El nombre de Candelario pudiera hacer referencia a las candelas que los pastores encendían en los bosques de castaños para defenderse de los lobos, aunque también hay que tener en cuenta el carácter latino del término: las candelas o luminarias que se encendían durante las noches de verano y que alumbraban las sierras de Béjar, Francia y Gata. De ahí, la fiesta de la Candelaria, que se celebra el 2 de febrero en diversas partes del mundo católico.
Sobre la historia y el patrimonio cultural y natural de Candelario y su territorio [1] versa el último libro de José Antonio Ramos Rubio, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y cronista oficial de Trujillo, y Óscar De San Macario.
Situado en la provincia de Salamanca, a unos 75 kilómetros de la capital y muy cercano a Béjar, se sitúa en el corazón del Espacio Natural Protegido Sierra de Candelario-Candelario, del que forma parte, y de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia. La Sierra de Candelario constituye, con sus más de 2.400 metros, una extraordinaria atalaya en el extremo occidental del Sistema Central.
La comarca acoge importantes paisajes naturales, como la Sierra de Candelario, el Valle del Ambroz, la Sierra de Francia, la Sierra de Gata, los Arribes del Duero y el Valle del Jerte.
Luis Harguindey, párroco de la localidad en 1940, escribió sobre los orígenes de la industria chacinera en Candelario, y señalaba al respecto que, al comienzo del siglo XVIII, el adobo de los chorizos y de la carne de cerdo era sobresaliente y poco común. En 1899, un artículo de Wanderer afirmaba que, de noviembre a enero, “se sacrifican de 7.000 a 8.000 cerdos bien cebados”. El florecimiento de la industria chacinera, desde mediados del siglo XVIII hasta el siglo XX, dará vida y riqueza a la villa, que llegó a tener más de cien fábricas de embutidos de tipo familiar. La fama de sus choriceros se extendió hasta Madrid. La desaparición de la industria chacinera a mediados del siglo XX fue provocada por las condiciones de vida, la falta de accesibilidad de la población y la Guerra Civil.
En el transcurso de los años se ha conseguido que el paisaje rural experimente pocos cambios, conservándose un número considerable de viviendas que forman parte de la historia de la arquitectura tradicional, popular o vernácula de Candelario, lo que le ha hecho ser uno de los núcleos mejor conservados de la provincia de Salamanca, mereciendo la declaración en 1975 de Conjunto Histórico-Artístico y uno de los Pueblos Más Bonitos de España.
El núcleo urbano de la villa se organiza en un crecimiento compacto, con forma alargada en dirección norte-sur en torno a sus calles principales. El caserío destaca por su variedad, predominando dos tipos de viviendas: las construidas antes del siglo XVIII, y el tipo de vivienda anterior, el serrano. Entre otras construcciones hay que destacar la Casa Chacinera de Candelario, convertida en museo etnográfico municipal, inaugurado en 2008. De otro lado, hay que señalar la importancia del agua, las fuentes y las regaderas en la villa, que rodean tres ríos: el Cuerpo de Hombre, afluente del Alagón; el Chico y El Barquillo. Asimismo, son varias las fuentes y manantiales que rodean su callejero, mientras que el agua de las regaderas, tras recorrer las calles, se utiliza para regar los huertos y cuya distribución se hace por medio de compuertas.
La proximidad de la villa a la Vía de la Plata confiere la teoría de la existencia de asentamientos temporales en época romana, como atestiguan los restos romanos de una posible villa en la dehesa. Hasta la invasión musulmana, los visigodos dejaron huellas de su presencia en el territorio cercano a Candelario. Los musulmanes fueron invadiendo las tierras serranas desde el año 713. En 1167, el rey Fernando tiene en su poder toda la Transierra; pero habrá que esperar a la reconquista definitiva de Plasencia por Alfonso VIII para llevar a cabo la definitiva ocupación y repoblación. El nombre de Candelario aparece por primera vez en 1212. En 1340, Alfonso XI dio mercedes a los habitantes de Candelario por haber asistido a la batalla del Salado. En torno a 1209, Candelario pasó a formar parte de la Comunidad de Villa y Tierra de Béjar y a la diócesis de Plasencia. Durante la Edad Media, la ganadería fue la base de la economía de la villa. Algunos historiadores ven el origen de Candelario en los repobladores castellanos, entre los que destacó Pelay Fernández, que conquistó Béjar en tiempos de Alfonso VIII. Tras la muerte de Alfonso VII de León en 1157, Candelario quedó incluida en el concejo de Ávila. Hay que esperar a la Baja Edad Media para que la localidad pase a depender de Salamanca y del Reino de León. En la sierra de Candelario pastaban las ovejas de la Casa Ducal. Por ello hereda la tradición pastoril y de aquella actividad y Béjar ha heredado su industria textil lanera. En la villa aún se conserva una sencilla casa que fue lugar de veraneo de Unamuno. En verano fueron muchos los turistas que veraneaban en el pueblo con la familia. Candelario figura en algunos de los rodajes del cine español ya desde 1925, como El Lazarillo de Tormes, con Florián Rey.
La obra concluye con un capítulo dedicado a las cruces de término existentes a la entrada o salida de caminos, y cruceros, como el de la ermita del Cristo del Refugio, la Cruz del Herrerito, la cruz en la plazuela de la iglesia o el crucero de la casa del Refugio. En el patrimonio histórico destacan la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y la ermita del Humilladero.
Finalmente, la obra aborda las tradiciones populares y las celebraciones festivas, entre las que destacan la matanza casera e industrial, del 2 de diciembre al 2 de febrero; la fiesta de san Antón, el 17 de enero; o la Candelaria, el 2 de febrero…
[1] Vi.: Ramos Rubio, José Antonio y De San Macario Sánchez, Óscar: La historia y el patrimonio cultural y natural de Candelario y su territorio, TAU Editores, Cáceres, 2025, 333 págs.
No hay comentarios:
Publicar un comentario