miércoles, 26 de agosto de 2020

LA ALDEA DEL OBISPO Y SU TERRITORIO



La obra La Aldea del Obispo y su territorio “nos permite conocer aspectos históricos-artísticos nada desestimables de nuestro patrimonio, al tiempo que nos ayudará a adentrarnos en el territorio y en el apasionante mundo del Medievo, donde comienza nuestra historia”, señala en el prólogo la alcaldesa de la localidad, Antonia Vaquero Vallejo. [1] 
 
          La Aldea del Obispo es un municipio de la provincia de Cáceres, adscrito a la comarca funcional de Trujillo. La extensión del término es de 33 kilómetros cuadrados. El clima es de tipo mediterráneo, con una temperatura media anual de 16 grados. Los inviernos son suaves y los veranos, secos y calurosos. El río que baña el término municipal es el Almonte, así como el cauce de otros ríos que discurren cerca del municipio como el Merlinejo, a escasa distancia del río Tozo. En sus inmediaciones se hallan algunas vías pecuarias, como la Cañada Real de la Plata o Vizana, prolongada hasta Trujillo desde el puente de la Lavadera mediante el cordel de La Aldea del Obispo, que llega a Trujillo entrando por Huertas de Ánimas y conectando con la Cañada Real Leonesa Occidental. El puente por el que la Cañada Real trujillana atraviesa el río Tozo es el de la Vaera, utilizado durante siglos en las largas rutas de la trashumancia. La formación vegetal del término es de tipo dulignosa, con un bosque esclerófilo mediterráneo representado por la encina y otras especies que componen el matorral, como la jara y el cantueso. La tierra de la Aldea del Obispo tiene una variada riqueza faunística gracias a su limpieza atmosférica y la proximidad del Parque Nacional de Monfragüe, en el que podemos encontrar la mayor reserva de Europa del buitre negro y la cigüeña negra.  También hay gran cantidad de caza menor, como conejos y liebres, así como zorros y jabalíes, y una gran variedad de aves: perdices, tordos, jilgueros, zorzal, rabúos, avutardas y grullas. La población tuvo un constante crecimiento desde 1900 hasta 1950, año en el que alcanzó su población máxima de 1.611 habitantes; en 1957 llegó a contar con 1.721 habitantes y, entre los años 1958 y 1972, se produjeron los movimientos migratorios más importantes de los campesinos que abandonaron el campo en el que vivían en durísimas condiciones, con lo que se ha llegado a un crecimiento natural vegetativo. La población activa representa el 32 por ciento del total, dominando el sector primario con un 65 por ciento de la población activa. La cría de animales (vacas y ovejas, principalmente) y el cultivo de cereales en el paisaje adehesado convive con actividades cinegéticas y silvícolas (leña y carbón de encina). El centro urbano es la plaza de la iglesia, donde se encuentra el templo parroquial y, en tono a él, se encuentran las mejoras casas de la población, como el Palacio del Obispo.

           No existen evidencias de tipo constructivo que se conservan de la etapa romana en el término municipal. Sí se conservan sillares que fueron reaprovechados para la construcción de la torre y de la iglesia. Trujillo y su territorio, en el que se encuentra La Aldea del Obispo, es el antiguo Turgalium romano, nombre de raíz celta. Es la denominación latina del topónimo correspondiente al primitivo castro indígena. Los diferentes testimonios epigráficos y funerarios son prueba fehaciente que la Turgallium prerromana se convirtió durante la ocupación romana en una prefectura de cierta importancia. A partir del año 69, Vespasiano dio un gran paso al conceder el derecho de ciudadanía latina a todos los habitantes de la Península Ibérica, facilitando que los hispanos pudieran acceder a un cargo público. En el siglo II d. C, los germánicos saquearon la provincia. En el siglo V, los romanos abandonaron las ciudades y villas con la invasión de los alanos y suevos. En el término municipal existen varios “sepulcros antropomorfos” o “tumbas excavadas en roca”, formando auténticas necrópolis altomedievales, que corresponderían a la época tardorromana, que pueden vincularse con un hábitat disperso que habría surgido tras la época romana. Las grandes villas tardorromanas y altomedievales (siglos IV-XI) de los latifundios extremeños poseían todas las instalaciones necesarias para el mantenimiento y subsistencia del asentamiento, entre ellos la prensa del aceite y el lagar del mosto, el horno, la herrería, la basílica, la necrópolis, los talleres, etc. La historia medieval de La Aldea del Obispo estuvo íntimamente ligada a la historia de Trujillo, en manos musulmanas desde el 714. La heredad de La Aldea del Obispo la recibió don Adán, dado que en los deslindes antiguos de las dehesas de la iglesia de Plasencia, se dice que el obispo don Domingo, natural de Béjar, dejó al cabildo ciertas heredades y tierras. Desde que le tierra de Trujillo fuera reconquistada del domino musulmán por Fernando III en 1233, la historia de La Aldea del Obispo se mantuvo unida a la de Trujillo, pues desde esta ejercía el control de las aldeas, arrabales y pueblos que conformaban el territorio trujillano. En el lugar de la actual La Aldea del Obispo se construyó un inmueble dentro de la heredad, destinado a morada temporal del obispo, un soberbio edificio del que aún se conservan los muros maestros y los cuarteles de las casas de Pizarro, Torres, Hinojosa y Carvajal. Tras la desamortización de Mendizábal, el palacio pasó a pertenecer a la familia Borreguero. La heredad de La Aldea del Obispo la recibió don Adán,  tercer obispo de Plasencia desde 1232. En 1485, Trujillo poseía un amplio territorio, al que pertenecían, entre lugares, Aldea del Obispo (barrio, arrabal o heredad del obispo). Durante el reinado de los Reyes Católicos, el dominio de Trujillo y su tierra entrará en una serie de oscilaciones entre los nobles Pacheco, Zúñiga, Chaves y Monroy. A partir de la paz en Castilla, los monarcas católicos administrarán y gobernarán sus ciudades y Trujillo será ciudad realenga de Castilla. En el Interrogatorio de 1791 figura como barrio de Trujillo con su sobrenombre “Del Obispo”. Hasta la mitad del siglo XIX formó parte de Trujillo como arrabal hasta que, tras la caída del Antiguo Régimen, se constituye en municipio constitucional de la región de Extremadura. En 1812, en virtud de lo dispuesto por las Cortes de Cádiz, pasa a tener ayuntamiento propio, aunque no se constituye como tal hasta 1837. En 1834 quedó integrado en el partido judicial de Trujillo. Durante varios decenios se llamó Aldea del Obispo hasta que en 1997 recuperó su antiguo nombre, La Aldea del Obispo. Como coincidía en nombre con otro de la provincia de Salamanca, en 1916 el gobierno de Alfonso XIII, presidido por el Conde de Romanones, aprueba un Decreto cambiando el nombre a 573 pueblos, entre ellos el de la localidad, publicado en La Gaceta el 2 de julio de 1916. El 10 de junio se leyó el Decreto en sesión plenaria, por el cual la localidad de Aldea del Obispo pasaría a denominarse en lo sucesivo Aldea de Trujillo. En 1997 recuperó su antiguo nombre: La Aldea del Obispo.
 
          La iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario, de finales del siglo XV, pasa por ser una de las manifestaciones artísticas más importantes de la localidad. Es una construcción de mampostería, con presencia de sillares graníticos en las esquinas. Torre, pilastras y contrafuertes. Sobresale en altura el campanario, obra claramente fechable en la segunda mitad del siglo XV. Varios de los bienes muebles que se conservan en el templo parroquial proceden de la extinta iglesia de Santa María del Carrascal, situada a escasos metros de La Aldea del Obispo, en la carretera N-V, donde, según Madoz, dejó de celebrarse misa en 1780, por orden del obispo de Plasencia, por haberse encontrado en la casa contigua a la iglesia una persona ahorcada y trasladados los bienes muebles a las parroquias anejas citadas, como fue el caso de la Virgen medieval, titular de la parroquia del Carrascal. Los libros parroquiales de la Aldea del Obispo fueron destruidos durante la invasión francesa. El Carrascal se llamó antiguamente “Malpartida”, término de Trujillo, en la inmediación del camino de Madrid. Desaparecieron casi todos los edificios, utilizándose como postas la llamada casa del Carrascal. La parroquia con la advocación de Santa María del Carrascal tenía por anejos las de Torrecillas, La Aldea del Obispo y moradores del despoblado de “Torre Aguda”. La casa del Carrascal, como se le conoce popularmente, es un edificio residencial o casa fuerte, propiedad de don Juan de Orellana Pizarro, que se halla a 7 kilómetros de Trujillo, en un lateral de la autovía Madrid-Lisboa. Ocupó una de las paradas de postas más importantes del camino real. Aquí estuvo la iglesia de Santa María del Carrascal, parroquia del poblado de Malpartida. La iglesia y el palacio o casa solariega son los dos edificios más representativos de este municipio, junto con la finca denominada “La Torre”, antiguas donaciones en beneficio de la parroquia.
 
          Entre las tradiciones populares más destacadas hay que subrayar la fiesta de la patrona, la Virgen del Rosario, que se celebraba el 12 de septiembre y que ahora se celebra en agosto por el regreso de los emigrantes. El 2 de febrero, día de las Candelas, salía de nuevo la imagen en procesión por las calles del municipio. La fiesta en honor a San Isidro comenzó a celebrarse en 1940. En 1951, logrado el permio para realizar una feria de ganado, se sacaba la imagen el día 15 para que bendijera los campos. Otra tradición secular era la producción de picón, que lo trasladaban a lomos de burros a Trujillo y otros lugares.
 
           Testimonios tradicionales que definen la identidad de un territorio son los bohíos (bujíos) o chozos, los pozos de agua, los molinos, las zahúrdas, todas estas construcciones tradicionales son fieles testigos de la cultura y herencia de La Aldea del Obispo y su término municipal, la arquitectura vernácula que ha sido proyectada por los habitantes de una región o período histórico determinado, caracterizada por el uso de materiales cercanos.
 
          La obra concluye con el aparato bibliográfico, las imágenes para el recuerdo y un cuento didáctico inspirado en la historia y costumbre de la Aldea del Obispo, “Las profecías del fuego”, de Florentino Escribano Ruiz.
 
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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y López Muñoz, Francisco: La Aldea del Obispo y su territorio, Diputación Provincial de Cáceres, marzo de 2020, 198 págs.


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