domingo, 4 de diciembre de 2022

JUAN SORAPÁN DE RIEROS, EL MÉDICO DE LA INQUISICIÓN


Juan Sorapán de Rieros
(Logrosán, 28/03/1572; Trujillo, 07/11/1638). A los 13 años se marchó a Guadalupe a estudiar Medicina, uno de los centros de la ciencia médica, quirúrgica y farmacológica más importante de la época y que contaba con una cátedra de disección desde el año 1391, por privilegio de Juan I.

    En esta novela histórica, titulada “El médico de la inquisición” [1], su autor, el cronista oficial de Trujillo y académico correspondiente de las Reales Academias de la Historia y de Extremadura de las Letras y las Artes, José Antonio Ramos Rubio, recrea la peripecia humana, intelectual y profesional del médico de Logrosán desde su nacimiento hasta su muerte en Trujillo.

    Sorapán de Rieros se trasladó en noviembre de 1585, con 13 años, al Monasterio de Guadalupe para estudiar Medicina. Su primera clase de Anatomía la recibió de Martín Sánchez. El profesor les explicó la labor incansable de algunos destacados médicos, como Andrés Vesalio, y sus conocimientos sobre los huesos, músculos, vasos sanguíneos y órganos, alabando los conocimientos del frexnense Francisco Arceo, fallecido cinco años antes, quien puso su insaciable curiosidad científica al servicio de los pacientes y ejerció la medicina con el convencimiento de que solo el conocimiento en profundidad del cuerpo humano permitiría acceder a remedios que garantizasen la curación de enfermedades. Juan conoció, además, los grandes conocimientos médicos que aportó a la ciencia Francisco de Arceo, natural de Fregenal de la Sierra, considerado uno de los cirujanos más importantes del siglo XVI. Lo que no sabía él era que iba a ejercer como médico de la Inquisición en Llerena, como él años atrás.

    Juan residió en el Monasterio de Guadalupe casi cinco años, entre 1585 y 1590, durante el papado de Sixto V. En Guadalupe conoció todos los pormenores del tribunal inquisitorial, del que se tienen noticias desde 1845.

    En el año 1590, Juan Sorapán se marchó a estudiar el grado de Bachiller a Salamanca, tras adquirir un gran aprendizaje en Guadalupe y mucha práctica debido al gran número de enfermos de todas las patologías que se alojaban en sus salas. Llegó a Salamanca el 18 de septiembre de 1550. El primer requisito para cursar el grado de bachiller era aprobar el examen de gramática (latín). Una tarde, mientras estaba en clase, un sudor le paralizó. Su profesor le aconsejó que se tomara un caldo con unas plantas medicinales que le dio en una bolsita: poleo y laurel. Desde aquel día comprendió los efectos de las plantas, un remedio casero y una solución efectiva para acabar con la acidez y comenzó a estudiar sus efectos beneficiosos, solución efectiva y su efecto positivo en la recuperación de los enfermos, medicina alternativa que tenía sus orígenes entre el siglo V y IV antes de Cristo.

    Sorapán de Rieros se graduó en Artes en la Universidad de Salamanca el 15 de diciembre de 1592. En el curso 1592-1593, a los 20 años, comenzó los estudios de Medicina. Se graduó como médico en 1596 y se doctoró con el grado máximo universitario.

    Desde Salamanca se marchó a Llerena en marzo de 1598 como “médico y familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Llerena y Granada y de su Real Chancillería”. La medicina fue víctima del proceso represor del Santo Oficio y aliada de la Inquisición cuando deja de funcionar como ciencia libre e independiente. Los médicos inquisitoriales eran los encargados de asistir a los encausados e informar de su estado.

    El 20 de julio de 1616 partió hacia Granada. En Llerena había pasado dieciocho años de su vida, seguramente los más amargos por las crueldades que tuvo que soportar, aunque los mejores desde el punto de vista familiar. Sus primeros días en Granada le recordaron los sufrimientos que él creía haber dejado atrás. Hizo razonables progresos en el estudio del conocimiento de las plantas y los aplicó a la ciencia médica. Juan pasó a ejercer como profesor de la Facultad de Medicina de Granada, creada en 1526 por el rey Carlos I. Sorapán de Rieros fue un hombre íntegro y su fama traspasó los ámbitos provinciales. Entre el pueblo llano recibió muestras de reconocimiento por haber sido atendido en sus más imperiosas necesidades. Pasó a la historia del humanismo español por el libro que publicó durante su estancia en Granada en el año 1616: Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua muy provechosa para todo género de estado para philosofos y médicos, para theologos y juristas, para el buen regimiento de la salud y más larga vida, Compuesta por el doctor Iván Sorapán de Rieros, médico y familiar del Santo Officio de la Inquisición de Llerena y Granada y de su Real Chancillería, que publicó a los 44 años.

  

Dintel de la casa natal en Logrosán

     Los últimos años de la vida de Sorapán de Rieros los pasó en Logrosán, Cáceres y Trujillo. Antes de viajar a Cáceres pasó unos meses en Guadalupe. Su padre tenía 69 años; su madre había fallecido hacía algunos años. Juan le presentó a su esposa e hijos. Todos recordaban con afecto, sobre todo los más mayores, a aquel joven que un día se marchó del pueblo. Pasados unos días, su esposa se quedó en Logrosán con algunos familiares y Juan continuó su viaje hacia Guadalupe. En la primavera de 1620 llegó al monasterio. Saludó a los frailes que conoció. Días después regresaría a Logrosán. Tras pasar dos años en su pueblo, decide marcharse a Cáceres con su familia, donde residía su hijo Eugenio Sorapán, clérigo. Una vez instalado en esta ciudad, ejerció de médico durante los años 1623 a 1628, ligado al concejo de la villa por un concierto de servicios profesionales, en calidad de médico asalariado. En 1628 le llegó a Juan la triste noticia del fallecimiento de su padre, a los 76 años de edad. En el mes de marzo de 1628 se marcharon a vivir a Trujillo, aunque continuaría visitando Cáceres, villa en la que había dejado propiedades y a sus dos hijos. A los 66 años de edad, el 7 de noviembre de 1638, Sorapán de Rieros se encontraba mal de salud. Llamaron al notario y al médico quien, viendo su estado, le hizo beber un caldo que contenía un narcótico. Fray Simón Sánchez le administró la extremaunción in articulo mortis. Al caer la tarde, fallece en Trujillo el 7 de noviembre de 1638. Fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo. Gozó de prestigio y reconocimiento profesionales y su obra fue estimada como la de un médico paremiólogo imbuido de extensos conocimientos generales, científicos y médicos, antropológicos y hasta folclóricos.

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 [1] Vid.: Rubio Ramos, José Antonio: El médico de la inquisición, TAU Editores, Cáceres, 2022, 184 págs.


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