jueves, 4 de enero de 2018

ANDRÉS MATEOS, EL ÚLTIMO DEL AÑO


           Te fuiste con el año que finalizaba, Andrés, sin conocer las luces y las sombras del Año Nuevo que te esperaba. Nadie podía sospechar, nadie podría comprender, la noticia del día 30: ha fallecido Andrés Mateos, exjefe del Gabinete de Prensa de la Junta de Extremadura, a los 56 años, una edad muy joven para irse, porque el camino por recorrer era para ti todavía muy largo; pero la vida se nos va casi sin avisarnos, como en 2008 le ocurriere al compañero Fernando Hernández, cuya noticia recibía a orillas del mar y cuya vida y obra glosé en el artículo "Los dos legados de Fernando Hernández" (http://felixpineroradiointerior.blogspot.com.es/2008/08/los-dos-legados-de-fernando-hernndez.html) el 31 de agosto del mismo año.
            Un día de 1988, un compañero me dio la noticia de que habías sido elegido por el presidente Ibarra director del Gabinete de Prensa de la Junta de Extremadura. Eras paisano, de Villanueva de la Vera (Cáceres), conocido suyo, de los nuestros. Solo eso nos hacía más accesible a ti y a tus responsabilidades en el área de comunicación, aunque esta esté por encima de localismos trasnochados. Tú fuiste durante un tiempo largo, con el presidente anterior y con el actual, Fernández Vara, en su primera legislatura, jefe de un Gabinete de Prensa que supiste llevar con el rigor profesional que te caracterizó y, sobre todo, con la humildad de un funcionario al servicio de un gobierno. Recuerdo mi llegada a Mérida en febrero de 2004. Aproveché el café matinal para ir a verte y presentarme, para decirte que estaba aquí, a tus órdenes, para comunicar lo que fuere debido en aras de la transparencia y nuestro oficio. Fue casualidad que me saliste al encuentro. No llegué hasta Presidencia y tú venías. Tomamos un café en la plaza y quedamos en hablar más para comunicar mejor, a través del correo electrónico y el teléfono.
            No olvidaré aquellas reuniones de la Comisión General de Comunicación de la Junta, creada a instancias de la consejera portavoz, María Dolores Pallero, que alguna vez la presidiere; otras, el director general de Comunicación, Antonio Blázquez, y la mayoría, tú mismo. En tu agenda, y en tu carpeta, atesorabas los actos y las convocatorias todas de la semana entrante que te hubiéremos enviado. Tenías tu programación hecha por las agendas que te enviáremos el día anterior. Observabas y parecía que algunos actos se superponían unos a otros. Habría que hablar con nuestros jefes de gabinete o con nuestros consejeros, al objeto de que ninguna comparecencia fuere coincidente en día y hora. Nosotros intermediábamos y tú lo arreglabas. Después, informabas a los medios, y nosotros te enviábamos a ti las reseñas de "nuestros" actos. Por encima de todo, el presidente; después, los consejeros; finalmente los directores generales, por orden de protocolo. Nada de discusiones; había diálogo y tú cerrabas la agenda, porque tenías todas las convocatorias que te enviaren desde las consejerías. Fuiste, ante todo, un compañero más en el oficio, más que un jefe que imponía.
            Si en zonas de guerra o de conflicto, los periodistas mueren realizando su labor profesional, no estamos libre los de mesa tampoco del estrés de nuestra profesión  y sus consecuencias. Según Reporteros sin Fronteras, el pasado año murieron alrededor de 65 periodistas durante el ejercicio de sus labores informativas, que situaba a Méjico como uno de los cinco países más peligrosos para el ejercicio de la profesión. De los 65, 35 murieron en regiones con conflictos armados; y 30 fuera de esas áreas; 39 perdieron la vida tras ser señalados como objetivos por su trabajo periodístico, y 26 fallecieron por ataques de bombas o disparos.
            Tú no estuviste nunca en zona de peligro; quizás el único peligro sea nuestra profesión, cuyo ejercicio no contenta a nadie, menos a los carteles de la droga y a los políticos corruptos. Nada de eso fue contigo y, sin embargo, un infarto te vino a visitar en fin de año, tras treinta años de servicio a la Junta de Extremadura. Quizá fuiste el último del año, en esta bendita y maldita profesión de la que muchos reniegan, y que la UNESCO calificare un día como la más peligrosa del mundo por el riesgo asociado a la muerte que conlleva.
            En la noche de fin de año, tú viste otra luz que no fuere ya la del Año Nuevo. Y en casa dejaste a tus niños sin reyes. Tu mujer y ellos te recordarán tanto como nosotros, los que compartimos contigo nuestra profesión, que te tendremos en la memoria.
 

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