Érase un pueblecito de la provincia de Cáceres, de 500 habitantes, que hubiere tres alcaldesas en la última legislatura, una por cada grupo que obtuvieren representación: PSOE, tres concejales; Unión de Ciudadanos de Serrejón (UCS), tres; y PP, uno.
Desde las elecciones municipales de 2007 hasta el 27 de diciembre de 2008, UCS dio el gobierno al PSOE y gobernó la primera alcaldesa, Nélida Martín. A partir de esa fecha, UCS cambia de opinión y mueve ficha a favor de la concejala del PP, Melisa Campos, que, aun siendo la única de su grupo y habiendo logrado tan solo 43 votos en las elecciones, se convierte en la segunda alcaldesa. El 4 de junio de 2010, Eva María Pintor releva en la alcaldía a su antecesora en virtud del pacto verbal establecido entre el PP y UCS por el que se repartirían la alcaldía la mitad de la legislatura tras la moción de censura presentada contra el PSOE a finales de 2008. Tres alcaldesas de tres partidos distintos, como una trinidad que no fuere una y trina, sino que tuviere tres cabezas distintas, aunque un solo dios verdadero: el pueblo.
“La Trinidad son tres personas distintas en un solo Dios”, como aprendimos en el catecismo; pero, ¿quién obra aquí, en una democracia, el primero en la historia de la salvación de los pueblos: el Dios Padre, principio sin principio; el Dios hijo, engendrado, no creado: o el Dios Espíritu Santo, soplo del amor consustancial entre ambos?… sino el pueblo mismo: “La soberanía nacional reside en el pueblo del que emanan todos los poderes del Estado.” (Constitución Española de 1978, art. 1.2).
El Estado democrático es aquel en que el pueblo, depositario de la soberanía nacional, elige a sus representantes, a través del sufragio universal. La democracia representativa, en la que los ciudadanos eligen a sus representantes a través de elecciones libres, es la más común en los sistemas democráticos; sin embargo, los actores participantes en una democracia comparten un compromiso común con sus valores básicos, lo que no excluye las disputas políticas, pero siempre respetando la legitimidad de todos los grupos políticos que deben tender a promover la tolerancia y el debate público civilizado. Y el voto es el acto mediante el cual un individuo expresa su preferencia por cierta selección de candidatos. La democracia presupone la celebración de elecciones periódicas mediante el sufragio universal libre, igual, directo y secreto, condiciones sin las cuales la democracia no sería tal. Cada persona, un voto, traduce la importancia del voto en la igualdad ante la ley y en la validez del mismo en el escrutinio, aunque las lecturas puedan ser diversas. Hay un voto útil que tiende a polarizar una elección; un voto en blanco que no considera adecuada ninguna de las opciones que se presentan; un voto nulo, accidental o intencional; el abstencionista, que no emite opinión, pero sí protesta; un voto de castigo, cuando el elector cambia una elección anterior. La opinión en contra o la indiferencia ante el presente o el futuro; pero todos son iguales, aun con lecturas e interpretaciones distintas.
Desde las elecciones municipales de 2007 hasta el 27 de diciembre de 2008, UCS dio el gobierno al PSOE y gobernó la primera alcaldesa, Nélida Martín. A partir de esa fecha, UCS cambia de opinión y mueve ficha a favor de la concejala del PP, Melisa Campos, que, aun siendo la única de su grupo y habiendo logrado tan solo 43 votos en las elecciones, se convierte en la segunda alcaldesa. El 4 de junio de 2010, Eva María Pintor releva en la alcaldía a su antecesora en virtud del pacto verbal establecido entre el PP y UCS por el que se repartirían la alcaldía la mitad de la legislatura tras la moción de censura presentada contra el PSOE a finales de 2008. Tres alcaldesas de tres partidos distintos, como una trinidad que no fuere una y trina, sino que tuviere tres cabezas distintas, aunque un solo dios verdadero: el pueblo.
“La Trinidad son tres personas distintas en un solo Dios”, como aprendimos en el catecismo; pero, ¿quién obra aquí, en una democracia, el primero en la historia de la salvación de los pueblos: el Dios Padre, principio sin principio; el Dios hijo, engendrado, no creado: o el Dios Espíritu Santo, soplo del amor consustancial entre ambos?… sino el pueblo mismo: “La soberanía nacional reside en el pueblo del que emanan todos los poderes del Estado.” (Constitución Española de 1978, art. 1.2).
El Estado democrático es aquel en que el pueblo, depositario de la soberanía nacional, elige a sus representantes, a través del sufragio universal. La democracia representativa, en la que los ciudadanos eligen a sus representantes a través de elecciones libres, es la más común en los sistemas democráticos; sin embargo, los actores participantes en una democracia comparten un compromiso común con sus valores básicos, lo que no excluye las disputas políticas, pero siempre respetando la legitimidad de todos los grupos políticos que deben tender a promover la tolerancia y el debate público civilizado. Y el voto es el acto mediante el cual un individuo expresa su preferencia por cierta selección de candidatos. La democracia presupone la celebración de elecciones periódicas mediante el sufragio universal libre, igual, directo y secreto, condiciones sin las cuales la democracia no sería tal. Cada persona, un voto, traduce la importancia del voto en la igualdad ante la ley y en la validez del mismo en el escrutinio, aunque las lecturas puedan ser diversas. Hay un voto útil que tiende a polarizar una elección; un voto en blanco que no considera adecuada ninguna de las opciones que se presentan; un voto nulo, accidental o intencional; el abstencionista, que no emite opinión, pero sí protesta; un voto de castigo, cuando el elector cambia una elección anterior. La opinión en contra o la indiferencia ante el presente o el futuro; pero todos son iguales, aun con lecturas e interpretaciones distintas.
El pueblo de Serrejón, aun admitiendo todas las posibilidades de la ley, ha dado en estas elecciones su voto mayoritario al PSOE, con cuatro concejales, por 2 al PP y 1 a IU-Siex. El Estado democrático ha devuelto aquí a su primera dama de la trinidad perdida, al contrario de lo ocurrido en otros lugares. Nélida Martín torna a un sillón que solo es propiedad del pueblo y que se le presta por cuatro años. Y no será reina por año y medio, sino por cuatro, la trinidad en su tercera acepción por la voluntad popular, una y trina a la vez, como tú, Nélida, reflejo del Estado democrático en el corazón de Monfragüe
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