jueves, 22 de febrero de 2024

BEATO CRISTÓBAL DE SANTA CATALINA, FUNDADOR DE LAS FRANCISCANAS HOSPITALARIAS



Cristóbal Hernández Valladolid, más conocido como beato Cristóbal de Santa Catalina (Mérida, 25/07/1638; Córdoba, 24/07/1690), fue un sacerdote eremita que practicó en su vida la oración y el silencio y fundó la Congregación de Franciscanas Hospitalarias de Jesús Nazareno. Nacido en el seno de una familia emeritense, cristiana y labradora, en la calle Baños, fue bautizado en la parroquia de Santa Eulalia, y falleció víctima del cólera, que diezmaba la ciudad de Córdoba.

Siendo niño, sirvió como monaguillo y sacristán en la parroquia de su ciudad y realizó voluntariado en el único hospital de Mérida. Educado en los valores cristianos, vivió su infancia y juventud poniendo su fuerza al servicio de su pueblo, que en aquel tiempo sufría las consecuencias de la guerra hispano-portuguesa de 1640-1668, que ocasionaría la independencia de Portugal.

El director del hospital San Juan de Dios, que lo trata diariamente mientras cuida a los enfermos del hospital, le insinúa la llamada al sacerdocio. El joven lo reflexiona y decide comenzar su formación eclesiástica. Una vez concluida, es ordenado sacerdote en Badajoz el 10 de marzo de 1663, a los 23 años.

Comienza su vida sacerdotal en Mérida y se inscribe como miembro del cabildo de clérigos, del que es secretario, y conjuga su ministerio con la atención a los enfermos del hospital. La muerte de un amigo en extrañas circunstancias le lleva a elegir la vida eremítica en la sierra de Córdoba. En 1667 llega al eremitorio de El Bañuelo, donde permanece seis años. Comienza a vivir en oración, silencio y penitencia y funda la Congregación de Ermitaños de San Francisco y San Diego.

En 1670 ingresa en la Orden Tercera de San Francisco de Asís y toma el sobrenombre de Cristóbal de Santa Catalina, que es posible que lo adoptara por la ermita que tenía esta santa en el mismo centro de Mérida, a pocos pasos del Templo de Diana. En 1673, viendo tanto sufrimiento, toma una decisión para su vida: “Serviré a Dios sustentando pobres”, que lleva a cabo en una ermita de la Cofradía de Jesús Nazareno, comenzando así la Hospitalidad Franciscana de Jesús Nazareno.

En 1690, el cólera infecta la ciudad. El padre Cristóbal cuida a los enfermos afectados por la epidemia fuera y dentro del hospital Jesús Nazareno y se contagia. Pide recibir la comunión y el sacramento de la unción de enfermos. Sus hermanos le acompañan, oran y sufren con él.

Además de su gran fe, el P. Cristóbal consiguió pagar a los trabajadores de una obra, a pesar de no tener dinero gracias a la Providencia, o que el pan no faltara en la despensa. Otro hecho verificado por todos fue la petición que le hicieron las hermanas para que “suplicara a la caldera donde hacían la comida para los enfermos que la cociese”, ya que tenía un agujero por el que se salía el agua y apagaba el fuego. El futuro beato le pidió que, en virtud de la santa obediencia, no se colara más el agua y dejara cocer la comida para los enfermos. Inmediatamente la caldera comenzó a hervir y el milagro llegó a los oídos del obispo de Córdoba, quien lo verificó personalmente.

El papa Benedicto XVI firmó el 20 de diciembre de 2012 el decreto por el cual se reconocía un milagro del venerable Cristóbal, que permitió su beatificación. El hecho se remonta a 2002, cuando una joven cordobesa, Alicia Sánchez, embarazada de diecisiete semanas, descubrió en una revisión médica que había sufrido una rotura prematura de membranas, con pérdida de líquido amniótico. Dada la gravedad del caso y la probabilidad de perder al bebé, fue ingresada en el Hospital Reina Sofía el Martes Santo.

Las religiosas del Hospital Jesús Nazareno de Córdoba que conocían a la muchacha porque trabajaba como fisioterapeuta en la residencia hospitalaria Jesús Nazareno, se enteraron del caso y comenzaron a rezarle a su fundador, el P. Cristóbal de Santa Catalina, a quien se encomendó la gestante. Cinco días después y tras las pruebas diagnósticas pertinentes, los médicos comprobaron que los problemas de la joven habían desaparecido, la bolsa se había restaurado y el líquido amniótico regenerado. Fue dada de alta el Sábado Santo y el embarazo continuó su curso hasta que el niño nació sano y salvo varios meses después.

Fue beatificado el 7 de abril de 2013 en la catedral de Córdoba en una ceremonia presidida por el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, cardenal Angelo Amato, legado pontificio del papa Francisco, en presencia de 5.000 personas, muchas de ellas procedentes de Mérida, entre ellas su entonces alcalde, Pedro Acedo. El proceso de beatificación se había iniciado en 1692, dos años después de su fallecimiento.

El beato Cristóbal de Santa Catalina profesó en 1671 como Terciario en el convento de Madre de Dios, en las afueras de Córdoba, ciudad que le acogió como hijo, se portó como un padre y en la que murió como un santo. Tras Mérida, Córdoba fue su auténtica patria. En 1673 funda el Hospital de Nuestro Padre Jesús Nazareno para atender a los más necesitados. Su preocupación por las ancianas pobres, necesitadas y desvalidas, le lleva a crear la Fundación de las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, aprobado por Benedicto XIV en 1746. Escribió el libro “Las Reglas y las Constituciones” (Córdoba, 1747), que han de guardar las hermanas.

En Mérida, su ciudad natal, su congregación abrió en 1724 el Convento y Hospital de Jesús Nazareno, que hoy alberga el Parador de Turismo. La Barriada de Santa Catalina recibe su nombre en su memoria. El mayor referente de su trabajo es el Centro de transeúntes, que acoge a vagabundos y desvalidos.

El director y dramaturgo Isidro Leyva estrenó el 27 de julio en el estadio romano, con motivo de su beatificación, la obra “A los pies del silencio”, sobre la vida del sacerdote emeritense.

La Hospitalidad fundada por el P. Cristóbal continúa hasta hoy a través de la Congregación de Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno Franciscanas. En 1999, la Congregación contaba con 200 miembros, distribuidos en 28 comunidades (20 en España, 7 en América y 1 en Italia). Por diversas circunstancias, los Hermanos desaparecieron como congregación.

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Bibliografía consultada: Portales católicos catholic.net e iglesiaactualidad; Diario Hoy; L´Osservatore Romano, edición semanal en español del 05/04/2013; Familia Franciscana en España: Convocados por Francisco, 1999; Instituto de Religiosas de España: Abriendo caminos, 1989; ABC de Córdoba, de 05/04/2013.



miércoles, 21 de febrero de 2024

JOSÉ MORENO NIETO, JURISCONSULTO, POLÍTICO Y ARABISTA EXTREMEÑO

    

Retrato de José Moreno Nieto.
Casado del Alisal, 1882
(Ateneo de Madrid)

    La obra “José Moreno Nieto, jurisconsulto, político y arabista”, de José Antonio Rubio Ramos, José Luis Pérez Mena y Óscar de San Macario Sánchez [1] acaba de ser presentada en Cáceres por sus autores, sumándose a las cinco obras anteriores de personajes liberales en la historia de España editadas en los últimos años.

    José Moreno Nieto y Villarejo (Siruela, Badajoz, 02/02/1825; Madrid, 24/02/1882) perdió a sus padres cuando tenía 5 años, haciéndose cargo de su tutela dos tías y más tarde un tío sacerdote, que ejercía su ministerio en Peñalsordo, quien se hizo cargo de su educación. A los 7 años inició sus estudios de Latinidad y Humanidades en el Monasterio de Guadalupe. A los 10 años se trasladó a Toledo, donde cursó tres años de Filosofía (1836-1839) y cuatro años de Leyes (1838-1843). En la Escuela de Traductores se inició en el estudio de las lenguas semíticas, especialmente del árabe.

    En 1843 se trasladó a Madrid para continuar sus estudios. Cursó los últimos años de Jurisprudencia (1843-1846), licenciándose en Derecho en la Universidad Central de Madrid a los 21 años y en Filosofía y Letras. Recibe el título de regente de segunda clase de Lengua Arábiga por la Universidad Literaria de Madrid, que le habilita para participar en la oposición a la cátedra creada en la Universidad de Granada, que aprueba en 1847, y en la que permanece durante doce años, hasta 1858. Allí conoce el latín, árabe, francés, italiano y portugués, dada su facilidad para los idiomas.  De 1847 a 1848 vive a caballo entre Madrid y Granada, durante el período conocido como la Década Moderada.

    En Granada, Moreno Nieto fue una de las figuras más relevantes de la cultura, en cuya vida artística y cultural participa activamente. Es asiduo del Liceo, de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de la Academia de Bellas Artes y del Museo Provincial. Fue diputado por Granada en la legislatura 1854-1856 por el Partido Progresista.

    Durante sus estancias en Madrid destacó en la Sociedad Geográfica y descubrió una vía romana que no estaba citada en el Itinerario de Antonino ni en ninguna de las descripciones de la España romana. Desde 1854 retomó la amistad con Pedro Antonio de Alarcón. Regresó a su cátedra de Granada, donde le sorprendió la revolución que trajo consigo el Bienio Progresista. Abandonó la ciudad por la política. Afiliado al Partido Progresista, figuró como capitán de una compañía de la Milicia Nacional. En 1854 fue elegido representante en Cortes por la circunscripción de Granada.

    En 1856 se licenció en Filosofía y Letras y alcanzó el grado de doctor en Administración. En 1857 se establece definitivamente en Madrid, compartiendo ideales políticos con Salustiano Olózaga y Pascual Madoz, entre otros, con quienes redacta el Manifiesto del Partido Progresista. El Gobierno le encarga el estudio de los códices arábigos de El Escorial y de la Biblioteca Nacional.

    A los 33 años se casa con su prima Josefa Ángela Moreno Nieto, el 25 de agosto de 1858, en la iglesia de Siruela, su pueblo natal, con la que tuvo tres hijos.

    En 1859 obtiene la cátedra de Historia de los Tratados de la Universidad de Madrid y el título de doctor en Administración. Desempeña la cátedra de Historia y Examen Crítico de los Principales Tratados de España con las potencias extranjeras, que un año después logra por oposición. El mismo año ingresa en la Unión Liberal de O`Donnell y el Gobierna le encarga que explique Hacienda Pública en la capital.

    Pasados los años, el Ateneo se convierte en su morada y en el escenario de sus discursos e ingresa como socio en 1861. En 1863 es elegido académico de la Real Academia de la Historia, de la de Ciencias Morales y Políticas y de la de Jurisdicción y Legislación y catedrático de la Universidad Central. En 1873 publica el Catálogo de las obras existentes en la Biblioteca del Ateneo Artístico, Científico y Literario. En 1862 logra la cátedra de Derecho Administrativo de la Universidad Central. En 1872 publica por encargo del Gobierno La Gramática de la Lengua Arábica.

    Fue elegido diputado por los distritos de Badajoz y Castuera (1865 y 1866) y forma parte activa de las Cortes Constituyentes de 1869. Ese mismo año es elegido diputado por Castuera en la circunscripción de Badajoz, que repite en las legislaturas 1871-1872, 1876 y 1879.

    Nombrado rector de la Universidad Central y reelegido durante la I República, también fue nombrado director general de Instrucción Pública en 1874.

    Falleció en Madrid el 24 de febrero de 1882, a los 57 años, a causa de una peritonitis. Su entierro fue un acontecimiento para Madrid, con la asistencia de unas 10.000 personas. Badajoz le dedicó un monumento en bronce en 1896 y en su pueblo natal fue nombrado “Hijo ilustre”.

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 [1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio; Pérez Mena, José Luis y De San Macario Sánchez, Óscar: José Moreno Nieto, jurisconsulto, político y arabista. Reflexiones liberales VI, TAU Editores, Cáceres, 2024, 201 págs.


jueves, 15 de febrero de 2024

EL PODER DE LAS PALABRAS

  

El rey Felipe VI sanciona su primera reforma de la Constitución
Foto Casa Real

    No resulta baladí un simple cambio de palabras en la Constitución. Las palabras nacen a veces del pueblo o son símbolo de la mentalidad de una época. Hay palabras con poder que trascienden su propio significado. Quizá lo hubieren perdido, pero persisten en las leyes y mentalidades de una sociedad. El poder de la palabra no solo reside en el emisor, sino en el receptor. Hay palabras que duelen y otras que matan; palabras que alumbran y dan luz a la vida; hay palabras huecas y otras llenas de vida. ¿Qué fuere el amor sin la palabra? La palabra transmite el sentimiento y el pensamiento. No hubiere amor si no lo expresáremos con palabras: pero, a veces, no bastare la palabra si no trascendiere el amor que expresa. Es el amor frustrado, no correspondido, el amor imposible de Romeo y Julieta, la tragicomedia de Calixto y Melibea; o de Werther, el paradigma del joven romántico que lleva hasta el extremo el dramatismo de no poder consumar su amor.

    En el antiguo régimen, en las partidas de nacimiento y en el DNI aparecía el término `hembra´ referido a la mujer. Ni en el Código Civil ni en la Ley del Registro Civil existía la indicación de utilizar el término `hembra´ para inscribir los datos referidos al sexo, pero sí en el Reglamento. El II Plan de Igualdad del Gobierno, de 1993, recogió la desaparición de la terminología sexista en los impresos oficiales, también en el DNI, cuando el sexo masculino se denominaba `varon´ (con V) y el femenino como `hembra´ (H), en lugar de `macho´ y “hembra”, correlativos en el reino animal. Aún subsiste como un eco indebido la utilización del segundo vocablo por la convivencia entre hombres y animales en una época determinada del antiguo régimen. “Tengo cuatro hijos: dos varones y dos hembras…” “¿Y por qué no dice usted dos machos y dos hembras?” “¡Ah, no, porque eso se refiere a los animales”! “Sí, pero usted está llamando hembras a sus hijas…”

    A Emilio Sáez (Almería, 1969), diputado en el Congreso y portavoz de la Comisión para las Políticas Integrales de la Discapacidad, histórico del activismo de la discapacidad, la Administración le llamó ‘subnormal´, ´minusválido´ e ´inválido´ en los años 70, 80 y 90. El pasado año le seguían llamando ´el cojo´ en la ciudad de la que fuere alcalde, Albacete, entre 2021 y 2023. El ´cojo´ fue campeón del mundo en silla de ruedas en Stoke Mandeville (Reino Unido), además de haber participado en la Paralimpiada de Barcelona 1992.

    El Congreso de los Diputados aprobó el pasado 18 de enero el cambio en la Constitución de la palabra ‘disminuidos´ por el de `personas con discapacidad´ para adaptarlo a la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad de 2006, a la que España se incorporó en 2008, que Su Majestad el rey Felipe VI ha sancionado hoy, día 15, en el Palacio de la Zarzuela en presencia de las primeras autoridades del Estado. Los `disminuidos´ de ayer lo han acogido como una victoria. “Ante todo, somos personas; la discapacidad es una característica”, según Jesús Gumiel, presidente de la Confederación Española de Personas con Discapacidad (COCEMFE) y de la Asociación para la Atención y la Integración Social de las Personas con Discapacidad Física de Extremadura (APAMEX). Los 4,3 millones de personas españolas con discapacidad comienzan a escribir una nueva historia, “del papel a los hechos”, de las palabras de una época a otra, un cambio de mentalidad en el curso de los tiempos que trasciende la palabra misma.


lunes, 12 de febrero de 2024

ISABEL MIJARES, MÉRIDA Y EL VINO



    “Donde termina el vino, termina la cultura. Por eso, es con vino con lo que quiero honrar a mi tierra. Brindo con una copa imaginaria de vinos de España, de Extremadura y del mundo; brindo por Mérida, por su presente y por su futuro, por sus luces y sus sombras, con el amor y el respeto de una hija predilecta.”

    La enóloga emeritense Isabel Mijares y García-Pelayo (Mérida, 1942; Madrid, 11/02/2024), fallecida ayer en Madrid a los 81 años, pronunciaba estas palabras en el salón de plenos del Ayuntamiento de su ciudad natal el 21 de abril de 2017 al recibir el título de Hija Predilecta.

    Licenciada en Ciencias Químicas, máster en Enología por la Universidad de Burdeos, diplomada en Análisis Sensorial de Vinos y Alimentos, Medalla de Oro de la Federación Española de Enólogos, vicepresidenta honoraria de la Asociación de Sumilleres y miembro de la Asociación Española de Científicos, distinguida con el Mérito Agrícola del Gobierno de Francia y el Mérito Vitivinícola del Gobierno de Chile y miembro de la Real Academia Española de Gastronomía, entre otros muchos honores y distinciones, dedicó gran parte de su vida a promocionar su tierra y su ciudad por todo el mundo, donde su prestigio como enóloga internacional posibilitó en los mercados internacionales la potenciación de la región y de su ciudad, por lo que también fue nombrada embajadora de la Capital Iberoamericana de la Cultura Gastronómica que Mérida ostentó durante 2016, recordaba el instructor del expediente, el concejal Pedro Blas Vadillo Martínez. Y después, el alcalde, Antonio Rodríguez Osuna, hizo una extensa relación de tus méritos.

    Con la emoción contenida, Isabel Mijares pronunció un discurso de gratitud al alcalde, a la Corporación Municipal, al instructor y al secretario; a los amigos del alma, a la familia muy próxima y menos próxima, pero muy querida… “Hoy, tras la semblanza que acaban de hacer de mi persona, poco tengo ya que contaros sobre mi vida personal y profesional, ya realmente larga y, en mi opinión, feliz y plena, gracias al vino y su mundo y a todos y cada uno de vosotros que lo habéis compartido conmigo; vosotros los que estáis aquí y todos esos amigos, compañeros e incluso alumnos de muchos países que hoy, no pudiendo estar aquí, han enviado tantas palabras de cariño, que me han emocionado.”

    “Ya lo sabéis todo sobre mí, nacida ya hace muchos años en esta Mérida histórica, árabe, judía y cristiana, y sobre todo romana, bimilenaria y patrimonio de la humanidad. Hoy solo quiero, y me lo vais a permitir, limitarme a utilizar ampliamente dos palabras de nuestro Diccionario de la Lengua, no suficientemente empleadas, quizá porque, por sencillas, las hayamos minusvalorado y por eso no las repitamos como debíamos hacerlo. Esas dos palabras son: gracias, os quiero.”

    ¿Y a quién diste las gracias, Isabel, aquel día, el más preciado de tu vida? “A Dios, por ser creyente, católica y practicante, por todo lo hermoso que hoy me está ocurriendo; a la vida, que me ha permitido llegar al día de hoy para vivir este momento. Gracias a Mérida, mi Mérida, la Mérida de muchos de vosotros, mi ciudad, que hoy, a través de sus máximos representantes, la Corporación Municipal, me dice que soy hija suya predilecta, sin que yo vea más razón para ello que haber querido a Mérida, a esa ciudad mágica y eterna y haberme sentido tan orgullosa de ser emeritense y por ello hablar de Mérida y sus encantos en mi caminar por el mundo. Gracias a la química, al vino y a la gastronomía, que han sido el eje y motor de mi trabajo y el responsable de haber tenido una vida intensa y apasionante y a tantos amigos aquí presentes.”

    No olvidaste a nadie, Isabel: a tu marido Yves, Vivi, que trajiste a Mérida en 1967, desde su Francia de origen, para que conociera Mérida; a tu única hija, Coco; a tu yerno Eduardo, hijos ambos y amigos, e incluso fans, que te dieron la alegría de venir a casarse a Mérida, y que ese día dejaron Cantabria con sus hijos, Eduardo Yves y Rodrigo, para acompañarte en ese día tan hermoso y feliz; a tus nietos, que te aportaron una nueva faceta de la vida y querían a tu ciudad, que honraba a su abuela.

    Recordaste que tu hija se bautizó en el campo de sus abuelos, en Mérida; de ahí venía tu vinculación con La Nava de Santiago y Aljucén. También diste las gracias a tus hermanos y cuñadas, a todos los que compartían contigo ese día único, aunque sintieras que el trabajo de tus tres hermanos (José Antonio, Mariano y Fernando) les impidiera estar contigo, pero los tuviste en el recuerdo. Evocaste el paso del tiempo y las vivencias de “esta emeritense dichosa”, porque el inicio de todo había empezado hace 75 años.

    Cómo no recordar, Isabel, a tus abuelos y padres, que te inculcaron los principios que rigieron tu vida y te enseñaron a valorar el esfuerzo y el trabajo, el ser y el deber ser; que te hicieron sentir orgullosa de haber nacido en Mérida, el amor a tu ciudad y a tu región, “dándome a la vez un sentido sin fronteras de mis orígenes, reforzado por mi padre, castellano-leonés, que vivió en Mérida tantos años" y te enseñó que no hay límites ni fronteras en los sentimientos ni en la comprensión, en un país como España”.

    No pudiste olvidar a tus monjas Escolapias de Mérida y después de Madrid, “por su educación estricta, su formación, sus enseñanzas…y su inmensa paciencia, “el colegio, mi colegio y el internado”, que formaban parte de tus mejores recuerdos y tenían tu más profundo reconocimiento y cariño, y que te enseñaron a trabajar con dedicación y disciplina.

    ¡Ay, Isabel!, cómo no recordar a tu “tata”, extremeña también, que os dedicó su vida, junto a Juan Juanillo, el padre de Pepe Nones; a Ramón, Manuela, María y a tantos otros imposibles de nombrar, a los que expresaste tu agradecimiento, personificado en Mari Tere, con la que seguías yendo a la procesión de la Soledad. Gratitud a tu equipo de trabajo; a Luz, que lograba que tus ausencias en casa se notaran menos; a tus compañeras de colegio que estuvieron contigo; a las Méridas del mundo, a los enólogos, a los periodistas y escritores del vino, tus compañeros, y a las mujeres sumilleres.

    “Gracias, mil gracias a todos vosotros; a los bodegueros de España y gente de mi querido vino…, os quiero a todos. Quiero recordar a los anteriores hijos predilectos de Mérida, a los que me uno de corazón.” Declaraste tu amor a Mérida, grande, rica e histórica, “cuya historia te enseñó nuestro gran escritor Jesús Sánchez Adalid; a esa Mérida que hoy me abre sus brazos y me recibe como hija, lo que he sentido siempre…”

    Por ti, Isabel; por Mérida; por la ciudad y el vino que nos unió, un brindis de corazón.