viernes, 25 de febrero de 2011

LA NIÑA QUE BUSCÓ AMPARO EN SU COLE…

La hija de Monserrat, salió de su casa como cada mañana, pero esta vez sola, sin mamá, para llegar hasta su cole, el “Pi del Bulgar”, en Reus (Tarragona). Tiene cinco años. Quizá por primera vez caminaría no asida a la mano que le ofrecieren. Acaso sin desayunar, se lavaría la cara y se vestiría sola por vez primera; cerraría la puerta de casa para que nadie viera a su mamá, muerta en el suelo del piso, sobre un charco de sangre.

No dice la noticia si fuere testigo del asesinato de su madre, si durmiere cuando se produjo o si fuere, tras despertar, cuando la viere. No pidió ayuda ni telefónica, porque no supiere dónde; ni a los vecinos. Eligió el camino conocido, que hiciere todas las mañanas de la mano de su madre: su cole, segura de que allí encontraría el amparo y la protección que necesitaba. Cuando llegó, explicó a sus profesores lo ocurrido. Avisados los Mossos d’ Escuadra, se dirigieron a su casa y descubrieron el cadáver de su madre con golpes y heridas de arma blanca.

No importa tanto que el compañero de Monserrat hubiere orden de alejamiento, y sí esta sangría que no acaba, y sus secuelas. Nos conmueve pensar lo que no transmite la noticia por respetar el honor y la intimidad de la niña; si lo vio, si fue testigo, su reacción al ver a su madre fallecida; su camino hacia el colegio, el único que conociere en la inseguridad de su infancia, y contar al menos lo que había visto, y hallar entre sus maestras el amparo esperado a su desamparo.

Hubiere tenido más cerca a los vecinos para dar la alarma; pero la hija de Monserrat, llevada por su impulso natural, se dirigió a su colegio para que no la echaran de menos y dar cuenta del resto. ¿Sería consciente la pequeña de lo que viere antes de salir de casa: la muerte de su madre que ya no la acompañaría al colegio nunca más?


¿Quién llevará a este niña a su cole?, ¿quién la aseará, la vestirá y peinará cada mañana? ¿Quién, en fin, la protegerá y le dará el amor, los cuidados y los besos que necesitare? Cada víctima deja tras de sí otras víctimas, como todas, inocentes. Cada número multiplica por varios más las víctimas de violencia de género; pero cuando estas son niñas, aún sin brújula para andar por el mundo, el sentimiento por la pérdida de su madre se multiplica, como nuestro dolorido pensamiento al recordar su búsqueda de amparo, sola en el mundo, sin las manos de su madre, ni su corazón, ni su amor. Sola frente al mundo y su futuro.

miércoles, 23 de febrero de 2011

23-F: LA AUTORIDAD QUE NUNCA LLEGÓ

En la noche del 23-F de 1981, el capitán Jesús Muñecas subió a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados y, dirigiéndose a los representantes del pueblo español allí secuestrados por la fuerza de las armas, les dijo: “Dentro de un cuarto de hora o veinte minutos, o quizás algo más, vendrá la autoridad competente, militar por supuesto, que dirá lo que va a pasar.” Afortunadamente para España y los españoles, la “autoridad” esperada nunca llegó y, si hasta el templo de la patria llegare, el jefe de la unidad militar invasora le impidió dirigirse a ellos, y nada pasó.

A los compatriotas que no vivieron la última asonada militar en España, conviene recordarles que, entre 1808 y 1889, se produjeron en nuestro país cuarenta asonadas y en el siglo XX hay que censar los golpes de Primo de Rivera, los dos contra él (el de San Juan y el de Sánchez Guerra), la sublevación de Jaca, la de Cuatro Vientos, la revolución de Asturias, la creación de las Juntas de Defensa, el golpe de Estado de 1936, que dio lugar a nuestra última guerra civil, y el intento fallido del 23 de febrero de 1981.

A treinta años vista de aquel suceso que nos mantuvo en vilo durante casi dieciocho horas, entre las 18:22 de la tarde del día 23 y las 12 de la mañana del 24, conviene subrayar las lecciones que nos dio para la historia y que nunca aprendimos del pasado: el triunfo de la autoridad del pueblo, la dignidad, que se mantuvo incólume, y la soberanía popular y nacional que quedaron a salvo.

El capitán Muñecas se confundió radicalmente al anunciar que habría de llegar “la autoridad competente, militar por supuesto”, puesto que la única competente, delegada de la soberanía popular, estaba allí secuestrada por la fuerza de las armas, que el pueblo entrega a sus soldados para defender sus derechos y libertades, nunca para ir contra ellos, ejercicio al que históricamente se han aplicado algunos desde las Cortes de Cádiz, que cumplirán el próximo año los doscientos desde su nacimiento.

Ni él mismo era competente para hablar donde hablare, ni para anunciar lo que anunciare; ni la “autoridad” militar es competente, porque no lo fuere, sino mandos en su estamento social, desde el capitán general hasta el cabo, todos al servicio del pueblo y nunca contra él; porque la autoridad estaba ejerciéndose en el templo de la soberanía nacional, “que reside en el pueblo, del que emanan todos los poderes del Estado”, según la Constitución, y porque, además, secuestrada esta, había otra legítima en la calle, que cubría el vacío de poder: la Comisión de Subsecretarios bajo la presidencia de Laína, director de la Seguridad del Estado. Y por encima de todos, el Rey, jefe supremo de las Fuerzas Armadas, que frustró el golpe, ateniéndose al mandato constitucional. Y con él, todo el pueblo, que no reconociere otra autoridad que la que el mismo eligiere.

Nunca sabremos si el “elefante blanco” esperado fuere el general Armada u otro; pero su ofrecimiento al teniente coronel Tejero de dirigirse al Congreso para proponer un gobierno de salvación nacional fracasó porque, como le dijere el jefe de la Guardia Civil al mostrarle la lista, “no he venido al Congreso para esto”. Ni para eso ni para nada. La Constitución y sus leyes les dicen claramente para qué están y a quién sirven, y cuáles son sus competencias, entre las que no se encuentra las de sentirse salvadores de la patria, ni la de arrogarse la autoridad que no hubieren, hasta que no lo autorizare quien debe.

domingo, 20 de febrero de 2011

INTROITO SOCIALISTA AL 22-M

Ni más sencillo, ni humilde, ni tan grande por arropado, puede calificarse el acto de presentación del candidato socialista a la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, oficiada hoy en el palacio de congresos de la capital extremeña con la bendición del vicepresidente primero del Gobierno, ministro del Interior y portavoz.

Ya lo advirtió Rubalcaba: la gente espera de los mítines algo más que un insulto. Pues sí: a cada insulto, una propuesta; a cada descalificación, una alternativa; a cada injuria, otra propuesta para los trabajadores de larga duración.

No ha sido, no, el mitin esperado, por la oposición, sino el introito socialista a la carrera siempre por empezar. Y para comenzar, nada mejor que recordar en el introito a quienes vivieron para servir a los demás, “un reconocimiento a nuestros fallecidos”, “una mirada al pasado para vivir el futuro”, en palabras de la presentadora, la joven alcaldesa de Zarza la Mayor, Esther Gutiérrez.

No es un mitin de coyuntura, sino de “tiempos revueltos”, en el que se trata de presentar a un candidato, de recordar a los militantes sus obligaciones, de insuflar confianza en el futuro., “en unos comicios para el reencuentro con la confianza y los ciudadanos”. No se busca el aplauso fácil, ni la algarabía que confunde, ni el insulto provocador, ni se trata de hacer balance, pero sí de recordar los que nos preocupa y ocupa. “Trabajamos por el futuro de nuestros hijos y nietos, y esto no es coyuntural”, apreciaba el alcalde de Mérida, Ángel Calle, el profesor que puso deberes a cada uno “para poner jubilosamente como presidente de la Junta a lo mejor que tenemos en Extremadura”, su mejor alumno, el más humano entre todos.

El candidato nos ha revelado el sueño de Jhon Lenonn, que viere escrito en una cafetería de la calle del mismo nombre de Mérida, distinto al de Luther King, pero el mismo en esencia: “Un sueño que sueñas solo es solo un sueño; un sueño que sueñas con alguien es una realidad.” El sueño de Guillermo es que quienes han perdido su trabajo vuelvan a encontrarlo, como el sueño de King fuere “seguir soñando, soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad…”

Vara califica el día como “importante”, porque “hemos añadido dignidad a nuestra existencia y, si lo olvidamos, nos estaremos olvidando de nuestra historia”. Apela en su alocución a volver con la misma ilusión y responsabilidad; a la coherencia, a convencer para vencer; a la revolución silenciosa frente al ruido exterior; a priorizar en tiempos difíciles, a aprender de ellos, a la asunción de responsabilidades colectivas, y ha advertido contra el peligro de la desafección política, porque otros pudieren llegar a quienes nada les importare ni la salud ni la educación; y ha apelado, en fin, a la gobernanza en común, porque “España es una responsabilidad compartida”.

El discurso del vicepresidente puede subsumirse “en el objetivo y obsesión de los programas electorales socialistas: el empleo, para quienes lo perdieron; para quienes nunca lo han tenido y para los parados de larga duración”. Rubalcaba subraya que “estas elecciones son claves para ir configurando la Extremadura del futuro, “nosotros con todos y cuantos más mejor”, y no el proyecto excluyente de otros que predicaren sin dar trigo y de quienes quisieren acercarse al altar de la patria sin el introito obligado.

FLORINDA, UNA LUZ DE EXTREMADURA EN ESPAÑA

No fuere luz al principio en su pueblo, víctima de la torpe luz de algunos que quisieron ver más allá de lo que vieren. Hubiere tenido en ese pueblo lo que cualquier chica de su edad: un futuro de modistilla, quizá…; pero optó por marcharse a la capital, que le diere trabajo, honor y fama. No fue una migración obligada, sino un éxodo consentido. Y desde la capital, fue una luz de Extremadura en España, que jamás abjurare del pueblo que un día la rechazare; pero también le llegó su hora: hija predilecta de ese pueblo del que tuvo que huir, Medalla de Extremadura…, reconocimientos nunca tardíos para quien dio la luz de Extremadura en España.

Florinda Chico lo consiguió todo en la escena. No podía faltar en el Festival de Teatro Clásico de Alcántara como pregonera. Lo hizo a primeros de agosto del 91. El mismo día, en el cacereño hotel del mismo nombre, la entrevistaba para el periódico. Le recordé una anécdota de la que fui testigo en un programa de televisión hacía unos meses. Tenía cita diaria en ese programa. No esperarían ni productor ni regidor ni presentadora su presencia en aquella fecha; pero allí se presentó puntual Florinda, dejando a su madre de cuerpo presente en el tanatorio. Sorprendida, la presentadora la interrogaba; “Pero; ¿cómo está usted aquí?”, y Florinda respondió: “Me gusta cumplir con mis obligaciones, porque una debe ser profesional ante todo.”

Y ella lo fue: no importan los papeles secundarios ni principales, porque todo para ella fuere principal, como acudir a una cita obligada, aunque la obligación estuviere para la ocasión excusada.

Mientras se abanicaba su rostro de los rigores del verano, fue respondiendo a cuantas preguntas le hiciere: teatro, cine, el maestro Jacinto Guerrero, Don Benito, Extremadura, España… Nada rehuía quien tuviere por aprendido el guión; quien viniere a su tierra a pregonar el Festival de Teatro Clásico Español de Alcántara; a ser coronada en su pueblo y por Extremadura entera.

Y antes de despedirla, un ruego:

--Mire, es que ahora me voy de vacaciones… ¿Podría enviarme un ejemplar en el que salga la entrevista?

Y, al regreso, una tarjeta firmada por ella y por su marido, Santos Pumar, te agradecían el detalle y la propia entrevista.

Gracias a ti, Florinda, genio y figura hasta la sepultura, que supiste interpretar tan bien nuestros mundos que nos sacaste la sonrisa escondida en nuestro corazón, no para llorarte, sino para sonreír de nuevo al recordar tu nombre.

lunes, 14 de febrero de 2011

MONÓLOGO DEL AMANTE APASIONADO

Te amo, mi amor, porque deseo lo que juzgo tu bien; te quiero porque siento una viva inclinación hacia ti; te adoro porque te reverencio con tanto honor que, siendo humana, te considero divina; te idolatro porque, aun sin ser dios, te amo excesivamente; me apasionas porque me he aficionado con exceso a ti; te ensueño porque me avivas la ilusión y la fantasía; me enamoras porque has ganado mi voluntad que, siendo mía, es tuya; te estimo porque has motivado mi aprecio y estimación; te bioenquiero porque, aunque alguna vez sufras por mi causa, mi amor desea tu bien; me conquistas porque hechizaste mi voluntad; te deseo porque aspiro con vehemencia a poseerte; te requiero porque deseo explicarte mi pasión; te piropeo porque porque requiebro tu atención; te cortejo porque quiero regalarte lo mejor de mi ser; te espero porque tu amor bien vale una vida; me sacrifico porque no tu amor no tiene precio por tan apreciado; te amparo, porque, amparando tu amor, no desamparo el mío…, asimiento, corazón, deleite, llama, pasión, querencia, sentimiento, suavidad, ternura, cariño…, ¿o acaso la conjugación no precisa los estados todos de nuestro amor? “¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?/ Poesía… eres tú”, amor de Bécquer; pero “dame mil besos, luego ciento, después mil otra vez, de nuevo ciento, luego otros mil aún, y luego ciento…”, recuerda a Cátulo. “Dices que no tendrá fin, vida mía, este amor que nos une, que entre nosotros será, ahora y por siempre, feliz…”

domingo, 13 de febrero de 2011

DISCURSO DE LA PALABRA VACUA

Hallábame en cierta ocasión con un colega, atento a lo que decía un político. Nuestros bolígrafos apuntaban sobre el papel, listos para ser disparados sobre su blancura; pero nada pudimos, o no quisimos, escribir, porque nada decía, aunque todo lo entendiéramos.

Me dirigí a mi colega:

--¿Te has enterado de algo?, le interrogué.

--Perfectamente, de todo.

--¿Y qué ha dicho?, inquirí más que intrigado.

--Nada. Por algo no hemos escrito nada.

Las más de las veces, el discurso de la oposición, sin el sustento del poder, es un discurso vacuo, vacío de contenido, sin sentido ni orientación política que determine una presunta utilidad social para el auditorio o el lector. El discurso de la oposición ataca, difama para que algo quede, injuria a sabiendas, pide explicaciones cuando sabe que no las hay; exige al poder lo que no puede dar, pero que ellos otorgan donde lo hubieren, porque su mano derecha ignora lo que hace la izquierda, aunque no debieren.

El discurso del político en la oposición no es el discurso del filósofo, que invita a reflexionar y repensar cada frase para entenderla, porque compendia un pensamiento exclusivo sobre el orden y la realidad social. Es el discurso de la palabra vacua, que busca el titular fácil, la acusación atrevida, la insidia, el acoso hacia el adversario. No es la crítica por la crítica necesaria, ni siquiera la fiscalización de la acción política y de los recursos públicos. Es hablar por hablar sin que nada se diga, o lo que se diga, menosprecie por el simple desprecio al adversario, que envilece el discurso político del emisor y nunca al receptor al que va dirigido, aunque unos entiendan más el ruido que provocan que las nueces que otros otorgan.
Mirad a ese político extremeño que se desdobla en su tarea diaria; cumple su misión aquí y acullá y aún tiene tiempo para ir a escuchar a la gente de la calle; no a la que recibe en su despacho, sino a la que ahora busca. Nada lleva en su maleta, sino su palabra, la palabra de la verdad, que explica y convence. Observad cómo los del discurso de la palabra vacua le zahieren y le acusan por ir a “terreno ajeno”, como si fuere solo suyo, y no pudiere él predicar en su propio templo, y le niegan hasta un café en casa propia.

Dicen más quienes escuchan que quienes hablan demasiado. Convencen más quienes trabajan humildemente por los demás que quienes se proclaman a sí mismos como sus salvadores. La grandeza del ser se manifiesta en la brevedad de su palabra, en la expresión de su ánimo; en quienes nos invitan con breves frases a la meditación desde las redes sociales; en quienes se esfuerzan en recualificar a los parados; en aquellos que se dirigen a su auditorio para dirigirle tan solo una reflexión, como el político diplomático cacereño, jefe de la izquierda: mirad cómo andábamos con ellos y cómo estamos ahora, cuando los perros y las gallinas andaban sueltos por las calles, intransitables cuando llovía porque solo tierra hubieren, y a las mujeres no les alcanzare derecho alguno, sino a trabajar como mulas. Esa es su herencia y ahora, desde su palabra vacua, nos exigen que hagamos en cuatro años lo que ellos no hicieron durante siglos.

EN ESTA CÁRCEL SIN BARROTES…

La cárcel pone rejas a la libertad; se pena tras ellas el yerro cometido. En el patio, los presos pueden ver el cielo, sentir el aire, el calor, el frío, oír la lluvia y la tormenta; pueden jugar y pasear; leer y soñar. Libres son para ello, pero presos del cuerpo, aunque no del alma. La libertad toda apresada, menos la del pensamiento y la palabra, hablada, quizás escrita.

La cárcel del cuerpo echa de menos lo que se tuvo y de lo que ahora es preso: las calles por las que paseamos, la gente conocida e ignorada, las miradas halladas y perdidas; lo que atrás dejamos, lo que hicimos y dejamos de hacer, lo que hubimos y perdimos; lo que dijimos sin deber; lo que no hablamos cuando pudimos; el amor que nos arropare y que un día perdimos; la dulzura con que nos acunaren, ida ya, y presente en nuestro pensamiento; el amor que diere brillo a la esperanza, al presente y al futuro… Todo perdido en la cárcel con barrotes.

Hay otra cárcel aún peor que la de los barrotes: la cárcel del alma. Aprisiona esta las libertades del espíritu, no las del cuerpo: la fe, la esperanza, la pasión por la vida, la libertad de vivir dignamente. Vivimos libres, pero sin vivir en nosotros. “Vivo sin vivir en mí”, como cantare santa Teresa. Para qué te quiero, libertad, si en tu nombre tantos crímenes se cometieren en esta cárcel sin barrotes.

En posesión plena de la libertad, tantos hombres y mujeres sin trabajo, la esperanza perdida, la luz apagada. Quienes lo hubieren, si ganancias buscaren, han de poner barrotes al negocio pretendido y aun así, víctimas fueren de esta cárcel de la vida sin barrotes, en la que se pierde lo que se gana por hurto ajeno, de día o de noche. “¡Ay, qué larga es esta vida!/ ¡Qué duros estos destierros!/ ¡Esta cárcel, estos hierros/ En que el alma está metida!”, en los versos teresianos.

La libertad no admite barrotes, aunque algunos consideren como tales los límites de la libertad individual en tanto traspasan los umbrales de la propia y los del Estado de Derecho. Es usted libre para fumar, pero con los límites a la libertad de los demás porque su libertad termina donde comenzare la mía. Es usted libre para circular, pero no para robar el sustento de quienes libremente, y con su esfuerzo, se lo ganaren, no solo para sí, sino para sus descendientes. En esta cárcel sin barrotes en que algunos se empeñan en convertir la vida libre, Felipe Pizarro grita desde la cacereña calle Argentina por la libertad sin barrotes, sin esperar a una salida que le cause dolor tan fiero, como a la santa abulense, “que muero porque no muero”.

lunes, 7 de febrero de 2011

PLEBEYOS EN LA COHORTE DE LA NOBLEZA

El reciente nombramiento de marqueses efectuado por Su Majestad el Rey en favor de Vicente del Bosque y Vargas Llosa, entre otros, y de sus sucesores, como previene la legislación española, ha sido acogido con satisfacción general por cuanto supone la entrada de plebeyos en la cohorte de la nobleza española.

Plebeyo es un vocablo con acepción despectiva; se dice de aquella persona que no pertenece a la nobleza y, en la antigua Roma, los plebeyos no podían pertenecer al gobierno del Estado ni ocupar cargos religiosos importantes. Sin embargo, al conceder estos títulos a españoles que han triunfado en el Reino de España, el primero “por su gran dedicación al deporte español y a la contribución al fomento de los valores deportivos” y al segundo, “por su aportación a la literatura y a la lengua española”, el Rey, sin pretenderlo, ha hecho realidad el principio de igualdad consagrado en la Constitución y aquel otro del común que dice que “nadie es profeta en su tierra”, que muchas veces ha sido regla y no excepción en España, que ha podido ver cómo otros españoles destacados en diversos campos de la cultura o del arte eran distinguidos por gobiernos extranjeros con sus máximas distinciones, mientras que aquí les condenábamos al olvido.

No hay que ser de familia noble para tener un título de nobleza. Sólo hay que ser españoles destacados cada uno en su campo y haber servido a la patria con la dedicación, entrega y humildad en sus profesiones como lo hicieren los citados y los profesores Juan Miguel Villar Mir y Aurelio Menéndez, ha venido a decir el Rey.

No son, en cambio, ni serán los últimos, porque los últimos en la tierra serán los primeros en el reino de los cielos. La legislación española reconoce los títulos nobiliarios y protege a sus poseedores legales frente a terceros. Los títulos no son susceptibles de compra y venta y su sucesión se encuentra reservada a los parientes consanguíneos de mejor derecho del primer poseedor del título. Las sucesiones son tramitadas por el Ministerio de Justicia y su uso indebido es perseguido por la ley.

Los títulos nobiliarios son otorgados por el Rey, que también sanciona cada una de las sucesiones en los mismos. Históricamente existía preferencia masculina a la hora de suceder en un título nobiliario, tal y como establecía el Código de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio. Sin embargo, el Congreso aprobó en 2005 el inicio del trámite de una ley que iguala a hombres y mujeres en la sucesión de los títulos nobiliarios, que no afecta a la Corona. Por ello, los títulos son heredados por el primogénito, independientemente de su sexo, según la ley 33/2006, de 30 de octubre, sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión.

Del Bosque reconoció con su victoria en el Mundial dos valores que forjaron aquel espíritu que lo hizo posible: el trabajo y la humildad, como ya reconociera en la entrega del Premio Príncipe de Asturias el pasado año, concedido a la Selección Española de Fútbol. Fue cesado en el triunfo y coronado tras su mayor triunfo, aquel que unió a España entera e hizo sacar sus banderas a la calle.

Vargas Llosa dijo al recoger el Nobel de literatura que “su obra no podía entenderse sin España”, y que sin ella “jamás hubiera podido llegar a esta tribuna”.

El Rey ha hecho de su prerrogativa virtud, como aquellos lograron con su trabajo el marquesado, aun sin ser nobles, porque plebeyos nacieron. Y con ello, el Rey ha elevado a categoría moral, la jurídica de igualdad ante la ley; y la realidad social, sobre el privilegio de unos cuantos, aunque nunca alcancen a estar todos los que son, pero sí son todos los que están, como Javier Solana dentro de unos días en Yuste.

domingo, 6 de febrero de 2011

“NO LO CUENTE USTED HASTA QUE HAYA MUERTO…”

El fallecimiento del que fuera cronista oficial de Cáceres, profesor, miembro de la Real Academia de Extremadura, inhumado esta mañana en su ciudad tan amada, Antonio Rubio Rojas, me ha traído a la memoria la confidencia que me hiciere un día de oficio profesional en conversación con él en su altillo del ayuntamiento, atiborrado de legajos, carpetas, papeles y documentos, entre los que dominaba su oficio.

Me confiaba la firme decisión del alcalde Díaz de Bustamante por rescatar la ciudad antigua y ennoblecerla, los apoyos que hubiere en el Gobierno de la nación para lograr cosas para su ciudad y, sobre todo, me confió un secreto de Consejo de Ministros que, a su vez, le hubiere confiado el alcalde, quien le advirtió: “No lo cuente usted hasta que yo haya muerto, pero deseo que lo sepa para la historia.”

¿Cuál era ese secreto que Díaz de Bustamante no pudo mantener y quiso que se supiera? ¿Por qué me lo transmitió a mí también Rubio Rojas?, como si el secreto obligado hubiere de transmitirse de generación en generación para que no se perdiese…

En el verano del 70, escribí una carta abierta al alcalde en el diario “Extremadura” sobre la necesidad de una Universidad en la región, que la rescatara del atraso secular de anafabetismo que padeciere y que reclamaba la sociedad entera. No me contestó, pero sí me recibió en su despacho, y me dijo que seguiría luchando por una causa que considerare justa. El 16 de octubre del 71 se inauguraba el Colegio Universitario de Cáceres, dependiente de la Universidad de Salamanca, germen del campus cacereño, como en Badajoz lo fuere la Facultad de Ciencias, dependiente de Sevilla.

Era sabido que el ministro de Justicia del Gobierno de Franco de entonces (lo fue de 1965 a 1973), Antonio María de Oriol y Urquijo, era cuñado del alcalde. Le dio su apoyo y le abrió puertas en Madrid. Y él fue quien le contare el secreto del Consejo de Ministros.

Según me transmitiere, el primer proyecto de Decreto que llegó a la mesa del Consejo solamente preveía un campus único situado en Badajoz. Franco ordenó dejarlo para más adelante y que se estudiase mejor. En la creación de la Universidad extremeña con un solo campus subyacía un problema histórico: a las universidades próximas, como Sevilla y Salamanca, solo podían ir los hijos de los ricos o los becados, pero no el común de los mortales. Badajoz tenía Ciencias, Magisterio e Ingeniería Técnica Agrícola. Cáceres, solo el Colegio Universitario de Letras y la Normal de Magisterio.

Hubo sus más y sus menos en el Consejo. Franco, al final, decidió: hágase la Universidad de Extremadura con dos campus, uno en Badajoz, para las facultades científicas, médicas y afines, y otro en Cáceres, para las humanísticas y jurídicas. Quizás el alcalde de Cáceres fuere el primer extremeño en tener noticia de la creación de la Universidad.

Aquella tarde de primavera del 73, tras conocerse la noticia, las campanas de las iglesias de la ciudad voltearon para comunicar la buena nueva. En el Gobierno Civil, su titular, Valentín Gutiérrez Durán, brindaba con cava con sus colaboradores y los periodistas. Se había logrado. La única región sin Universidad y la única que llevaría su nombre.

Fallecidos ya los tres emisores del secreto, rindo tributo de admiración a Rubio Rojas, en el día de la inhumación de su cuerpo, al confiármelo también a mí. Todos luchamos y logramos una causa justa, y él pudo enseñar en sus aulas la historia moderna de una ciudad, recreada en su palabra con la visita de la reina Isabel, para dar a Cáceres los Fueros de la paz, el 9 de julio de 1477, y el desmochado de las torres ordenado por los Reyes Católicos, excepto la de Diego de Cáceres Ovando, “en gracia a los muchos y grandes servicios que le había prestado”.

Pasión de Cáceres y de su historia, Antonio, por ti tan conocida como transmitida, aun un secreto de Consejo de Ministros, en cuya salomónica decisión, algunos pretendieron ver otras razones no puestas sobre la mesa, y que solo conociere quien tomare la decisión final.

“Sit tibi terra levis” (que la tierra te sea leve), amigo desde los tiempos en que aprendiste latín y griego en mi casa.