“La fundación de la colonia Augusta Emerita supuso el comienzo de la organización sistemática del territorio en la Lusitania extremeña”, afirmó el académico numerario de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes (RAEX), doctor José María Álvarez Martínez, durante su conferencia “Roma en Extremadura. Visión del occidente hispano”, dentro del ciclo “Visiones de Extremadura”, organizado por la RAEX en colaboración con el Ayuntamiento de Trujillo y otras entidades, que tuvo lugar anoche en la sede de la institución.
El director emérito del Museo Nacional de Teatro Romano de Mérida (MNAR) y cronista oficial de la ciudad, dijo a continuación que el “período julio-claudio y el advenimiento de la dinastía Flavia marcan un momento de gran importancia en el devenir de nuestras tierras. Con Diocleciano es cuando verdaderamente se inicia la irresistible ascensión de la capital de Lusitania, que sería citada entre las urbes más populosas de su tiempo”.
El conferenciante subrayó que “Emerita se erigió en la capital efectiva de las Hispanias al ser la sede del vicarius de la diócesis Hispaniarum y en un centro administrativo y político de primer orden, que produjo un renacimiento urbano importante.
Según el conferenciante, el proceso de asentamiento romano en Extremadura concluye con la fundación de la colonia Augusta Emerita, en el año 25 a. C., a raíz del final de una de las fases, no la definitiva, de las guerras cántabras, y debido a la necesidad de ejercer un mejor control de la vía que unía las tierras del Sur con las todavía conflictivas del Norte y Noroeste.
El doctor Álvarez Martínez inició su disertación refiriéndose a la presencia romana en la Hispania Ulterior y dentro de ese extenso marco territorial en una región montaraz, poblada de belicosos habitantes y prácticamente ignota, a la que denominaban de manera general Lusitania.
Los lusitanos, el pueblo principal de esta área geográfica, se extendía hasta el Océano desde el Duero y el Tajo. Los túrdulos, situados al Sur del Anas, en contacto con la nueva potencia colonizadora, no iban a ofrecer problemas de consideración, tan solo permanecían atentos a posibles acciones provocadas por sus revoltosos vecinos del Norte. Otro tanto, según el conferenciante, podría decirse de los grupos de raigambre celta establecidos en la Beturia occidental. Por fin, los vetones, asentados en la Meseta y en la provincia de Cáceres, quizás hasta Mérida, se ocupaban de llevar un modo de vida que a nadie molestaba y solo en ciertas ocasiones, aliados con los lusitanos, ofrecieron problemas.
El cronista oficial de Mérida puso de relieve que lo que los romanos encontraron en nuestro territorio, en líneas generales, fueron asentamientos que, en muchos casos, ni siquiera merecen el nombre de ciudades, fuertemente fortificados, junto a pasos naturales, que surgen entre los siglos IV y II a. C. Con todo, en algunos de ellos se atisba ya una cierta estructura urbana, aunque todavía, merced a lo poco avanzado del proceso de investigación, poco conocida.
Por último, el académico de la RAEX presentó el legado urbanístico y arquitectónico romano, además de las producciones escultóricas, pictóricas y musivas de excelencia incuestionable. Calzadas, puentes, conducciones hidráulicas, murallas, foros con sus edificios políticos y religiosos, arcos, edificios de espectáculos, necrópolis…, para concluir con los conjuntos escultóricos, pictóricos y musivos, un legado del que hemos de sentirnos orgullosos los extremeños.
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