miércoles, 27 de abril de 2022

DE LOS SUEÑOS Y DESEOS Y LA REALIDAD


Soñamos todas las noches, durmiendo, y despiertos de día. El sueño arropa los sucesos o imágenes que se representan en la fantasía de alguien mientras duerme. Los sueños son, a veces, cosas que carecen de realidad o fundamento. A comienzos de año, los sueños de día son proyectos, deseos, esperanzas sin probabilidad de realizarse. Todo el mundo hace hincapié en uno, dos y hasta tres. Pasan los días y continuamos la rutina de la vida sin hacer realidad sueño alguno o deseos de día. Nos falta fuerza de voluntad para hacer realidad nuestros sueños y deseos.

Los sueños de noche son distintos y distantes de los de día. Estos nos pertenecen en su autoría y deseo, aunque no lleguen a la meta. El sueño es el deseo y este, la meta; más ilusión que realidad, el sueño se nos presenta alargado en el tiempo, que se evapora como el agua en verano. Un deseo es soñar despierto, el anhelo que deseas ver plasmado en la realidad. No por desear algo con vehemencia, podemos hacerlo real. Los sueños de día pueden materializarse y convertirse en realidad; pero hacen falta metas y objetivos para convertirlos en aquella.

En “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, se nos plantea la dualidad entre la realidad y el sueño. El tema principal es la lucha del protagonista, Segismundo, por diferenciar la vida y el sueño. ¿Qué quiere decir aquel cuando afirma que “la vida es una ilusión”? Cuando sostiene que “la vida es una ilusión, una sombra, una ficción”, quiere decir que la vida es solo un sueño y todos, en algún momento de la vida que hubiéremos, vamos a morir, ya que todos somos iguales. “¿Qué es la vida? Un frenesí/ ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción/y el mayor bien es pequeño/ que toda la vida es sueño/ y los sueños, sueños son.”

El sueño, como fantasía durmiente, admite muchas variantes y no es lo mismo “estar dormido” que “estar durmiendo”. El primer sintagma expresa un estado del sujeto y “estar durmiendo” expresa la acción que se encuentra realizando el mismo. Muchas veces oímos decir: “Francis, hijo: vete a la cama, que te estás durmiendo…” El niño no está durmiendo aún; se encuentra en el estado previo a la dormición, el anterior a aquella; ya tiene somnolencia…; pero no sueña aún con los angelitos… Su madre le sigue, le abre la cama y él, ya en pijama, se mete entre las sábanas mientras mamá le arropa hasta el cuello. Le da un beso de “buenas noches”, que ya concluyen, y le deseará “felices sueños, hijo.”

El sueño de noche o de día admite múltiples locuciones y sintagmas que traducen nuestra necesidad de dormir: tenemos sueños dorados, o ilusiones halagüeñas; nos caemos de sueño, acometidos por él, sin resistirlo; conciliar alguien el sueño, o conseguir dormirse; descabezar alguien el sueño, quedarse dormido un breve rato sin acostarse en la cama; dormir a sueño suelto, dormir tranquilamente; echar un sueño, dormir breve rato; está en sueños, durmiendo o soñando; espantar el sueño, no dejar dormir; guardar el sueño a alguien, cuidar de que no le despierten; no dormir sueño, desvelarse, no coger el sueño; quitar el sueño a alguien, preocuparle mucho; ni en sueños, ni por sueños, negación con énfasis dicha a una persona que te propone algo.

Calderón de la Barca definía el sueño de día en su obra teatral “De la vida es sueño” con este poema:

“Sueña el rico en su riqueza,

que más cuidados le ofrece;

sueña el pobre que padece

su miseria y su pobreza;

sueña el que a medrar empieza,

sueña el que afana y pretende,

sueña el que agravia y ofende,

y en el mundo, en conclusión,

todos sueñan lo que son,

aunque ninguno lo entiende.”

           

Los poetas, especialmente, se han atrevido a retratar en sus versos la concepción de los sueños de noche. He aquí algunos ejemplos:

“Te quiero como para leerte cada noche,

como mi libro favorito quiero leerte,

línea tras línea, letra por letra,

espacio por espacio…” (Mario Benedetti)


“De toda la memoria, solo vale

el don preclaro de evocar los sueños.”

 (Antonio Machado).


“¿Por qué es tan triste madrugar? La hora

nos despoja de un don inconcebible.

tan íntimo que solo es traducible

en un sopor que la vigilia dora.”  

(Jorge Luis Borges).

 

“No sé lo que he soñado

en la noche pasada,

triste muy triste debió ser el sueño,

pues despierto la angustia me duraba.” 

(Gustavo Adolfo Bécquer).


 Anhelos y esperanzas, miedos a soñar con lo que no deseamos, amaneceres de despertares con sueños felices sin la realidad soñada… “Y los sueños, sueños son.” (Publicado en “Alcántara”, revista del Seminario de Estudios Cacereños, sexta época, número 93, enero-junio 2022), Diputación Provincial de Cáceres).


* El autor es académico correspondiente de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes

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