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Frente
al segundo mensaje de hashtag, el #YoMeQuedoEnCasa,
la irrupción de la borrasca Filomena
entre los días 6 y 11 de enero pasados, trajo consigo copiosas nevadas en
amplias zonas del centro peninsular, que dejó atrapados en las carreteras a
miles de transportistas, paralizó actividades esenciales, produjo multitud de
daños materiales y dejó sin suministros a cientos de personas, a la que sucedió
una ola de frío con registros de -15º C en áreas del interior peninsular con el
consiguiente riesgo por la formación de placas de hielo, la incomunicación y la
falta de suministros en multitud de núcleos urbanos.
Pues bien, el colapso producido por Filomena se vio agravado para quienes no pueden moverse por aceras
cubiertas de hielo ni esquivar montañas de nieve. Invidentes, discapacitados
físicos, personas, en fin, con discapacidad motora o visual, ni podían salir de
casa ni disfrutar de la nieve, como otras, y se vieron obligadas a quedarse en
casa y a sufrir un nuevo confinamiento obligatorio que, hasta entonces, ninguna
autoridad hubiere decretado. El hashtag #YoMeQuedoEnCasa
pareció trastocarse para algunos, los de siempre, en #SinSalirDeCasa. Para los primeros, los invidentes, la ciudad se
había convertido en un territorio inexorable, ni ayudados con su bastón ni
otros con su perro-guía. Los primeros días pudieron aventurarse algunos metros
en la nieve, cuando esta estuviere aún blanda; pero no los siguientes con el
hielo por miedo a las caídas. Peor aún lo hubieren los discapacitados en sillas
de ruedas. Querían salir, deberían salir, con total autonomía, como antes, pero
los elementos se lo impedían. Los vecinos les decían: “No puede, no puede…” “Salgo
porque lo necesito, porque quiero…”, respondían, “porque nada ni nadie me lo pueden impedir”. Sí: los elementos se lo
impedían; solo ellos, los olvidados de siempre, con sus bastones para guiarse,
su perros-guía de ayuda o sus sillas de ruedas…
Ahora no fuere ya la nieve ni nuevas restricciones
impuestas por las autoridades al repunte de la pandemia. Para ellos, como para
tantos otros autónomos per se, fueren
elementos ajenos a su voluntad y autonomía los que trastocaron sus planes del
día a día. Con acerados y calles impracticables, sin medios de trasporte
adecuados, su aislamiento fuere doble: han pasado del hashtag #YoMeQuedoEnCasa al #SinSalirDeCasa, un doble confinamiento obligado por los efectos
colaterales de Filomena…
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