Abertura
es un municipio de la provincia de Cáceres, con una extensión de 6.160
hectáreas, bañado por los ríos Búrdalo y Alcollarín, situado sobre materiales
pizarrosos y graníticos. El clima es de tipo mediterráneo subtropical, con
veranos calurosos, con una temperatura media anual de 17 ºC. La localidad se
surtía de pozos como recursos de agua, que sirvieron de abastecimiento de la
población.
Los
autores y la alcaldesa, Olga Tello
María del Carmen Gil Durán, concejala de la localidad, había escrito hace ocho años un libro sobre el pueblo. Ahora ha contado con el investigador José Antonio Ramos, cronista oficial de Trujillo, para dar a conocer las investigaciones que ambos han descubierto en los últimos años, recuerda la alcaldesa, Olga María Tello Muñoz, en el prólogo. [1]
Abertura es esencialmente un pueblo ganadero. Su término está atravesado por la Cañada Real Leonesa Occidental. La mayoría de sus habitantes se dedicaba hasta poco al campo y al ganado y algunos, a oficios artesanales. En los años 40 y 50 del siglo XX hubo bastantes porqueros y cabreros, que se dedicaban a sacar por las mañanas los cerdos y las cabras para pastar. También hubo un vaquero cuidando de las vacas. En el “corral del concejo” del ayuntamiento reunían a los animales que se extraviaban; después se convirtió en una pista de baile y, finalmente, es el centro médico del municipio. Las primeras escuelas locales estaban en la plaza, de niños y niñas. En 1970 las aulas pasaron a ser mixtas, con la denominación de Agrupación Escolar Nuestra Señora del Rosario, hasta el curso 1994/1995 que pasa a agruparse con Alcollarín, Campo Lugar, Pizarro y Villamesías para formar el Colegio Rural Agrupado “Llanos de la Vega”.
La arquitectura popular se basa en la vivienda unifamiliar adosada desarrollada en una o dos plantas con muros de mampostería enfoscados en su mayoría con morteros de cal. Es una arquitectura esencialmente funcional, creada para satisfacer las necesidades vitales familiares de sus moradores. Entre las edificaciones destaca el ayuntamiento que, tras sucesivas reformas, ha conservado una interesante dependencia utilizada antiguamente como cárcel. En la zona de “El Venero” nos encontramos con un conjunto de pilas de granito para lavar, de un importante valor arqueológico. El lavadero era también lugar de reunión de los vecinos del pueblo, alrededor de cuarenta pilas de granito con dos pozos de agua. En las inmediaciones se encuentra una presa de 1830, así como las ruinas de un molino hidráulico, que supuso un gran avance para el municipio y para los pueblos cercanos. También hubo hornos para cocer barro entre finales del XIX y principios del XX.
El Pósito se encontraba en la calle Positillo. Fue un depósito donde se guardaba la reserva de trigo de la población y una institución tradicional de crédito rural, en su origen para regular el precio del grano.
En el terreno histórico, los restos más antiguos localizados en la población corresponden a la dominación romana, monedas e inscripciones, en el yacimiento de la dehesa. Hay constancia de la existencia de varias villas romanas en el territorio circundante. El pasado prerromano está constatado en varios lugares del término municipal. Varios han sido los autores que se han ocupado de la historia del lugar. A comienzos del siglo XX, el investigador Mario Roso de Luna realizó las primeras prospecciones. A finales de los 70, Martín Almagro Gorbea, en su obra emblemática sobre la Protohistoria extremeña, se hacía eco del hallazgo de un enterramiento del periodo Orientalizante que dos décadas atrás había descubierto el maestro de la localidad Antonio Mena Ojea. En los 90 del siglo pasado, Ana María Martín Bravo estudiaba los poblados existentes en el extremo norte de la Sierra. En los años 20, Mélida analizaba los abundantes restos de edificaciones musulmanas y, recientemente, la profesora Sophie Gilotte dirigía también sus investigaciones sobre los vestigios de época musulmana.
Vista de la iglesia parroquial de Abertura |
Respecto al patrimonio artístico, sobresalen la iglesia de san Juan Bautista, de finales del siglo XV, el edificio más importante de la población; y la ermita de santa Ana, patrona de la localidad, cuya festividad se celebra el 26 de julio, y que es del siglo XVI.
Retablo de la iglesia parroquial |
Las principales fiestas y tradiciones populares de Abertura son: los Carnavales, que finalizan el Miércoles de Ceniza; el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección; las fiestas en honor a san Gregorio, patrono de la feria en su honor; las fiestas en honor a Santiago y santa Ana, el 25 y 26 de julio; la fiesta del emigrante, en el mes de agosto; “Los quintos”, el 1 de noviembre; la fiesta de la Inmaculada: las campanilladas, cuando se celebraba algún matrimonio, en el cual uno de los cónyuges era viudo, los dos viudos o cuando se separaba algún matrimonio.
El traje típico de Abertura es el refajo multicolor picado en negro, bordado en varios colores con grandes cenefas, también de picado.
En la gastronomía destacan los alimentos elaborados a base de pan, como las migas, el gazpacho de tomate y vegetales, el gazpacho blanco o de ajo, el gazpacho de espárragos, las sopas de ajos, de tomate y de espárragos y las populares sopas de trapo. En tiempos de caza sobresalen el arroz con liebre, el conejo con tomate, la perdiz en salsa, la tórtola escabechada…; entre los postes, las natillas, el arroz con leche, los flanes, membrillo, peras y melocotón en almíbar. En dulces, las perrunillas, las bollas, las galletas, los borrachos, los pestiños, los escaldillos enmielados, las roscas fritas, flores de miel, roscas de muédago, brazos de gitano, tarta de almendras, galletas de coco.
[1] Vid.: Gil Durán, María del Carmen y Ramos Rubio, José Antonio: Abertura, historia y tradiciones populares, Diputación de Cáceres, 2022, 221 págs.
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