jueves, 13 de agosto de 2020

“ROBLEDILLLO DE TRUJILLO, HISTORIA Y ARTE”



El primer estudio serio y riguroso que se ha realizado sobre la historia de Robledillo de Trujillo”, que atesora un ingente patrimonio histórico-artístico, constituye, en palabras del alcalde, Alfonso Garrido Mateos,  esta nueva obra del cronista oficial de Trujillo, [1] José Antonio Rubio Ramos, que acaba de ver la luz. Una obra, por lo demás, según declara su autor en la Introducción, “encaminada a la reconstrucción de su historia sobre el territorio y a sentar las bases que posee la localidad y su territorio arqueológico”.
 
            Robledillo de Trujillo se sitúa sobre una suave colina en medio de un paraje serrano que se abre a la llanura; pertenece a la macrocomarca de Cáceres y está adscrito a la comarca funcional de Trujillo. El clima es de tipo mediterráneo subtropical. Es un pueblo eminentemente agrícola y ganadero. La mayoría de su superficie agraria se dedica a las labores ganaderas, al pastizal y a la dehesa. Debido a la intensa deforestación, el matorral ocupa grandes superficies. Alrededor, existen pequeños bosques de especies mediterráneas, como el castaño, el alcornoque y el pino piñonero. Existen también gran número de encinas y roble melojo. En su territorio destaca una variada fauna y  mamíferos como el lince ibérico, conejo común, liebre ibérica, corzo, zorro, jabalí… El municipio creció durante el primer tercio del siglo XX, que perdió a partir de los 50 por la emigración y que, desde el año 2000, con el regreso de los emigrantes, ha dado lugar a un crecimiento natural vegetativo y negativo (- 12 por 1.000 anual), con una alta tasa de mortalidad y baja de natalidad.
La población contó con un pósito municipal hasta hace algunos años, que respondió a los objetivos marcados de “sostener a los pobres en el tiempo de las necesidades que ocurren por las carestías”. En este municipio, en la medida en que los créditos en dinero fueron sustituyendo a los efectuados en grano, el pósito se convierte en el siglo XX en una institución de crédito para apoyar actividades que no eran estrictamente agrícolas.
 
En la localidad se conservan viviendas naturales con encanto, ejecutadas por sus usuarios con los materiales disponibles en el entorno. El núcleo fundamental del desarrollo urbanístico es la iglesia parroquial y la plaza, predominando en arquitectura civil las construcciones de mampostería y sillarejo de granito, con casas de dos plantas, algunas de ellas con prestancia, fachadas con escudos nobiliarios, ménsulas y dinteles de granito, así como alguna que otra inscripción romana de acarreo. En una de estas viviendas nació el actor y productor de cine Julián Mateos (Robledillo de Trujillo, 1938; Madrid, 1996).
 
La arquitectura tradicional o vernácula constituye una de las expresiones culturales más significativas de cada estructura socioeconómica, como expresión histórica de cada colectivo. Testimonios materiales de arquitectura tradicional que definen un territorio como el de la localidad son los bohíos (bujíos) o chozos, los pozos de agua o las zahúrdas, fieles testigos de la cultura y herencia del territorio. En el transcurso de los años, el paisaje rural ha experimentado grandes cambios, pero aún se conservan un número considerable de construcciones, tanto de viviendas como de actividades agrícolas que forman parte de la historia de la arquitectura tradicional, popular o vernácula. En el territorio de Robledillo se encuentran zahúrdas para mantener el ganado porcino. En la mayoría de los chozos o bujíos se ha usado la técnica de la piedra seca, en la que no se empleaba cemento o mortero. El bohío ha mantenido su uso durante cientos de años formando parte del paisaje rural y sus usos han sido muy variados: vivienda permanente o temporal de pastores, agricultores, guardas y también como albergue al lado de caminos y cañadas.
Robledillo siempre estuvo bien abastecido de agua potable por los manantiales de agua dulce que conserva en el subsuelo. Varios pozos de sección cuadrada y rectangular aún están activos en la localidad y su término: la Travesía de Pozo Dulce (1905) y en las calles Extremadura, Pizarro, Travesía del Hospital o, a la entrada de la población, Fuente Techada, en cuya zona hay un merendero.
Los vestigios de la presencia humana en el territorio durante la Prehistoria son escasos. Los hallazgos principales corresponden a la Protohistoria. Los primeros pobladores formaban grupos reducidos, integrados por veinte o veinticinco personas y sus hábitats se localizaban cerca de los ríos. La abundante cerámica localizada en superficie hacen situar la presencia humana en un momento de transición entre el Eneolítico final y los inicios de la época del cobre. Destaca el “Cerro de la Horca” (Plasenzuela), que ya existía a finales del Neolítico, y un conjunto de poblados (Cabrerizas, Castillejos) que ocupan el borde una meseta granítica conocida como batolito de Plasenzuela. Existen restos de poblamientos en la “Sierra de la Pepa” y en la Sierra de “Los Alijares”. Varias estelas de la Edad del Bronce se hallan en el Museo de Cáceres. En la cercana población de Plasenzuela se han hallado importantes restos arqueológicos, excavados a finales del siglo XX. En 2016, la Junta declaró Bien de Interés Cultural el yacimiento arqueológico de Villasviejas del Tamuja y las necrópolis de “El Mercadillo”, “El Romazal I” y “El Romazal II”, en los términos municipales de Botija, Plasenzuela y Cáceres, con categoría de Zona Arqueológica. Las excavaciones llevadas a cabo en el castro han arrojado un período de vigencia en la ciudad que va desde el siglo IV a. C.  hasta el siglo I a. C., en que se constata su abandono. La importancia de los romanos se deja sentir en la comarca. Se ha hallado restos romanos en el castillo de Montánchez, como campamento defensivo, por su privilegiado lugar en el cruce de caminos a igual distancia de Mérida, Cáceres y Trujillo y por la proximidad a la población de varias ciudades romanas importantes: Turgalium (Trujillo), Norba Caesarina (Cáceres), Metellium (Medellín) y Emerita Augusta (Mérida). En los suelos de la extensa tierra de Robledillo se encuentran diseminadas gran cantidad de villas rústicas tardorromanas, hispanovisigodas y mozárabes, la mayoría de las cuales fueron abandonadas durante la invasión musulmana, en el 713, en el que se establecen en la zona las tribus berberiscas. La localidad continuó en manos musulmanas hasta la reconquista de Trujillo, en enero de 1233. La historia de la localidad se mantuvo unida a Trujillo, que ejerció el control de las aldeas y pueblos que conformaban su territorio que, durante la Baja Edad Media, se convirtió en la segunda Comunidad de Villa y Tierra más extensa de Extremadura. En tiempos de Felipe II, el municipio se comprometió con la Corona a abonar en tiempos de guerra ciento ochenta fanegas de trigo anuales, por lo que el rey, agradecido, le otorgó el privilegio de tener una argolla con derecho de asilo para que los perseguidos por la justicia, al asirse a ella, situada en un edificio público, quedasen exentos de ser prendidos. En la actualidad, una calle del municipio lleva el nombre de Real Argolla. El municipio dependió de Trujillo hasta la Constitución de 1812, en la que se declaró villa independiente. A la caída del Antiguo Régimen, se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura, entonces conocido como Robledillo y quedó integrada en el partido judicial de Trujillo en 1834.
 
Porche de entrada al templo.
Robledillo de Trujillo
La iglesia parroquial de San Pedro y la ermita de Santa María Magdalena son los dos ejemplos más singulares del patrimonio artístico de Robledillo. La iglesia se encuentra en la plaza mayor. Construida en mampostería y sillarejo de granito, prevalece en ella la obra barroca del siglo XVII, aunque también hay que destacar los restos del XV y del XVI. Es un edificio de una sola nave edificada dividida en cinco tramos, con dos capillas laterales al lado de la Epístola comunicadas entre sí. La pila bautismal de granito es obra del XVI, conserva una imagen de Santo Domingo de Guzmán, en mal estado de conservación. En el Interrogatorio de 1761 se habla de la ermita dedicada a Santa María Magdalena, en la cual se celebraban anualmente misa y procesión durante tres días, tenía cofradía y pastoría de cabras y unas rentas anuales de setecientos reales.  En 1992 se construyó la nueva ermita para venerarla en la carretera que conduce a Ibahernando.
 
Robledillo tiene tres cruces de término o cruceros destacadas: la Cruz en la calle Constitución, esbelto crucero sobre tres gradas cuadrangulares de cantería, de 1760; una segunda situada en la calle San Juan de la Cruz, de 1757; y la Cruz de San Marcos, que aún conserva el fuste cilíndrico, liso, collarino y el capitel de volutas, posiblemente obra de finales del XVI.
            Entre las tradiciones populares de la localidad hay que destacar los Carnavales, fiesta local, que comienza el martes con un pasacalles y la fiesta del agua; el miércoles tiene lugar la fiesta del toro y el entierro de la sardina, además de la carrera de gallos. Nueve días antes del último sábado de mayo se traslada la imagen de Santa María Magdalena desde su ermita hasta la iglesia. El último sábado del mes, la imagen es traslada a la ermita, donde se celebra la misa extremeña y la romería, tradición que se remonta al siglo XVI. El 13 de junio se celebra la fiesta de San Antonio, con ofrenda al santo y baile. El 29 de junio se celebra el día de San Pedro Apóstol, patrón de la localidad, y antiguamente se sacaba el Corpus Christi de procesión. El 19 de mayo tiene lugar la Feria Grande de Ganado. En la primera semana de agosto se celebran actos deportivos para todas las edades. Finalmente, “los ofertorios” tienen lugar el tercer domingo de septiembre, en el que se realiza una subasta de productos típicos de la zona para beneficio de la iglesia.
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[1] Vid.:  Ramos Rubio, José Antonio: Robledillo de Trujillo. Historia y Arte. Edit.: Diputación Provincial de Cáceres, 2020, 119 págs.


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