domingo, 27 de marzo de 2011
LA POLÍTICA, O LA NADA
El próximo martes, el Boletín Oficial del Estado publica la convocatoria de elecciones autonómicas y locales, que abren al electorado una oportunidad más para que se pronuncie sobre uno de los modelos con los que desea ser gobernado por su propio bienestar, el de su familia y el de la sociedad en general. En la sociedad española y en la tesitura actual, más que nunca, hay dos modelos que se ofrecen que, ambicionando lo mismo que todos, difieren sustancialmente, en la forma y en los hechos, en la visión de la realidad que ignora a la gente y en otra que mira por ella y sus necesidades. Lo ocurrido recientemente en Portugal nos ilustra bastante sobre los deseos hibernados en España, en que la oposición pareciere desear que el Gobierno le allanare el camino del poder a base de qué él se hunda. Nuestros vecinos no aceptaron los recortes del Gobierno socialista de Sócrates para reflotar la economía y ponen en aprietos su propia estabilidad antes que su salvación. Ahora, el primer ministro dimitido logra en unas primarias, ya previstas, más votos que en la anterior ocasión para ser candidato de nuevo a unas elecciones anticipadas. Sin embargo, la oposición ya ha avisado, no aceptando las reglas de juego, que no pactará con él si continúa liderando al partido que le ha dado más apoyos que nunca. Es decir, proclaman la omisión de socorro antes que salvar a su propia patria. Algo parecido a lo que ocurre en España. Mientras los empresarios y las fuerzas sociales proclaman su unidad ante la crisis y le piden al presidente que siga pilotando sus políticas reformistas, el PP parece desear que desvíe el rumbo del electorado y le ponga la alfombra azul que le lleve a la Moncloa sin despeinarse. En tiempos de zozobra como los actuales, sobran las palabras y hacen falta los hechos y se hace preciso aludir al espíritu de la Constitución de Cádiz, de nuestro Muñoz Torrero; al de los Pactos de la Moncloa de Adolfo Suárez o de la transición política que todos asumieron más para alumbrar el futuro necesario que para enterrar un pasado que para ellos es historia que no mueve molinos. El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ya advertía el pasado viernes que “la política es el único instrumento para cambiar la sociedad”, frente a quienes vienen predicando lo contrario para dejarle el campo libre a ellos y, además, vacío de rastrojos que le impidieren ver el horizonte. En una reciente entrevista, el presidente de la Asamblea de Extremadura, Juan Ramón Ferreira, ha definido la labor de la Cámara que preside como “la de dar respuestas a los problemas de los ciudadanos”. Qué otra misión hubiere de tener la política, ya en el Ejecutivo o en el Legislativo, que hacer posible la reforma de la sociedad para que halle su felicidad en la Tierra. Aristóteles definía la política como “la primera y más importante de todas las ciencias, porque el hombre es un animal político, que solo puede alcanzar su seguridad y prosperidad en la polis”, es decir, en la ciudad-estado. Leibniz, que albergó en su persona el saber de su tiempo, definió la política como “el arte de lo posible”. Casi 250 años después, Charles Maurras, revisó críticamente la definición y propuso asumirla como “el hacer de hacer posible lo necesario”. La “princesa de los descamisados”, Evita Perón, se acercó aún más a esa definición, hecha ley por los socialistas españoles, al afirmar que “allí donde hay una necesidad, hay un derecho”. Y esta es la base del realismo político: vincular lo posible a lo necesario. Nada de esto parece preocupar a la oposición española, más interesada, como la vecina portuguesa, en decir “no” a todo que lo que decía Max Scheler: “La necesidad en política es aquello que está ahí, que reclama nuestra acción para poder sobrellevarla y superarla.” Si negamos la política como solución a nuestros problemas, otros vendrán que negarán la existencia misma del problema y crearán más problemas a aquellos sufridores del problema original que, aun marcando a todos la existencia, otros muchos se lo quitaron de encima comprando sus bulas cuaresmales.
sábado, 26 de marzo de 2011
“SIN ELLOS NO SOY NADA”
Sin AVE ni aeropuerto, amor,
Pero sin ellos no soy nada.
Los viejos retratos de la escuela y la pizarra
Nuestro mundo de entonces
Una sombra del pasado,
La ilusión del futuro
Y sin ellos no fuimos nada.
Con el viejo cabal, la enciclopedia Álvarez,
Las igualas, una vez por semana,
Y nos dicen que sin ellos no seremos nada.
Un suspiro del alma,
Una ilusión de futuro,
Un porvenir soñado,
El trabajo anhelado,
Nada perdido, mi niña,
Porque sin ellos, no seríamos nada.
Nuestros sueños, nuestros días,
La igualdad en un mundo de iguales,
Sanidad y educación universales
Y sin ellos no seríamos nada.
Qué gritan, que piden, qué instan
Quienes todo nos lo robaron
Y nada nos dieron sino huecas palabras
Banderas al viento y montañas nevadas.
¡Oh ensueño por mí tan venerado!
No te alejes de mi cama
Vigila mis sueños
Desde el ocaso hasta el alba
Porque sin ellos no seremos nada.
Preguntas al viento
Las nubes que pasan
Un mundo de preguntas
Siempre las mismas.
Con respuestas olvidadas
Porque sin ellos no seríamos nada.
Guardo mi voto secreto para ti, amor,
Porque yo sin ti no sería nada.
Nada prometas en tu palabra bendecida
Que es bálsamo en el yermo de la palabra.
Tú me diste la ilusión que otros ahogaron
La esperanza de futuro maniatada
Por hombres por quienes no seríamos nada
Ni en la cuna familiar que nos ampara.
Sueña, maestro, que no todo se acaba.
No pierdas tu corazón de alma blanca
Que nos alienta y nos calma
Porque sin tu luz y la suya, vida, no seríamos nada.
Sin ellos nada seríamos.
Sin ti, cariño, no sería nada.
Que nada te falte a ti
Que me dolería el alma
Porque sin ellos no somos nada.
Pero sin ellos no soy nada.
Los viejos retratos de la escuela y la pizarra
Nuestro mundo de entonces
Una sombra del pasado,
La ilusión del futuro
Y sin ellos no fuimos nada.
Con el viejo cabal, la enciclopedia Álvarez,
Las igualas, una vez por semana,
Y nos dicen que sin ellos no seremos nada.
Un suspiro del alma,
Una ilusión de futuro,
Un porvenir soñado,
El trabajo anhelado,
Nada perdido, mi niña,
Porque sin ellos, no seríamos nada.
Nuestros sueños, nuestros días,
La igualdad en un mundo de iguales,
Sanidad y educación universales
Y sin ellos no seríamos nada.
Qué gritan, que piden, qué instan
Quienes todo nos lo robaron
Y nada nos dieron sino huecas palabras
Banderas al viento y montañas nevadas.
¡Oh ensueño por mí tan venerado!
No te alejes de mi cama
Vigila mis sueños
Desde el ocaso hasta el alba
Porque sin ellos no seremos nada.
Preguntas al viento
Las nubes que pasan
Un mundo de preguntas
Siempre las mismas.
Con respuestas olvidadas
Porque sin ellos no seríamos nada.
Guardo mi voto secreto para ti, amor,
Porque yo sin ti no sería nada.
Nada prometas en tu palabra bendecida
Que es bálsamo en el yermo de la palabra.
Tú me diste la ilusión que otros ahogaron
La esperanza de futuro maniatada
Por hombres por quienes no seríamos nada
Ni en la cuna familiar que nos ampara.
Sueña, maestro, que no todo se acaba.
No pierdas tu corazón de alma blanca
Que nos alienta y nos calma
Porque sin tu luz y la suya, vida, no seríamos nada.
Sin ellos nada seríamos.
Sin ti, cariño, no sería nada.
Que nada te falte a ti
Que me dolería el alma
Porque sin ellos no somos nada.
domingo, 20 de marzo de 2011
LA RUPTURA DEL PACTO
El pacto es un vínculo que no desangra a nadie. Sobre el ombligo, las mayorías y las minorías, el pacto se alza para mirar por encima de las cabezas. El pacto extrapola el deseo de los más con el concurso de los electos. El pacto busca el bien general; la ruptura, el bien particular. El pacto hace la paz; la ruptura, la guerra. El pacto mira por todos, no por unos pocos; el pacto agrada; la ruptura, desaira; el pacto agranda la generosidad del ser; la ruptura envilece la personalidad de quien no lo busca.
El pacto requiere unos mínimos y unos máximos; lo respetable y lo adaptable a los tiempos, que no rompible. La firma rubrica, como antes la palabra, la lealtad a lo pactado. El pacto es la letra pero, sobre todo, el espíritu. Ni una ni otro pueden romperse sin voluntad de ruptura. Puede malinterpretarse la letra, pero en el espíritu subyacen los deseos todos del pacto. Resquebrajado este por voluntad de una de las partes, el pacto subviene en una sopa de letras ininteligible, interpretable ahora por línea ideológica, no jurídica ni por sentido común, ni deseo expreso de la mayoría, sino por egoísmo que ansiare el propio bien por encima del general que generó el pacto.
Al pacto se llega por la negociación. La negociación se fundamenta en el mejor logro de los asuntos públicos o privados tratados. El logro no es solo conseguir el deseo, sino la perfección de una cosa. Si los objetivos de la negociación y el pacto no fueren esos, deviene la ruptura. ¿Y a qué conduce la ruptura? La ruptura solo persigue el bien particular sobre el colectivo; es enemiga de los objetivos sociales, de la paz social. La ruptura genera más gasto que el pacto, menos inversión, más déficit, porque conduce a la inseguridad. La negociación social no puede llegar a convertirse en un pacto de retro, El pacto social debe estar por encima de los negociadores, que tan solo representan los intereses de los mandatarios.
El bien común se puede materializar porque el voto mandata las ideas y proyectos. La idea apasiona, la idea llena una vida, y hasta puede quitar la vida, como el dinero o el atesoramiento de riquezas. No hay crepúsculo de las ideas; hay estrechez para poner en común las ideas colectivas. El voto no se otorga para romper, sino para gobernar, legislar, controlar, prosperar. La ruptura deja huérfanos el voto y la idea. El pacto es el triunfo del progreso; la ruptura, signo del egoísmo y de la debilidad.
Ha sido generosa Extremadura en la cultura del pacto, que la mayoría gobernante no hubiere necesitado; y ha dado una lección a quienes, en su incultura, han roto la letra y el espíritu de los pactos que un día se llevó el viento, como sopa de letras indescifrable, intraducible, inescrutable…
El pacto requiere unos mínimos y unos máximos; lo respetable y lo adaptable a los tiempos, que no rompible. La firma rubrica, como antes la palabra, la lealtad a lo pactado. El pacto es la letra pero, sobre todo, el espíritu. Ni una ni otro pueden romperse sin voluntad de ruptura. Puede malinterpretarse la letra, pero en el espíritu subyacen los deseos todos del pacto. Resquebrajado este por voluntad de una de las partes, el pacto subviene en una sopa de letras ininteligible, interpretable ahora por línea ideológica, no jurídica ni por sentido común, ni deseo expreso de la mayoría, sino por egoísmo que ansiare el propio bien por encima del general que generó el pacto.
Al pacto se llega por la negociación. La negociación se fundamenta en el mejor logro de los asuntos públicos o privados tratados. El logro no es solo conseguir el deseo, sino la perfección de una cosa. Si los objetivos de la negociación y el pacto no fueren esos, deviene la ruptura. ¿Y a qué conduce la ruptura? La ruptura solo persigue el bien particular sobre el colectivo; es enemiga de los objetivos sociales, de la paz social. La ruptura genera más gasto que el pacto, menos inversión, más déficit, porque conduce a la inseguridad. La negociación social no puede llegar a convertirse en un pacto de retro, El pacto social debe estar por encima de los negociadores, que tan solo representan los intereses de los mandatarios.
El bien común se puede materializar porque el voto mandata las ideas y proyectos. La idea apasiona, la idea llena una vida, y hasta puede quitar la vida, como el dinero o el atesoramiento de riquezas. No hay crepúsculo de las ideas; hay estrechez para poner en común las ideas colectivas. El voto no se otorga para romper, sino para gobernar, legislar, controlar, prosperar. La ruptura deja huérfanos el voto y la idea. El pacto es el triunfo del progreso; la ruptura, signo del egoísmo y de la debilidad.
Ha sido generosa Extremadura en la cultura del pacto, que la mayoría gobernante no hubiere necesitado; y ha dado una lección a quienes, en su incultura, han roto la letra y el espíritu de los pactos que un día se llevó el viento, como sopa de letras indescifrable, intraducible, inescrutable…
domingo, 13 de marzo de 2011
“VENCERÁN, PERO NO CONVENCERÁN”
La célebre frase unamuniana al comienzo de la guerra civil española en el Paraninfo de la Universidad salmantina parece cobrar fuerza de naturaleza en el actual momento político nacional. El gobierno de la nación es cosa de dos, como la Liga; pero si la ganare el Barça, habría que suscribir que “ganó convenciendo”; si fuere el Madrid, en cambio, hubiéramos de decir que “venció sin convencer”.
Algo similar ocurre en la política nacional: unos tienen que convencer para vencer; los otros consideran ya la victoria sin convencer, porque no persuaden y les falta la razón; porque no miran por encima de sus hombros y les importa más el poder que la convicción, gobernar que solucionar los problemas en un año, como afirman.
Unamuno basaba su afirmación en la necesidad de la persuasión para convencer y en su inexistencia al faltarle la razón. Las armas vencen, pero no convencen, porque no asumen en sí mismas más que la muerte, que nunca será la victoria sobre la vida, sino la negación misma de ella y la proclamación de su antónima: la muerte, a la que dio ¡”vivas!” Millán, como si ésta fuere sinónima de victoria.
El secretario general del PSOE de Extremadura, Fernández Vara, ha proclamado en Fuente del Maestre la necesidad de “convencer para vencer”, oponiéndola al “vencer sin convencer” de otros. Nunca como hoy, la necesidad de la convicción debe imponerse antes que la de la victoria. Esta llegará por la convicción, por la persuasión y la razón, pero nunca por la mentira, por la marcha atrás en las conquistas sociales, por anteponer su sed de poder a la necesidad de superar las dificultades del país, como ha dicho el vicesecretario general socialista, José Blanco.
También en Salamanca, la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundua, parafraseaba el pasado año a Unamuno al afirmar que “los terroristas ni vencerán ni convencerán”. Ni vencerán con sus armas, ni convencerán con sus propósitos.
Se puede, en efecto, vencer, pero nunca convencer. La convicción necesita explicación, certeza, certidumbre, convencimiento, esperanza, fe, seguridad, lo contrario de la duda y la inseguridad. Lo primero es lo que debe guiar a quienes aspiran a continuar en la España que ha ganado cotas impensables de igualdad, bienestar y derechos; lo segundo sería una vuelta atrás en la inseguridad para los más de una victoria que no pudiere cantarse porque no convenciere.
Algo similar ocurre en la política nacional: unos tienen que convencer para vencer; los otros consideran ya la victoria sin convencer, porque no persuaden y les falta la razón; porque no miran por encima de sus hombros y les importa más el poder que la convicción, gobernar que solucionar los problemas en un año, como afirman.
Unamuno basaba su afirmación en la necesidad de la persuasión para convencer y en su inexistencia al faltarle la razón. Las armas vencen, pero no convencen, porque no asumen en sí mismas más que la muerte, que nunca será la victoria sobre la vida, sino la negación misma de ella y la proclamación de su antónima: la muerte, a la que dio ¡”vivas!” Millán, como si ésta fuere sinónima de victoria.
El secretario general del PSOE de Extremadura, Fernández Vara, ha proclamado en Fuente del Maestre la necesidad de “convencer para vencer”, oponiéndola al “vencer sin convencer” de otros. Nunca como hoy, la necesidad de la convicción debe imponerse antes que la de la victoria. Esta llegará por la convicción, por la persuasión y la razón, pero nunca por la mentira, por la marcha atrás en las conquistas sociales, por anteponer su sed de poder a la necesidad de superar las dificultades del país, como ha dicho el vicesecretario general socialista, José Blanco.
También en Salamanca, la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundua, parafraseaba el pasado año a Unamuno al afirmar que “los terroristas ni vencerán ni convencerán”. Ni vencerán con sus armas, ni convencerán con sus propósitos.
Se puede, en efecto, vencer, pero nunca convencer. La convicción necesita explicación, certeza, certidumbre, convencimiento, esperanza, fe, seguridad, lo contrario de la duda y la inseguridad. Lo primero es lo que debe guiar a quienes aspiran a continuar en la España que ha ganado cotas impensables de igualdad, bienestar y derechos; lo segundo sería una vuelta atrás en la inseguridad para los más de una victoria que no pudiere cantarse porque no convenciere.
sábado, 12 de marzo de 2011
DURARÁ LO QUE EL MUNDO DURE…
El genio romano dio al mundo obras admirables. Casi nadie podría decir otro tanto. El puente de Alcántara, la mejor obra pública de Extremadura, va camino de cumplir el bimilenario. Según unos historiadores, fue construido entre el 104-106 de nuestra era; según otros, la construcción del puente y el templo se iniciaría en el 74-75 hasta el 85 d. C. En cualquier caso, falta menos de un siglo para que cumpla los dos mil de antigüedad.
Bajando desde el pueblo, como hoy ha vuelto a tornar para solicitar su reconstrucción y su declaración como Patrimonio de la Humanidad, en el frontispicio del templo, llamado hoy de San Julián, leemos los siguientes latines: “Imp. Nerv. Traiano. Caesari Avgvsto. Germanico. Dacido. Sacrvm (Dedicado este templo al emperador Nerva Trajano, César Augusto, Germánico y Dácico.” Algunos autores ponen en duda si Trajano fue el inductor de la construcción del puente o si lo fue su antecesor, Nerva Cesar Augusto, Lo que es cierto es que Trajano era el gobernador del Imperio Romano en el 106 de nuestra era. De ahí que se entienda que la dedicación de la obra se hiciese al emperador vigente.
En el dintel, su constructor principal, Cayo Julio Lacer, ordenó cincelar un aviso y su firma: “Por si los caminantes desean saber por quién y por qué se fabricó este puente gigantesco, y este templo cavado en la misma peña del Tajo, lleno de la majestad de los dioses y del César, en donde el arte queda vencido por su misma materia, sepan, pues, que Lacer, hombre esclarecido en el arte divino de la arquitectura, pontem perpetvi mansvrm in saecula. mundi fecit (hizo este puente que durará mientras dure el mundo.) Lacer, después de acabarlo con admirable magnificencia, hizo igualmente y dedicó este templo a los dioses de Roma y al Cesar, teniéndose por dichoso en ofrecerlo con este doble y sagrado motivo, Cayo Julio Lacer hizo este templo, y su dedicatoria de unión con Curio Lacon, su amigo, de Igitania.”
Tratamos de sentar cátedra con frases no tan lapidarias que se quedan en la nada: te amaré eternamente, hasta que la muerte nos se pare, nunca te olvidaré, hasta el fin del mundo…; pero la fragilidad y debilidad humanas no son tan perdurables como las piedras que puso el Imperio.
El pueblo de Alcántara se ha acercado hoy hasta su puente para pedir su rehabilitación, el fin de la circulación rodada (como ocurre en el de Mérida), la construcción de otro alternativo y su declaración como Patrimonio de la Humanidad, para lo que ya se han recogido 10.000 firmas.
No sabemos si la arrogancia latinesca de Lacer lo fuere hasta el 2106, fecha del bimilenario, o si logrará vencer el paso de un siglo más, si los hombres de hoy fueren tan humildes para reconocer su grandeza y conservarla, Pruebas hay de ello, aunque desde el siglo II hasta el X no se tengan noticias de él. En la primera mitad del siglo X, la obra es citada en la llamada Crónica del moro Rasis. Por las mismas fechas escribe su Crónica del Califa Abdarrahmann III Ann Nāsir Ibn Hayyān de Córdoba, que cita la fábrica: “… donde está el puente de Alcántara, el mejor, más alto y más admirable de al-Andalus…” hasta 1982, en que Fernández Casado escribe “Que nadie construya puentes en España sin haber pasado por el de Alcántara”, porque “es el edificio más duradero creado por la mano del hombre, resistiendo en plena forma el paso del tiempo y los agentes destructores. Pasan los viandantes bajo su Arco Triunfal y las avenidas se peinan en las hileras de sus pilares, y el puente sigue siendo puente de paso sobre el río y puente de enlace entre generaciones sucesivas…”
En 1860 fue restaurado por última vez bajo el reinado de Isabel II, y declarado Monumento Nacional en 1924. ¿Hasta cuándo, Lacer, podremos decir con Ambrosio Morales, en su “Descripción de las ciudades de España”, tras pasar a Portugal, que “edificio tan soberbio y suntuoso, que los que han visto los de Roma, no hallan otra fábrica tan maravillosa”.
Salvemos Alcántara, salvemos nuestro puente, “hasta que el mundo dure” y para que su “arte quede vencido por la materia”, como escribiere su principal constructor.
Bajando desde el pueblo, como hoy ha vuelto a tornar para solicitar su reconstrucción y su declaración como Patrimonio de la Humanidad, en el frontispicio del templo, llamado hoy de San Julián, leemos los siguientes latines: “Imp. Nerv. Traiano. Caesari Avgvsto. Germanico. Dacido. Sacrvm (Dedicado este templo al emperador Nerva Trajano, César Augusto, Germánico y Dácico.” Algunos autores ponen en duda si Trajano fue el inductor de la construcción del puente o si lo fue su antecesor, Nerva Cesar Augusto, Lo que es cierto es que Trajano era el gobernador del Imperio Romano en el 106 de nuestra era. De ahí que se entienda que la dedicación de la obra se hiciese al emperador vigente.
En el dintel, su constructor principal, Cayo Julio Lacer, ordenó cincelar un aviso y su firma: “Por si los caminantes desean saber por quién y por qué se fabricó este puente gigantesco, y este templo cavado en la misma peña del Tajo, lleno de la majestad de los dioses y del César, en donde el arte queda vencido por su misma materia, sepan, pues, que Lacer, hombre esclarecido en el arte divino de la arquitectura, pontem perpetvi mansvrm in saecula. mundi fecit (hizo este puente que durará mientras dure el mundo.) Lacer, después de acabarlo con admirable magnificencia, hizo igualmente y dedicó este templo a los dioses de Roma y al Cesar, teniéndose por dichoso en ofrecerlo con este doble y sagrado motivo, Cayo Julio Lacer hizo este templo, y su dedicatoria de unión con Curio Lacon, su amigo, de Igitania.”
Tratamos de sentar cátedra con frases no tan lapidarias que se quedan en la nada: te amaré eternamente, hasta que la muerte nos se pare, nunca te olvidaré, hasta el fin del mundo…; pero la fragilidad y debilidad humanas no son tan perdurables como las piedras que puso el Imperio.
El pueblo de Alcántara se ha acercado hoy hasta su puente para pedir su rehabilitación, el fin de la circulación rodada (como ocurre en el de Mérida), la construcción de otro alternativo y su declaración como Patrimonio de la Humanidad, para lo que ya se han recogido 10.000 firmas.
No sabemos si la arrogancia latinesca de Lacer lo fuere hasta el 2106, fecha del bimilenario, o si logrará vencer el paso de un siglo más, si los hombres de hoy fueren tan humildes para reconocer su grandeza y conservarla, Pruebas hay de ello, aunque desde el siglo II hasta el X no se tengan noticias de él. En la primera mitad del siglo X, la obra es citada en la llamada Crónica del moro Rasis. Por las mismas fechas escribe su Crónica del Califa Abdarrahmann III Ann Nāsir Ibn Hayyān de Córdoba, que cita la fábrica: “… donde está el puente de Alcántara, el mejor, más alto y más admirable de al-Andalus…” hasta 1982, en que Fernández Casado escribe “Que nadie construya puentes en España sin haber pasado por el de Alcántara”, porque “es el edificio más duradero creado por la mano del hombre, resistiendo en plena forma el paso del tiempo y los agentes destructores. Pasan los viandantes bajo su Arco Triunfal y las avenidas se peinan en las hileras de sus pilares, y el puente sigue siendo puente de paso sobre el río y puente de enlace entre generaciones sucesivas…”
En 1860 fue restaurado por última vez bajo el reinado de Isabel II, y declarado Monumento Nacional en 1924. ¿Hasta cuándo, Lacer, podremos decir con Ambrosio Morales, en su “Descripción de las ciudades de España”, tras pasar a Portugal, que “edificio tan soberbio y suntuoso, que los que han visto los de Roma, no hallan otra fábrica tan maravillosa”.
Salvemos Alcántara, salvemos nuestro puente, “hasta que el mundo dure” y para que su “arte quede vencido por la materia”, como escribiere su principal constructor.
domingo, 6 de marzo de 2011
TRES SOLES PARA UNA MARCA DE PARTIDO DE ESPAÑA
No ha podido ser más explícito el Presidente del Gobierno durante su intervención de ayer, al dar ante los miembros del Comité Federal de su partido la señal de salida para la precampaña electoral, y resumir en tres vocablos la definición de la marca socialista: modernización, solidaridad y derechos. Justamente lo contrario de su principal adversario, que tantas prisas tiene para llegar al poder y hacer lo contrario de lo que predica.
Zapatero ha querido ir más lejos en la síntesis conceptual que subsume la filosofía de un partido progresista al servicio de España, no solo en la definición-resumen de la marca PSOE, sino en la descontextualización del porqué: “Vamos a salir a ganar, más que por nosotros como partido, por el futuro de este país.”
Todo partido o coalición que se presenta a unas elecciones sale a ganar. Lo importante es saber para qué: si para uno mismo o para el futuro de todos; si para tumbar las leyes anteriores e imponer las propias; si para el beneficio de una minoría o el de la mayoría. De ahí que Zapatero haya querido precisar el mensaje: ganar por el futuro de España.
En el manifiesto firmado en Palma por todos los líderes populares, incluido el candidato valenciano, el trípode en el que se asienta su filosofía de futuro político es: austeridad, transparencia y regeneración. Es decir, como si ahora no imperase ninguno de esos conceptos en España, incluida aquella parte en la que ellos gobiernan, donde no parece que brillen con luz propia ninguno de los vocablos en los que pretenden asentar su programa.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Cuando Aznar decía que “España va bien”, cabe suponer que se refería a toda ella, pues toda la gobernó durante ocho años; pero no solo una parte de ella, como en la situación actual, donde Extremadura fuere tan pobre, gracias a los gobiernos de la derecha preaznaristas de toda la historia predemocrática, que lo único bueno que tuviere, aparte del sol, del agua, de su naturaleza, es el pueblo “tan maravilloso” que la habitare, “pero sin trabajo”, como se encargó de remarcar su presidente regional en su intervención para solicitar un cambio de tercio, que aún no se le ha concedido.
Zapatero ha ido más allá y ha explicado el porqué: “porque somos el proyecto social modernizador de España” y “no vamos a dejar de hacer una sola reforma necesaria para este país”. Y ese proyecto progresista exige cada día más modernidad, más solidaridad y el mantenimiento de los derechos sociales. Frente a esa tesis, el PP solicita la austeridad que ellos no hubieren, la transparencia que no desearen, y la regeneración de Joaquín Costa: “Escuelas, despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”; la regeneración, sí, siempre que empiece por uno mismo.
Busquemos, en fin, el debate y la palabra, y eludamos el ruido que tanto contamina, como recalcó Zapatero, al fin y a la postre lo que algunos buscan para pescar en río revuelto, sin importarles para nada el futuro de España, sino el propio, cuando para un partido en el poder, o con vocación de poder, lo más importante es España, siempre la España que nos une más que las diferencias que nos separan, su modernidad, solidaridad y derechos para todos en la igualdad que emana de la Constitución.
Zapatero ha querido ir más lejos en la síntesis conceptual que subsume la filosofía de un partido progresista al servicio de España, no solo en la definición-resumen de la marca PSOE, sino en la descontextualización del porqué: “Vamos a salir a ganar, más que por nosotros como partido, por el futuro de este país.”
Todo partido o coalición que se presenta a unas elecciones sale a ganar. Lo importante es saber para qué: si para uno mismo o para el futuro de todos; si para tumbar las leyes anteriores e imponer las propias; si para el beneficio de una minoría o el de la mayoría. De ahí que Zapatero haya querido precisar el mensaje: ganar por el futuro de España.
En el manifiesto firmado en Palma por todos los líderes populares, incluido el candidato valenciano, el trípode en el que se asienta su filosofía de futuro político es: austeridad, transparencia y regeneración. Es decir, como si ahora no imperase ninguno de esos conceptos en España, incluida aquella parte en la que ellos gobiernan, donde no parece que brillen con luz propia ninguno de los vocablos en los que pretenden asentar su programa.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Cuando Aznar decía que “España va bien”, cabe suponer que se refería a toda ella, pues toda la gobernó durante ocho años; pero no solo una parte de ella, como en la situación actual, donde Extremadura fuere tan pobre, gracias a los gobiernos de la derecha preaznaristas de toda la historia predemocrática, que lo único bueno que tuviere, aparte del sol, del agua, de su naturaleza, es el pueblo “tan maravilloso” que la habitare, “pero sin trabajo”, como se encargó de remarcar su presidente regional en su intervención para solicitar un cambio de tercio, que aún no se le ha concedido.
Zapatero ha ido más allá y ha explicado el porqué: “porque somos el proyecto social modernizador de España” y “no vamos a dejar de hacer una sola reforma necesaria para este país”. Y ese proyecto progresista exige cada día más modernidad, más solidaridad y el mantenimiento de los derechos sociales. Frente a esa tesis, el PP solicita la austeridad que ellos no hubieren, la transparencia que no desearen, y la regeneración de Joaquín Costa: “Escuelas, despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”; la regeneración, sí, siempre que empiece por uno mismo.
Busquemos, en fin, el debate y la palabra, y eludamos el ruido que tanto contamina, como recalcó Zapatero, al fin y a la postre lo que algunos buscan para pescar en río revuelto, sin importarles para nada el futuro de España, sino el propio, cuando para un partido en el poder, o con vocación de poder, lo más importante es España, siempre la España que nos une más que las diferencias que nos separan, su modernidad, solidaridad y derechos para todos en la igualdad que emana de la Constitución.
sábado, 5 de marzo de 2011
LAS LUCES ROBADAS RESCATADAS EN LA MEMORIA
Y te di a luz y me dijeron que habías muerto; y ni siquiera pude ver tu carita sonrosada, ni me permitieron contemplarte, vivo o muerto; y nunca pude llamarte “cariño”, “hijo”, porque, aunque lo fuiste mío, se lo dieron a otros que te ofrecerían más que yo, pero que jamás te dieren el amor de tu madre. Mis pechos, amor, volvieron a su estado porque jamás hallaren a su pequeño dueño; y no pude dártelos ni sentir tu calor entre ellos, ni darte yo el mío que ya sintiere en mi seno.
Y aunque no oí tu llanto, porque te raptaron fuera de mí, tras cortar el cordón que nos unía, fuiste mío desde entonces: ni un día solo de mi vida te he olvidado desde aquel momento: he soñado que vivías porque te di a luz y sentí cómo tu cuerpecito latía en mis entrañas… ¡Cómo ibas a haber nacido muerto si te di la luz que anhelaste! ¿Para qué quisiere la partida de defunción que me dieren sino para recordarte más aún? Y fui a visitarte al camposanto y, tras la lápida con tu nombre, dentro, lo supe cuarenta años después, solo había un ataúd vacío…
En mis ensoñaciones, te veía en tu cuna, plácidamente dormido; jugaba contigo llenándote de besos; te bañaba mientras sonreías; te probaba las ropitas de tus primos; te veía crecer. Te sabía vivo, en otro mundo, quizá no muy lejos de mí. ¡Sufrí tanto, hijo, por no oír la palabra “mamá”, por no sentir tus besos y abrazos; por no poder darte tu comida ni llevarte al colegio; por no verte crecer ni esperarte, ni vestirte, ni darte todo mi amor de madre…!
Perdóname, hijo: no fui culpable ni te abandoné; te raptaron y te llevaron con otros. Y cuando te lo dijeron, ya habías intuido que esos no eran tus padres. Y preguntaste, me buscaste y me hallaste. Nos hicieron la prueba y fue positiva. ¡Cómo no serlo si te pareces todo a tu padre! Ven a mí, amor: abrázame. Deja que te dé todos los besos que no pude darte hasta ahora. Ya soy tu única madre para siempre; y tú, mi hijo hasta que fallezca…
¡Cómo pudieron hacernos esto! ¡Casi ochocientos casos de adopciones irregulares, de falsos certificados de defunción, de ataúdes vacíos, de madres sin niños, de niños sin madre biológica, de embarazos fingidos para hacerle creer un día que el niño fuere suyo…! Desde los años cincuenta hasta los noventa, en un país culto, en el que los estertores de la guerra hubieren finiquitado y en el que hubiere otras vías para ser padres, aunque no biológicos…
Alégrate ya, hijo, porque la luz que me fuere robada ha sido rescatada por la memoria: la que siempre tuve de ti; por la que tú suspiraste desde que te lo dijeren. No eras suyo, no: eras mío, como un reflejo de la luz que te di, perdida y hallada ahora en el mundo; como la luz de tu padre al que nunca conociste; como las luces que quise darte, pero no pude; como la esperanza que siempre guardamos en nuestra memoria; como tú, hijo mío, mi luz nunca olvidada, mi rescatada luz de ahora, perdida y hallada en el templo de la vida. Ven, amor: dame los besos perdidos, los abrazos robados, que ya seremos uno para siempre… en el reflejo de la memoria y en el futuro de nuestras vidas.
Y aunque no oí tu llanto, porque te raptaron fuera de mí, tras cortar el cordón que nos unía, fuiste mío desde entonces: ni un día solo de mi vida te he olvidado desde aquel momento: he soñado que vivías porque te di a luz y sentí cómo tu cuerpecito latía en mis entrañas… ¡Cómo ibas a haber nacido muerto si te di la luz que anhelaste! ¿Para qué quisiere la partida de defunción que me dieren sino para recordarte más aún? Y fui a visitarte al camposanto y, tras la lápida con tu nombre, dentro, lo supe cuarenta años después, solo había un ataúd vacío…
En mis ensoñaciones, te veía en tu cuna, plácidamente dormido; jugaba contigo llenándote de besos; te bañaba mientras sonreías; te probaba las ropitas de tus primos; te veía crecer. Te sabía vivo, en otro mundo, quizá no muy lejos de mí. ¡Sufrí tanto, hijo, por no oír la palabra “mamá”, por no sentir tus besos y abrazos; por no poder darte tu comida ni llevarte al colegio; por no verte crecer ni esperarte, ni vestirte, ni darte todo mi amor de madre…!
Perdóname, hijo: no fui culpable ni te abandoné; te raptaron y te llevaron con otros. Y cuando te lo dijeron, ya habías intuido que esos no eran tus padres. Y preguntaste, me buscaste y me hallaste. Nos hicieron la prueba y fue positiva. ¡Cómo no serlo si te pareces todo a tu padre! Ven a mí, amor: abrázame. Deja que te dé todos los besos que no pude darte hasta ahora. Ya soy tu única madre para siempre; y tú, mi hijo hasta que fallezca…
¡Cómo pudieron hacernos esto! ¡Casi ochocientos casos de adopciones irregulares, de falsos certificados de defunción, de ataúdes vacíos, de madres sin niños, de niños sin madre biológica, de embarazos fingidos para hacerle creer un día que el niño fuere suyo…! Desde los años cincuenta hasta los noventa, en un país culto, en el que los estertores de la guerra hubieren finiquitado y en el que hubiere otras vías para ser padres, aunque no biológicos…
Alégrate ya, hijo, porque la luz que me fuere robada ha sido rescatada por la memoria: la que siempre tuve de ti; por la que tú suspiraste desde que te lo dijeren. No eras suyo, no: eras mío, como un reflejo de la luz que te di, perdida y hallada ahora en el mundo; como la luz de tu padre al que nunca conociste; como las luces que quise darte, pero no pude; como la esperanza que siempre guardamos en nuestra memoria; como tú, hijo mío, mi luz nunca olvidada, mi rescatada luz de ahora, perdida y hallada en el templo de la vida. Ven, amor: dame los besos perdidos, los abrazos robados, que ya seremos uno para siempre… en el reflejo de la memoria y en el futuro de nuestras vidas.
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