viernes, 8 de agosto de 2025

MANUEL MATEO LUXÁN Y RUIZ, DIPUTADO LIBERAL DE LAS CORTES DE CÁDIZ


Manuel Mateo Luxan, en la composición de la portada del libro

    Manuel Mateo Luxán y Ruiz (Castuera, 03/03/1763; Cádiz, 30/X/1813) nació en un momento de la historia de España en la que se vivieron varios acontecimientos importantes a nivel interno e internacional: la firma del Tratado de París (1763), que puso fin a la Guerra de los Siete Años; y el reinado de Carlos III, que implementó reformas internas importantes bajo el marco de la Ilustración. Sobre su figura y obra en las Cortes de Cádiz, en las que participó activamente, trata esta nueva obra del académico correspondiente de la Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, José Antonio Ramos Rubio, y del jurista José Luis Pérez Mena, que acaba de ver la luz. [1]

    Manuel estudió las primeras letras y la latinidad en Castuera. Posteriormente, ingresó en 1779 en la Universidad de Salamanca, un espacio de transmisión de las ideas de la Ilustración, donde realizó Derecho y se forjó su futuro, a la luz de magisterio del profesor Salas Cortés, que transmitía las ideas ilustradas, y del rector, Carlos López Altamirano, quien defendió las reformas y transformaciones sociales que permitieran la progresiva modernización de la sociedad española. Durante su estancia en la Universidad, Luxán se vio influido por los textos fundamentales de los pensadores que marcaron la Ilustración europea, como Montesquieu y Rousseau. Cursó Leyes durante tres años y obtuvo el grado de bachiller en 1782. Ejerció la pasantía durante cuatro años en el estudio del licenciado Antonio García Pérez desde que dejó la Facultad hasta 1786, a la par que impartía docencia como profesor universitario. En aquella etapa de formación en el principal centro intelectual del país trabó amistad y afinidad política con su paisano Diego Muñoz Torrero y tomó contacto con los círculos ilustrados que conformaron el grupo liberal de las Cortes de Cádiz, en el que ambos militaron y descollaron.

    En 1782 se matriculó en la carrera de Cánones, una decisión que le abriría las puertas a un futuro de prestigio y poder. Dos años después sería nombrado catedrático de Derecho sustituto de Derecho Eclesiástico, bajo la propuesta del titular, Pedro Julián Hernández. Tras haber logrado el grado de licenciado en Derecho Canónico en Salamanca, Luxán comenzó a expandir sus horizontes. El ansia de conocimiento y su ambición de avanzar en su carrera lo llevaron a viajar a la Universidad de Valencia, con el fin de conseguir el doctorado, que logró a los 22 años, en 1785.

    Hizo oposiciones a la doctoral del Cabildo de la catedral de Plasencia, plaza a la que, después de ganada, renunció por no abrazar la carrera eclesiástica. Regresó a Salamanca para perfeccionar su formación en el campo jurídico. Se matricula como oyente en la cátedra de Cánones en 1785. En 1786 es reconocido como abogado de prestigio, alcanzando los títulos de doctor en Derecho Canónico, catedrático sustituto de Derecho Eclesiástico y abogado de los Reales Consejos. A finales de mayo de 1786 regresa a su villa natal. Allí ejerce como abogado y se gana el reconocimiento de regidor perpetuo, un cargo de considerable influencia y poder dentro del gobierno local.  En mayo de 1791 abandona su tierra natal.

    En 1791 se establece definitivamente en Madrid, abriendo su estudio de abogado. Sus estudios le dieron el puesto de relator del Supremo Consejo de Castilla y de la Sala de Indias. Fue admitido en el Colegio de Abogados. En la capital se encuentra con Antonio Oliveros, canónigo de san Isidro; con Diego Muñoz Torrero, que había sido rector en Salamanca (1787-1789). En 1792, tras seis años de abogado en la Villa y Corte, alcanza el puesto de relator de la Subdelegación de Pósitos del Reino y en 1793, el de relator interino del Consejo de Castilla.

    A finales del XVIII, Madrid comienza a recibir la influencia de las ideas liberales que se gestaban en Europa, especialmente las ideas provenientes de la Ilustración y la Revolución Francesa (1789). El reinado de Carlos III (1759-1788) había impulsado reformas ilustradas con el objetivo de modernizar el país. Cuando estalló la Guerra de la Independencia en 1808, Luxán ejercía como relator de Justicia y Provincias. Luchó contra  el proceso de invasión y fue conducido a prisión en Bayona.

    Durante la Guerra, Extremadura desempeña un papel estratégico clave debido a su situación fronteriza con Portugal y su proximidad a rutas militares importantes. La región sufrió importantes combates, ocupaciones y saqueos por parte de las tropas napoleónicas. Manuel se había refugiado en Castuera buscando la seguridad de sus raíces. No hubo de transcurrir mucho tiempo antes de que la inestabilidad política reclamara su presencia. En septiembre de 1810 parte hacia Cádiz, tras ser elegido el 23 de julio diputado de las Cortes Generales y Extraordinarias por la Provincia de Extremadura. La guerra en Extremadura fue también un conflicto de resistencia popular. Extremadura tardó en recuperarse y se mantuvo como una de las regiones más pobres de España durante el siglo XIX.

    Luxán juró su cargo en las Cortes Constituyentes el 24 de septiembre de 1810, el mismo día que Muñoz Torrero pronunció su trascendental discurso en el que proclamó la soberanía nacional y la división de poderes. En las Cortes Constituyentes fue elegido primer secretario y miembro de la comisión encargada de elaborar el reglamento interior.

    Uno de sus trabajos más notables fue su informe para la abolición de la Inquisición que, gracias a él, fue extinguida por completo en toda España. Mateo centró sus discursos en tres direcciones: la libertad de imprenta, que consagra las libertades de expresión y conciencia; la separación y equilibrio de poderes, gracias a la independencia judicial y a la limitación del veto del rey; la igualdad de todos los grupos sociales ante la ley, en obligaciones como el servicio militar y el esfuerzo fiscal. Sus intervenciones en las Cortes fueron clave para la formulación de la Constitución de 1812, que sentó las bases del constitucionalismo español con principios como la división de poderes, la soberanía nacional y la representación parlamentaria.

    Luxán falleció en Cádiz víctima de la epidemia de fiebre amarilla que invadió a varias poblaciones de la costa española. El 28 de mayo de 1931, sus restos mortales fueron depositados en el Oratorio de san Felipe Neri, junto al resto de diputados doceañistas.

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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y Pérez Mena, José Luis: Manuel Mateo Luxán, diputado liberal de las Cortes de Cádiz. Prólogo de Nino Gandarilla Guardia, presidente de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz de Bolivia. TAU Editores, Cáceres, 113 págs.


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