El quinto mensaje
navideño del rey Felipe VI, dirigido
a los españoles en Nochebuena, ha tenido como ejes fundamentales el recuerdo a los
valores encarnados en la Constitución de 1978, cuyo 40 aniversario celebramos este
mismo mes: la democracia y la libertad que garantizan la convivencia; ha
apelado a ayudar a los jóvenes "a construir un proyecto de vida personal y
profesional, con un trabajo y salario dignos" , ante los serios problemas
que se les presentan en la actualidad. Y, finalmente, sin aludir expresamente a
los problemas de la actualidad española, ha hecho una llamamiento a asegurar la
convivencia, "la obra más valiosa de nuestra democracia y el mejor legado
que podemos confiar a las generaciones más jóvenes".
En un breve discurso de 10 minutos y 50 segundos de
duración, el Rey ha recordado a quienes viven una situación difícil por razones
personales, económicas y sociales; a quienes están lejos de su hogar y de su
familia, a los que ha deseado que "todas esas circunstancias queden pronto
atrás" y se ha referido a la violencia contra las mujeres, de tan triste
actualidad, "que merece siempre nuestra repulsa y condena más enérgica y
el empeño de toda la sociedad para erradicarla de nuestra vida".
Al recordar el 40 aniversario de la Constitución, el
soberano ha evocado los principios que la inspiraren, pensando en el presente,
y también en el futuro, en las generaciones más jóvenes, que han sido el
fundamento, base de nuestra libertad y de nuestro progreso de las últimas
cuatro décadas: la reconciliación y la concordia; el diálogo y el
entendimiento; la integración y la solidaridad. En este punto, el Rey ha memorado
el valor de trabajar juntos y unidos, pensando en nuestro país y su futuro, por
la voluntad de los líderes políticos, económicos y sociales de entenderse, a
pesar de su distanciamiento en ideas y opiniones. A todos, recalcó, les unió un
claro objetivo: la democracia y la libertad en España y ha hecho un llamamiento
para que no se pierdan esos principios ni se olviden, "para que las reglas
que son de todos, sean respetadas por todos" para, de esa manera, asegurar
nuevas décadas de progreso y avance.
El Jefe del Estado ha hecho hincapié en su mensaje en la
deuda que la sociedad española tiene hoy con los jóvenes y en la
responsabilidad con su futuro, aunque las circunstancias no sean las más
fáciles. "Queréis vivir y convivir, pero tenéis problemas serios. Y os
tenemos que ayudar a que podáis construir un proyecto de vida personal y
profesional, con un trabajo y salario dignos, a tener un lugar adecuado donde
vivir." Y en este sentido, ha
apelado a la responsabilidad de toda la sociedad de contar con ellos para
seguir construyendo un país mejor, más creativo, más dinámico y siempre en
vanguardia; una España más cohesionada socialmente y más comprometida con la
igualdad real entre hombres y mujeres.
Finalmente, el Rey ha defendido que los principios y
valores que compartimos con otras democracias de nuestro entorno nos invitan a
asegurar en todo momento nuestra convivencia, basada en el respeto a las
personas, a las ideas y los derechos de los demás, incompatible con el rencor y
el resentimiento, "porque estas actitudes forman parte de nuestra peor
historia y no debemos permitir que renazcan". Para el monarca, la convivencia, superadora
de los grandes problemas y de las injusticias, nunca puede nacer de la división
ni mucho menos del enfrentamiento, sino del acuerdo y de la unión ante desafíos
y dificultades; una convivencia que exige el respeto a la Constitución, que
ampara, protege y tutela nuestros derechos y libertades, "y que es la obra
más valiosa de nuestra democracia y el mejor legado que podemos confiar a las
generaciones más jóvenes"
Por último, el Jefe del Estado ha animado a los españoles
a seguir adelante con esperanza y confianza en el futuro, porque todos podemos
hacer mucho por el bien común y superarnos, sumando nuestras fuerzas en el
deseo de una España siempre mejor, "porque los españoles lo
merecemos" y porque debemos ser conscientes de la nueva realidad que nos
impone el siglo XXI y ser capaces de alcanzar consensos cívicos y sociales que
aseguren el gran proyecto de modernización de España.
Un mensaje, en fin, en el que no se puede decir más en
menos; para todos sin distinción alguna, para la reflexión de presente y para
la agenda del futuro. Algunos dirán ahora que no ha hablado de los problemas
del país, como si no los supiere ni conociere; pero ha dejado entrever entre
líneas lo que debe hacerse, porque el Rey reina, pero no gobierna, y arbitra y
modera el funcionamiento regular de las instituciones (artículo 56 de la Constitución).
Corresponde a las fuerzas políticas y sociales, a los españoles todos, seguir
la senda marcada y hacer realidad los propósitos enumerados, que no son pocos y
sí muchos por resolver.
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