viernes, 21 de agosto de 2020

TORRECILLAS DE LA TIESA Y SU TERRITORIO

            
La obra “Torrecillas de la Tiesa y su territorio”, que acaba de ver la luz, “es una valiosísima aportación, destinada a clarificar muchas dudas y a servir de guía y de referencia para todos aquellos que quieran conocer nuestro pasado y nuestro presente”, dice del libro del historiador José Antonio Ramos Rubio, el alcalde de la localidad  Tomás Sánchez Campos. [1]

            El origen del nombre del municipio hay que buscarlo en los numerosos topónimos referidos a las torres de la zona, en la que hay indicio de una antigua población que podía ser la Torre de Mingo Caro. Según el investigador Plaza Rodríguez, hubo un lugar llamada La Tiesa, no lejos de La Coraja, quien añade que La Tiesa, Torrecillas, Centenera y Aldeanueva eran “asientos” distintos en los libros sacramentales y que Torrecillas de la Tiesa no se halla registrada hasta el año 1853. No obstante, hay documentos sobre la Capellanía de Torrezillas de la Tiesa desde al menos 1546, como así aparece en el testamento de doña Leonor Moñino del 24 de septiembre del citado año. La población aparece también mencionada en un documento de 1704 como capellanía de la dehesa de Torrecillas de la Tiesa. La localidad es un municipio situado al noreste de Trujillo, regada por los ríos Almonte y Tozo, sobre el que se encuentran dos embalses. El río Tozo atraviesa el término, por el suroeste, unos diez kilómetros. El municipio pertenece a la comarca funcional de Trujillo, con una altitud de 480 metros. Históricamente, las dehesas de encinas han sido conocidas como Montes de Tozo. El clima es de tipo mediterráneo subtropical. La formación vegetal es del tipo durilignosa con un bosque esclerófilo mediterráneo representado por la encina y el alcornoque, junto a otras especies que forman el matorral: la jara, el cantueso, aulaga…  La base de la economía es la agricultura de cereales: ganado ovino, bovino, porcino y caprino. En su medio natural extensivo habita una numerosa fauna silvestre (águila real, águila imperial, ciervo, jabalí…), que encuentra en la dehesa un refugio natural. La superficie del término es de 140 kms cuadrados, de las cuales el 75 por ciento se dedican a pastos, representado las tierras de labor el 24 por ciento de las hectáreas. En Torrecillas de la Tiesa predominan los latifundios sobre los minifundios, casi todos cercados con piedra. La población llegó a alcanzar en 1950 los 2.842 habitantes, que comenzó a descender por el despoblamiento a partir de los 60 del siglo XX.
 
            Testimonios tradicionales de arquitectura tradicional que definen la identidad de un territorio son los bohíos (bujíos) o chozos, los pozos de nieve y pozos de agua, los molinos, las zahúrdas…, fieles testigos de la cultura y herencia popular. El municipio ha estado siempre muy bien abastecido de aguas por los numerosos manantiales que conserva el subsuelo: la Laguna Grande, la Charca del Ladrillar, Laguna de la Gironda, Charca del Carrascal y varios embalses como el del Tozo, Bustamante Carmonilla y Mascalinas y, más alejados, Mascalinas o el Labradillo. Según el Interrogatorio de 1791, existió un lavadero de ropa, utilizado por los vecinos para lavar la ropa. En la zona noreste se encuentra La Fuente de la Peña, a 2 kilómetros de la población, por el camino de Los Tejares, lugar muy frecuentado por las mujeres que acudían cargadas con los pilancones llenos de ropa sucia para lavarla.
La villa de Torrecillas de la Tiesa fue de señorío desde la Edad Media hasta el Estado Liberal del XIX, gozaba de fuero de realenga. Pasó de ser un lugar de la Corona a ser vendido a un noble y, finalmente, de jurisdicción libre. El mayor centro poblacional correspondiente a la Protohistoria se halla en La Coraja, dado a conocer por María Cleofé Rivero en 1974, antes de las campañas de excavaciones iniciadas por el Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Extremadura en 1985. El castro de La Coraja posee en su interior un dolmen adosado a una vivienda o posible recinto sagrado. En las excavaciones realizadas entre 1985-1988 se halló abundante cerámica ibérica de líneas rojas y algunas falcatas ibéricas. En la finca Los Casarones se han localizado abundantes restos de una posible villa romana. Los orígenes del actual emplazamiento del municipio arrancan en la Alta Edad Media. La presencia visigoda en el territorio deja testimonios en la existencia de varias tumbas excavadas en pizarra, en La Mascalina, Cerro de la Peña, Bonilleja, Casarones del Tozo, Ladrillar de Risel y Canalejas de Valdelahuesa. La extensa tierra de Trujillo, en la que se enmarca Torrecilla de la Tiesa, estuvo en manos musulmanas desde el 714. Desde que la tierra de Trujillo fuera reconquistada del dominio musulmán por Fernando II, la historia de Torrecillas se mantuvo unida a la de Trujillo, pues desde esta ejercía el control de las aldeas y pueblos que conformaban el territorio trujillano. El territorio y los lugares que configuraban jurisdiccionalmente la tierra de Trujillo desde la Baja Edad Media la convirtieron en la segunda comunidad de Villa y Tierra más extensa de Extremadura. Torrecillas de la Tiesa tuvo mucha hacienda a finales del siglo XV en posesión de don Juan Pizarro, pariente de los Pizarro. En 1558, el rey Felipe II, necesitando nuevos recursos para sus empresas militares, ordenó que se enajenasen los lugares que resultasen necesarios, al objeto de obtener recursos suficientes para hacer frente a las campañas militares. Entre las cinco aldeas de la jurisdicción de Trujillo que fueron enajenadas estaba Torrecillas de la Tiesa, adquirida por Diego Pizarro de Hinojosa, declarándose como villa en señorío particular a favor del citado noble trujillano, Uno de sus sucesores fue Lucía Pizarro de Carvajal, que se casó con don Lorenzo de Quiñones y Neyra, VII marqués de Lorenzana, cuyo título y señorío ostentaría su hijo don José de Quiñones, el cual se casó con doña Francisca Xaviera de Cabrera y Cárdenas, de quienes fue su hijo y sucesor don Francisco Javier de Quiñones, último marqués de Lorenzana que vivió en Trujillo, cuyo palacio es la actual sede de la Real Academia de Extremadura. El palacio fue donado por el marqués de Lorenzana, don Mateo Jaraquemada Guajardo-Fajardo y su familia, mediante escritura otorgada en Badajoz el 27 de marzo de 1982. Tras las oportunas obras de reconstrucción interior, adecuamiento y mobiliario, fue inaugurado el 9 de octubre de 2000 por Su Majestad la Reina doña Sofía. El 27 de enero de 1762, Torrecillas compró al marqués de Lorenzana, heredero de Diego Pizarro, el derecho a su propia jurisdicción por 1.981.446 maravedíes de vellón. Durante la Guerra de la Independencia, Torrecillas de la Tiesa sufrió el robo, saqueo, destrucción y profanación de sus templos. En la guerrilla contra los franceses destacaron unos vecinos de Torrecillas de la Tiesa, los hermanos Cuesta (Feliciano, Francisco, Félix y Antonio). Las Cortes de Cádiz suprimen en 1811 los señoríos y los corregidores y establecen en cada ayuntamiento alcaldes, regidores y procurador síndico. A la caída del Antiguo Régimen, la localidad se constituye en municipio constitucional de la región de Extremadura, conocido entonces como Torrecillas.
Los testimonios arquitectónicos más antiguos que se conservan corresponden a finales del siglo XV. La iglesia parroquial de Santa Catalina es un templo de una sola nave, con cinco tramos separados por arcos fajones de ladrillo de medio punto.
En 1585 se erigió el rollo de Torrecillas de la Tiesa, una vez que Felipe II puso en venta el Señorío de este lugar, que adquirió don Diego Pizarro. Es una obra renacentista de notables dimensiones, que se halla en la actualidad en la plaza del ayuntamiento.
El origen del nombre de Torrecillas hay que buscarlo en los abundantes topónimos aludidos a las torres de la zona. Además de ese conjunto de torres, palacios y casas fuertes dispersos por las dehesas, poco a poco empezaron a formarse núcleos a su alrededor formando caseríos o poblados. La Casa del Carrascal es un edificio residencial o casa fuerte que poseyó don Juan de Orellana Pizarro, que se halla situado en un lateral de la autovía Madrid-Lisboa, a 7 kilómetros de Trujillo, y que ocupó una de las paradas de postas más importantes del Camino Real. En el término de Torrecillas de la Tiesa se encuentra la casa fuerte de La Carmonilla, construida con mampostería y sillería en las esquinas y zonas nobles. Es obra de la primera mitad del siglo XV.
Los puentes que se encuentran en el término municipal son interesantes obras de ingeniería y elementos de arquitectura vernácula. Entre ellos, cabe citar el puente del Cardenal, sobre el río Almonte, en el antiguo camino real de Madrid a Badajoz, construido por el maestro cantero Pedro González en 1440, por iniciativa del obispo de Plasencia y señor de Jaraicejo, don Juan de Carvajal. El puente del arroyo Pizarrosillo se halla a tres kilómetros al norte del municipio que, por su tipología, puede fecharse en la segunda mitad del siglo XV. El puente del Labradillo, sobre el río Merlinejo, en el antiguo camino de Trujillo a Torrecillas de la Tiesa, restaurado a mediados del siglo XX.  El puente de los Casarones, situado en el camino medieval que discurría sobre su antecesor romano, trazado entre Trujillo-Torrecillas-Deleitosa para cruzar por la Sierra de las Villuercas al noroeste de esta última localidad. Jiménez Valdós fecha esta obra en 1565, obra del arquitecto trujillano Sancho de Cabrera.
Entre las tradiciones populares de Torrecillas de la Tiesa, hay que destacar la Fiesta del Labrador, tradición que se remonta a los hechos milagrosos ocurridos el 22 de febrero de 1944, en que, tras hacer una rogativa de nueve días a la Virgen de los Remedios, dada la pertinaz sequía que amenazaba las cosechas, llovió y nevó el día 22 y todos los vecinos se acercaron a la iglesia a dar las gracias a la Señora. La fiesta se mantiene, celebrándose novena y misa mayor. Otra fiesta destacada es la dedicada a San Gregorio, que se celebra el 9 de mayo, en recuerdo de una plaga de langostas que azotó la localidad y que, por intercesión de la Virgen, desaparecieron.  Finalmente, entre el 7 y el 12 de septiembre se celebran las fiestas patronales de “Guadalupe” en honor a la Virgen de los Remedios. Son muchas también las fiestas y tradiciones desaparecidas.
            La obra se cierra con la bibliografía, un aparato documental y un cuento didáctico de Florentino Escribano Ruiz inspirado en la historia y costumbres de la localidad, titulado “Los poderes de la tercera mano".

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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio: Torrecillas de la Tiesa y su territorio, Diputación de Cáceres, Cáceres, junio de 2020, 244 págs.
 

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