Fabiola de Mora y Aragón (Madrid, 11/06/1928-Bruselas, 05/12/2014), nacida en el madrileño Palacio de Zurbano (actual sede del Ministerio de Fomento) y fallecida el pasado viernes a los 86 años de edad, será enterrada mañana viernes en la capital belga tras el funeral que se oficie en la catedral de san Miguel y santa Gúdula de Bruselas. Sus restos mortales, que descansaban desde su fallecimiento en la capilla del palacio de Laeken, a donde fue trasladada desde su muerte, ocurrida en su residencia del castillo de Stuyvenberg, han permanecido desde el miércoles en el palacio real de Bruselas para que los belgas pudieran despedirse de ella durante dos días.
Fabiola dejó de llamarse De Mora y Aragón para denominarse Su majestad Fabiola, la reina de los belgas, desde su matrimonio con el rey, y hasta su muerte (1960-1993) y, a partir de entonces, Su majestad la reina Fabiola de Bélgica.
El 15 de diciembre de 1960, el rey Balduino de Bélgica, primogénito del rey Leopoldo III, contrajo matrimonio con Fabiola, ceremonia oficiada en la catedral, a la que asistieron, entre otros, las reinas de Inglaterra y Holanda, el conde de Barcelona y su hijo, el príncipe Juan Carlos; y los marqueses de Villaverde en representación del Generalísimo Franco, que le regaló una tiara ducal. con diadema de brillantes, rematada por siete florones, con centros de rubíes y esmeraldas, que los joyeros de la Casa Real belga descubrieron que eran falsas, y que el Gobierno español se comprometió a cambiar por otras auténticas.
La boda de Fabiola con el rey de los belgas conmocionó a una España todavía empobrecida, y cuyas mozas soñaban con desposarse con un príncipe azul, que las sacara de su vida de cenicientas, mientras que Fabiola, aun de familia aristócrata, bendecida en Lourdes tras su encuentro con el rey, lograba el sueño de ser esposa de un rey reinante, en un país que no fuere el suyo, pero del que se enamoró, y al que enamoró, durante treinta y tres años y medio, como reina consorte.
Aquel día, el país entero seguía la ceremonia de la boda por TVE --fue la primera retransmisión televisiva exterior desde el ingreso del Ente Público en Eurovisión en 1959--; y la gran mayoría, la escuchaba por la radio. Los niños fueron a clase, con sus maestros más pendientes de la ceremonia. Tan solo cuando falleció el doctor Marañón --el gran científico y pensador español, que perteneciere a cinco de las ocho Reales Academias de España: Lengua, Historia, Bellas Artes, Medicina y Ciencias Exactas, Físicas y Naturales--, el 27 de marzo del mismo año, se les comunicó que no tenían clase en señal de luto decretado por el Gobierno.
Mientras las niñas soñaban con sus cuentos de hadas, los niños no entendían nada. Antes de su boda, Fabiola de Mora y Aragón había publicado un álbum de doce cuentos de hadas, uno de los cuales, Los nenúfares indios, tendría su propio pabellón en el parque temático Eftelin (Holanda) en 1966. Ya adolescentes, los niños españoles comenzaron a tener noticias de la española reina de los belgas cuando pasaba sus vacaciones en Zarauz y, más tarde, en Motril, en Villa Astrida, situada en Playa Granada.
Balduino I de Bélgica (Laeken, 1930; Motril, 1993) fue rey de los belgas desde la abdicación de su padre Leopoldo III, en 1951, hasta su fallecimiento en 1993, en la ciudad granadina, de un ataque cardiaco. Al no tener descendencia, le sucedió en el trono su hermano menor, que reinó con el nombre de Alberto II, y que abdicó en favor de su primogénito, el príncipe Felipe, en julio de 2013.
El 1 de agosto, Sus Majestades los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía se desplazaron a Granada desde su residencia veraniega del Palacio de Marivent, en Mallorca, para despedir al rey Balduino, al que le fueron rendidos honores militares por tres escuadrones del Ejército del Aire, por expreso deseo del monarca español, que le presentaron armas mientras sonaban veintiuna salvas de honor y la banda militar de la Academia General del Aire interpretaba la marcha fúnebre La muerte no es el final. El príncipe Alberto y el primer ministro, Jean-Luc Dehaene, repatriaron el cadáver del rey a su país en un avión de las Fuerzas Aéreas belgas, acompañando a la reina Fabiola.
Don Juan Carlos y doña Sofía, según ha anunciado la Casa Real, estarán hoy jueves en el velatorio familiar en el Palacio Real, y mañana viernes asistirán en la catedral de san Miguel y santa Gúdula al funeral por la reina Fabiola, que se reunirá después "con su amor" en la cripta de Laeken.
La reina, en Guadalupe
En la hora de su muerte, hay que recordar su presencia en la misa mayor de la festividad de la Virgen de Guadalupe, el 8 de septiembre de 2008, oficiada por el entonces cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, y concelebrada por el arzobispo de Mérida-Badajoz y los obispos de Plasencia y Coria-Cáceres. La reina llegó cuando el cardenal había comenzado ya su homilía. Se formó un revuelo a su llegada. Cañizares esperó unos momentos, le dio la bienvenida y prosiguió la celebración. Su lugar estaba reservado. Fabiola no oía ni escuchaba: participaba, como siempre, sonriente en la celebración y en los cánticos. Como en el funeral por su marido, el rey Balduino, toda de luto blanco, como él le pidiera, y con la eterna sonrisa que a todos cautivare.
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