Bajo este sugestivo título, la académica de número de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, María Jesús Viguera Molins (Ferrol, 1945), catedrática emérita de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, ha escrito un artículo sobre el origen andalusí de la capital de España. [1]
Comienza la autora recordando a Fernández Moratín (Madrid, 1760; París, 1828) quien, evocando una “Fiesta de toros en Madrid”, escribió una ristra de setenta y dos quintillas, que comenzaba con ésta: “Madrid, castillo famoso/ que al rey moro alivia el miedo/ arden fiestas en su coso/ por ser el natal dichoso/ de Alimenón de Toledo” y añade que por 360 versos de orientalizante desparpajo circulan palabras, personas y ambientes arabescos, haciendo gala de un cierto historicismo, entre ilustrado y romántico, que al menos reconoce que Madrid fue un destacado castillo, añadiendo de su propia cosecha que allí nació al-Ma’mun, gran rey de la taifa de Toledo ente 1043 y 1045, diez años antes de que Alfonso VI, rey de León y de Castilla, la gran ciudad del Tajo en 1085, cuando Maŷrīṭ acabó su periplo andalusí y pasó a llamarse Madrid.
Señala la autora que Maŷrīṭ nació como una fortaleza para reforzar la frontera media de al-Andalus hacia el año 865, lo cual le otorga un origen andalusí. Aunque los indicios de este pasado perduraron siempre, hay dos presencias reales sobre sus orígenes: la conservación del apelativo “almudena”, en el enclave de la catedral (del árabe, almudayna, o `ciudadela´) y muy cerca del parque de Muhammad I, documentado por los restos conservados del primer recinto amurallado de Madrid que, según los textos, ordenó construir aquel emir omeya (852-886), en época corroborada por la arqueología.
En un congreso sobre numismática hispano-árabe celebrado en Madrid a principios de los noventa, la autora presentó una ponencia con el título “Madrid en al-Andalus”, en la que refirió pasajes de dos docenas de fuentes textuales árabes que, desde la segunda mitad del siglo IX, recogían noticias escritas y orales para loar y legitimar a la dinastía omeya. Así se plasmó el primer escrito sobre la fundación de Madrid.
Primero castillo o ḥiṣn y enseguida “ciudad pequeña”, la autora afirma que se cuenta con dos docenas de fuentes textuales árabes de cronología sobre el Madrid andalusí, desde su fundación, hacia el 885, hasta su conquista por Castilla, que se supone que coincidiría con la de Toledo, en 1085. A pesar de ello, hay que tener en cuenta las aportaciones arqueológicas tan abundantes en los últimos treinta años: el primer lienzo de la muralla andalusí, descubierto en Cuesta de la Vega en 1953. En el Cerro de San Andrés se han explorado unos diez lugares, entre ellos la “Casa de San Isidro”, donde se hallaron restos constructivos, entre ellos una escápula con el alfabeto árabe inciso. Se ha excavado también lo que debió ser el principal cementerio de Maŷrīṭ, en los aledaños de la Plaza de la Cebada. Y desde 2003, la necrópolis altomedieval islámica de La Huelga (Barajas).
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[1] Vid.: Viguera
Molins, María Jesús: Cuando Madrid era Maŷrīṭ,
en la revista cultural Hasta el tuétano,
número 14, Madrid, España, mayo 2023, págs. 5-10.
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