jueves, 31 de julio de 2008

ENVIDIA E INTOLERANCIA

Para Esther Gutiérrez y Paco Martín,
soñadores de una Extremadura tolerante

La envidia es tiña; es tristeza o pesar por el bien ajeno, el deseo de algo que no se posee; uno de los siete pecados capitales señalados por la Iglesia; un rasgo siempre distintivo del ser español; el más propio, según Unamuno, quien la definía como “una declaración de inferioridad”. La envidia es un deseo, una apetencia de la voluntad. La envidia es el afán de poseer, no de privar. No trasciende, por tanto, del propio sujeto que la encarne sino en su propia mente.

España y los españoles fueron siempre tintes de envidia: lo que tenían otros de lo que uno carecía; la suerte de algunos frente a la desgracia de los más; el ascenso sin méritos, la ocupación sin trabajo de los señoritos, la vivencia de las rentas, el dinero que vino por el juego, la propiedad del vecino, la felicidad de un amor consagrado, la suerte de quienes se quedaban “fuera de cupo”…, todo era una pura envidia. Como su sinónimo parejo, los celos, que corroen y matan, y todo lo enturbian, como el resentimiento, la animosidad, el rencor, la tirria, la rabia, el resquemor…

Frente a la envidia que no trasciende, la intolerancia trascendente. La intolerancia es la falta de tolerancia, especialmente religiosa. La tolerancia significa el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias, según el Diccionario de la RAE.

La intolerancia ha ampliado su campo conceptual: frente al social o político, la ausencia de tolerancia de los puntos de vista de otras personas, la actitud irrespetuosa hacia las características distintas de las propias; la discriminación, la segregación, el racismo, la intransigencia política, el fanatismo, el fundamentalismo…

Pareciere, hoy más que nunca, que la intolerancia ha sustituido a la envidia como principal pecado capital de los españoles, aunque no entre en el campo de los siete. La intolerancia se refleja en el espejo de la vida como la envidia se traslucía en los ojos del alma. Hay intolerancia en la calle, en la vida de comunidad, en los conductores, en la clase escolar y, sobre todo, contra un derecho constitucional: la libertad de opinión, que no se respeta si no coincide con la propia.

Frente a la envidia que tiñe el alma, la intolerancia del corazón y la mente del ser humano, más inhumano en la intolerancia que en la envidia, que no trasciende. El respeto, sinónimo de tolerancia, debe alzarse en este campo, como en todo, en la transigencia, en la tolerancia. Como apuntara Jaime Balmes, “no es tolerante quien no tolera la tolerancia”.

viernes, 25 de julio de 2008

UNA PAREJA POLÍTICA EN EL PSOE DE CÁCERES

La pareja es la unión de dos personas que tienen entre sí alguna correlación y semejanza, especialmente entre el hombre y la mujer, como afirma el Diccionario de la RAE; pero esta acepción no es única ni excluyente. Hay parejas consideradas en relación de cada una con la otra; parejas compañeros de baile, de juegos, y hay otras a las que les une su semejanza en alguna prueba o habilidad; parejas de conveniencia, de empresa y negocios, o en asociaciones, sindicatos, empresarios o en la política.

“La pareja” de España ha sido siempre la de la Guardia Civil, ya fuere en el campo o en la carretera, independientemente de su sexo. La pareja es hoy múltiple y diversa, como diversa y plural es España; pero, por encima de todo, la pareja, por la propia etimología de la palabra (del latín: par, paris) son iguales. Le une una afinidad para la consecución de un fin: el amor que les unió, los hijos que les unen más, la convivencia, el servicio, la ideología… ¿Pudiere haber parejas que no se amaren, entendieren o lucharen, unidas, por la misma causa?

En vísperas congresuales de su X Congreso Provincial, el PSOE de Cáceres ha contado, y puede seguir contando, si los delegados así lo decidieren, con una pareja excepcional: la conformada por sus dos primeros números, el secretario general y el de Organización, la pareja del partido.

Juan Ramón Ferreira y Juan Manuel Hernández han formado esa pareja perfecta, necesaria en cualquier organización. Su dilatada experiencia política, su entendimiento profesional, su dedicación a la causa del partido, la permanente defensa de sus principios y valores y la renovación constante a que han sometido las propuestas para las que fueron elegidos, no solo son merecedoras del aplauso y la gratitud, sino del reconocimiento que se muestra a quienes logran la unidad y la cohesión de una fuerza política siempre llamada a gobernar, porque integra en sí misma a todas las parejas de la sociedad, “el partido más parecido a ella”, como tantas veces ha proclamado Ferreira.

Han cumplido sobradamente ambos los requisitos que el ex secretario general de los socialistas extremeños, Rodríguez Ibarra, solicitaba en el recientemente celebrado 37 Congreso Federal como méritos para estar en la Ejecutiva: cinco años de cotización a la Seguridad Social, mil mítines a la espalda y ser capaces de mantener una discusión, en la unidad y en la discrepancia, con un ministro del Gobierno.

Si Zapatero tiene por pareja y mano derecha, a su izquierda, a José Blanco, Guillermo Fernández Vara ha elegido a Ascensión Godoy, como Juan Ramón Ferreira eligió en su día a Juan Manuel Hernández, la pareja del PSOE Provincial de Cáceres.

Una pareja no sólo conduce, anima y protege a su grey; les recibe, les estimula, soluciona sus problemas, eleva su ánimo, alicaído en las dificultades; les motiva en la perseverancia, les ilusiona en el impulso y en la vivencia política que ha de estimular diariamente la vida del partido. De todo ello ha dado buena prueba la “pareja del PSOE Provincial de Cáceres”.

Ferreira y Hernández han cumplido así con la definición que, en su artículo 6, la Constitución Española ofrece de los partidos políticos: “expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política”.

La pareja, como el partido, no puede caminar en paralelo si no sintoniza y, aun en la sana discrepancia entre sus miembros, no sostiene y da vida al partido, manteniendo la necesaria unidad de sus principios y valores y la cohesión como elemento integrador de aquél. Y todo esto lo han conseguido dos veteranos de la lucha política, con trabajo y diplomacia, expertos en el decir y en el hacer, en el habla y en la palabra, en los dichos y en los hechos.

El congreso tiene ahora la palabra.

miércoles, 23 de julio de 2008

NO HAY SILENCIOS TRAS EL ADIÓS... DE IBARRA


Todos esperaban su adiós, porque le llegó la hora de pronunciarse. El adiós anunciado, prometido; el adiós por el que tantos escépticos, que desearon ignorarle porque no le conocen, suspiraban, pero dudaban..., hasta el viernes 18 de julio de 2008, en la hora y fecha de su último discurso, el postrero como secretario general, el adiós como político.

Hay un adiós que es un “hasta luego”; el que expresa el mejor deseo de los hombres de fe: “Que Dios le acompañe”; el de la buena suerte o aquel otro de “Buen día tenga usted”, y hay adioses definitivos. Los hay de retorno, cuando no se puede vivir sin volver la vista atrás, a la persona amada, al trabajo realizado, a las amistades perdidas y jamás halladas; pero no hay adioses definitivos mientras hay vida, como tampoco en ella falta la esperanza, lo último que se pierde cuando la fe no es bastante para creer. El último adiós solo se da con la muerte.

Todos creían que era su último adiós. Todo ya consumado: el relevo, el sucesor, la transición pilotada en la sombra. Solo faltaba la proclamación del que estaba por llegar y allí se encontraba; pero antes, su penúltima palabra de los adioses: “No me digas adiós/porque siempre estoy volviendo”, como en la vieja canción.

¿Acaso no se irá definitivamente como político? ¿No había anunciado su retirada? Cómo pensar eso de un hombre de palabra, que sólo tiene una palabra, pero que tiene detrás de sí 3.501 discursos, con el último del adiós definitivo. Cómo pensarlo de quien nunca se calló, ni otorgó, sino que llegó a profetizar el porvenir, ya fuere con la Sociedad de la Información o con la cesión del IRPF; de quien tiró del carro junto a otros dos compañeros en la larga travesía del desierto; de quien pilotó la nave que nunca naufragó....

En el discurso “más difícil de su vida”, Ibarra no solo dijo adiós, sino algo más: “Soy el futuro, aunque algunos se empeñen en situarme en el pasado”, porque su marcha no condiciona su palabra, ni enmudece su lengua, ni significa silencio. No acepta quien se va “que si no tienes sillón, no puedes hablar. Renuncio al poder, pero no a mi condición de ciudadano y ello me concede derecho a pensar y a hablar. No renuncio a la autoridad de más de treinta años en este partido, y más de veinticuatro al frente de la Junta, que me aportaron criterio y responsabilidad, y ello me obliga a decir lo que quiero”. Como lo dijo en el Congreso Federal celebrado en Madrid: habló cuando quiso y se calló cuando le vino en gana.

¡Se iba a callar él, que siempre habló claro y alto!; quien hubo de romper cristales para que la voz de Extremadura se oyera en toda España; quien no desea que la muerte le haga más bueno de lo que fue; quien pidió que “hay que venir llorados de casa”, porque no se puede estar hablando del pasado, sino del futuro, “haciéndolo futuro, creíble y emocionante”. Tal y como hizo el congreso: hablar de sí mismos, de los problemas de Extremadura y de los proyectos y retos del futuro. Nunca de los otros. Entonces, “no me digas adiós/porque siempre estoy volviendo”, como aviso a los descreídos de su memoria.

Hay adioses y otros adioses en política, en la forma y en el fondo, e Ibarra ha elegido el mejor: ante los suyos, ante quienes le eligieron, no por comunicado, ni carta, ni ante la prensa: ante quienes se debía; pero solo el adiós de su último cargo,

Ángel Acebes eligió el comunicado; Eduardo Zaplana, la prensa; José Piqué, por carta a su jefe y a los medios; José Bono anunció su adiós en 2006, pero volvió después: Jaume Matas y Joaquín Almunia, ante la prensa; Rafael Simancas, ante el Comité Federal; Felipe González, ante el XXXIV Congreso Federal, tras perder las elecciones de 2006; Ibarra, tras sufrir un infarto, lo anticipó primero a los suyos, y después a la prensa, pero no su dimisión, sino la de no repetir como candidato, y a los dos días tuvo sucesor, ya “in pectore”, refrendado por la Ejecutiva y el Comité Regional, y el 19 de julio, al fin, por quien debiera: el congreso regional.

Nunca hay un adiós definitivo para que siempre tuvo la palabra en Extremadura y en España, la voz de Extremadura en España. Quizá no le oigamos tanto, pero seguiremos escuchándole, porque queda la obra y permanece su palabra.

martes, 22 de julio de 2008

TAN ALTOS COMO SEPAMOS Y PODAMOS


Resulta cuando menos interesada, y fuera de tono, la lectura política que el secretario general del PP de Extremadura hace del X Congreso Regional del PSOE de Extremadura celebrado el pasado fin de semana en Badajoz.

Nos recuerda la triste despedida del entrenador del Barça, Van Gaal, que reprochaba a los periodistas que todo lo veían “negativo, nada positivo”· La oposición ve por lo que oye y lee, pero no por lo que se debate y las aportaciones de ese debate. Tiende el portavoz del PP a negar, como santo Tomás, lo que no ha visto ni oído, como si ellos fueren los únicos oídos del pueblo para solucionar lo que antes no hicieron.

Tilda el congreso regional como el de la “resignación y el lamento”, “vacío de contenido y sin debate ideológico”, “el congreso de “las grandes ausencias y olvidos” (como el AVE y la financiación) y solicita, sin ambages, a los socialistas que “acaben con su política basada en la falta de criterio y la demagogia”. Y cuando se le pregunta por su propia casa, anuncia que todo se verá a mediados de septiembre, cuando se convoque su congreso. ¡Vaya panorama con la que está cayendo!

Todas las negaciones del secretario general del PP, han sido abordadas por el congreso socialista; todas sus preguntas, debatidas y contestadas; todos sus entredichos, ya anunciados. A qué echar más leña al fuego, ya atizado por quienes, cuando gobernaron, no fueron capaces de apagarlo, sino de avivarlo aún más.

No ha oído, ni escuchado, los discursos de apertura, y sobre todo de clausura, del nuevo secretario general de los socialistas extremeños, Guillermo Fernández Vara, porque ambos compendian los retos del presente y del futuro de Extremadura. No es capaz la derecha de devolver el resto perdido y la pelota rebota más de dos veces en su propia pista, perdiendo los puntos que siempre retuvo con su saque a favor.


En su discurso de clausura, el Presidente Vara, secretario general electo de los socialistas extremeños, dio toda una lección de compromiso y señaló una hoja de ruta para todos los socialistas extremeños: el sistema financiero, adaptar la Uex al futuro de la región, avanzar en la Sociedad de la Información, invertir en infraestructuras por encima de la media nacional, afianzar la presencia de la mujer en la sociedad, la apuesta de futuro por el turismo y la cultura (entre ellos, Cáceres 2016), la Ley de Dependencia, la prioridad de la educación, la ruralización de Extremadura, la convivencia en el respeto, el permanente diálogo social que se articulará en la futura Ley de Participación Social, todo ello “sin dejar de ser como somos, sin aspirar a ser más ricos, pero sin dejar de ser mejores”.

El secretario general de los socialistas extremeños y Presidente de la Junta ha cambiado su discurso --amable, cercano, humano--, de campaña, por un discurso realista que, lejos de ignorar, y no reconocer, las dificultades que nos depara el futuro, defiende el valor de lo público como manera de defender la vida en democracia, en el que las ideologías no pueden cambiarse por los territorios, porque entendemos que “somos iguales en derechos y deberes”.

Señala el Presidente Vara que tenemos cuatro patas para construir el futuro: la energía, el territorio, las personas y el agua. ¿No tuvo, acaso, la derecha, en el pasado todos esos elementos que ahora niega y que solicita hoy “ipso facto” a quienes les niegan el pan y la sal?

“Mañana despegamos, tan alto como sepamos y queramos”, concluía su discurso de clausura, “con inteligencia, pero con criterios de humanidad”, la que olvida el PP, que no perdona ni la confesión realizada, la penitencia impuesta y por cumplir, en un futuro que es de todos, que a ellos les compete y al PSOE le compromete por mandato del pueblo.

Solo en el esfuerzo y el trabajo, nunca con el valor de la resignación, siempre con el principio de la lealtad crítica, el cambio de personas y el mantenimiento de los valores… ¿Podrá quejarse la oposición, que afirma que “no está nada claro” hasta la convocatoria de su congreso en septiembre? Nunca lo tuvo tan claro el PSOE, ni la Extremadura que necesita su apoyo y colaboración, porque el futuro lo labramos entre todos, empezando por Vara y su nueva ejecutiva regional, siguiendo por el PP, por los agentes sociales, económicos y culturales de la región y por el pueblo todo, depositario de la soberanía nacional, que unos cuantos intentan arrogarse solo para sí mismos cuando les rompieron el saque.

lunes, 21 de julio de 2008

SI NO HABLAMOS, NOS PREGUNTAN

Sin duda, una de las mejores frases pronunciadas por los delegados al X Congreso Regional del PSOE -y hubo muchas-fue la pronunciada poor el representante de la comarca de Sierra de Montánchez, Ángel Franco Rubio, consejero de Administración Pública y Hacienda de la Junta de Extremadura: "Si nos hablamos, nos preguntan".Franco no solo es un economista que sane de números y cuentas y cuadras presupuestos, sino que trasciende esos números a las realidades cambiantes de Extremadura. Y como un reflejo de ese cambio la frase que lo compendia y dice todo.

Frente a una Extremadura desconocida, ignorada y olvidada en España durante siglos, ha podido percibir, por su cargo político, los que hoy transmite la realidad cambiante de la Extremadura de losúltimos veinticinco años.

Extremadura no contaba nada en España. Extremadura no tenía palabra en España porque pareciere no existir en el mapa de España. Hasta que Ibarra y los socialistas la pusieron en el mapa y exigieron su derecho a tener su propia palabra, la que por igual nos otorga a todos los españoles la Constitución.

Ibarra, siempre; Vara, ahora; hasta sus consejeros son requeridos por la palabra de Extremadura, ya sea en un congreso federal o en una conferencia sectorial. Porque la primera transformación de Extremadura es la que se ha sintetizado en un gran cambio desde hace veinticinco años.

La frase pronunciada por Ángel Franco devino como consecuencia de su asistencia, en la pasada primavera, al último Consejo de Política Fiscal y Financiera.. Decenas de periodistas esperaban a la puerta la opinión de los consejeros de Hacienda de Cataluña y Extremadura. Es decir, "si no hablamos, nos preguntan".

La palabra de Extremadura ha interesado hoy,. y siempre, por Ibarra, primer líder del cambio en Extremadura. Interesa hoy, y mañana, por el Presidente Vara, que lidera la segunda transformación de Extremadura. Y, en su ausencia en Madrid, la de sus consejeros, transmisores de la palabra de Extremadura.

La voz de Extremadura en España, la que siempre le negaron, porque no existía, es la voz de los que nunca la hubieron, pero sí precisaren; de quienes, aun teniéndola, les fue negada; pero es hoy una voz más en España que, si no la da, se le requiere.

Pocas veces un economista pudo precisar mejor en un sintagma. Uno de los grandes signos del cambio en Extremadura: la de su palabra en España, la que no pueden dar, ni darán, las balanzas fiscales ni el PIB ni el Fondo de Solidaridad. La palabra de unos ciudadanos de España, la voz de un territorio solidario con España; más en lo que siempre ha podido y en la que mañana, para todos por igual deseare: la solidaridad constitucional, no la del territorio, sino la de los extremeños que también contribuyen, y contribuyeron, a hacer la España de hoy. Por ello, "si no hablamos, nos preguntan".

viernes, 11 de julio de 2008

LA ESPAÑA QUE ANHELAMOS

El discurso oído no es lo mismo que el discurso leído, repensado, meditado. El oyente puede escuchar, pero no percibir; puede oír, pero no escuchar. Un discurso largo puede hacerse tedioso si el orador no es capaz de hacerse con su auditorio desde el principio hasta el final. Con sus gestos y modulaciones en la palabra, con su mirada al auditorio, Rodríguez Zapatero reveló en su discurso de clausura del 37 Congreso Federal, celebrado durante el pasado fin de semana en Madrid, las claves de la España actual y los retos del futuro, en un momento difícil, pero en el que "este país democrático y libre es el que más se parece a la España que anhelamos".

¿Y cuál es esa España anhelada por la mayoría? No es aquélla, como recordó, en la que nacimos. Un país pobre, en el que la gente tenía que emigrar para ganarse la vida; con elevadas tasas de analfabetismo; pero un país, a la postre, que fue capaz de "conjurar su maleficio" y de afrontar el futuro desde la herencia colectiva que asumimos, pero que fuimos capaces de superar.

Hemos superado un pasado perdido para una generación que fue capaz de superarla con trabajo y sacrificio. Quizá los cambios han sido demasiado rápidos, no tanto como quisieran algunos, pero sí lo suficientes para sentirnos satisfechos de lo realizado, porque desde la llegada de la democracia, España ha avanzado más que en toda su historia.

Y de eso se trata y a eso aspiramos: a perfeccionar lo conseguido, a trabajar todos juntos por la España que anhelamos. No pueden solucionarse en treinta años problemas heredados de siglos.
Por ello, la parte más significativa del discurso de Zapatero fue el final, cuando se refirió a la mayor potencia de cambio, la fuerza transformadora más poderosa, la fuerza de las ideas.

El secretario general del PSOE invitó a sus compañeros a seguir lo que ha sido el lema socialista desde hace un siglo: transformar el presente desde el Gobierno e imaginar el futuro desde las ideas.

Este acróstico, de teoría y práctica, que se fundirá en la Fundación Ideas, incorpora, para Zapatero, cinco conceptos "que son nuestra razón de ser y existir": la I de igualdad, la D de derechos, la E de ecología, la A de acción y la S de solidaridad.

Nunca en tan poco tiempo se ha avanzado tanto en España en el desarrollo de esos conceptos e ideas como en los treinta últimos. Y ello ha sido posible gracias a los gobiernos socialistas de Felipe González y de Rodríguez Zapatero.

Quienes ahora hablan de que el congreso no ha supuesto un avance son quienes aspiran a la ruptura y no a la renovación, los que representan a la España escéptica frente a la España confiada, quienes desean que el Gobierno solucione todos sus problemas sin mirar al lado donde están quienes necesitan más que ellos; los que tras haber superado la España del pasado, desean vivir ya, sin haber colaborado para ello más que con la crítica destructiva y desalentadora, en la España del futuro.

La España que anhelamos, como dijo Zapatero, no es solo la España de los socialistas, sino la España de todos, porque los deseos de bonanza, más en tiempos de crisis, son anhelos colectivos. El secretario general ha marcado en sus palabras el camino, el rumbo de un futuro que puede llevarse a cabo desde el mundo de las ideas, en torno a un partido unido y a un Gobierno capaz de transformar el presente para todos, no para unos pocos a quienes la crisis no les asusta, porque siempre saldrán ganando, aun a costa de los más pobres.

DOS AÑOS DE LUTO Y DOS MESES DE ALIVIO

Para Carmen Heras, alcaldesa de Cáceres

Muerto el marido, y si marido no hubiere, qué futuro tenía en España la mujer hace cuarenta años, sino el dicho popular: “Dos años de luto y dos meses de alivio”, y así, uno tras otro, aplazados los esposorios apalabrados, hasta engarzar con la muerte misma la del esposo soñado, la de los padres, hermanos y tíos queridos; pero “hasta morir, todo es vida”, porque “dolor de mujer muerta, hasta la puerta”.

Ése, y no otro, parece ser el sentir aún de los señoritos de la derecha, que no admiten más que con la boca chica que no son machistas de corazón, pero sí en la palabra y en actitudes propias de una cultura heredada, y aún no superada por una cultura adquirida, pero no por un sentido democrático y centrista, aún por hallar.

Ha bastado que un socio de gobierno del Grupo Socialista Municipal de Cáceres dijera que dejaba en suspenso el pacto suscrito; ha sido suficiente con que la alcaldesa respondiera que a ella se le exige más por el solo hecho de ser mujer, y con la rapidez y prontitud con que no se le exige a los hombres, para que las críticas machistas se cebaran sobre ella. Ni siquiera “dos años de luto y dos meses de alivio” para quienes hubieron doce años de gobierno, y toda una historia olvidada, todo un futuro por hacer, y en el que tan poca cosa hicieron.

La derecha no admite que una mujer, no ya socialista, sino mujer, le haya “robado” el gobierno local con armas democráticas. Lo que su silencio de Denia otorga, no lo admiten en Cáceres, quizá porque quien encarna el poder municipal no es un hombre, como ellos, sino una mujer, porque su madurez democrática continúa estando en las antípodas del reconocimiento y de los valores de la mujer en la sociedad actual. Para la derecha, solo vale el refranero que la define históricamente: “Las mujeres donde están, sobran, y donde no están hacen falta”; o aquel otro que dice: “La mujer, aténgase al huso, y no al uso”.

Carmen Heras no se ha atenido al huso, sino al uso que define la actitud de una mujer comprometida con su tiempo, con los vicios heredados de otros por resolver y el futuro comprometido con una ciudad por hacer.

Heras ha trabajado como nadie en la oposición y como nadie en el gobierno. Su inteligencia, su capacidad de trabajo, su sacrificio personal, están ya bien demostrados. No tomó vacaciones tras posesionarse del bastón de mando y eso le llevó a sufrir un episodio vascular, por el que hubo de ser internada en el hospital apenas tres meses después de su toma de posesión. Ha sufrido la pérdida de su esposo en apenas dos meses, y no por ello ha dejado de estar al pie de la responsabilidad que su cargo le requería. ¿Qué más quiere la derecha que tantos años hubo de gobierno? Ni siquiera por ser mujer quizá lo que a nuestras madres y abuelas se les instaba: “Dos años de luto y dos meses de alivio”...

El luto ya no se lleva –debiera saberlo la derecha, porque éste se lleva en el corazón, en el alma y en el pensamiento- y el alivio no lo ofrecen hoy las plañideras, sino la familia, el trabajo, la ilusión de hacer algo bueno por la colectividad que ha confiado en ella, aunque sea mujer, porque lo es, y sobradamente preparada, en el gobierno y en la oposición, para hacer frente a la osadía machista que pide una caña en el bar a la “señorita”, pero que no acepta que aquélla le responda: “Aquí tiene su caña, señorito.”

A Carmen Heras no desea darle la derecha la oportunidad siquiera de guardar luto ni alivio. Desea tener para la ciudad lo que ellos no hicieron ni consiguieron durante años y siglos de poder: ya el AVE, ya el centro de ocio, ya la Ronda Sur... Todo, en menos de un año.

¿Habría que recordarles que la Junta de Extremadura hizo la Ronda Norte en menos que canta un gallo, y que, ante la patrona de la ciudad, Ibarra le pidió a Saponi: “Ahora, pídele tú a Aznar que haga la Ronda Sur”. ¿Y qué hicieron, sino responder con el silencio?

Carmen Heras no necesita el sillón de la alcaldía. Lo necesita el futuro de Cáceres, con la colaboración responsable de sus socios de gobierno, que harían bien en hablar más con ella, porque sabe escuchar, que en cantar en la prensa amenazas impropias de la responsabilidad que se les otorgó y la que adquirieron con el pacto, “porque más vale la avenencia que buena sentencia”

Cáceres, ante todo, porque su futuro es de todos, no de quienes anclaron sus iniciativas en el pasado, y prefieren no otorgar a la alcaldesa ni la gracia de otros tiempos: ni dos años de luto ni dos meses de alivio. Se basta y sobra por sí misma para no llevarlos y conducir a Cáceres, con la colaboración de sus socios, al futuro soñado, quizás al 2016, aunque la derecha siga sin creérselo, porque tan solo cree en el poder por el poder mismo. Lo demás, le sobra.

El dinamismo político no se manifiesta en inauguraciones diarias, sino en acometer proyectos de futuro y poner en orden la casa, como afirma Ferreira; ni el dinamismo parlamentario puede escudarse en mil y una iniciativas parlamentarias, como afirma el buenazo de Díez Solís, presidente del Grupo Parlamentario Popular en la Asamblea de Extremadura, sino en su “escasa relevancia”, como arguye Francisco Torres Gil, secretario general del Grupo Parlamentario Socialista en la Cámara regional.

jueves, 10 de julio de 2008

PROTAGONISMO EXTREMEÑO EN EL CONGRESO DEL PSOE


Mal que le pese a la oposición extremeña, que haría mejor en dedicarse a lavar los trapos sucios en su propia casa y a trabajar desde Extremadura por la región y por España, la Comunidad ha tenido en el 37 Congreso Federal del PSOE el protagonismo que le corresponde a tenor de sus resultados electorales.

El reconocimiento al Presidente de la Junta de Extremadura, elegido por Zapatero para presidir el congreso, constituye la primera gran prueba de ese reconocimiento hacia una federación que es uno de los primeros graneros de votos al partido y de lealtad y apoyo a sus gobiernos.

Además, el Presidente del Gobierno y reelegido secretario general del partido, ha querido simbolizar su agradecimiento al trabajo de la Ejecutiva saliente en la persona de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, designándole número 1 de la candidatura al Comité Federal, por los servicios prestados a Extremadura y a España.

No pueden entenderse de otra forma sus palabras en el discurso de clausura hacia Ibarra, como tampoco que Extremadura siga manteniendo su cuota de poder en la Ejecutiva con una persona de su confianza y, además, con Secretaría Ejecutiva con amplias competencias: Bienestar Social, Empleo e Inmigraciones. No puede olvidarse tampoco que Marisol Pérez, la elegida, estuvo al lado del ex Presidente nueve años como portavoz de varios de sus gobiernos.

Pero, como se ha encargado de precisar esta mañana el Presidente de la Junta y del Congreso Federal, lo más importante son los proyectos, los principios en torno a los que gira la sociedad en democracia "para que el partido vaya siempre por delante del Gobierno" e ilumine su acción futura, porque en él se sustenta. Dar a conocer los nombres antes de negociar con las federaciones hubiera supuesto, según Vara, que "hubiéramos aparecido como una asociación publicitaria".

Rajoy indujo a la rebelión en su partido por no dar nombres antes de tiempo, y el resultado ya es sabido. Y quizás hizo bien, pero lo pagó en el congreso y puede que le pasen factura por ello más adelante.

En un partido democrático, nadie puede imponer nada, salvadas las cuotas de poder, el poder de las cuotas y la necesaria reserva de confianza que asume para sí el secretario general. Hacer lo contrario sería invertir los papeles de la realidad. El partido tiene por obligación sustentar al Gobierno, defenderle y apoyarle; pero el congreso es libre, por democrático, para, como ha recordado Vara, "someter a la duda la realidad y con juicio crítico". Y eso, y no otra cosa, es lo que ha pasado en el 37 Congreso Federal del PSOE.

Lo más importante, de otro lado, además de ese protagonismo extremeño, son las aportaciones introducidas por la delegación extremeña: la aprobación de negociar de forma simultánea la financiación local y autonómica, a la que dio su respaldo la Asamblea de Extremadura, garantizando derechos semejantes para todas las comunidades; una financiación basada en el principio de solidaridad entre los ciudadanos; la rebaja de las cuotas para los militantes en paro y pensionistas; y, finalmente, la petición de no exigir a todas las regiones por igual a la hora de reducir los gases contaminantes para cumplir con los compromisos de Kioto, porque algunas, como Extremadura, llevan poco tiempo emitiéndolos.

Este protagonismo y aportaciones de Extremadura no pueden reducirse a la anécdota protagonizada por Ibarra y que algunos no han querido entender: no se trata solo de renovación, sino de no prejubilar anticipadamente a quienes han dado lo mejor de sí al partido y que, por su experiencia, debe ser el partido el que cuente con ellos, porque aquélla y el valor se les supone, como bien ha demostrado el ex Presidente. El bebé de tres meses y medio no puede contar en política, porque el valor, si se tiene, hay que demostrarlo, aunque no sea a la manera casi suicida de José Tomás, sino con las luces de la razón y la razón de las luces.

Ibarra ha terminado ya en política, afirmó ayer. Las incomprensiones que ha sufrido y las que estén por venir a partir del día 19, en que deje la Secretaría General del PSOE extremeño, sólo confirman tres cosas: que solo tiene una palabra y la expresa como siempre lo hizo; su honradez política y personal en el cumplimiento de la que dio un día a Extremadura, y no como otros que ahora se apuntan a dar lecciones desde la Villa y Corte, y, finalmente, que hay hombres y mujeres desleales en cuya conciencia no caben las palabras "reconocimiento" y "lealtad". Como él la ha tenido con Extremadura y Zapatero le confirmó; pero de eso, desgraciadamente, está el mundo lleno. "Lo que menos vale, más caro cuesta". ¿Y quién pone en duda ahora su palabra o su marcha de Extremadura?, cuando tuvo oportunidades mil, la última, como recordara en un mitin en la última campaña, "no bajarse más del coche: del coche oficial al coche fúnebre", en alusión al ofrecimiento que le realizaron para ser consejero de Estado, que rechazó, como tantas otras ofertas de Madrid.

domingo, 6 de julio de 2008

EXTREMEÑOS EN EL CONGRESO FEDERAL DEL PSOE

No podrán quejarse los socialistas extremeños del reconocimiento que el 37 Congreso Federal del PSOE, clausurado hoy en Madrid, ha tenido con Extremadura: Vara, presidente del Congreso, un honor que nunca le cupo a Extremadura y que se le otorgó por sus magníficos resultados en las pasadas elecciones generales de 2007; Ibarra, presidente del Comité Federal por su contribución tan intensa como generosa durante casi cinco lustros como Presidente de Extremadura; la que fuera su portavoz
durante nueve años, Marisol Pérez Domínguez, secretaria de Bienestar Social, Empleo e Inmigración de la Ejecutiva Federal; y la alcaldesa de Plasencia, Elia María Blanco, la número 34 de un Comité Federal compuesto por 46 hombres y mujeres.

Antes de abrir el congreso como presidente electo del mismo, Guillermo Fernández Vara tuvo un reconocimiento especial, en forma de saludo, a su mentor, Rodríguez Ibarra, un detalle que no puede pasar inadvertido para quien hace de las formas una parte consustancial de su filosofía política. Y en su breve intervención, un reconocimiento a la pluralidad lingüística de España, con saludos en las tres lenguas cooficiales de la nación y sus ideas de concordia: “Lo importante son los proyectos, las ideas y las convicciones; luego vendrán los compañeros que las hagan realidad... Las grandes transformaciones sociales han llegado con los socialistas... Somos el único partido que se puede entender en España, porque pretendemos una sociedad de ciudadanos libres e iguales... Somos socialistas para llevar nuestras ideas a todas partes...” Y, finalmente, el recuerdo obligado a los dos que faltaban: a Isaías y a Alfonso Perales. No se puede decir más en menos palabras, por parte de quien gusta más de los hechos que de las palabras.

A Rodríguez Ibarra le separa de su sucesor quizás un matiz: prefiere antes las palabras a los hechos. Por ello, antes del comienzo del congreso dijo: “Adaptar el PSOE a la nueva sociedad está muy bien”, pero opinaba, porque así se lo requieren siempre los medios que buscan los titulares que no tienen y que él sabe dar mejor que nadie, ”que no es cuestión de edad de los miembros de su Ejecutiva”, para advertir después que no se puede dejar la dirección a “un bebé de tres meses y medio”. Ibarra quería decir con ello que, aunque la fuerza está en la juventud, el empuje y la experiencia de mil mítines a la espalda no pueden soslayarse en un partido que ha de conjugar la experiencia del saber con la nueva sabia del conocimiento.

Están de más, por tanto, las palabras con que le respondiera la diputada murciana Rosa Peñalver, quien afirmó sobre la cuestión: “Ibarra tiene que decir algo en cada congreso porque si no, no sale en los papeles”, en alusión a su crítica de que los barones socialistas no estuvieran en la ejecutiva. Ibarra dice lo que piensa y piensa lo que dice y no habla por hablar ni dice por decir, sino porque se lo piden quienes, como fedatarios del congreso, escriben hoy solo por su juventud, que no por otra cosa, que Leire Pajín, es la primera secretaria de Organización del PSOE. No habían nacido ni ellos, ni ella, cuando Carmen García Bloise ostentó hace años, con Felipe González, ese mismo cargo. Quizá fuera a éstos, y no a Leire, a los que se refería Ibarra, porque de Pajín ha reconocido que “ha sido la mujer que más ha madurado políticamente en estos últimos cuatro años”.

Aparte de esta anécdota, que ejemplifica un camino equivocado de la sociedad española, capaz de reconocer prejubilaciones a los 52 años y solicitar, de otra parte, que sigamos trabajando hasta los 70, porque el sistema se agota, como ha señalado ya el ministro de Trabajo; y de cubrir los cupos antes con jóvenes que con maduros de 45 hacia arriba, obviando su experiencia, saber y trabajos, para enviarlos al paro definitivamente, asistimos contemplativos a un cambio de mentalidades sobre el que ya advirtiera el gran historiador inglés Arnold J. Toynbee en su Estudio de las civilizaciones, al recordar que un indicador de la decadencia es cuando los élites que las han dirigido en su ascenso no se renuevan; pero, advertía: renovar las élites no es la simple sustitución de algunos de sus miembros por otros más jóvenes que asumen como propios las mismas ideas y axiomas básicos que han regido hasta entonces. Es decir, no se trata de una sociedad medieval “mitad monjes, mitad soldados”, sino “mitad mujeres, mitad hombres”, como lo que hoy somos, pero no como si el sexo fuere definitorio de una actitud política, que debe regirse por la igualdad efectiva, y no solo normativizada por la ley, ya aprobada, o por una aspiración igualitaria que está aún por llegar.

La presencia de Marisol Pérez Domínguez en la Ejecutiva Federal y de Elia María Blanco en el Comité Federal, constituyen dos ejemplos de mujeres de nuestro tiempo que llegan por méritos propios y no por una condición de género sobrevenida. No son éstas las “bebés” a las que se refería Ibarra, sino a esa transmutación que también le ha invitado a decir recientemente algo así como que la juventud no es la panacea de todas las soluciones. Puede ser el motor del cambio, pero necesitado del aceite añejo de los padres y abuelos, que son también el sostén de la sociedad, como reconoce el Presidente Vara; pero para qué los queremos sino para cuidar de los nietos, ahondando el abismo de rentas entre unos y otros; sostén de unos para supervivencia de los otros..., y cincelando la quiebra de un sistema social entre activos y pasivos.

Confiemos ahora en que la “fuerza del cambio” rectifique este rumbo en beneficio de todos los españoles, porque hay mimbres de uno y otro signo para afrontarlo; capacidad, ilusión y trabajo.


LA FUERZA DEL CAMBIO

Sin cambio no hay fuerza; sin fuerza, el cambio es imposible; sin recambios, no hay fuerza ni cambio. El cambio presupone una fuerza en la que apoyarse; la fuerza condiciona y permite realizar los cambios para soslayar la fuerza perdida y enderezar el cambio de rumbo. La fuerza del cambio es un impulso a los cambios operados por quienes, agrupados en una fuerza, hicieron posible el cambio.

“Por el cambio” aglutinó con éxito la gran victoria electoral del PSOE en 1982. Entonces, el cambio se veía venir, se mascullaba, se deseaba, ante un partido ya roto, dividido, en desbandada, y en paradero desconocido. La intuición hizo fortuna y el deseo fue una realidad por la libertad de los españoles.

El cambio no es un “cambiazo”, cambiar fraudulentamente una cosa por otra. El cambio supone convertir o mudar algo en otra cosa, modificar la apariencia, condición o comportamiento, mudarse de ropa, ponerse al día, cambiar la pena en gozo, el odio en amor. No se cambia por cambiar la risa en llanto, sino el llanto en risa. El cambio supone una mejora del estado de la cuestión que beneficie a la colectividad. Se cambia lo mejorable, no lo que va bien. Se actualiza el mensaje, se pone a la moda.

El vigor del cambio no podría existir sin la fuerza que puede sustentarlo. La fuerza es el partido, el pasado y el presente; el cambio es el futuro, la aplicación de la fuerza física o moral a los retos de los nuevos tiempos.

La fuerza del partido residió en unos hombres y mujeres que lo hicieron posible. La fuerza del cambio no solo estriba en el natural relevo generacional, sino en la misma fuerza que ofrece tanto la experiencia como la que la da la juventud. Ya lo advirtió Ibarra: “No sólo de bebés puede vivir el partido.”

Carmen García Bloise, ayer, y Leire Pajín, hoy, encarnan esa fuerza del cambio en el PSOE, la fuerza del ayer y el cambio de hoy. No habría nacido la segunda cuando la primera fue secretaria de Organización federal del partido. No es la primera; pero sí la más joven, porque el cambio no es cuestión de edad, ni de vigor juvenil, sino de adaptación a los tiempos, sin que su inexorable paso nos deje, a unas y otros, tirados en la trincheras del desfallecimiento.

Es preciso cambiar para adaptarse a los nuevos tiempos. No se trata de mudarse de ropa, sino de adaptar los estilos al estilo impuesto por la sociedad. El estilo son el hombre y la mujer mismos que, en su devenir y en su afán de libertad, requieren algo más que una muda: un cambio de estilo que permita que las estructuras no se anquilosen y que las leyes todas se alineen en la fuerza del cambio que solicita un cambio de tercio para seguir caminando, porque cambiar, ya lo hicieron todos, antes que las leyes, siempre detrás de los cambios.

No ha podido elegir el PSOE, en su 37 congreso federal, un lema más adecuado tras celebrar el veinticinco aniversario de su primer triunfo electoral en la democracia: de aquel nunca marchito “Por el cambio” al renovado “Por la fuerza del cambio”.

No se trata ahora de cambiar, sino de mejorar y fortalecer los cambios, con “la fuerza del cambio”; es decir, con el impulso de los hombres y mujeres que hicieron posible aquél y que lo harán posible mañana.


jueves, 3 de julio de 2008

CUANDO EL PODER FUE QUERER

Siempre se ha dicho que “querer es poder, como “el que la sigue, la consigue”, como “más hace el que quiere que el que puede”. En ocasiones, ocurre la antítesis. No siempre querer fue poder: “A no poder, en balde es prever”. No siempre el deseo es dominio, como en el amor no correspondido o en el dominio no ejecutado. Como nuestro fracaso en los mundiales de fútbol o el estigma, ya derrotado en la Eurocopa, de no pasar de los cuartos.

Querer es tener voluntad o determinación de ejecutar algo; pretenderlo, intentarlo o procurarlo al menos. El poder es el dominio, la facultad de alguien para mandar o ejecutar algo.

El lema “Podemos”, inspirado en la campaña de Barak Obama, candidato a la Presidencia de Estados Unidos, e impulsado por la Cuatro, que compró los derechos de transmisión de los partidos de fútbol de la Eurocopa 2008, subsume un “querer” frente al poder omnímodo de quienes, a veces, aplastan con su solo poder el querer, el deseo, la apetencia, la pretensión.

El “Podemos” todos juntos simboliza la fe en un ideario común que a todos nos une en un esfuerzo de voluntad suprema para alcanzar el “querer”, la unión que nos falta para lograr el objetivo. El poder es amigo de la voluntad, la ruedas del motor, la batería inextinguible que lo mueve, la ilusión por la vida, la unión de la fuerza, el esfuerzo del sacrificio, el sueño del triunfo, la ambrosía de la corona de laurel de los triunfadores.

En “Evasión o victoria” (1981), la célebre película de John Huston, la selección aliada debe decidir en los vestuarios si continúa el partido con Alemania tras el descanso para intentar darle la vuelta, o se largan por el túnel abierto en la piscina de los visitantes para lograr la libertad. ¿Y qué importa la libertad cuando no se tiene y cuando “podemos ganarles”…, aunque la Resistencia espere en el túnel?

La selección aliada, con Pelé, Bobby Moore, Paul Vam Himst, Ardiles y el portero suplente Silvester Stallone, cuya única pretensión era la huida, arropada por la Resistencia francesa, al grito de “Victoire, victoire” (“¡Victoria, victoria!”) termina con el “querer” del oficial nazi Max von Sydow, que antepuso su amor al fútbol y a la propaganda que al objetivo final de la guerra y del partido: vencer, por encima de todo, al adversario. El querer no siempre fue poder; el “podemos” fue posible por la unión del equipo aliado, unido en el esfuerzo colectivo que busca el triunfo.

El “podemos” no significa la carencia de límites a la voluntad, sino la capacidad de superación de la misma; asume la intención de ir más allá de un límite que no puede ser segmento, sino paralela al querer.

No sabemos si ese “podemos” de los aliados en el trascendental partido del estadio de Colombes de París, el 15 de agosto del 43, en plena II Guerra Mundial, puede ser el antecedente de éste que ha hecho posible la gesta del Prater vienés del 29 de junio de 2008; pero sí sabemos que “querer es poder” porque, como dice la amada al amado, tras los reveses de la fortuna:

“porque querer es poder
Y si queremos
Tú y yo lo podemos hacer”.

En contra, no siempre “el querer fue poder”, porque la amada, en el amor perdido, llora su desazón contraria:

Quisiera olvidarte y no puedo
Al tratar de recordarte,
Mi amor, y no olvidarte,
Porque mi querer no fue poder
Ni siquiera nuestro credo.
Remedo en el quiero
Piedras en nuestro roquedo.
Porque nuestro querer
No fue por nuestra culpa poder
Solo un enredo de un viñedo
Que no vimos crecer
Porque no supimos querer.