lunes, 31 de octubre de 2011

VÍSPERAS DE DIFUNTOS EN GRANADILLA





Aspecto parcial de la villa desde el castillo









Festividad de Todos los Santos, vísperas de Difuntos, y hubiere Granadilla el reencuentro con la tierra y los muertos. Años de indolencia y de abandono, de 1965 a 1980, desde la desaparición a la resurrección; limpias las calles, el templo violado, resucitado para una fiesta mayor; el nuevo cementerio recobrado, las tumbas despojadas de las hierbas que las cubrieren, por qué no volver a Granadilla para honrar a los difuntos… Años sin verse, los vivos desterrados, los cuerpos de los difuntos, abandonados a la rapiña de los hombres, pero el recuerdo intacto, dolorido, de trabajos mil, bailes, bodas y entierros; la vida y la muerte entrelazadas bajo la estola de la memoria…

            “No volveré jamás al pueblo de mis primeras letras y amores, de donde salí con mi esposa recién casados, o con mis hijos ya criados, aun dejando atrás mi pasado y a mis muertos…”, te decían. Sobrevivieron los últimos años pagando por el arriendo de sus tierras a la Confederación que  les fueren expropiadas. Nada fuere suyo y todo a la vez en su alma y corazón. Quién pudiere desprenderse de la memoria de su infancia arrebatada, del silencio y el “ordeno y mando” de los jerarcas provinciales del régimen, que no escucharen su voz, sino que les señalaren con el índice para expulsarles de su paraíso, pobre pero suficiente, la gloria histórica ya extinguida y la nueva por escribir.

            Los primeros años, en familia. Oficio de difuntos y memorial de ausencias en la plaza, cuadrado de cemento para bailes de bodas, de verbenas, de juegos infantiles; sus moreras aún en pie para cobijo de sombras en verano, cuna de pardales para el despertar.  Un paréntesis de veinte años para el retorno a la villa perdida, en cuyo corazón muchos apenas se reconocían. Aparecían la segunda y tercera generación de los descendientes nacidos en la villa. Casi un cuarto de vida para contarse en media hora la propia, mientras se degustaban dulces y sangría y hasta se bailaba de nuevo “El Perantón”; pero, enseguida, llegó la marabunta que se apropiare del pueblo para una fiesta que no fuere suya, convirtiendo en verbena populachera lo que fuere oración, memoria y convivencia. Ahora, al cementerio, a la misa y retorno a casa, lejos de la que nacieren. Hasta otro año, en que alguno más se sumare a la lista de desaparecidos.

            “Tienes que venir a mi pueblo. Mira: está aquí, entre Plasencia y Hervás. Se llama Granadilla”, le dice Ricki (Antonio Banderas) a su seducida Marina (Victoria Abril) en la película “Átame” (1989), de Pedro Almodóvar, con efectos especiales de Reyes Abades y música de Ennio Morricone. Ricki, huérfano desde los tres años, ha pasado su vida en diferentes instituciones sociales; pero no por ello se olvidó de su pueblo. Torna a él; ve una vieja foto con su familia a la puerta derruida de su casa. Sube al castillo. Desde allí, observa un panorama que sus ojos vieren, pero no recordaren. Ve venir un vehículo por el camino polvoriento. Son Marina y Lola, las dos hermanas que vienen a buscarle haciendo realidad su deseo. Ya en el coche, Lola, acompañada por Ricki, entona la canción de la resistencia, del Dúo Dinámico: “Resistiré”.

            Ha resistido Granadilla tres éxodos de los pueblos que la habitaren –árabes, judíos y cristianos, todos desterrados--; pero su memoria sigue en pie. Mediados del XIX, perdió el Juzgado de Instrucción a favor de Hervás. El Arciprestazgo aún conserva su nombre. Huérfanos, como Ricki, sus habitantes fueron acogidos en adopción por su capital de comarca: Plasencia; su obispo, que no fuere su pastor, le ofreció su catedral como templo propio. La memoria escrita del siglo XX, en los archivos de Zarza de Granadilla; la otra, aún viva, como la hubiere Ricki, para seguir cantando:

“Cuando pierda todas las partidas
Cuando duerma con la soledad
Cuando se me cierren las salidas
Y la noche no me deje en paz…

Resistiré erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte

Soy como el junco que se dobla
Pero siempre sigue en pie.
Resistiré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré…”

 

domingo, 30 de octubre de 2011

GRANADILLA, DONDE HASTA LOS MUERTOS FUERON DESTERRADOS







Restos aflorados a la superficie del antiguo cementerio. Foto tomada el 12-enero-2006




No solo los árabes, arquitectos de su muralla, expulsados por Fernando II de León en 1170; los judíos, en 1492, por el Edicto de Granada de los Reyes Católicos; y los cristianos, en 1965, expropiados y desterrados por el pantano de Gabriel y Galán, que anegaría sus mejores tierras. Hay en Granadilla (Cáceres), municipio desaparecido el último año citado, un cuarto más inhumano destierro: el de sus muertos, exhumados posiblemente el 27 de enero de 1966 y trasladados al nuevo cementerio, construido a 1.580 metros de la villa, junto al nuevo camino de acceso a la península en que la dejaren las aguas del embalse.

            El alcalde de Zarza de Granadilla, cuya zona este del antiguo término municipal de la villa fuere adscrita a su término municipal, según el Decreto 1347/1965, de 6 de mayo, por el que se acuerda la disolución del municipio y la incorporación de su término municipal a los limítrofes, con la divisoria marcada por el cauce del río Alagón, se dirigió por escrito al jefe provincial de Sanidad en el que le exponía que, “con motivo de haber sido cerradas las compuertas del embalse… y las aguas torrenciales caídas en estos días, se halla en inminente peligro de ser inundado el cementerio del pueblo, tan es así que, de seguir el crecimiento del embalse, lo realizará en un plazo de dos o tres días”.

            Añadía el alcalde –y razón no le faltare-- que todos quienes tenían deudos allí inhumados solicitaron que, a la mayor urgencia, se procediera a la exhumación de cadáveres y su traslado al nuevo cementerio para evitar que quedaran bajo las aguas “y que, a la retirada de esta, en el próximo estío, con el arrastre de tierras pudieran quedar al descubierto”.

            Los temores del alcalde y los antiguos vecinos de la villa se confirmaron. Los restos afloraron a la superficie por no haberse dispuesto una losa de hormigón encima, como se hiciere en Cabaloria, perteneciente al municipio de Caminomorisco, también abandonada por el embalse, y cuyos habitantes se trasladaron a vivir a Alagón del Río.

            Hubo demasiada prisa para desterrar a los vivos como para acordarse de los muertos que dejaren atrás. Todo perdido ya, el pueblo abandonado, desierto el nuevo cementerio construido, los antiguos vecinos hubieron de ser convocados por última vez para la cita de la exhumación. La mayoría no acudió; otros desistieron ante la imposibilidad de identificar los restos, dada la proximidad entre las tumbas y otros, en fin, no reclamados por nadie, reposaron allí para siempre y sus restos aflorarían por la bajada de las aguas y el arrastre de las tierras. Todo quedó destruido, destrozado, en la antigua villa de Granada, hasta el último aposento de los muertos. No solo los ascendientes, sino hasta un insigne párroco, Ángel Blanco Arroyo, con placa de gratitud de sus feligreses en el templo parroquial, que sirviere a los suyos desde 1893 hasta 1940, en que falleciere a los 75 años, allí quedó a merced de las aguas.

            Ya en 1961, Obras Hidráulicas autorizó la redacción del proyecto del nuevo cementerio. Se previeron 156 sepulcros para nuevos enterramientos; y el número de sepulturas necesarias para el traslado de los restos procedentes del antiguo se estimó en 60. En 1963 se autorizó a la Confederación Hidrográfica del Tajo a realizar las obras por concierto directo que, en segunda licitación, fueron adjudicadas por 520.661,46 pesetas. En marzo de 1964 se efectuó el replanteo. En julio de 1967 se efectuó la recepción definitiva de las obras en el Poblado de Gabriel y Galán tras serles abonadas al contratista 518.221,74 pesetas en siete certificaciones.

            Entre enero del 1956 y mayo de 1963 se habían efectuado en el antiguo cementerio 45 enterramientos, según la relación facilitada por el Ayuntamiento de Zarza de Granadilla. Sanidad autorizó el traslado de restos a otras localidades donde vivían sus descendientes. En total se trasladaron 43 restos, según las notas citadas por Sanidad en un informe de la liquidación de servicios prestados.

            “Y cuando se vayan, llévense hasta las sillas”, les instaban a los últimos vecinos de Granadilla. Hubo nuevo cementerio, pero no repararon en lo que dejaban en el antiguo, las aguas removiendo las tumbas, las paredes caídas, los restos óseos descansando sobre sus piedras. Difuntos sin flores en su día, su identidad perdida, sin una oración por su alma ida, sus cuerpos también desterrados por la desidia humana, sin piedad alguna que se apiadare de ellos ni registro que certificare allí su existencia.


miércoles, 26 de octubre de 2011

VUELVEN LOS PREDICADORES

Con las elecciones, tornan los predicadores de diversas órdenes políticas a predicar su evangelio por los pueblos y ciudades de España. Antes, en la dictadura, los misioneros iban a los pueblos de cuando en cuando para elevar el espíritu y purificar las almas. Todos acudían al templo por obligación más que por devoción y escuchaban su palabra.

            La palabra de Dios no es la palabra política. La primera buscaba afianzar la fe de quienes dudaban hasta de sí mismos, aunque aquella les fuere “impuesta” más que aceptada con libertad. La segunda es libre para ser escuchada y a sus templos solo acuden, por lo regular, sus fieles, que se contentan con aplaudir a los que van a votar, aunque ellos no les hayan seleccionado, pese a ser la base que les aupare hasta el olimpo de los elegidos.

            Mientras la primera palabra es eterna, la segunda es tan fugaz como el tiempo mismo. La primera alumbra; la segunda confunde entre descalificaciones, promesas vacías e insultos a los adversarios. El evangelio insufla respuestas múltiples a las necesidades humanas; la palabra humana de los candidatos es tan vacía que no hubiere continuidad ni en el tiempo ni en el espacio. Prometen lo que saben que no pudieren cumplir: buscan el voto mediante el engaño, la confusión o la amenaza del porvenir si el poder les fuere otorgado a otros que no fueren ellos.

            Hay un paralelismo, a veces, entre la fe que se pretendiere imponer y la palabra del político que asumiere la victoria del adversario como una catástrofe nacional: el miedo, el miedo al infierno y el miedo a la pérdida  de valores ya conquistados por la sociedad. En la predicación y en el mitin, los oradores tienden a conquistar con su palabra a los oyentes para conducirlos a su rebaño, solo que unos son pastores de alma y otros, de ovejas. Los primeros conocen a las suyas; los segundos, las ignoran durante el resto de la legislatura, como si no fueren del rebaño que les diere de comer. Los primeros buscan y alumbran la verdad; los otros, solo su verdad que no tiene por qué ser  la verdad del barquero.

            El templo de la primera palabra permanece siempre abierto para encontrarse consigo mismo, porque el hombre y la mujer necesitan alimento de espíritu. Los templos de la segunda palabra se abren cada cuatro años, cuando toca,  para rearmar las mentes afligidas por el presente y el futuro, aunque el pan que la primera les diere no saciare su sed como la segunda, evaporada en el tiempo porque sus predicadores olvidaren a sus discípulos y la palabra que les dieren de vida eterna,  no la hubieren en si mismos ni por asomo.

            Los predicadores tornan a los templos de la palabra como los podadores a las calles y jardines, no para limpiar las ramas crecidas de los árboles, sino para solicitarles una confianza en su salvación que no pudieren otorgarles ni con su voto.

            Han crecido los votos nulos y en blanco, símbolo de un compromiso con la democracia, pero, sobre todo, del descontento generalizado con una clase que pareciere no mirar más que para sí misma, en lugar de luchar para los electores que les otorgaren la delegación de la soberanía que les pertenece constitucionalmente y que olvidan más de la cuenta.

            Los predicadores de la palabra divina dejaban tras sí una cruz como símbolo de su paso y memoria de ella; los predicadores del noble arte de la política pasan sin ser conocidos ni reconocidos por los suyos porque no cuidaren lo que debieren el rebaño asignado y devinieren, a veces, en lobos con piel de corderos, capaces de engañar al mismo diablo para lograr sus objetivos. Hay, como en la viña del Señor, de todo: los que se van y nunca debieron irse porque hubieren talla de estadistas, y los advenedizos, elegidos como figurines y floreros entre grupitos de presión de los partidos, que se reparten la tarta del poder por amiguismo o débitos de favores, pero no para luchar por los necesitados que nada pudieren esperar de ellos… Llegan los predicadores como los podadores que rompieren con sus hachas tantas ilusiones depositadas en ellos como ramas hubieren clamando al cielo… ¿Y a qué predicar tanto si sus oyentes ya estuvieren tan convencidos como los que antaño hubieren la fe del carbonero?



martes, 25 de octubre de 2011

EUFEMISMOS EN EL LENGUAJE TERRORISTA

La Academia define el eufemismo como una “manifestación suave o decorosa de ideas cuya franca y recta expresión sería dura o malsonante”. Los eufemismos suelen ser, según Manuel Seco, nombres cuyo sentido propio es más vago que el sentido de la realidad a la que designan”, todo ello encaminado a lograr un “lenguaje políticamente correcto”. El eufemismo disimula la realidad en un intento de cambiar el color de las cosas o el objetivo que se persiguiere en la utilización de unos vocablos y no otros.

         El cese de la actividad armada proclamado por la organización terrorista el pasado día 20, sin alusión alguna a los 829 asesinatos cometidos, principalmente guardias civiles y policías; los 38 secuestros, ni las extorsiones tanto en el Reino de España y, en menor medida, en la República Francesa, ni mucho menos a la entrega de las armas, ni el recuerdo a las víctimas causadas, más que a los suyas, no supone, en modo alguno, más que una ratificación de sus objetivos iniciales, que ahora parecieren ver al alcance de la mano.

         La organización terrorista abertzale siempre invocó la lucha armada como método para obtener sus objetivos fundamentales, prioritariamente lo que el nacionalismo vasco denomina Euskal Herria de las naciones española y francesa; pero esa guerra, iniciada en 1961 con su primera acción violenta, es para ellos un “conflicto político” y la respuesta de dos Estados soberanos a esa guerra, unilateralmente declarada, resulta ser una “imposición”. Si sus gudaris están cautivos y desarmados, gracias a la acción conjunta de las Fuerzas de Seguridad, los partidos políticos democráticos, la acción de la Justicia y la firmeza del pueblo español, para ellos es un “nuevo tiempo político”, una “oportunidad histórica para dar una solución justa y democrática al secular conflicto político”. No puede haber más hipocresía en este sintagma: como si ellos fueran justos y democráticos y “el secular conflicto político” por ellos promovido, fuere una declaración de guerra formulada por dos países soberanos contra sus objetivos.

         Añade el comunicado que, “frente a la violencia y la represión, el diálogo y el acuerdo deben caracterizar el nuevo ciclo”; pero, ¿quién ha sido más violento y represor sino ellos? ¿Qué diálogo han mantenido en esta guerra interminable que ha llenado de dolor España, qué acuerdos mantuvieron sino las bombas y el tiro en la nuca?  ¿Quién habla de “nuevo ciclo”, como si el “cese de la actividad armada” fuere el final de la guerra, cuando no hay rendición incondicional, ni entrega de las armas, ni el perdón a las víctimas que redimiere sus innúmeros crímenes contra el Estado, sus servidores públicos y sus ciudadanos…?

         Hablan de “oportunidad” cuando es un paréntesis, como lo fueron sus “treguas” que les sirvieron para rearmarse y reagruparse. Dicen que la lucha “se ha llevado a muchas compañeras y compañeros”, como si ellos no hubieren matado a nadie. Homenajean a los suyos que “están sufriendo la cárcel o el exilio” y se olvidan de las viudas y huérfanos que ellos han dejado con su guerra. Hablan de “la imposición que aún perdura”, en lugar de la “respuesta adecuada” de un Estado democrático y de Derecho a sus afrentas. Se refieren a la esperanza, cuando ellos asesinaron la de tantos. Piden, en fin, a España y Francia “un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto”; pero cómo dos Estados soberanos van a dialogar con terroristas para resolver un conflicto que originaron ellos tras el daño causado, sin entrega de sus arsenales, sin perdón a las víctimas… Y concluyen, en fin, haciendo un llamamiento a la sociedad vasca para “construir un escenario de paz y libertad”, que ellos han mantenido durante ellos con el miedo y el terror.

         Tantos eufemismos no son suficientes para cantar victoria, porque la guerra no ha terminado. La condición terrorista de la organización, admitida por la mayoría de los Estados y organismos internacionales, como Naciones Unidas, el Consejo de Europa o la Europol, debe pervivir hasta el final, como la lectura hecha por Estados Unidos, que no ha eliminado de su lista de organizaciones terroristas a la citada banda armada española. Ignoro a cuento de qué viene cantar victoria, cuando está por llegar, cuando en el comunicado se dice sin ambages que “cada logro será fruto del esfuerzo y de la lucha de la ciudadanía vasca”… La guerra, pues, no ha terminado cuando los eufemismos sustituyen a las balas.

martes, 18 de octubre de 2011

LA PARADOJA DE EPIMÉNIDES

Al cabo de los cien días, la mentira parece eclosionar por encima de la verdad. Para unos, su veredicto es la verdad dogmática, sin que creyeren en la papal; para otros, notoriamente insuficiente; muchos dirán que “necesita mejorar”. Y en medio de las calificaciones que cada uno otorgare, independientemente de los juicios valorativos que les asistieren en su libre ejercicio político, prevalece en los argumentarios la mentira por encima de la verdad. Se tarda más en mentir que en decir la verdad, porque al mentiroso se le coge antes que al cojo. Mentir implica un engaño intencionado, que puede derivar en calumnia cuando se imputa a algún inocente una falta no cometida para provecho malicioso.

         El filósofo Leo Strauss subrayaba la necesidad de mentir para ocultar “una posición estratégica”, como algunos significados representantes de la filosofía política, desde Maquiavelo hasta Platón con su “mentira noble”.

         Hay mentiras, mentirijillas, mentiras piadosas, la paparrucha, la útil, la humorística y la maliciosa. Se simula o se finge, hoy más que nunca, en todos los ámbitos sociales. La mentira se transmuta en gestual para la obtención de un favor. Mienten –luego, son mentirosos-- quienes pasan por quienes no son-- o lo pretendieren, para dejar fuera de sí a su adversario; mienten quienes intensifican el conflicto a sabiendas. No es una broma la mentira con propósito humorístico ni la del que ofrece una versión tergiversada de sí mismo, cuando la mentira tergiversa la realidad. Las “mentirijillas” no son en realidad mentiras, según san Agustín, quien, sin embargo, las clasificaba en otros siete tipos: las mentiras en la enseñanza religiosa; las que hacen daño y no ayudan a nadie; las que surgen por el placer de mentir; las que no hacen daño y ayudan a alguien: las dichas para complacer en un discurso; otras que tampoco hacen daño y pueden  salvar la vida de alguien; y las que protejen la pureza del ser. Para santo Tomás de Aquino, empero, hay tres tipos de mentiras: la útil, la humorística y la maliciosa, las dos primeras, veniales, y la última, mortal.

         La mentira parece haberse institucionalizado en la política y en otros ámbitos sociales por parte de quienes, enarbolándola como bandera, pretenden hacer de ella su “modus vivendi”. Hemos institucionalizado la mentira como Epiménides el cretense, para quienes todos “los cretenses mienten”, “la paradoja de Epiménides”, precursora de la paradoja del mentiroso. Si un político mintiere al pueblo que confía en él, o fuere imputado por mentiroso, nadie creerá ya en una clase que, pretendiendo mirar para todos, mira para otro lado y calumnia en provecho propio y malicioso.

         En “Cadena perpetua” (Frank Daranbont, 1994), protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freemann, una de las mejores obras cinematográficas de los noventa, la mentira triunfa sobre la verdad, aunque el alcaide pretenda hacerse con los conocimientos de Andy para defraudar impuestos, la culpa de su mentira termina expiándola con su propia muerte. La mentira o la culpa y la expiación de la redención. Red, el otro protagonista, que lleva más de veinte años en el penal de Schawskank (Maine), es examinado varias veces sobre su presunta rehabilitación. Todo le da lo mismo. Sabe que si dice sí, le denegarán la condicional, y cuando por una vez dijo “no”, nadie le creyó y se la dieron. Cuando sus amigos le preguntaban: “¿Qué pasó”, este contestaba: “La misma mierda, distinto día.” Como en el cuento del lobo; como en la serie televisiva “Miénteme”, en la que el psicoanalista descubre las mentiras mediante el estudio de los gestos faciales, la voz y la actitud de los protagonistas.

         La institucionalización de la mentira no debiere ser, tampoco, “la paradoja de Epiménides”, ni la verdad absoluta de quienes afirman que la mentira fuere la reina y la calumnia, su esclava, porque si en nada creyéremos, qué sería de nuestra existencia sin la fe y la esperanza, muy a nuestro pesar.


domingo, 16 de octubre de 2011

AQUEL 16 DE OCTUBRE DEL 71...

Han pasado cuarenta años y parece que fuere ayer. Aquel día, tan luminoso como el de hoy, se inauguraba en el edificio de la Fundación Valhondo de Cáceres el Colegio Universitario de Filosofía y Letras, germen de lo que más tarde sería Facultad de Filosofía y Letras  y de uno de los dos semidistritos con que, en la primavera de 1973, naciera la Universidad de Extremadura.

            El centro, finalizado años atrás, estaba destinado en principio a la atención de niños discapacitados; pero los medios económicos para subvenir su financiación resultaban entonces insuficientes y se ampliaron sus fines.

            En aquella época, la provincia de Cáceres se adscribía académicamente a la Universidad de Salamanca y la de Badajoz, a la de Sevilla. Solo la Audiencia Territorial, con sede en Cáceres, era única para una región que fuere una línea marcada en el mapa, y cuyas atribuciones políticas, militares y religiosas estaban –y continúan estándolo en el último caso-- en otros ámbitos de mayor dimensión territorial.

            El rector de la Universidad de Salamanca, Lucena Conde, que luego sería director general de Universidades, subrayó en su intervención durante el acto académico celebrado en el salón de actos del Instituto “El Brocense” que eran dos las finalidades del mismo: la inauguración del Colegio y el curso escolar de Enseñanza Media del distrito universitario desde la ciudad. Lucena recordó cómo, desde hacía dos años antes, había palpado la inquietud universitaria de la ciudad y cómo el Colegio surgía “porque era necesario y porque una provincia como Cáceres lo necesitaba”.

            Valentín Gutiérrez Durán, un periodista reconvertido a político por el régimen, natural de Garrovillas, gobernador civil y jefe provincial del Movimiento; Daniel Serrano García, entonces delegado provincial de Educación, que fuere director del Instituto y presidente de la Diputación Provincial, natural de Malpartida de Plasencia; y el profesor de la Universidad de Salamanca, Ricardo Senabre Sempere, que puso en marcha el Colegio Universitario y más tarde la Facultad de Letras que le diere continuidad, fueron los protagonistas de la jornada.

Antes del acto académico, el obispo Llopis Ivorra bendijo el centro en una capilla que acogiera después misas por algún alumno difunto y el velatorio de uno de sus ilustres profesores y también decano, Antonio Rozas.

El rector de la Universidad se hizo acompañar por el decano de la Facultad de Letras, doctor Bustos Tovar, y el secretario general de la Universidad, doctor Pérez Varas.

Serrano García, quien se vincularía años después a la Universidad extremeña como profesor en la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica de Obras Públicas, expresó su gratitud por el apoyo prestado para la consecución del Colegio. Senabre expresó su asombro ante el estímulo con que toda la provincia respondió a la creación del centro. Gutiérrez Durán dijo que el Colegio surgía “en la mejor estirpe universitaria y prolongación biológica de la Universidad”. Lucena, en fin, aludió a la conciencia colectiva sobre la importancia de la educación y la colaboración de toda la provincia.

Dos años antes, la provincia entera se movilizó como nunca en su historia para hacer realidad el proyecto. Las donaciones económicas fluían sin cesar por parte de ayuntamientos e instituciones para ayudar a su puesta en marcha.

El 16 de octubre de 1971 no fue un día de fiesta ni repicaron las campanas de la ciudad, como aquel de abril de 1973, cuando el Consejo de Ministros presidido por Franco aprobó la creación de la Universidad por Decreto 991/73, de 10 de mayo (BOE de 19 de agosto); pero aquel día se abrieron las puertas antes vedadas a generaciones de hijos de obreros que, por sus propios medios, no pudieron acceder antes a la enseñanza universitaria, De allí salieron profesores que hoy enseñan en sus aulas como catedráticos. Aquella fecha forma parte de la historia de la educación en Extremadura, porque en esta región, hasta entonces olvidada, nació también la modernidad.
    

LA LUZ QUE SE APAGA...

La luz encendida de un comercio; luz de vida que ofreciere vida. Una decena de luces en las calles aledañas. Luces que alumbran un letrero indicador del negocio; pero ya no hay negocios. Cambian los inquilinos y los servidores de la vida; otros echan el cierre definitivo. Sobre los cristales y las puertas, anuncios de alquiler o venta. Algunos, pocos, abren de nuevo, manteniendo los precios elevados, porque los alquileres suben en tiempos de escasez. La mayoría echó el cierre hace tiempo. Se han apagado las luces y no han vuelto a surgir otras con nuevo nombre. Ya sin luces los portales. Han desaparecido ante las puertas los productos que se ofertaban, al contrario que en los mercadillos, en que todo estuviere a la vista, para elegir mejor.

            Desde muy temprana hora hasta la anochecida, permanecía la frutera en su negocio que le diere para ir viviendo para sí y su hija. Retiró primero la mercancía expuesta ante la puerta por orden superior; se enclaustró el día todo en su pequeña tienda. El propietario le ha subido el alquiler. Hace cuentas. No le salen. Torna a su tienda anterior, como de recogida. Ha retirado el letrero con su nombre que antes tuviere la tienda. Otra luz apagada, otra tienda cerrada. En los empieces de la mañana o al anochecer, ya no podré dedicarle una sonrisa, decirle un adiós afectuoso, a quien viere todos los días al pasar; pero Mari Ángeles mantiene su dignidad de trabajadora, su sonrisa de siempre, su encendida luz ante la luz apagada. No le arredra la vida ante la responsabilidad de su otra vida. Ignoran los políticos estas luces que se apagan y permanecen, por el contrario, encendidas. Ni siquiera las ven.

            Ahora, con la luz apagada, de madrugada o por la noche, sin su nombre iluminado, sus antiguos clientes la buscan para saludarla y solicitarle de nuevo sus frutas y verduras, las que el campo diere a sus moradores, las que a la ciudad llegaren solo a través de la cadena alimentaria. Y tornan a decir su nombre y a recibir su sonrisa, resplandor de la luz que antes iluminare su nombre, la luz de la convivencia, la luz misericordiosa que va pasando suave entre las luces de la ciudad, ora encendidas, ora apagadas.

            No nos hacemos a ver esos letreros luminosos apagados, ya retirados, sin nombres, cuando los hubieren tras ellos. Cada luz que se apaga en la ciudad es un paso atrás en el fracaso colectivo de la sociedad. Y detrás de esas luces apagadas hay nombres de personas, de familias, cuyo resplandor pareciere fenecer. No así el de Mari Ángeles, todo el día afanosa, como las mujeres de nuestros pueblos, alma y vida de su entorno, como las luces apagadas de los letreros, de nuevo encendidas en ella, sin miedo a la necesidad que otros hubieren y que gritan en las calles, sin que sus voces no traspasaren ni la tierra ni llegaren al cielo. Y tornamos de nuevo a su otra tienda, en la que nunca estuvimos; alza su mirada; nos ofrece su sonrisa y le lanzamos un beso de despedida para no interrumpir sus muchos quehaceres… “¡Adiós, Mari Ángeles!”, y ella hubiere tiempo para contestar: ¡”Adiós, caballero!”, como un resplandor de la luz apagada con su nombre.


miércoles, 12 de octubre de 2011

PAREJA DE ESPAÑA

Los más bellos valores e ideales definen a la pareja de España: honor, orden y ley, honra, paz, fidelidad, lealtad, vigor, firmeza, constancia, amor…, vocablos que cantan en su himno, erguidos, mirando a su bandera.  El honor es su divisa porque, perdido, no se recobrare jamás. En el dintel de sus casas-cuarteles, en tablilla o grabada, justifican su lema: “Todo por la Patria”.

         Por las calles, plazas y caminos de España entera, emerge su figura: de capa en invierno, con el tricornio como elemento más característico de su uniformidad. Cubren también su cabeza con teresianas, gorras o gorros cuarteleros. Verde su uniforme, antes azul; tornarán ahora a un verde más oscuro, casi negro.

         Por los caminos y los campos de España, ora a pie, ora a caballo, también en moto, en coches, desde el aire, desde las patrullas y lanchas en la mar, “la Patria goza de calma/ brilla airoso tu pendón”… “guardia fiel de España entera/que llevas en tu bandera/ el lema de paz y honor.”

         Velocipedistas, agentes de tráfico, carabineros; buscadores de desaparecidos, de drogas y explosivos  con sus perros policías; víctimas del terrorismo; escafandristas, salvadores de perdidos en la montaña, colaboradores en emergencias e incendios, no hubiere Cuerpo ni Instituto y más dependiente del Gobierno todo para cumplir las misiones que le encomendaren las leyes: proteger los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana.

         Con el paso del tiempo, a sus tradicionales servicios peculiares, la Guardia Civil asume con carácter exclusivo las siguientes competencias: armas y explosivos, resguardo fiscal del Estado; tráfico, tránsito y transportes en vías interurbanas; custodia de vías de comunicación  terrestre, costas, fronteras, puertos y aeropuertos; conservación de la naturaleza y medio ambiente; conducción de presos y detenidos… Ha diversificado y ampliado la Benemérita sus unidades, grupos  y equipos para cubrir de manera más eficaz las competencias asignadas. Ha trabajado en misiones internacionales para llevar la paz en zonas de conflicto; ha sido víctima de casi cien atentados que ocasionaron 33 muertos de agentes, además de familiares.
         En 1913, la Virgen del Pilar fue declarada su patrona por Real Decreto. En 1929 fue declarada Benemérita al otorgársele por Real Orden la Gran Cruz de Beneficencia por sus servicios a la sociedad.

         Pareja de España, “vigor, firmeza y constancia/ valor en pos de la gloria/ amor, lealtad y arrogancia, ideales tuyos son…”, en el campo y la montaña, en el aire y la mar, brilla de oro y plata, de honra y lealtad a la ley, de vivas a España y la ley, la única pareja de España que hubiere lealtad a su Rey, pareja de España que sin honor no pudiere existir…


domingo, 9 de octubre de 2011

VIDA DE LOS SIN VIDA

Nos da la vida el tiempo y el tiempo nos quita la vida. Vivimos la vida en el tiempo sin tiempo para la vida; vida que es vida, sin vida; corpórea vivencia sin la vivencia de la vida, vida que no es tiempo sin  vida. Pasa la vida y vivimos sin vivir la vida --¡ay, vida, si  vida, que no es vida!--, insensible vida ante tu misma vida y las otras vidas…

         ¡Qué triste la vida de los sin vida; cómo se pasa la vida de los con vida! ¡Deténte, vida, que eres vida; que te quiero, vida, con  vida para vivir la plenitud de la vida! Vida que eres vida, pero sin vida, gloriosa vida para más vida, pero sin vida; insepulta vida en la vida. Vida de rosas con espinas de vida; ignota vida en la vida sin vida; futuro de vida en el presente de vida; vida sin futuro en el horizonte de la vida; perfección de vida en las imperfecciones de la vida; ayes de vida --¡ay, qué vida esta!—que demandan mejor vida; exclamaciones de futuro por la vida --¡qué será de su vida!--, con vida, y acaso sin vida. Estado de bienestar para la vida; bienestar de estado, ¡ay!, sin vida para vivir la vida, indignados ante la vida que viven, pero sin vivir en sí su propia vida…

         Matamos el tiempo y la vida en vida y perdemos la vida. Ignoramos la vida sin vivir la vida. Como el humo se va la vida y no aprendemos de la vida. Anhelamos más vida y no aprehendemos la vida. Queremos vivir la vida y desperdiciamos la vida. Defendemos nuestra vida y matamos las ajenas. Auxiliamos la vida y crucificamos la propia. Proclamamos el amparo de la vida y desamparamos la vida, desamparada vida sin amparo de vida…

         ¡Ay vida sin salud de vida! Vida que hieres la vida para hacer sentirnos la vida, oscura vida sin dolor de vida, trasunto de vida en la felicidad de la vida. Vida que deseare la muerte porque el dolor apaga la vida en vida; vida que clama a la madre por más vida.

         ¡Ay vida de las que alumbran la vida, vida de su vida por amor a la vida! ¡Vida de mi vida!, le dicen a su otra vida, que es vida por su vida, su vida tras su vida; vida que para siempre velará por esa vida. Vida que ya no vivirá en sí, sino por esa otra vida, prenda de su vida, alma y corazón de su vida, luz de su vida, patrimonio de su vida, rehén entero de su vida, quizás un día vida también sin vida.

         ¡Ay vida de los que no tienen otra vida! ¿Por quién velará su vida sin la motivación de otra vida en vida, indignados ante la vida, sin poder vivirla porque no os dieren alimento de vida, ni ilusión, ni fe ni esperanza de vida? Solitaria vida sin compañía de vida, huérfana vida en vida, sin cariño de vida, sin amor de vida; presente sin futuro de vida, sin ansias de vida; vida sin vida y sin asidero de vida; vida sin vida, de solo vivir la vida sin la otra vida.

         Prestada para vivirla, amarla y compartirla. Vida que no sería vida, sin otra vida --¡mi vida!--, por amor a la vida. Vida que no es nuestra porque no nos dimos la vida  -“mi vida es mi vida; mi vida me pertenece”--, ¿cómo?, si sentimos y proclamamos: “¡Mi vida eres tú, vida mía; sin ti, la vida no sería vida!”, vida con vida en la vida sin vida, presente de vida sin futuro de vida, indignados ante la vida que no fuere vida, sino llamada a una muerte en vida, ¡ay, vida de los sin vida, viviendo la vida sin poder vivir la vida…!



jueves, 6 de octubre de 2011

AQUEL CARAMELO QUE TE ENVIÉ


Cuarenta y cuatro años después de la primera Eurocopa de Selecciones de Fútbol ganada por España a la antigua URSS por 2-1, y en vísperas de la segunda ganada a Alemania en Viena, “Informe Robinson” reunía en su programa televisivo, tras veinte años sin verse, a las dos figuras del encuentro: Pereda y Marcelino, los autores de los dos goles que, junto a Luisito Suárez, escribieron la primera página histórica del fútbol español.

         Chus Pereda, fallecido el pasado 27 de septiembre, pasará a la historia no solo por su gran trayectoria deportiva, sino por ser uno de los héroes capaces de batir a Yashin y darle el pase de oro para que Marcelino, con su prodigiosa cabeza, batiera a la “Araña Negra” casi al término de un encuentro rodeado de tintes políticos, deportivos y manipulados en los videos durante años, que no le otorgare a él la gloria del caramelo que le dio a Marcelino “y que tú hiciste bueno”.

         Durante ese encuentro en Ares, la localidad gallega natal de Marcelino, propiciado por Robinson, Pereda le recuerda los dos goles: el primero, marcado por él mismo, ante un balón suelto caído a sus pies,  entre los dos defensas centrales tan altos como Yashin, Choustikov y Boronine, que marcare a placer, y el pase, tras “el rabo de vaca”, que diría Suárez, que le hiciere a un jugador soviético y que centró a media altura, para que Marcelino, escorando su testa a la derecha, lograre conectarlo y meterlo junto al poste izquierdo de la portería soviética.

         Durante años, el No-Do adjudicó el pase a Amancio en lugar de a Pereda, que la retransmisión radiofónica sí recogió, no así las cámaras de TVE, que no captaron el momento y maquillaron la jugada incorporando un centro al área de Amancio. Todo el mundo se creyó a pie juntillas que el autor del pase fue Amancio hasta que, a principios de este siglo, TVE logró las imágenes de la televisión rusa que hizo justicia al coautor de uno de los tres goles más importantes de la historia del fútbol español, junto al de Torres en Viena, que nos valió la segunda Eurocopa en 2008, y el de Iniesta en Sudáfrica, con el que logramos nuestro primer Mundial frente a Holanda.

         A qué discutir la autoría de la asistencia si fue Pereda quien  marcare el primer gol y diere el pase para el segundo que, hasta hace tres años, pareciere el único gol famoso marcado por la Selección Nacional desde el célebre de Zarra al inglés Williams en el Mundial de 1950. Así lo reconoció el montador de No-Do, Antonio García Valcárcel, al afirmar que el centro no lo recogió el operador y se eligió un plano de Amancio centrando. Así lo testificaron los dos locutores de entonces: Martín Navas, en RNE, quien afirmare con narración veloz, que “Marcelino recogió el impresionante centro de Pereda, constituido en extremo, en el ángulo izquierdo del área correspondiente al equipo ruso”, y “Marcelino, señores oyentes, con su impresionante remate de cabeza…, ha conseguido el segundo gol para España.” Y el maestro Matías Prats, que narraba: “En el segundo tiempo se acusa con mayores acentos la furia española y el fondo físico y moral de nuestros muchachos…, se reclama penalty a Pereda, que el árbitro no concedió” y, a los 39 minutos del segundo tiempo, “Marcelino marca el tanto triunfal… ante cien millones de europeos.”

         Ya el maestro de locutores había ofrecido datos bastantes para aminorar los tintes políticos del encuentro: España vestía de azul, equipación que ya había utilizado en ocasiones; y la URSS, de rojo. La Unión Soviética eligió campo y sacó España. Los dos equipos son recibidos con idéntica cortesía. En el palco, presidido por el Generalísimo, se encuentran los Príncipes, doña Sofía y don Juan Carlos, y don Alfonso de Borbón; el vicepresidente del Gobierno, Muñoz Grandes, el ministro señor Solís, junto a los presidentes de la FIFA y de la UEFA y el de la Federación Soviética. “El partido se transmite en directo a toda Europa por Eurovisión e Intervisión…”

         Cuatro años antes, en 1960, a España le tocó enfrentarse a la URSS en los cuartos de final de la Eurocopa. El Gobierno español prohibió a los jugadores viajar a Moscú para disputar el partido de ida, solo cuatro días antes de la fecha del encuentro. Carrero Blanco y el ministro de la Gobernación, Alonso Vega, fueron los principales instigadores de la decisión. España recibió en silenció la decisión y, resignada, se preguntaba si aquella gran selección de jugadores hubiera podido llevarse el torneo, que logró la URSS en París.

         En 1964 les tocó enfrentarse de nuevo, pero esta vez en España. Las cosas habían cambiado: se habían restablecido las relaciones diplomáticas con la URSS por motivos comerciales más que políticos. El partido se disputaría en el Bernabéu, escenario de las victorias del Real Madrid y de las manifestaciones del 1º de Mayo en plena campaña propagandística ideada por el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, a la sombra de los 25 años de paz; pero había sus dudas: Franco hizo llamar al seleccionador Vilallonga, militar de carrera, para preguntarle por las posibilidades de una victoria, que les valió 100.000 pesetas de la época a cada jugador. Solís convenció al Generalísimo. Triunfó el deporte y no hubiere problema para que las banderas ondeasen en lo alto del estadio y sonasen los himnos nacionales. El gol de Marcelino desató el delirio y la pasión patriótica. Pereda fue el rey, pero la corona de laureles se la llevó Marcelino. Con su muerte, a él también le llegó su gloria.


martes, 4 de octubre de 2011

DE LOS NOMBRES OLVIDADOS…

Pasa el tiempo sin que lo deseemos, imparable, imperceptible, vertiginoso. El tiempo y sus figuras. Figuras que son personas, animales, con los que un día, quizá muchos, convivimos. Poco a poco, sin darnos cuenta, un día desaparecen de nuestra vista esas figuras, unos por la muerte, otros en vida. Y sus nombres, por los que reconocimos su cuerpo y alma, van desapareciendo lentamente de nuestras vidas. Como los difuntos a quienes un día acompañamos a su sepulcro; como los vivos con quienes compartimos momentos siempre inolvidables, tristes en ocasiones, ilusionados a veces.

         La memoria es tan frágil como la vida. De cuando en cuando recordamos los nombres olvidados como los nombres de nuestros difuntos y de los que aún vivieren. Todos nuestros porque, con ellos, se fue o pervive parte de nuestro espíritu, de nuestra vida misma. Y, al recordarlos, buscamos en el archivo de la memoria aquellos recuerdos que nos fueren gratos. Y apenas recordamos, por el fragor de la vida que nos envuelve, si acaso sus nombres. Intentamos asirnos a esos nombres. Buscamos un teléfono o dirección perdidos. Los hallamos; les llamamos, les escribimos. No hay respuesta. ¿Habrán fallecido? ¿Tendrán otra dirección en otro lugar distinto y distante? Buscamos su nombre en las redes sociales y aparecen sus fotos y nombres a la búsqueda de otros nombres y amistades.

El hombre y la mujer personifican hoy la soledad en un mundo de soledades. Pareciere que cuanta más multitud nos rodeare, más solos nos hallamos. Nuestros nombres olvidados solicitan relaciones virtuales para que no les olvidemos, para que les tengamos siempre presentes en la memoria. Es un darse la mano sin dársela; un recuerdo entre tanto olvido; la remembranza quizá de un pasado que no volverá si no le buscáremos entre nosotros; el beso que se perdiere en los espacios infinitos de quienes un día lo recibimos, a quienes un día se lo dimos, con el afecto que nos uniere en una afable convivencia.

A veces, los nombres olvidados acuden al rescate de nuestra flaca memoria. Y en su adviento hacia ella, emergen las figuras de otro tiempo, el tiempo que fluye también por nuestro cuerpo y nos hace irreconocibles. La figura encendida en los nombres olvidados. Tornamos a reconocernos. A veces solo por la voz, quizá por las muletillas del lenguaje que recordamos, que ni el tiempo borrare de nuestra memoria. Y los besos y las manos unidas trazan en nuestro horizonte reencontrado el cariño nunca perdido, siempre profesado, los nombres hallados en el olvido de la memoria.

La figura y su tiempo, figuras de otro tiempo, idas con el paso del tiempo. Ahora nos saludan y no reconocemos ese nombre y figura ya olvidados. Y hablamos con él como si de toda la vida le conociésemos, sin reconocerle. Y nos decimos un adiós sin saber a quién le deseamos el mejor de los deseos. Otrora, no nos quedamos con la curiosidad de conocer su nombre. “Pero, ¿quién eres?”, le interrogamos. Y nos ofrece su nombre y señales de su vida que, con la nuestra, se vinculare durante algún tiempo.

Pasa el tiempo y, de cuando en cuando, afloran a nuestra memoria los nombres olvidados como figuras en la sombra que suplican nuestras manos, nuestros besos, en el reencuentro gozoso de la sombra infinita de los nombres olvidados, de las figuras reencontradas, como si el hoy tornare al ayer pasado, mientras él acudiere, con el poeta, a proclamar su nombre:

“Quisiera decir, quisiera decir,/
 Quisiera decir tu nombre…

 …que solo tengo alegría
 cuando recuerdo tu nombre.”