Más allá de los
resultados electorales del 24-M, los analistas políticos coinciden en resaltar
el fin de bipartidismo, a tenor de los sondeos que vienen publicándose,
mientras, de otro lado, se afanan por devanarse los sesos, desorientados por un
trasvase político impredecible hasta la fecha en democracia. Si bien es cierto
que la única encuesta fiable y segura será la que el Ministerio del Interior dé
esa noche tras la jornada electoral y las Juntas Electorales proclamen días
después -tan alejadas de intereses y manipulaciones partidistas de los medios
informativos, en las que tantos caen y pican como peces ingenuos--, es lo
cierto que, a la hora de buscar las causas por las que las próximas elecciones
recaen en manos de cuatro fuerzas políticas, como la Liga --que ya no es cosa
de dos, sino de cuatro-, todo hace prever que, acabado el bipartidismo, los
pactos políticos, sino de gobierno de legislatura, sí al menos puntuales, se
harán imprescindibles para poder gobernar.
¿Qué ha pasado en el cuerpo electoral para que partidos
primerizos se sitúen a la par de los que en otros tiempos se alternaron en el
poder? Hay muchos factores que han hecho posible, y lo harán, este cambio: la
falta de democracia interna en los partidos --aunque la Constitución diga que
han de serlo en su estructura interna y en su funcionamiento (artículo 6)--,
que ofrece al elector tan solo un "trágala" tanto en los programas
electorales como en las listas repletas de adictos, que no convictos, a la
causa; de familiares, amiguetes y puntos de apoyo de los clanes que respaldan a
los líderes, pero no en la participación popular y en la servidumbre para la
participación política, como señala la Carta Magna.
La crisis económica ha devaluado, de otro lado, la
importancia de la política como solución para ser parte del problema: media
sociedad venida a menos, desahuciada de los derechos fundamentales, humanos y
constitucionales (la vivienda, el trabajo, la sanidad, la educación, la
igualdad, la atención a la dependencia...) y otra media que hace su agosto a costa de los más débiles, con
el acaparamiento de las tres cuartas partes de la riqueza nacional; con una
corrupción generalizada, que tiñe por igual a casi todas las fuerzas políticas,
incluidas las dos antes principales...; los partidos que han trocado sus
programas en otros distintos de los que un día predicaron, ahogando aún más a
las clases más desfavorecidas; el austericidio, en fin, que si algo ha logrado
ha sido hacer más ricos a los más ricos y a la clase política; y más pobres, a
los más necesitados. Surge, entonces, la decepción, la desesperanza, la desconexión,
el desinterés, la desconfianza, la decepción, la desafección..., y esta otra
clase ciudadana: los huérfanos políticos,
que perdieren sus referentes en quienes antes los hubieren. Perdieron todo eso
y más: la esperanza, que es lo último que se pierde, porque sus demandas y
expectativas no se han visto cumplidas en su entorno político, aunque convengan
en que la política sea consustancial a la democracia, pero no esta democracia,
en la que solo algunos viven bien a costa de los más que pagan y viven peor.
En las elecciones autonómicas del 22 de mayo de 2011, según
la Junta Electoral de Extremadura (véase DOE, de 3-06-2011), en la circunscripción
electoral de Badajoz, se registraron 5.452 votos en blanco y 3.942, nulos; y en
la de Cáceres, 3.942 y 4.260. En total, 8.394 en blanco y 9.169 nulos, respectivamente. Esos
votos, como los de los abstencionistas pasivos (los que no van a votar) --como
IU en la Asamblea extremeña, aunque estén presentes en el afán de quienes
creyeren en ellos, alineándose con su
principal adversario y traicionando a su base ideológica-- son hoy los
caladeros hallados por los nuevos partidos emergentes, según
el Observatorio de marzo de la SER, a quienes ahora, los del bipartidismo y los
medios de comunicación afines tratan de asfixiar con difamaciones y calumnias
de todo tipo... De aquellos barros vienes estos lodos... De dónde acá, un
parrido emergente, y desconocido hasta hace unos meses, puede subírsele a las
barbas a los partidos de gobierno del PSOE y el PP: de esos huérfanos políticos, que perdieron sus
referentes, y de los renegados de IU. De dónde vienen los electores de un
partido catalanista -ahora españolista-, que opta a disputar el clásico de
mayo: de los desencantados de la derecha, de UPyD y del PSOE. Los huérfanos políticos se aferran a esas tablas
de salvación que le son tendidas por esos nuevos referentes, aunque un político
español como Bono
diga que "Podemos es más que un cauce para el enfado que un proyecto para
soluciones" o "para que el miedo
cambie de bando", como los naranjitos de
Ciudadanos y el nerviosismo del PP, al que estos toman como su
mayor amenaza, porque "les roban sus votantes".
Los huérfanos
políticos, que antes votaron nulo o en blanco y los que no saben/no
contestan, serán los que digan la última palabra el 24 de mayo. Las elecciones,
como la Liga, están abiertas.
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