Hace tan solo dos semanas volví a preguntar por ti, Paco, a quien me diere noticia por vecindad y amistad. La primera vez le pregunté por el cartel de tu empresa que no lo había vuelto a ver: “Crearte” se había difuminado ante la enfermedad de su fundador. Ya me preguntaba por qué hacía tanto tiempo que no te veía en el antiguo bar “Lido”, a donde bajabas todas las mañanas a desayunar; después llamado “Cauria”, con su cristalera a la calle García Plata de Osma y, por supuesto, con la efigie de la catedral de Coria; más tarde bautizado como “La Cruz”, por su proximidad a ella, la plaza de la Cruz de los Caídos, la plaza de América y, ahora, “El Puchero Extremeño”.
Todo cambia, Paco Movilla, pero tú no cambiaste nunca ni tus hábitos ni tu trabajo ni tu política de emprendimiento. Por eso creciste en lo que te gustaba: la publicidad creativa. Por eso todo el mundo te consultaba; por ello, tantos acudían a ti: en busca de trabajo, como antiguas compañeras despedidas del suyo; de consejo, o de encargos para revitalizar la cruz de su pequeño negocio, que van muriendo, pasando de mano en mano, como el “Cauria”, debajo de tu oficina.
“Ahora lo está reconvirtiendo en una vivienda para su hija”, me dijeron. Y sí: vi ventanas nuevas, blancas, que dan a la calle de entrada a Cáceres, la N-630, Gil Cordero. Y cada día que pasaba, miraba. Y no volví a verte donde volvimos a coincidir: en “Cauria”.
Me encontraba en Mérida y recibo el mensaje de un compañero y amigo del periódico de otro tiempo, anunciándome tu fallecimiento. No podría llegar a despedirte. Por eso, Paco, te escribo estas líneas.
A finales de los 80 del pasado siglo coincidimos en el entonces Diario Extremadura, “el persistente periódico de la capital” (como diría nuestro Pedro de Lorenzo), el decano de la prensa regional, que cumplió los cien años en 2024 y fue Medalla de Extremadura, a pesar de algunos iluminados que casi le matan. Como a ti te vetaron la entrevista que te realizaren un día, y ahora dan la noticia de tu ida… Me lo contaste, sin decirme quién había prohibido su publicación… No hacía falta preguntarlo ni el porqué. Tú y yo lo sabíamos. Tú has llegado a los 63 y te has ido muy pronto. Quizá no conociste ya ni “La Cruz” ni “El Puchero Extremeño”. No volvimos a vernos nunca más. A mí me coge de paso y, antes de buscar sitio, echaba un vistazo a la barra por si te veía.
No, Paco, nunca más volvimos a vernos; pero cuando llegaba y te veía, siempre te acompañaba, me saludabas con tu clásico “Escucha, Félix”, que era lo que nos decía, tanto a mí como a ti, un corresponsal de Badajoz cuando hablare con nosotros, a ti como comercial que principiabas tu gran carrera; a mí, por las noticias que hubiere del día… para organizar… Y ya ves: tu padre, Francisco, primer alcalde democrático de Badajoz, murió en enero, a los 93 años, un maestro, como tú; como tu madre, que te sobrevive; como tu esposa e hijas, en la orfandad más sentida. “Escucha, Paco, ¿me oyes desde el más allá…?” En mí siempre quedará tu recuerdo y la frase con la que tan reiteradamente nos obsequiaba el corresponsal de Montijo… Descansa en paz, compañero y amigo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario