español, según la cual la derecha se sitúa a la derecha de la presidencia de la Cámara, y la izquierda, a su izquierda. ¿Y quién autorizó ese cambio de tercio, señor presidente? ¿No dice usted que la Asamblea es independiente de la Junta, y en la Cámara manda usted y su órgano de gobierno, la Mesa...? Además, la terminología que pretenden hacernos meter por los ojos  va también en contra de la Ley del Gobierno y de la Administración de la Comunidad Autónoma, Ley 1/2002, que habla del Presidente de la Junta de Extremadura, de la Asamblea de Extremadura y de la Junta de Extremadura... No solo no está regulada en las citadas leyes, sino que la Constitución Española se refiere a las Cámaras de las CC AA como Asamblea o Asambleas Legislativas.
              Hay, sin embargo, a pesar de estas sombras que aletean a diario sobre el quehacer político de nuestra Comunidad Autónoma, otras luces que, aunque quizá solo las vean los políticos y no el común de los extremeños, dan lustre a la labor de sus señorías y a la de la Cámara que los acoge: habla usted de sacar el Parlamento a la calle, pero a él solo se puede acceder por invitación en actos importantes y, más aún, a veces le es vetada la entrada a algunos diputados..., en la casa del pueblo y de todos los extremeños. La Mesa ya ha salido fuera; pero que salga el Pleno para que se desarrolle a puerta cerrada..., no sé que les puede reportar eso a los extremeños. Más luz reportará, como afirma, que los grupos piensen en las personas, más que en las ideologías; en la retransmisión de los plenos, que por cierto inició Extremaduraaldía, diario al que ni le agradecieron los servicios prestados, pero sí a otros más afines; o que seamos los segundos, tras el Parlamento catalán, en las conexiones a los plenos; o el ascenso de la intercomunicación a través de las redes sociales.
              Pero más luces que sombras sería que ustedes hiciesen realidad lo que les piden los ciudadanos en la calle: más trabajo y acabar con la crisis. Si la minoría, como afirma, les da más trabajo por la necesidad de pactos en beneficio de los ciudadanos, eso es lo que realmente importa. Escuchen a la calle, si de verdad les preocupa, como asegura, "salir de la crisis" y que "la tasa de paro haya bajado sustancialmente al final de la legislatura". Ese será el verdadero ecuador de la legislatura: los balances y las cuentas de resultados, al final y no en él, señor presidente.
 

domingo, 7 de julio de 2013

PUERPERIO ESTIVAL

           No hubiere llegado Santiago y cierra España. Se abre España en fiestas mil y se cierra de día como se encierra de noche; siempre de noche; cada vez más de día. Llegado el verano, nuestro país es un puerperio estival, una cuarentena impuesta por el parto solar, el sobreparto del sol en el que la ciudad parece dormida hasta la puesta del astro rey, cuando hubiéremos de dormir. La luz que nos ilumina es la luz que ahora nos asfixia, que nos desconcentra, que nos impide trabajar. Nuestros pueblos se han cubierto siempre con la gorra y el sombrero, todo el día al sol; la ciudad torna a sacar los paraguas de día. En los pueblos, los hombres se bañaban en sudor con las faenas del campo; en las casas, de gruesas paredes, reinaba en verano la eficiencia energética, que los políticos traspasan ahora a los ciudadanos, no a los promotores y constructores. Pagamos por tomar el sol que nos inunda y abrasa; otros, huyendo de él, se refugian en las sombras de la casa, de los soportales o de los árboles. Descansan en los bancos viendo pasar el tiempo y a las gentes que los circundan. Observad las terrazas de verano: mirando de frente, desde la sombra al sol, viendo pasar la gente, percibiendo cómo se pasa la vida, cómo transcurre el puerperio que, no por esperado, trastoca nuestro tiempo. 
 
           Hay un tiempo del puerperio más proclive que ningún otro a la sombra: la siesta, las más calurosas horas del día, en que nada pudiere hacerse; en que la siega y la trilla se paralizaren por momentos. De niños nos obligaban a acostarnos, aunque no hubiéremos sueño ni sintiéramos el calor. Tendíamos un colchón sobre el piso, para más frescor. Entre las rendijas de las persianas, veíamos cruzar la sombras de algún animal camino de los campos. Hasta los perros permanecían mudos. Jugábamos a hacer sombras con los dedos para entretener un ocio obligado. Lo que ayer fue un gran invento español, hoy es denostado: la siesta se considera tiempo perdido. No podemos, ni debemos, perder tanto tiempo en dormir, nos advierten. Hay tierras en que no se necesitare la siesta porque reinare el frescor, ni tanta agua para hidratarse como la huerta para el riego de los cultivos.
 
 
              Hubiere Extremadura agua bastante para saciar la sed, para hidratar los cultivos, para la bebida de los animales y hasta para refrescarnos en sus pantanos. En las principales calles de la ciudad instalan microclimas para alivio de paseantes y mercaderes; pero no hay parasoles suficientes ni aire acondicionado preciso para calmar esta sed de día, este sinvivir de noche, en que los mosquitos nos inquietan con su peculiar zumbido hasta el aterrizaje. El puerperio es un fenómeno fisiológico para la mujer, quizá patológico para los hombres. La transición biológica es, para todos, otra estacional en la que el tiempo, que no debiere ser noticia, lo fuere a diario. Es noticia el tiempo cuando sufrimos los vaivenes del puerperio, su cambios obligados y las consecuencias imprevisibles de la cuarentena impuesta que a todos afectare, especialmente a las mujeres.
              Muchos prefieren el calor del verano al frío del invierno; otros, este al calor. Se soporta un fenómeno atmosférico más que otros. En el medio radica la virtud: hay una primavera en que la naturaleza despierta los sentidos, se viste de gala y hasta la sangre altera.
              El puerperio de hoy es aún peor que el fisiológico o el que nos viniere dado por la estación: es la angustia por el presente, por las amenazas del futuro: la necesidad de querer ser libres y no poder serlo; el conformismo de los más y la desafección hacia los hacedores del futuro. Son muchos, cada día más, quienes no estuvieren ya un solo día de la semana al sol, sino todos; un puerperio obligado que se alarga más allá de la cuarentena necesaria, que encadenare otras mil y una transiciones, que no nos habilitaren para la luz, sino para permanecer en casa, quien la hubiere, sin que el sosiego del hogar ni de la estación confortare a todos sin una mano amiga que nos hiciere más placentero el tránsito hacia la otra luz, la que nos diere la precisa luz para ver sin cegarnos en este mundo..., en los versos teresianos:  

"Mira que el amor es fuerte;

vida, no me seas molesta,

mira que solo me resta.

para ganarte perderte."