lunes, 27 de enero de 2025

SÁNCHEZ BUENADICHA, EL PRIMER GRAN CATOVI QUE SE VA


Portada del libro de Sánchez Buenadicha

    Se nos ha ido el primer gran catovi, un cacereño de toda la vida, alguien que siente a Cáceres en lo más profundo del alma: Julio Antonio Sánchez Buenadicha (Tornavacas, Cáceres, 1938; Cáceres, 26/01/2025).

    Creo que fue él el que inventó el neologismo para expresar ese espíritu que “enchiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gozado”, como dijera el licenciado Vidriera, de Cervantes, sobre Salamanca. O de permanecer para siempre en ella, hasta la muerte, para volver a su pueblo solo en vacaciones o a descansar para siempre.

    Él fue catovi por propia voluntad y por su destino. Aquí nos encontramos, crecimos y nos hicimos catovis por completo, aunque también fuere placentino de adopción y emeritensísimo de vocación, como me enseñare Chema, académico de Extremadura y cronista de Mérida.

    Nadie en la ciudad de los catovis supiere que nos conocimos siendo estudiantes de Filosofía, que nunca abandonamos, para reencontrarnos en otros caminos de confluencia: él en Filosofía pura; yo, en Filosofía y Letras. Tiempo después fuiste a mi casa para que mi hermano Ángel te mecanografiara tu tesina de licenciatura en Filosofía por Salamanca, nuestro primer reencuentro. Años después, ya en los albores democráticos, coincidimos en el ayuntamiento, cuando fuiste concejal y yo redactor, y nos esperabas en el antedespacho de la Alcaldía para ser portavoz de quienes no lo fueren. Tiempo después te invité a colaborar en el periódico. Un día fuiste y no me hallaste y le dijiste al de al lado: “Si han despedido a Félix, yo me voy, porque entré con él.” Sucumbiste a los cantos de sirena de quienes nunca fueren catovis, aunque sí de nacimiento (y otros que nunca lo fueren, aunque se apuntaren el tanto), porque tu catovismo estaba por encima de los demás, que jamás lo fueren, aunque lo proclamaren. Y así seguiste hasta el final. Nada que reprocharte, amigo, porque fuiste fiel hasta el final a la ciudad de los catovis de toda la vida, como tú.

    Solo don Leopoldo Marcos Calleja, fundador del Paideuterion junto a don Tomás Martín Gil, creó para su colegio un neologismo propio de su formación grecolatina. Un día hube de explicárselo a una redactora que ignorase cómo se escribía y de dónde viniere la palabra: del griego pais-paidós, que significa niño…

    Tu vida fue la filosofía y, en parte, la política como concejal y diputado en la Asamblea por el partido regionalista Extremadura Unida. Y tu compañera y tus hijos. Y tu pueblo, Tornavacas, en agosto.

    Ya ves: te recuerdan quienes ignoran a sus propios compañeros fallecidos por envidia, por celos o por miedo a otros. Ignoran al primer alcalde democrático de Coria que fallece un fin de semana, que guardan como festivo como buenos católicos; pero no a otro de Badajoz, Movilla, a cuyo hijo entrevistaron y luego censuraron cuando el caudillo, “por la gracia de Dios” del periódico, lo supo… y fuere compañero nuestro; censuran o vetan nombres propios de catovis de primera fila, pero no una intrahistoria de la ciudad catovi que ya se pierde para siempre: los bares, las tiendas de barrio. ¡Qué ética periodística asumen quienes predican, pero no entienden, la filosofía que tú pregonaste, el neologismo catovi que extendiste… por doquier y del que algunos quieren apropiarse!

    ¿Quién, ido tú, será ahora el más catovi de los cacereños: acaso Saponi (catovi de toda la vida), con cuyo neologismo de tu invención ganó cinco elecciones aunque solo gobernare tres con mayoría absoluta…? ¿Quizá Franquete, el hijo predilecto de la ciudad catovi? Nadie, nadie más que tú, catovi reconocido, desde que nos conocimos en Filosofía y nos reencontramos con las letras? en el periódico de la ciudad de nuestra alma, abierto a la tuya, ahíta de filosofía para superar la pobreza de la política y de algunos catovis, incapaces de reconocer la historia y la vida que nosotros recorrimos antes de que ellos nacieren…

    Descansa en paz, gran catovi de Cáceres, profesor, político, columnista de la amada ciudad que nos acogió.


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