jueves, 28 de octubre de 2010

SUBJETIVIDAD VERSUS OBJETIVIDAD

El ser humano es subjetivo más que objetivo. La subjetividad nos circunscribe a nuestro mundo de pensamientos y sentimientos, y no al objeto de nuestro deseo. La objetividad abre el mundo de la subjetividad. El sujeto objetivo es desinteresado, desapasionado; el subjetivo mira su ego; el objetivo se expande más allá de su yo. ¿Es objetivo el ser que, pretendiendo serlo, antepone la subjetividad a la objetividad; su ego a los demás? Fueren novios eternos y no matrimoniaren subjetividad y objetividad. Aprisionado en su subjetividad, el sujeto no ceja en su pasión. Antes le pueden sus sentimientos que su desinterés. ¿Se puede ser objetivo, sin perder la subjetividad, o esta está reñida con aquella?

La pasión es aliada de la subjetividad y enemiga de la objetividad. Un político, que no debiere ser más subjetivo que objetivo, se alinea con el interés particular antes que con el general. Prefiere que su partido gane las elecciones aunque pierda España. Como el forofo madridista que, sin manifestarlo, preferiría que el Villarreal ganare la Liga antes que el Barça, aunque la perdiere su equipo. El ser objetivo no es el de los políticos que miraren antes el interés electoral particular que los objetivos de su país hacia los que se dirigen sus programas y políticas. Más objetivo es quien prefiere acertar la quiniela, aunque pierda su equipo, que perder el premio porque ganare el adversario, a quien daba por perdido. Hay políticos tan subjetivos, como los del PP, que prefieren que no salgamos del pozo de la crisis y que el paro no baje, porque ese será su pasaporte para la Moncloa; es decir, que pierda España, pero que gane yo; que pierdan los débiles, que nos robaron el poder, para ponerse a nuestra altura y mirarnos sin complejos.

Quienes no descubren sus cartas, temen perder el objeto deseado; son subjetivos, nunca desinteresados. El poder debe ser desapasionado en sí mismo, aunque apasionado en el quehacer, como el deportista o aficionado que acepta la derrota con deportividad y la victoria con humildad. Guardiola ha sido humilde en la victoria y confiado en la derrota, como afirma Puigverd; Del Bosque subrayó en su discurso de Oviedo la humildad como clave de la victoria de España en el Mundial, la objetividad del equipo frente al ego subjetivo; pero Rajoy no ha sido deportivo en la derrota, que no aceptare nunca, y por ello se siente despechado ante la victoria que ansiare. Subjetividad versus objetividad. La objetividad es que España gane, aunque Zapatero pierda, como él mismo proclama; la subjetividad es para Rajoy que gane yo, aunque pierda España, sin más argumentos que la propia subjetividad que la hace zozobrar en el discurso político que no hubiere. Por eso, su espera será larga, porque antepone los sentimientos subjetivos contra los intereses desinteresados por la amada: España, una pasión objetiva y no un interés subjetivo.



lunes, 25 de octubre de 2010

GEXTOS Y CONTEXTO

Todo gesto, como el texto, tiene un contexto. El gesto es la mímica del ánimo, Traduce sin palabras el afecto del corazón. Cuando no hay palabras, o sobran éstas, un gesto vale por mil. A veces, el gesto es más necesario que la palabra, más preciso y conveniente. Hay momentos en que el contexto exige el texto; otros en que la palabra debe prevalecer sobre el gesto. La palabra vacua ha eliminado el gesto como expresión del ánimo. Se habla a voces, y a la vez se gesticula, pero la palabra mata el gesto del agente al prevalecer sobre aquel. Solo, el gesto es tan expresivo como la palabra. Hemos perdido la cultura del gesto en la cultura de la comunicación-incomunicación, de la insolidaridad, del egoísmo. Solo percibimos los gestos interesados. Un gesto cariñoso nunca está fuera de contexto. Quienes están fuera de contexto son quienes rechazan un gesto amable que un día invocarán, aun de otros.

Zapatero y Del Bosque, en Madrid y Oviedo, han aunado gestos no por esperados, humanos y solidarios, que todo el mundo ha aplaudido y reconocido; sin embargo, el alcalde de Valladolid, el presidente de la federación asturiana de fútbol; y el del Dr. No en Cáceres, al desear enterrar en una bolsa de basura un proyecto frustrado de toda Extremadura, son reprobables porque están fuera de contexto. Los gestos son exclusivos de los grandes capitanes; el contexto está en la tropa que, reconociéndolos, los hace suyo. Solo así, gestos y contexto completan el maridaje perfecto del vino y los alimentos en una unión que dijere más que mil palabras porque, como la igualdad, nunca estará en la letra del boletín, sino en el alma y corazón humanos que, si no la hubieren, estaría fuera del texto, sin contexto ni maridaje para hacerla efectiva.

domingo, 24 de octubre de 2010

LA M UJER QUE DESNUDABA SU CUERPO EN EL ALMA DE SUS LETRAS

No acostumbrare a desnudar su cuerpo sino en la intimidad velada a la mirada ajena; menos aún su alma. Lo primero lo intuía, aunque lo desconociere en las formas que le diere la naturaleza; lo segundo lo velaba con mil tules que no dejaren traspasar ni los rayos del Sol. Solícita en la petición del desnudo del alma ajena –cuéntame; díme: cómo te has enterado; sigo esperando tu llamada…--, ella se obstinaba en no desnudar su alma porque supondría más aún que descubrir su cuerpo. En el alma guardaba celosamente todo su ser que le diere vida: el saber acumulado, la experiencia servida, los amores y desamores vividos y sufridos, los silencios guardados, la palabra por decir, el pensamiento por descubrir… Su alma era su otro yo, celosamente guardado más que el cuerpo vestido. Observare su cuerpo y no viere en él más diferencias sustanciales que en los otros mortales; sin embargo, el alma, su alma, era única, singular, más aún que el cuerpo que, aun siéndolo en sus huellas dactilares, era universal. No mostrare, por ello, tanto pudor en descubrirlo como su alma. Es más difícil reconocer el alma que el cuerpo cuando se ha perdido la comunicación íntima que desvelare el pensamiento todo; no el lenguaje encriptado en el ordenador, solo para sí, ni el subsumido en el alma de un sms, las letras perdidas en el sudoku del alma…, la confianza traicionada, la conversación como autovía al conocimiento del alma.

Miguel Ángel, tras pintar el Juicio Final en la Capilla Sixtina, fue objeto de disputa con el cardenal Caraza y el embajador de Mantua, monseñor Semini, quienes acusaron al artista de inmoralidad y obscenidad, y organizaron una campaña para borrar sus frescos. El maestro de ceremonias papal, Biagio da Cesena, estimó vergonzosas tales figuras en lugar tan sagrado. Miguel Ángel le representó, entonces, en el fresco como Minos, el juez del infierno; se quejó al papa y este le respondió que su jurisdicción no incluía el infierno, y el retrato se mantuvo. Más tarde, los genitales del fresco fueron cubiertos por Daniele da Volterra, quien se ganare por ello el sobrenombre de Il Bragettone (“El Pintacalzones”).

Son los inquisidores de hoy, hijos de los de ayer, quienes ven como obsceno lo que es natural, el cuerpo humano, y tienden a tapar, y ni siquiera por encargo, los genitales de vergüenzas ajenas, que no hubieren los demás. No avergüenza el propio cuerpo ni el alma que atesoramos, porque no hubiere jueces con jurisdicción sobre ellos ni “Bragettones” bastantes para impedir su visión contemplativa.

Nuestra señora, libre de prejuicios del pasado y confiada en el corazón y alma de su interlocutor, se liberaba mediante la palabra escrita en el alma de sus letras. No hubiere necesidad alguna de desvestir su cuerpo porque lo hiciere en su alma. Veía “El lago de los cisnes” y se recreaba en el pentagrama escribiéndote la historia de Sigfrido, la ruptura del amor eterno solamente en la noche y el desencantamiento del hechizo.

Háblame, amor; no dejes de hablarme; continúa escribiendo tus notas en el pentagrama de la vida; habla; no te calles lo que hubieres de decir, mientras las notas de nuestro confiado amor se desgranan en las letras que te escribo nacidas de mis sentidos. Escucha cómo vibran mi cuerpo y alma, fusionados en el do, re, mi, fa, sol… del pentagrama que nos une. Escribe mientras suena la música de fondo; las letras que nos atraen, la música que nos enamora, en el silencio de la palabra, pero con ella escrita, en la que veo la desnudez de tu alma; a ti misma, prenda, sin necesidad de observar tu cuerpo, mortal, frente a la trascendencia de la inmortalidad de tu alma. Desnúdame tu cuerpo en el alma de tus letras, que el tiempo se acaba y nuestra palabra, si no fuere escrita, no será eterna. Como tu alma, amor; acaso como tú misma en los valores de tu alma desvelados en tu palabra...

domingo, 17 de octubre de 2010

LOS DOS CORAZONES DE RAQUEL

Raquel Bravo, hija del fallecido alcalde de Carbajo, charla con el alcalde electo y sus compañeros de grupo.
-------------------------------------------

En las estribaciones de la Sierra de San Pedro, en el pequeño pueblo de Carbajo, hace un día de primavera. Apenas se ven vecinos por las calles en un día que para nadie fuere festivo ni de gloria. Se trata tan solo de continuar el camino que abriere Manolo, de nombrar su sucesor conforme a ley. Ha pasado ya el luto impuesto por sentido. El ayuntamiento está en obras de remodelación. En un aula del grupo escolar se hallan provisionalmente sus instalaciones. El alcalde en funciones y el secretario, a la espera de la hora señalada.

Han llegado los hijos del anterior alcalde y han entregado a Quico y a Dionisio una agenda no personal de su padre para que ellos revisen los asuntos pendientes; le han devuelto algunas notas de carácter político-administrativo y el móvil municipal. Hasta en casa trabajaba Manolo por su pueblo.

La sombra de Manuel Bravo está presente aún como una losa que impone silencio. Apenas una veintena de personas sigue el pleno, entre ellos sus tres hijos.

A la hora señalada, están todos en sus puestos. Lee el secretario los motivos de la convocatoria extraordinaria y recuerda a los concejales las disposiciones legales. Toma posesión su sustituto como concejal. Comienza la elección de alcalde. Recuerda el secretario quiénes pueden presentarse al encabezar sus correspondientes listas. El portavoz popular, en una actitud que le honra, anuncia que, por respeto al alcalde fallecido, renuncia a ser candidato y se abstendrán en la votación, Solo queda Quico. Se produce la votación, sale elegido por mayoría, acepta el cargo, lo promete. Como al término del funeral, la emoción le puede. Casi llora. Recuerda a su anterior alcalde y su lucha y trabajos por su pueblo. En su memoria, anuncia que harán lo posible por continuar sus proyectos y ampliarlos. No puede más. Se levanta la sesión.

Principia, entonces, el otro pleno no previsto: las felicitaciones, los buenos deseos al alcalde electo, el recuerdo de Manolo. Se funden todos en un abrazo como si se conjuraren en su nombre y por su pueblo. Llega entonces Raquel Bravo, la hija mayor de Manolo. Abraza a Quico y le recuerda a su padre. Mirando a los ojos de todo el grupo de su progenitor, y de sus compañeros de los pueblos próximos, les recuerda que, a la vuelta al pueblo desde Valladolid, ya jubilado, le había dicho: “Ahora descansa, papá; disfruta de tu jubilación; ya has hecho bastante y te lo has ganado”. Y cómo su padre le contestó: “No puedo, hija: he de trabajar por mi pueblo.” Les pide que, por su memoria, sigan fieles al legado de su padre, que solo deseó el bien de su pueblo. Le promete el alcalde que así lo harán. Prosigue la oración fúnebre que hasta ahora no pronunciare. Más entera que nadie, la enfermera, que vio cómo sus padres se encaminaron hacia la muerte por el barranco, parece transmitir su fuerza a todos y logra un sí apenas audible, con la emoción que aflora en los ojos de todos.

Raquel Bravo ha heredado ahora otro corazón, a falta del de sus padres. Su pueblo, sus hermanos, los compañeros de su padre, son ahora su otro corazón, a los que ha de motivar como quisiere su padre. No le faltan fuerzas, a quien ahora ha de repartir la fuerza de sus dos corazones. En su abrazo, Inmaculada, la única compañera de su padre en el consistorio, desea transmitirle su gratitud, el sí que esperare a su petición: todo por su pueblo, por la memoria de su padre.

Cuando llegamos a un pueblo hoy vacío, un vecino nos señaló el grupo escolar y se lamentaba: “¡Qué pena de alcalde, con lo bueno que era, y ahora sus hijos solos…!” Nunca estarán solos con los dos corazones de Raquel, con los de sus compañeros, cuyo corazón también es suyo, ahora y siempre…


sábado, 9 de octubre de 2010

LOS TRES MUNDOS DE LOS ALCALDES CAÍDOS

No hubiere mayor vocación política y social, ni entrega más absoluta a la comunidad, que la de un alcalde de pueblo. Más que presidencialista, la figura del alcalde es la del servicio a su pueblo y la proyección de su pueblo. Subsume el alcalde de pueblo no solo los roles que le fueren propios a cualquier ciudadano de este mundo: el de ciudadano, esposo/a, padre/madre, trabajador/a. Añade a esa máxima expresión del ser humano y su proyección social, la de alcalde de su pueblo y asume, por extensión, la de proyección de ese pueblo suyo, de su esposa, hijos y convecinos, en un tercer mundo que forma parte de una provincia, de una comunidad, de un país, de un mundo entero desde el pequeño mundo de su mundo. Tres mundos en un solo mundo.

La figura de los alcaldes caídos por accidente o enfermedad natural, como los recientes de Carbajo y Peraleda de la Mata, en la provincia de Cáceres, a quienes hemos despedido y homenajeado este fin de semana, nos retrotraen al mínimo y máximo mundo de la figura de un político: un hombre o una mujer de pueblo que, por tan vinculados y unidos a su localidad, asumieren la tarea que por sí no quisieren asumir otros: la de servir por el servicio mismo, la de trabajar por engrandecer a su pueblo, la de ver feliz a su segundo mundo dentro de su primer mundo en la proyección que desearen para él en el otro mundo, que no fuere el del más allá, sino el de más acá, que le fuere propio y singular. Un solo mundo en sus tres mundos.

Un alcalde, como cualquier político que se precie en serlo, debe asumir que no representa solo a quienes le votaren, sino al pueblo entero por la voluntad de la mayoría. Podrán no reconocérsele sus trabajos y afanes, habrá de asumir las críticas y los dicterios de quienes jamás comprendieren su vocación, pero habrá de afanarse en la vocación elegida, en el destino que le dieren, en la esperanza que en él depositaren quienes confiaren y no quienes no le dieren su placet ni en la vida ni tras la muerte. Ni Dan de Sande ni Francisco García, en Peraleda de la Mata ni en Carbajo, fueron llamados a asumir la responsabilidad de sus predecesores, cuya muerte puso en sus manos los tres mundos de sus alcaldes caídos. No hubieren deseado ellos asumir el mando que nos les fuere dado; pero lo asumieron por la voluntad del destino que pusiere en sus manos el legado que les dejaren, la tarea por cumplir, los afanes por rematar: poner su pequeño mundo en la felicidad de los tres mundos.

No hubieren más méritos, quizá, que la voluntad y el ejemplo heredados de sus predecesores; que el amor a su pueblo; que el reconocerse a sí mismos como sucesores de una obra encomendada que hubieren de finalizar.

Manuel Sánchez Prieto había cumplido 55 años; hubo tres hijos, de los cuales hubiere fallecido una; un mes antes, fue abuelo de su primera y única nieta: Clara María. A su sucesor le dijo: siempre adelante; a su hijo: mira siempre de frente. No hubiere fuerzas bastantes para levantarse del suelo de Casatejada el 5 de junio; pero por su pueblo dio su vida, porque en todos los frentes de la vida de un pueblo participó hasta que le llegó su hora.

Manuel Bravo regresaba a su pueblo con su esposa; detrás, en otro vehículo, una de sus hijas, que fuere testigo del accidente. No llegó a su pueblo para ver rematada su obra. Francisco García asume el reto de su continuidad, porque no bastan tres días de luto para llorar a un político al que se le juzga por sus obras y a un socialista a quien, además, se le juzga por su honradez, porque los dos manueles agavillaron en su mira, como socialistas, la mirada por su pueblo, cerrada para siempre tan cerca de ellos, tan lejos de sus afanes y de sus trasmundos caídos sobre el asfalto de la plaza y de la carretera tan cercana a sus destinos de su primer mundo…

domingo, 3 de octubre de 2010

LOS SIETE ABRAZOS DE CÁCERES

Cómo puedes, olvidar, cariño, el amor multitudinario que recibiste durante estos años; el afecto apasionado a quien, sin ver, le regalé mi amor vibrante; ternura de mi alma, a quien obsequié con mi abrazo maestro; corazón de mis entrañas a quien ofrecí el abrazo de la Extremadura gigante; amorosa pasión que elevé hacia ti en abrazo transmisor; pasión de todos en el abrazo de su corazón; admiración del mundo en el abrazo de futuro…

No me digas, patria amada, que mi derroche de amor fue un amor a primera vista; que el amor dura lo que dura; no me susurres, pasión, que mi amor por ti es el olvido del yo, porque mi predilección no se puede olvidar: quedará grabada siempre en ti, como mi declaración sin doble filo. Fueron mi amor, como mis abrazos, por ti y solo para ti. ¿No sentiste acaso mi amor tentacular en los abrazos que te diere sin besos, pero con calor?

Pusiste mi amor en cuarentena cuando mi cortejo se prometía eterno; mis lisonjas se multiplicaron en el ser y en el estar, porque no había distancias que nos separaren; mis galanteos no pretendieron tu amor a distancia, sino fusionado en las redes sociales que alimentaron y dieron vida a nuestra pasión inacabada. ¿No has visto, ternura, la fusión de abrazos que unieron continentes aún por explorar?

He sido amor y he estado contigo en la tierna expresión de mis abrazos. No te olvidaré, amor, porque nuestro cariño nunca se expresó en la distancia, aunque lo pusieren en cuarentena. Te pagaré con más amor el tuyo no correspondido, porque mi amor loco no luchará contra el loco amor. Amor sin besos es como chocolate sin queso. Abrazos sin ternura, como besos en la distancia. Apego de esperanza en el virtual abrazo de una distancia inexistente. Amor con fecha a la vista, ¿o habremos de esperar otra para nuestras nupcias, con las invitaciones realizadas?

Nunca olvidaré, debilidad, los siete abrazos que te diere, como los siete candelabros que alumbraron nuestro amor. ¡Oh, adoración, en ellos expresada!, afición no apagada, dilección manifestada, veneración a ti unida, enamoramiento cuya luz, por tan encendida, no se apaga. Recibe mis siete abrazos, multitudinarios, vibrantes, maestros, gigantes, transmisores, de corazón, de futuro. ¿O hubiere alguien que pudiere desasirnos, amor, del año que llevamos signado en nuestro corazón: Cáceres 2016…?

LAS ILUSIONES PERDIDAS NO SON SUEÑOS QUEBRADOS

Hubimos un día un sueño, trocado en ilusión. Fue una esperanza cuyo cumplimiento parecía especialmente atractivo. La esperanza se hizo tarea; la tarea avivó el sueño, la ilusión de una comunidad, agigantada con el paso de los días. Día a día, el sueño, la ilusión y la esperanza se adueñaron de la comunidad mayor. Instituciones, asociaciones, de dentro y de fuera, firmaron adhesiones y declaraciones de amor a favor del “otoño dormido de la Edad Media”, una ciudad ya patrimonio de la Humanidad, que se había dado a conocer al mundo.

Vive la ciudad enseguida ese sueño; hace suya la ilusión y participa en la tarea. Una mañana, los balcones de la ciudad aparecen llenos de soles de colores, como recientemente de banderas nacionales. El sueño es ya más que un deseo, al que se le pone fecha. Principia la tarea. Es preciso hacer los sueños realidad porque, de lo contrario, sueños son. Los sueños se van como llegaron, en un abrir y cerrar de ojos; pero hay sueños dormidos y sueños despiertos. En la duermevela, el sueño es un trasunto del pensamiento, de la realidad acariciada o deseada. En la consciencia del despertar, los sueños son la realidad anhelada por los sentidos y, para hacerlos realidad, hay que trabajar por su cumplimiento.

Hay ilusiones y sueños individuales, que no trascienden a la persona, y los hay colectivos, que nos implican a todos. Cáceres ha tenido un sueño, una ilusión, una esperanza. Por primera vez, quizás, ese sueño no ha sido individual, sino colectivo de una región entera. Ha sido la ilusión de Cáceres, la fuerza de Extremadura; la lección del presente para el futuro. Una fecha que ha ahogado otras fechas; el sueño que ha avivado la esperanza; la ilusión de sabernos reconocidos cuando suponíamos que éramos los eternos olvidados.

“Cáceres 2016” es “una oportunidad para levantarse”, en palabras del presidente Vara; “pese a la desilusión, el sueño no está roto”, dice la alcaldesa Carmen Heras; la fuerza del abrazo sigue viva, parece decir Pizarro, coordinador del proyecto…

Se ha debilitado la ilusión, pero no se ha quebrado el sueño. Fue tan grande la complacencia que la ilusión perdida no quiebra el sueño colectivo. Queda la marca, la esperanza colectiva, más de un millón de nombres tras él, la fuerza toda que hace posibles los sueños, porque las ilusiones perdidas no son sueños quebrados, si acaso el fuego no tan avivado.