domingo, 20 de febrero de 2011

FLORINDA, UNA LUZ DE EXTREMADURA EN ESPAÑA

No fuere luz al principio en su pueblo, víctima de la torpe luz de algunos que quisieron ver más allá de lo que vieren. Hubiere tenido en ese pueblo lo que cualquier chica de su edad: un futuro de modistilla, quizá…; pero optó por marcharse a la capital, que le diere trabajo, honor y fama. No fue una migración obligada, sino un éxodo consentido. Y desde la capital, fue una luz de Extremadura en España, que jamás abjurare del pueblo que un día la rechazare; pero también le llegó su hora: hija predilecta de ese pueblo del que tuvo que huir, Medalla de Extremadura…, reconocimientos nunca tardíos para quien dio la luz de Extremadura en España.

Florinda Chico lo consiguió todo en la escena. No podía faltar en el Festival de Teatro Clásico de Alcántara como pregonera. Lo hizo a primeros de agosto del 91. El mismo día, en el cacereño hotel del mismo nombre, la entrevistaba para el periódico. Le recordé una anécdota de la que fui testigo en un programa de televisión hacía unos meses. Tenía cita diaria en ese programa. No esperarían ni productor ni regidor ni presentadora su presencia en aquella fecha; pero allí se presentó puntual Florinda, dejando a su madre de cuerpo presente en el tanatorio. Sorprendida, la presentadora la interrogaba; “Pero; ¿cómo está usted aquí?”, y Florinda respondió: “Me gusta cumplir con mis obligaciones, porque una debe ser profesional ante todo.”

Y ella lo fue: no importan los papeles secundarios ni principales, porque todo para ella fuere principal, como acudir a una cita obligada, aunque la obligación estuviere para la ocasión excusada.

Mientras se abanicaba su rostro de los rigores del verano, fue respondiendo a cuantas preguntas le hiciere: teatro, cine, el maestro Jacinto Guerrero, Don Benito, Extremadura, España… Nada rehuía quien tuviere por aprendido el guión; quien viniere a su tierra a pregonar el Festival de Teatro Clásico Español de Alcántara; a ser coronada en su pueblo y por Extremadura entera.

Y antes de despedirla, un ruego:

--Mire, es que ahora me voy de vacaciones… ¿Podría enviarme un ejemplar en el que salga la entrevista?

Y, al regreso, una tarjeta firmada por ella y por su marido, Santos Pumar, te agradecían el detalle y la propia entrevista.

Gracias a ti, Florinda, genio y figura hasta la sepultura, que supiste interpretar tan bien nuestros mundos que nos sacaste la sonrisa escondida en nuestro corazón, no para llorarte, sino para sonreír de nuevo al recordar tu nombre.

No hay comentarios: