España es una en sus
desgracias y múltiple en sus desencuentros. La desaparición y búsqueda del
pequeño Julen ha unido al país
entero en su búsqueda durante los trece días tras su desaparición hasta la
01.25 horas de esta madrugada, en que ha sido hallado muerto, a 107 metros de
profundidad. "Todos somos Julen"
fue el grito solidario de un país capaz de unirse en sus causas más nobles,
solidario en las dádivas y desunido en las grandes empresas. Los días de la
búsqueda desde su desaparición, el domingo 13, nos han mantenido en vilo, como el
niño Gabriel Gruz, el pescaíto, que aspiraba a ser biólogo,
desaparecido en la localidad almeriense de Las Hortichuelas, y asesinado en una
finca familiar próxima a la localidad de Rodalquilar el 27 de febrero del
pasado año y hallado sin vida el 11 de marzo en el maletero del coche conducido
por la pareja de su padre. Gabriel tenía
8 años cuando desapareció en el trayecto entre la casa de su abuela paterna,
distante unos cien metros, ignorándose su paradero durante los doce días
siguientes. En el dispositivo de búsqueda participaron 3.000 voluntarios y
2.000 profesionales, en lo que se convirtió en la mayor búsqueda coordinada de
un desaparecido en la historia de España. Su caso causó una gran conmoción en
la sociedad española. Días antes de su desaparición, una gran manifestación
recorrió las calles de Almería para pedir su regreso. Al conocerse su afición
por dibujar los peces, el símbolo del pececillo
llenó las ventanas, colegios, centros públicos y redes sociales en su
apoyo.
Hay un cierto paralelismo entre la desaparición, búsqueda
y hallazgo de ambos niños, aun distinto y distante. Gabriel y Julen personificaban
la inocencia de los niños, alejadas de la maldad de un mundo que les privó de
sus jóvenes vidas. El primero estuvo bajo tierra tras perder su vida; al
segundo se lo tragó la montaña cuando jugaba.
En el caso de Julen,
más de 300 personas entre técnicos y responsables de distintas disciplinas,
voluntarios, políticos, más todo el pueblo de Totalán (Málaga), se sumaron a su
rescate en el estrecho y profundo pozo por el que cayere el día 13. La Guardia
Civil, siempre disponible, hubo de llamar a técnicos a participar en el
rescate. Como al delegado del Colegio de Ingenieros de Caminos de Málaga, Ángel García Vidal, jefe del operativo,
quien desde el primer momento declaró que "esto no es una operación de
rescate, sino una obra de ingeniería civil humanitaria". Julián Moreno, director técnico del
Consorcio Provincial de Bomberos de la Diputación de Málaga, quien estuvo al
mando de cuarenta bomberos que, por turnos, han participado en el dispositivo
en todo momento, quien tuvo la idea de realizar la estructura para que los
mineros pudieran descender para excavar el túnel de tres a cuatro metros para
llegar hasta el niño. Rafael Gálvez,
jefe del Servicio de Protección Civil de la Junta de Andalucía en Málaga, cabeza
visible del equipo de emergencias del 112 y Protección Civil, que coordinó el
dispositivo de rescate. Yolanda Alcaide,
quien colaboró con el dispositivo de rescate al ofrecer su casa como puesto de
mando cuarenta y ocho horas después de la desaparición del niño. Daniel Alcaide, militar con destino en
Madrid quien, cuando viajaba en autobús a la capital, oyó la noticia de la
desaparición del pequeño, y pidió permiso para echar una mano como responsable
de los 80 voluntarios de Protección Civil. Sergio
Tuñón, director técnico de la Brigada de Salvamento Minero desde 2012,
compuesta por ocho hombres expertos en salvamentos de minas y bajo tierra. María Gámez, subdelegada del Gobierno
en Málaga, quien estuvo al pie del cañón todos los días del rescate. Jesús Esteban Gutiérrez, jefe de la
Comandancia de la Guardia Civil, quien desplegó a medio centenar de agentes que
han trabajado por turnos durante todos los
días.[1]
El coordinador del dispositivo de búsqueda, García Vidal, declaró que "los efectivos que participan
en las labores trabajan como si Julen
fuera el hijo de cada uno de ellos" [2] La
operación de rescate ha sido una de las más complejas realizada hasta ahora en
España, al intervenir en ella decenas de máquinas excavadoras y perforadoras, que han removido
cerca de 80.000 metros cúbicos de tierra
para excavar el pozo paralelo que llevase hasta donde se encontraba Julen. "Un minero nunca se queda
en la mina y para ellos, Julen es un
minero", declaró el delegado del Colegio de Ingenieros de Caminos de
Málaga, Juan López Escolar, sobre la
brigada de mineros de Hunosa, compuesta por ocho hombres, que ha horadado
durante casi treinta y dos horas, por turnos, los 3,8 metros de túnel de tierra
y roca, que ha obligado a los agentes de la Guardia Civil, expertos en
espeleología y microvoladuras, a introducir cargas explosivas en los orificios
de la roca para hacer pequeñas detonaciones y abrir el camino a los mineros.
Para abrir los pozos paralelos, acudieron al rescate dos
perforadoras, la primera de Málaga y otra, más potente, desde Madrid, que
abandonó una obra en la M-40 y recorrió 550 kilómetros hasta llegar a Totalán, y
que pesa 75 toneladas, con una broca de 70
metros y dos y medio de diámetro. Los
tubos para encamisar la perforación llegaron desde Totana (Murcia) y medían 60
metros de cilindro de 1 metro y 10 centímetros de diámetro. Diez
administraciones públicas, trece empresas privadas y 200 periodistas participaron
y siguieron el rescate.[3]
Además de los efectivos del 112, el Consorcio Provincial de Bomberos, el Equipo
de Rescate e Intervención de Montaña de Alora y Granada, el Grupo Especial de
Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, bomberos de Málaga, la
Brigada de Rescate Minero de Asturias; también se encontraba la compañía sueca
SPT (Stocklolm Precisions Tool), especializada en el diseño y fabricación de
herramientas y materiales de prospección
de fondos de pozos, que localizó en 2010 el punto exacto en el que se
encontraban los 33 mineros atrapados bajo tierra en Chile.[4] En
tres días, durante catorce horas diarias, un herrero malagueño, José Carlos Tirado y su hermano,
fabricaron la jaula diseñada por los bomberos malagueños, trabajando una media
de catorce horas diarias.[5]
Durante estos días, Totalán ha sido un pueblo unido a la
familia y a los trabajadores que no han escatimado esfuerzos ni descanso para rescatar
a Julen. Primero fueron los
bocadillos; después, las comidas y el chocolate para reponer fuerzas a quienes
no miraban más que por él. Unos cedían sus viviendas para el descanso, otros
para las reuniones del equipo que dirigía las operaciones y las mujeres se
obligaron a hacer comidas para todos los que estaban en el Cerro de la Corona
pendientes de las operaciones. Todo por Julen.
Todo el mundo pendiente de él hasta esta madrugada. Totalán no volverá a ser el
mismo sin él. Menos aún sus padres, que perdieron a otro hijo. "¡Otra vez no!", gritaba su padre al
percibir esta madrugada la tragedia. En verano de 2017, los padres salieron a
dar un paseo por la playa. Julen
tenía unos meses y su hermano mayor, Óliver,
tres años, falleció de muerte súbita... Los 300 trabajadores del operativo de
rescate han dado una lección a España y el mundo y el pueblo, otra de
solidaridad.
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[1]
Vid.: Sánchez, Nacho: Los rostros del rescate de Julen, en elpais.com, de 25/01/2019.
[2]
Vid.: García Vidal, Ángel: Los
efectivos trabajan en el rescate como si Julen fuera el hijo de cada uno de
ellos, en tuotrodiario, de 18/01/2019.
[3] Vid.: Las
ingentes cifras del rescate de Julen, en publico.es, de 26/01/2019.
[4] Vid.:
Rescate de Julen: cronología de un infierno en el pozo, en elmundo.es, de 26/01/2019.
[5] Vid.: Así
se creó a contrarreloj la jaula para los mineros, en antena3.com, de 19/01/2019.
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