Casi tres años ya
escribiendo sobre ti, María Luisa, y
no me contestabas. El 15/08/2015 te
escribí en este diario la primera carta: "Esperando a María Luisa..., en
el Teatro-Cine"; y el 17 de junio pasado, "No tardes más, María
Luisa". Las chicas sois así, María
Luisa, siempre haciéndoos rogar, pero sin dar el recibí. Y parece que me han
escuchado. No sabes qué alegría he sentido al ver el 13 de noviembre en el BOE
el anuncio de licitación de las obras de tu rehabilitación por el Ministerio de
Fomento, que da un plazo de ejecución y entrega de veinte meses, con un
presupuesto base de licitación de casi 3,5 millones de euros. El 16 de febrero
próximo conoceremos las ofertas económica y técnica para ponerte, al fin, como
debieres estar en tu nueva reencarnación.
La palabra del BOE es un compromiso, no promesas de políticos incumplidas durante más de dos décadas, que hacen salir a las calles de Madrid a los guardias civiles y policías nacionales por la equiparación de salarios a igual trabajo con las policías autonómicas; a los extremeños con sus símbolos "por un tren digno ya"...; pero todo esto, María Luisa, son palabras al viento sin el compromiso de la letra impresa del BOE. Y ahora, el Gobierno se ha acordado de ti y ha pedido tu mano por escrito. Quizás haya sido el rigor y la insistencia, como dice la plataforma del tren: las reivindicaciones justas no son cosa de un día, sino de todos, hasta que los compromisos y la palabra dada sean realidad en el primer diario impreso del país.
Veinte meses no son nada para quienes hemos esperado más
de dos décadas; peor lo llevamos con el tren y hemos tardado décadas en alzar
nuestra voz. Por eso, querida mía, esperaré hasta el día de tu puesta de largo
para los nuevos desposorios con la capital. No volveré a pedirte que no tardes
más, María Luisa. Procuraré no
hacerte esperar, como a las novias y, aunque no pueda acceder por falta de
invitación, estaré viendo la entrada de los elegidos desde la acera de
enfrente, desfilando por la alfombra roja. Y otro día volveré previo pago de mi
entrada.
¡Qué alegría, amada mía, volver a verte lozana y lustrosa,
para quien no ha visto más que tu fachada y tu tejado lleno de cachivaches!
Menos de un año ya para nuestro encuentro deseado. No pediré más tu mano,
porque ya la tengo con fecha fija para besarla y admirarla. Ningún taxista me
dirá más veces que está cerrado, cuando, tras una noche de feria de hace años,
le solicitaba un servicio para llevarme hacia ti, en cuya acera se encontraba
estacionado mi vehículo. ¡Como si yo no lo supiere, corazón!
Recuerdo, cuando en 1987 la Junta cedió tu mano al
ayuntamiento por 99 años. Han pasado veinte años y nadie aún la ha tomado; pero
ya está pedida y formalizada en letra de ley. En el 99, el consistorio convocó
un concurso de ideas para tu remodelación. El Consejo de Ministros celebrado en
2005 en la capital adoptó el compromiso de acometer la obra. Se firmó un
convenio a tres bandas: Gobierno de España, Junta de Extremadura-Ayuntamiento
de Mérida... Se paraliza y resucita tras la victoria del PSOE en las
municipales de 2007. El proyecto se revisa en 1991 y se impulsa diez años
después. Unos errores en la tramitación paralizan el proyecto... y no hay
presupuestos. En 2013, en pleno fervor de campaña electoral, te ponen
apellidos: el Centro de Artes Escénicas "Margarita Xirgú". Hasta comienzos de este año, todos parecían
haberse olvidado de ti. Ministerio y ayuntamiento actualizan el proyecto
presupuestariamente. El alcalde afirma que confía en que la obra se licite
antes de que acabe el año. Palabra cumplida. María Luisa Grajera, tu mecenas, que impulsó tu construcción a finales de 1930 o principios de 1931, estará
satisfecha. No te dio su nombre, sino el de la infanta de España María Luisa de Borbón (Madrid, 1832;
Sevilla, 1897).
Ya queda menos, tesoro: Margarita Xirgú y todos los amantes del teatro y el cine estaremos
contigo. Nunca podría morir este símbolo de la Mérida contemporánea, hoy solo
historia y su nombre en tu fachada. Tu resurrección será tu gloria, desde hace
veinte años soñada, deseada, traspapelada..., como una pasión inacabada, con
fecha ya para el encuentro...
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