miércoles, 8 de octubre de 2025

LA CATEDRAL DE CORIA, DESDE EL ALTO DE LOS CUESTOS


    En mis viajes a la cuna episcopal de Coria siempre echaba de menos algo. Tras llegar al Alto de los Cuestos, en la bajada hasta la cuenca del río Alagón, podíamos ver la antigua Cauria. Durante casi todo el año, excepto en primavera avanzada y en verano, apenas oteábamos unas luces en el centro que no alumbraren más que las navideñas ni dejaren ver sus principales monumentos: la catedral y el castillo. No se ven las murallas, escondidas tras las nuevas construcciones. Despuntaba el alba y solo veíamos a la derecha el silo más que la catedral.

    Apenaba esa soledad del principal monumento de la capital episcopal que no resaltaba sobre el conjunto urbano. Ni las luminarias laterales que nos indicaban su localización fueren suficientes para verla en su esplendor. Tampoco se ve el palacio ducal, escondido tras ella, pero recuperado al fin para su uso hostelero, como el antiguo palacio episcopal.

    La catedral y el seminario conciliar, antes blanco y ahora oscurecido por su abandono, formaban un conjunto que nos ofrecía una vista del pasado esplendoroso de un casco histórico con monumentos vivos de esa historia; pero la catedral no se ve hasta el amanecer ni en los días de niebla hasta que la mañana no se abre con el sol.

    Me preguntaba si el ayuntamiento y el obispado, junto a otras instituciones públicas, no hicieren nada para darle la luz debida a la catedral, su monumento más simbólico, a oscuras casi todo el año, antes de la amanecida. Desde el Alto de la Cuestos, en el cruce de la carretera hacia Portaje y Pescueza, por la EX­-109, dejando a la izquierda el cruce de la carretera CC-148, a Portaje y Ceclavín, vemos la catedral en los días claros, diáfanos, de primavera o verano; pero no de noche, ni antes del amanecer cuando bajamos hacia la cuenca del Alagón, cubierta casi siempre en invierno por una extensa capa blanca sobre el río.

    Ahora, por fin, podremos ver la catedral al bajar desde el Alto de los Cuestos. La alcaldesa de Coria, Almudena Domingo, ha anunciado que “las obras de iluminación eficiente-artística de la catedral de Santa María de la Asunción de Coria, el edificio más emblemático de la ciudad”, han comenzado. Este proyecto llevaba fraguándose desde la pasada legislatura desde el Ayuntamiento, conjuntamente con la Diputación y el Obispado, gracias al Plan de Sostenibilidad Turística en Destino Valle del Alagón, un instrumento de la Administración Turística Española para impulsar la transformación de los destinos turísticos españoles hacia la sostenibilidad.

    Antes de marcharse a Toledo como arzobispo, el anterior titular de la cátedra, monseñor Francisco Cerro, se empeñó en arreglarla y marcar espacios abiertos junto a ella. Dos grandes luminarias a ambos lados de la seo nos dicen que está allí, entre las nieblas de otoño e invierno; pero nada más veíamos hasta la salida del sol.

    Ahora, el proyecto de mejora de la iluminación ornamental de la catedral modernizará la iluminación eléctrica existente mediante el uso de la tecnología LED de alta eficiencia energética, contribuyendo a la conservación del entorno, el ahorro energético y la puesta en valor del patrimonio histórico. Con esta intervención se busca realzar la belleza arquitectónica de la catedral durante el horario nocturno, favoreciendo además la dinamización turística y cultural del centro histórico.

    La catedral no será ya un punto oscuro en el mapa antes del amanecer. Enhorabuena a las instituciones (Ayuntamiento, Diputación y Obispado) por acogerse al Plan de Sostenibilidad Turística que hará más atractivo el monumento más simbólico de Coria.


martes, 7 de octubre de 2025

MAFALDA DE CASTILLA, LA INFANTA PLACENTINA HIJA DE ALFONSO VIII


Lápida de la infanta Mafalda de Castilla en la catedral de Salamanca, 

réplica de la original, escondida tras el retablo de la Capilla Mayor de la Catedral Vieja. 

(Del blog https://lachovapiquirroja.blogspot.com/2023_03_05_archive.html)

    A los 811 años de la muerte del rey Alfonso VIII de Castilla y Toledo (Soria, 11/11/1155; Gutierre-Muñoz, Ávila, del 5 al 6 de octubre de 1214), fundador de Plasencia en 1186, conviene recordar a su hija, la infanta Mafalda de Castilla (Plasencia, 1191; Salamanca, 1204), de las Casas Reales de Ivrea y Plantagenet, habida en su matrimonio con la reina Leonor de Plantagenet (1162-1214), y fallecida a los 19-20 años de edad  (a los 13 años, según otros historiadores) tras ser prometida en matrimonio al infante Fernando de León, hijo de Alfonso IX de León, que no llegó a celebrarse tras morir aquella en Salamanca. Al momento de su compromiso, Alfonso IX estaba casado con la hermana mayor de Mafalda, Berenguela, pero su matrimonio fue anulado por el papa Inocencio III ese mismo año.

    Los abuelos paternos de Mafalda de Castilla fueron Sancho III de Castilla y Blanca Garcés de Pamplona y los maternos, Enrique II de Inglaterra y su esposa Leonor de Aquitania. Alfonso VIII tuvo, además de a la infanta Mafalda, otros nueve nueve hijos: Berenguela (Segovia, 1179; Burgos, 1246), reina de Castilla en 1217 y reina consorte de León entre 1197 y 1204 por su matrimonio con el rey Alfonso IX; Blanca (Palencia, 1188; Melum, 1252), reina consorte de Francia por su matrimonio con el rey Luis VIII y madre del rey Luis IX, que fue canonizado; Constanza (c. 1199; Burgos, 1243) fue monja y señora del monasterio de Santa María la Real de Burgos); Leonor (c. 1190; 1244), reina consorte de Aragón por su matrimonio con el rey Jaime I de Aragón; Enrique I de Castilla (Valladolid, 1204; Palencia, 1217), rey de Castilla entre 1214 y 1217, tras fallecer en accidente, y a quien sucedió en el trono su hermana Berenguela, quien renunció en favor de su hijo, el futuro Fernando III;  Fernando  (Cuenca, 1189; Madrid, 1211); Sancha (1182;1184); Sancho (abril-julio de 1181), primogénito varón y heredero, que falleció a los tres meses de edad; Urraca (Castilla, 1186; Coimbra, 1220) fue reina consorte por su matrimonio con Alfonso II de Portugal desde 1211 hasta su fallecimiento.

    Algunas crónicas señalan que la infanta Mafalda de Castilla recibió sepultura en la Catedral Vieja de Salamanca y otras que fue trasladado a Burgos e inhumado en el Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, donde recibirían sepultura sus padres y varios de sus hermanos.

    En el lado del Evangelio de la Catedral Vieja de Salamanca, y oculta por su retablo, se halla una placa con la siguiente inscripción: “Aquí yace doña Mafalda, hija de Alfonso VIII y de la reina doña Leonor Berenguela, que finó en Salamanca en 1204.” Sin embargo, en el monasterio de las Huelgas de Burgos se encuentra un sepulcro atribuido a la infanta castellana nacida en Plasencia, situado en la nave de Santa Catalina, junto al que contiene los restos del infante Pedro de Castilla y de Molina, hijo de Sancho IV de Castilla y de la reina María de Molina.

    Plasencia debe al rey Alfonso VIIII su fundación en 1186, en que, además de otorgarle el escudo con la leyenda Ut placeat Deo et hominibus (para que agrade a Dios y a los hombres), que reforzaba la línea del Tajo, con la creación de una retaguardia en el avance de la Reconquista hacia el sur de la Península, al tiempo que restringía la expansión del reino de León en la Trasierra o Sierra de Béjar, obligaba a volver a utilizar la Vía de la Plata como límite entre ambos reinos. Su creación castellaniza el territorio no solo civilmente, sino también eclesiásticamente, por lo que promovió la creación de la nueva diócesis de Plasencia, que consolida la ciudad, que pasa a depender de la metrópoli toledana en lugar de la compostelana.

    El Obispado de Plasencia fue erigido canónicamente por el papa Clemente III, a instancias de Alfonso VIII, en el año 1189, poco después de la fundación de la ciudad. Aunque no se conserva la bula original, su texto íntegro está inserto en otra obra del papa Honorio III, firmada en 1221, en el que se confirma la creación de la diócesis. De otro lado, los orígenes del mercado del martes, que ese día de la semana se celebra en la ciudad, se remontan a finales del siglo XII, coincidiendo con su fundación, que estuvo muy ligada al comercio.

    En 1995, el entonces alcalde de la ciudad, Cándido Cabrera, se despidió de los placentinos con el pregón de la Feria y Fiestas e inauguró la estatua ecuestre levantada en su honor, en la Plaza de San Pedro de Alcántara, entre la Puerta del Sol y la Avenida de La Salle.

    Y, además, en Plasencia nació su hija, la infanta Mafalda de Castilla.


lunes, 6 de octubre de 2025

“GUILLLERMO, LA FERTILIDAD EN EL YERMO”



   Querido presidente:

    Repaso mi archivo cuando recibes el último adiós en tu pueblo natal, Olivenza, a donde hace unos años fui en Navidad a ver una exposición de pintura; paseamos por sus calles, admiramos la portada manuelina del Ayuntamiento; te recordamos a ti y a Ramón Rocha, su primer alcalde democrático, y vimos el puente de Ajuda, destruido en 1709 durante la Guerra de Sucesión, y aún no reconstruido.

    Nos entrevistamos por primera vez en abril de 1999, cuando eras consejero de Bienestar Social de la Junta de Extremadura. Y hablamos del título que emanaba de la consejería que entonces presidías: el bienestar social, que “se construye cada día con el esfuerzo de todos”. Entendías, por ello, que el bienestar social se sustenta en los servicios esenciales (sanidad, educación, pensiones, servicios sociales) y, en unas condiciones de vida dignas (empleo, vivienda, cultura, naturaleza, comunicaciones). Tenías muy clara la diferencia de la política de acción social de un gobierno de centro-derecha y otro de centro-izquierda: los beneficios económicos y las diferencias sociales, de un lado y, en una concepción de izquierda, la consolidación de esos derechos…[1]

    Por ello, cuando te pregunté si tu paso de las Nuevas Generaciones del PP, a la que te invitó en Córdoba nuestro paisano Antonio Hernández Mancha, se debía a una conversión como la de San Pablo, o tras palpar una realidad, como Santo Tomás, me respondiste que tu profesión te dio la oportunidad de comprobar de primera mano que “las desigualdades e injusticias sociales no las pueden corregir los mismos que a lo largo de decenas de años contribuyeron a que se generaran y la respuesta fue que no. A partir de ahí conocí a gente que me hizo ver las cosas de otra manera y que me enseñaron a observar la realidad desde el inconformismo…”

    Aquel paso que originó tanta controversia, como si aquí nadie se cambiare de chaqueta (ya fueren de izquierda o derecha, desde la transición), lo sentenció el presidente Ibarra en la Asamblea con una cita bíblica, que dejó a todos callados (“Hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento”, Lc. 15:7).

    En “El perfil” de la entrevista recordaba a un amigo que te definía como “Guillermo, la fertilidad en el yermo”, queriendo indicar con ello que tu juventud, capacidad de trabajo y brillantez estaban bastante alejados de los políticos al uso en Extremadura.

    Cuando desapareció el diario digital Extremaduraaldia.com, de feliz memoria, publiqué el libro “Una mañana sin luz en Extremadura”, en el que seleccioné 150 artículos de los 242 publicados en los más de cinco años del devenir de Extremadura de los siete de vida del diario pionero en su tiempo, que dirigiere José Luis Fernández Castillo. De  los dieciséis capítulos, el VII iba dedicado a ti: “Vara, el heredero por unanimidad”, tras el anterior a “Ibarra, primer presidente de Extremadura”. Eran doce artículos sobre tu obra y discursos.

    Hoy hubieras cumplido 67 años, pero te faltó menos de un día para llegar a la meta. Las demás, todas cumplidas. Al cumplir los 50 años te dediqué el artículo “En los 50 años de Guillermo”. [2] Te decía en él que “la edad no es otra cosa que el simple paso inexorable del tiempo que pende sobre nuestras cabezas. Hay una edad para cada cosa y un tiempo para cada edad… Un día en la vida de Guillermo es un día también en la vida de cada extremeño que sufre la falta de trabajo; de los jóvenes que no lo encuentran,  de las mujeres maltratadas; de quienes no pueden ver otra crisis sino la propia que afecta a su vida de presente y futuro…”

    Quisiste seguir viviendo; pero lo viviste todo. Has visto a tus hijos casados y has disfrutado de tus nietos. Te despediste de tu partido en el relevo diciendo que estabas allí gracias a la Sanidad pública, de la que tan honrado te sentías. Todos te han querido y te echarán de menos…

    “Tu compromiso con los olvidados/ será la mejor recompensa/ a quien vacía su despensa/ para hacer feliz a los marginados…”, [3] decía en la oda.

     Hasta siempre, presidente. Descansa en la paz que guardan en el cielo para los hombres justos.

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[1] Vid.: Pinero, Félix: Guillermo Fernández Vara: El bienestar se construye cada día, en El Periódico Extremadura de 25 de abril de 1999, págs. 10-11.

 [2] Vid.: Pinero, Félix: Una mañana sin luz en Extremadura, Editorial Círculo Rojo, Almería, págs. 237-272 de 483.

 [3] Vid.: Ob. cit., págs.. 251-253.


domingo, 5 de octubre de 2025

“DONDE ARDE EL ALMA”, PRIMERA NOVELA HISTÓRICA SOBRE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA


Nadie le conociere por su nombre de pila, Juan de Garabito y Vileta de Sanabria, pero sí por su nombre religioso: fray Pedro de Alcántara (Alcántara, 1499; Arenas, Ávila, 18 de octubre de 1562), asceta, místico y religioso cristiano, perteneciente a la Orden de Frailes Menores (OFM), orden católica religiosa fundada por San Francisco de Asís en 1209, también conocida como la primera Orden Franciscana. Declarado patrono de Extremadura por el papa Juan XXIII en 1962, en el cuarto centenario de su muerte, copatrono con la Virgen de Guadalupe; es, además, patrono de la villa donde falleció, Arenas, Arenas de San Pedro, añadido tras la canonización de fray Pedro; Pueblonuevo de Miramontes, diócesis de Coria-Cáceres, Diputación Provincial de Cáceres, Casa Imperial de Brasil y Alcántara. Es considerado, además, patrono de los guardias y veladores nocturnos por sus vigilias de mortificación. Fue beatificado en 1622 por Gregorio XV y canonizado en 1669 por Clemente IX.

    La vida novelada de San Pedro de Alcántara es una obra que narra la vida del santo extremeño y que se revela como la primera novela histórica de este santo extremeño. El relato escrito por el académico correspondiente de la Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y cronista oficial de Trujillo, José Antonio Ramos Rubio, [1] ofrece una visión de su vida, marcada por la austeridad, la oración y el fervor reformista de la orden franciscana, en el que combina hechos históricos con elementos de ficción y una importante base documental.

    San Pedro de Alcántara nació en el seno de una familia noble: su padre era el letrado y regidor Alonso Garabito y su madre, María Vilela de Sanabria quien, tras dos inviernos de infortunios, un embarazo perdido en mitad de una tormenta y un segundo que no llegó a buen término, dio a luz un hermoso varón por el que brindó todo el pueblo y repicaron las campanas. El pueblo sentía que aquel niño traería consigo algo más que un apellido ilustre.

    Su madre le enseño los principios de la doctrina cristiana; su padre se ocupó de enseñarle las primeras letras con paciencia y pronto se aficionó a la lectura de libros piadosos y devotos. Tenía ocho años cuando murió su padre. De la nueva unión de su madre nació Pedro en 1519 y después, Francisca. Entre los 10 y 14 años comenzó a estudiar gramática y retórica con el bachiller sacerdote don Diego Durán, preceptor en Alcántara durante muchos años.

    En 1513 se fue a Salamanca para estudiar Leyes. Su vida allí transcurrió entre las aulas, la oración y el estudio. Por las tardes se recogía en alguna iglesia silenciosa (San Esteban, San Martín o la misma catedral). Uno de esos días de estudio y recogimiento conoció a quien sería una de las luminarias espirituales de España: el beato Juan de Ávila. El encuentro se produjo en un claustro en medio de un debate teológico. Juan estudió con empeño no solo las letras sagradas, sino también la filosofía, la teología moral y los textos de los primeros franciscanos. Permaneció en Salamanca hasta 1515 y allí dejo inconclusos los estudios, obedeciendo la llamada que no admitía demora.

    El mismo año toma los hábitos en el convento de los Majarretes, cerca de Valencia de Alcántara, donde su tío, fray Miguel Roco, era el superior. Antes pasó por Alcántara para despedirse de su familia.

    Más conocido en Extremadura por la fundación del convento más pequeño del mundo, en Pedroso de Acim, cerca de Coria, fueron numerosas sus fundaciones conventuales en Extremadura, Andalucía y Castilla, y los cargos desempeñados en su Orden: limosnero en el convento de Badajoz, guardián del convento de Nuestra Señora de los Ángeles (Sierra de Gata), superior en Badajoz, guardián del convento de San Miguel en Plasencia, superior del convento de San Onofre en La Lapa (Badajoz), definidor general de la Provisión de San Miguel, ministro provincial elegido en Albuquerque, ministro provincial de los frailes de la estricta observancia de la provincia de San Gabriel en Extremadura, definidor en Plasencia y comisario general de los franciscanos descalzos en España.

    En 1557, Carlos V le mandó llamar a su retiro del Monasterio de Yuste. “Padre –le dijo—la intención que me mueve al llamaros es confiaros mi alma y haceros mi confesor.” “Señor, –respondió con reverencia-- para tan importante cometido debe buscar Vuestra Majestad otra persona más digna que la mía. Ruego que me dé tiempo para encomendar este asunto al Señor. Si no vuelvo, tenga por seguro que Dios no quiere lo que pretende de mí.” Besó la mano del monarca, se retiró y no volvió.

    En 1560, en uno de sus viajes a Ávila, se encuentra con Teresa de Jesús en casa de Guiomar de Ulloa, protectora de la santa, en uno de los momentos más decisivos para la reforma del Carmelo. El día en que Teresa conoció al alcantarino no lo olvidaría jamás. Años después diría que, aunque parecía hecho de raíces y árboles, su alma tenía la fuerza de un ejército entero. Fray Pedro se convierte en consejero fiel de la santa y ella le dedica tres capítulos de su Autobiografía.

    Fueron muchos los milagros atribuidos a fray Pedro de Alcántara. Cierto día enfermó una joven en Plasencia. El padre estaba lleno de luto anticipado. Su hija, joven y piadosa, yacía en el lecho, pálida como la cera, apenas respirando. Los médicos ya habían bajado los brazos. Llegado fray Pedro de Alcántara a la estancia, le dijo: “No llores la muerte de tu hija. Dios le dará larga vida y salud, para que la emplee en su servicio.” La muchacha se incorporó radiante. La sanación fue tan repentina que nadie dudó que era un milagro. Días después, la joven, llena de gratitud, ingresó, junto a su hermana, en el convento de las clarisas de Trujillo.

    El domingo 12 de octubre de 1562, el espíritu de fray Pedro se apagó como lámpara que cumple su tiempo. Fue inhumado en la ermita de San Andrés del Monte de Arenas. En 1616, medio siglo después, trasladaron sus restos a un lugar más digno: la iglesia conventual de la localidad. Desde entonces, los restos de fray Pedro reposan en aquel lugar, visitados por los fieles y recordados por la historia.

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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio: Donde arde el alma, TAU Editores, Cáceres, 2025, 246 págs.


viernes, 3 de octubre de 2025

LA REVISTA DE ESTUDIOS EXTREMEÑOS PRESENTA SU NUEVA ETAPA EN EL HELGA DE ALVEAR DE CÁCERES


Ejemplares de la Revista de Estudios Extremeños

La Revista de Estudios Extremeños (REEX) ha dado a conocer su nuevo diseño y etapa en el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear de Cáceres con el número 1 de 2025. La Diputación de Badajoz, a través del Centro de Estudios Extremeños (CEEX), pretende consolidar con ello la dimensión regional de la publicación y su repercusión en el mundo cultural, según informa la institución en su página web.

El diputado de Cultura, Deportes y Juventud, Ricardo Cabezas, ha justificado el escenario elegido para la presentación del número el primer semestre anual con la renovación de la revista, que ya ha cumplido cien años, y ha resaltado que “la mirada amplia, plural e integradora es la que le da sentido a la misma y lo que explica la presentación del primer número de 2025 en Cáceres, en un espacio de modernidad, apertura y diálogo con el mundo.

Cabezas puso en valor la figura del director de la publicación, Luis Sáez. “por su labor paciente y cuidada al lado de la cultura pacense y extremeña durante tantos años” y puso de relieve que la cita en el Museo “es un ejemplo palpable de la buena sintonía cultural que existe entre las dos provincias extremeñas”.

El diputado manifestó que la Diputación de Badajoz, editora de la publicación, seguirá apostando por un futuro alrededor de la cultura “en el que sean protagonistas los que también contribuyen a que sea más rica y mejor, en una tarea compartida entre instituciones, investigadores, artistas y ciudadanía, que debemos mimarla y protegerla juntos”.

En el acto de presentación participaron, además del diputado de Cultura de Badajoz, el director de la REEX, Luis Sáez; y la jefa de Sección del Centro de Estudios Extremeños, Sara Espina, además de miembros del Consejo de Redacción.

Durante el acto mantuvieron una conversación sobre la palabra y la imagen Josefa Cortés Morillo, del Consejo de Redacción; las ilustradoras Mayte Alvarado y Leticia Ruifernández y el poeta visual Antonio Gómez.

La REEX, según expuso su director, es ya el puzzle idóneo para comprender Extremadura desde su diversidad y gracias a las tres secciones en las que se ha decidido divulgar (historia, literaria y artística), y planteó una perspectiva muy positiva para la cultura regional de 2026, avalada por el Consejo Asesor.


jueves, 2 de octubre de 2025

CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE HERNÁN CORTÉS EN CÁCERES, TRUJILLO Y MEDELLÍN EN NOVIEMBRE


    La Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes (RAEX), en colaboración con la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes de la Junta de Extremadura, ha promovido una reflexión académica sobre uno de los personajes en la relación histórica de España con América, el extremeño Hernán Cortés, que se desarrollará en Cáceres, Trujillo y Medellín, según informa la institución.

    Con el título “Hernán Cortés, nuevas aportaciones, nuevas miradas”, han organizado un congreso internacional que tendrá lugar los días 13 al 15 de noviembre próximo, con el objetivo de contribuir a la actualización no solo de la biografía de Cortés, sino también de su legado y del tiempo y marco estratégico en los que actuó.

    En relación con los objetivos del Congreso, los organizadores han encargado como pórtico de las jornadas una ponencia con el título “Historiografía cortesiana: de los orígenes a la actualidad” a uno de los expertos internacionales de mayor solvencia académica: el doctor Rodrigo Martínez Baracs, de la Academia Mexicana de la Historia, miembro de la dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

    En el campo de investigación sobre las campañas militares de la Conquista destacan los trabajos del catedrático emérito de la Universidad de Reims (Francia), Bernard Grunberg, autor de una amplia obra centrada en la conquista del Imperio Azteca, la colonización temprana y la Inquisición Mexicana, que disertará sobre “La hueste cortesiana: últimos avances sobre el grupo conquistador”.

    En el Congreso figuran sendas exposiciones dedicadas a dos de los grandes protagonistas de los tiempos de Cortés: su hijo Martín Cortés y La Malinche. Sobre el primero expondrá una ponencia una de las principales expertas españolas en la temática cortesiana, María del Carmen Martínez Martínez, catedrática de Historia de América de la Universidad de Valladolid, con el título de “Martín Cortés, el mestizo: últimos aportes”. Sobre la otra protagonista intervendrá la doctora María Isabel Bueno Bravo, investigadora asociada de la Universidad de Varsovia, con el título “La Malinche: una mujer entre dos mundos”. La profesora Bueno Bravo dispone de una obra amplia dedicada al mundo Mesoamericano y, en particular, a la cultura mexicana.

    Por su parte, la ponencia de la doctora Adela Montaña Rueda Márquez de Plata (“Extremadura y el legado patrimonial de los primeros vínculos con el Nuevo Mundo”) aborda el legado patrimonial originado a partir de los primeros contactos entre Extremadura y el continente americano, analizando su dimensión cultural, simbólica y material desde una perspectiva contemporánea.

    Otra de las contribuciones importantes al Congreso correrá a cargo de uno de los grandes especialistas internacionales en el ámbito de la Conquista, el historiador dominicano Frank Moya Pons, miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia, con una exposición titulada: “La Española: la coyuntura de la isla en tiempos de Hernán Cortés”.

    “Los indígenas y el conquistador. Aliados y enemigos en el Anáhuac”, es el tema del trabajo que desarrollará el doctor Javier Molina Villeta, de la Universidad Autónoma de México.

    Este apartado de estudios lo cerrará la intervención del doctor Esteban Mira Ceballos, académico electo de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, autor de destacadas monografías sobre los protagonistas del Descubrimiento y la Conquista, con un trabajo sobre “Últimos aportes en torno a la figura de Hernán Cortés”.

    Independientemente de estas aportaciones, el Congreso se centrará también en otros destacados ámbitos de la presencia hispana en América. En concreto, en el programa figura una ponencia sobre “Iconografía de la empresa cortesiana: la Malinche en el arte”, a cargo de los doctores Francisco Javier Pizarro Gómez, catedrático emérito de la Uex y exdirector de la RAEX,  y Angélika García-Manso, profesora de la Uex.

    La doctora Mónica Cejudo Collera, directora de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, expondrá el tema “Hernán Cortés, cartógrafo”, y el doctor Rafael López Guzmán, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Granada, presentará la investigación titulada “Cortés, Tenochtitlán y México en los biombos novohispanos”.

    El Congreso contará con otras dos aportaciones originales que completarán el ámbito académico en otras vertientes del tiempo y la personalidad de Cortés. Por una parte, el investigador y cronista oficial de la villa de Medellín, Tomás García Muñoz, abordará el tema “Hernán Cortés: entre la leyenda negra y la dorada”, y el catedrático emérito de la Universidad Complutense y académico de la Real Academia de la Historia, Martín Almagro Gorbea, presentará un trabajo bajo el título “Hernán Cortés desde la perspectiva de la Antigüedad”.

    Finalmente, está programada una mesa redonda con el enunciado “Extremadura y América; unos vínculos indisolubles”, coordinada por el doctor Sigfrido Vázquez Cienfuegos, profesor de Historia de América en la Universidad de Extremadura, que contará con la participación del catedrático emérito de la Complutense Tomás Calvo Buezas y del doctor Genaro Rodríguez Morel, de la Academia Dominicana de la Historia.


martes, 30 de septiembre de 2025

DIEGO DE VERA DE ALBURQUERQUE Y MOSQUERA, REGIDOR PERPETUO DE MÉRIDA


Escudo de armas de los Vera en Mérida

    Hijo de Diego de Vera y Tovar y de Ana Mosquera Figueroa, este caballero alcantarino, por nombre igual que el paterno, Diego de Vera de Albuquerque y Mosquera (Mérida, 1640-1688), fue gentilhombre de Carlos II de España, regidor perpetuo de Mérida, visitador general de la Orden de Alcántara y gobernador de Gata y de Villanueva de la Serena. Fue bautizado en la iglesia de Santa María el 5 de mayo de 1640.


    Fue VII Señor de los mayorazgos de Palazuelo y Carija por muerte en la niñez de su sobrino, Juan de Vera y Tordoya, y del mayorazgo de Alburquerque en Mérida sucedió a su hermano primogénito Juan de Vera de Alburquerque, VI señor, fallecido sin descendencia.

    Matrimonió en primeras nupcias el 28 de mayo de 1658 en la iglesia de Santa María con María Mexía de Ocampo, hija de Diego Mexía de Ocampo, regidor perpetuo de Mérida y procurador en las Cortes por la Provincia de Extremadura, y de María Cavero, natural de Montijo, que falleció sin descendencia en plena luna de miel, el 24 de abril de 1659. Contrajo un segundo matrimonio el 14 de abril de 1661con María Ortiz de Zúñiga Leiva y Fajardo, hija de Alonso Ortiz de Zúñiga, caballero de la Orden de Santiago, y Juana Antonia Fajardo de Guevara, V Marquesa de Espinardo.

    Enrolado en la milicia, Diego de Vera de Albuquerque y Mosquera sirvió en la plaza de Badajoz durante la Guerra de Secesión de Portugal, siendo uno de los primeros que acudieron de la Orden de Alcántara. Fue nombrado gobernador del partido de Gata, plaza que fortificó, para defenderla de los ataques portugueses. Posteriormente se le nombró Visitador de la Orden y en 1669 era gobernador de Villanueva de la Serena y su partido.

    Fruto del segundo matrimonio, tuvo doce hijos, de los que solo hay constancia de diez, pues los otros dos debieron nacer y morir siendo niños en Villanueva de la Serena, cuyo archivo parroquial debió desaparecer en la Guerra Civil. Son los siguientes: Ana Leonor (1662), murió en la niñez; Leonor María (1664), matrimonió en Esparragalejo en 1681, llevando una dote de 4.000 ducados, con Joaquín José Ovando y Ulloa, Señor de Zamarrilla y caballero de la Orden de Calatrava, dejando larga descendencia; Juana Antonia (1665), murió con cuatro años y fue sepultada en Santa María; Ana María, bautizada en Gata en 1666 y fallecida en Jerez de los Caballeros en 1706; Juan Alonso (Villanueva de la Serena, 1669; Espinardo, 1731), que heredó los señoríos del Palazuelo y Carija y el Marquesado de Espinardo, y fue regidor perpetuo de Mérida y corregidor de Plasencia; María, bautizada en 1677 y fallecida el 4 de diciembre de 1684; Alonso José, bautizado el 24 de marzo de 1680 y fallecido el siguiente 15 de abril; Juana bautizada el 28 de octubre de 1681 y fallecida el 18 de noviembre siguiente; María Teresa que sería monja en las Descalzas Reales de Madrid y vivía en 1719; María Catalina, bautizada el 17 de enero de 1684 y fallecida soltera en Madrid en 1738.

    Diego de Vera murió joven, el 8 de octubre de 1688 y está inhumado en la iglesia parroquial de Santa María. Su esposa moriría mucho después, no sin antes haber heredado el Marquesado de Espinardo, título otorgado por Felipe IV el 24 de octubre de 1626 a Juan de Leiva y Fajardo, comendador de Mostachuelos en la Orden de Calatrava, capitán general del Ejército y consejero de Guerra. Doña María V Marquesa de Espinardo, falleció en Madrid el 6 de febrero de 1725 y fue inhumada en el convento de las Descalzas Reales.

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Bibliografía consultada: Navarro del Castillo, Vicente Historia de Mérida y pueblos de su comarca, Tomo III, familias e hijos ilustres de Mérida, siglos XV al XX, capítulo XXIII, págs..223-226. Artes Gráficas  Boysu, S. L., Mérida, 1992.


lunes, 29 de septiembre de 2025

FELICIANO ROCHA PIZARRO, DE CANÓNIGO DOCTORAL EN CORIA A OBISPO DE PLASENCIA


No fue casualidad que Feliciano Rocha Pizarro (Hinojal, Cáceres, 02/02/1870; Plasencia, 16/08/1945) coincidiese en su etapa de Coria con el obispo Pedro Segura y Sáenz como vicario general y provisor del Obispado, para que fuese su obispo auxiliar en Toledo cuando aquel ostentó la sede primada, desde 1929 hasta la toma de posesión de la sede metropolitana por Isidro Gomá en julio de 1933, de la que después sería vicario capitular hasta su nombramiento como obispo de Plasencia de 1935 a 1945.

Nacido en el pueblo cacereño de Hinojal, fue ordenado sacerdote en 1894 tras haber cursado los estudios de Latín y Humanidades, Filosofía, Teología y Derecho Canónico en el Seminario conciliar. En 1896 fue nombrado secretario de Estudios e Instituciones Dogmáticas. Ese mismo año se licenció en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Toledo y en la de Salamanca alcanzó los grados de Teología en 1898.

Elegido examinador sinodal en el sínodo diocesano de Coria de 1897, entre este último año y 1901 fue ecónomo de las parroquias de Zarza de Montánchez y de Alcántara. Posteriormente fue párroco de San Vicente de Alcántara, provincia de Badajoz, en junio de 1903, que perteneció a la diócesis cauriense hasta 1958, y, poco después, párroco de Alcántara y arcipreste del distrito. En 1909 fue trasladado a la parroquia de San Mateo de Cáceres y, en el concurso de parroquias del mismo año, obtuvo la de Santiago de la misma ciudad, en la que permaneció hasta 1918, en que ganó por oposición la canonjía doctoral de Coria.

Como párroco de San Mateo de Cáceres fue vicepresidente de la junta directiva de la Tienda Asilo de Cáceres, una entidad benéfica que ayudaba a las personas más desfavorecidas. Entre 1910 y 1917 fue director espiritual de los nazarenos de Cáceres y miembro de la Junta Provincial de Beneficencia. En 1919 fue nombrado juez pro sinodal; y en 1921, administrador del erario diocesano y prefecto de Estudios del Seminario conciliar. En diciembre de 1922 fue promovido a la dignidad de chantre o maestro cantor de la catedral y en agosto de 1926 logró el cargo de deán. El 15 de agosto de 1927, el provisor de Coria, Feliciano Rocha, celebró una misa para inaugurar el hospicio de niñas en lo que sería el Colegio de la Inmaculada, después Colegio Mayor Universitario “Francisco de Sande” y hoy Centro de Estudios Presidenta Charo Cordero.

El 24 de octubre de 1928 se anuncia su nombramiento como obispo auxiliar del cardenal Segura en Toledo, a los 58 años. Su nombramiento se produce el 9 de noviembre, fecha en la que también es designado obispo de Aretusa. Fue consagrado obispo auxiliar el 17 de marzo de 1929 por el nuncio monseñor Tedeschini, junto a los obispos de Plasencia y Coria, Justo Rivas y Dionisio Moreno Barrio, respectivamente. Durante su mandato como obispo auxiliar de Toledo tuvo dos reveses: el enfrentamiento con el Gobierno, tras dejar su puesto de cardenal-arzobispo Pedro Segura, por presión del Gobierno republicano, y otro con el cardenal arzobispo de Tarragona, Vidal y Barraquer, que se opuso al régimen de Franco, que lo exilió en Suiza, donde murió en septiembre de 1943.

El martes 30 de octubre de 1928, el Ayuntamiento Pleno de Hinojal, presidido por Marcelo Durán, le nombró Hijo Predilecto por unanimidad y aclamación.

El 6 de octubre de 1931 fue elegido vicario episcopal del Arzobispado de Toledo en sede vacante tras la renuncia del cardenal Segura. Tras estar vacante durante cinco años la sede placentina por el fallecimiento de su titular Justo Rivas Fernández, Feliciano Rocha Pizarro fue designado obispo de Plasencia el 28 de enero de 1935, a los 64 años, y en esta permaneció hasta su muerte el 16 de agosto de 1945. El nuevo obispo de Plasencia hizo su entrada en la capital de la diócesis y tomó posesión de ella el 10 de marzo de 1935.

El 9 de febrero de 1936 inauguró las obras de reforma del templo de San Martín de Trujillo promovidas por su entonces párroco Rafael García López, quien en 1967 sería deán de la catedral y vicario general de la diócesis.

El 22 de febrero de 1936 realizó un informe sobre el asalto, quema y saqueo de la iglesia del Salvador de Béjar, situada enfrente de la Casa Consistorial, que los comunistas libertarios llevaron a cabo el día 20 y que, según una información del diario ABC del 17 de abril de 1936, la convirtieron en un salón de cine, destrozando todo el interior del templo, retablos, imágenes y buena parte del archivo, datado en el siglo XVIII, quedando en pie solo los muros. El ministro Calvo Sotelo se refirió en un discurso en el Congreso a los incendios y asaltos a iglesias, según recoge el Diario de Sesiones de las Cortes del 15 de abril. En septiembre de 1936 asiste, junto a las autoridades y mandos militares, a una jura de bandera. En 1943 funda la Hermandad del Via Crucis.

El 22 de junio de 1945 el diario ABC de Madrid informa que el obispo se encuentra en grave estado, al padecer bronconeumonía y que ha recibido el Santo Viático. El 16 de agosto, el mismo periódico anuncia que se halla en gravísimo estado, temiéndose un fatal desenlace. Ha sufrido un ictus hemorrágico cerebral, consecutivo a la hipertensión que venía sufriendo hace años.

El obispo fallece el 16 de agosto de 1945, a los 75 años y cinco meses de edad. Fue obispo durante dieciséis años y cuatro meses. El 18 de agosto tienen lugar las exequias en la catedral. Su tumba se halla a los pies de la escalinata del altar mayor.

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Bibliografía utilizada: Rivero, Francisco, cronista oficial de Hinojal: Feliciano Rocha Pizarro (1870-1945, un obispo de Hinojal, ponencia presentada en los Coloquios Históricos de Trujillo en 2021; La vida de Feliciano Rocha por años, en la web de la Real Asociación de Cronistas Oficiales.


viernes, 26 de septiembre de 2025

“ARROYO DE LA LUZ, TIEMPOS DE HISTORIA Y HERENCIA VIVA”


“El proceso de investigación llevado a cabo por Ramos Rubio, García Carrero y Leal Muro en este trabajo sobre el patrimonio e historia de Arroyo de la Luz es, sin lugar a dudas, una de las más significativas contribuciones al conocimiento de este singular rincón de Cáceres. Su labor, meticulosa y apasionada, ha conseguido que un vasto cúmulo de hechos, tradiciones y memorias se haya convertido en un relato coherente y profundamente respetuoso, con el alma del lugar”, afirma en el prólogo de la obra el alcalde de la localidad, Carlos Caro Domínguez. [1]

    El origen de esta localidad próxima a Cáceres se remonta, según los autores, a época romana, aunque el asentamiento humano en su entorno data de tiempos prerromanos, como lo demuestran algunos restos arqueológicos encontrados en la zona. En la Edad Media, la localidad fue repoblada durante la reconquista cristiana, pasando a ser una aldea más de Cáceres, que muy pronto quedó bajo el poder señorial de los Herrera. Este vínculo marcó profundamente el desarrollo de la villa, dotándola de carácter militar y religioso, En el siglo XVI, Arroyo del Puerco, primitivo nombre del espacio que actualmente ocupamos, adquirió gran relevancia económica y social gracias a la ganadería y el comercio.

    La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es el monumento más emblemático de Arroyo de la Luz y un ejemplo destacado del gótico tardío con influencias renacentistas. Construida entre los siglos XV y XVI, su interior alberga importantes retablos, entre los que destaca el retablo mayor de Luis de Morales, conocido como “El Divino”, Es la mayor colección de obras que se conserva y la única que permanece completa en el mismo lugar para el que lo creara.

    La localidad cuenta con varias ermitas que reflejan la profunda religiosidad de la población, entre ellas la ermita de San Sebastián, San Antonio Abad, La Soledad, ejemplos de arquitectura popular, así como el Santuario de Nuestra Señora de la Luz,

    La villa conserva un interesante conjunto de casas solariegas y palacios, testimonio de su importancia histórica, construcciones que presentan en sus fachadas escudos nobiliarios, como el Palacio de los Condes de Benavente.

    El Convento de San Francisco, fundado en el siglo XVI, es otro de los elementos clave del patrimonio religioso de la villa. Aunque en la actualidad está en desuso, su estructura refleja la estructura sobria y funcional de la época y actualmente restaurado parcialmente acoge diversos actos culturales a lo largo del año.

    Arroyo de la Luz no solo destacada por su patrimonio material, sino también por sus tradiciones profundamente arraigadas. Una de las más importantes y conocidas es la Fiesta de la Luz, declarada de Interés Turístico Regional. La celebración tiene lugar el Lunes de Pascua y combina elementos religiosos y festivos, con una procesión y espectaculares carreras de caballos que recorre la calle principal del pueblo, la Corredera.

    La villa conserva expresiones culturales como la gastronomía típica, entre la que destacan platos como las coles con buche, el frite extremeño, las migas y los dulces tradicionales.

    Arroyo de la Luz es, según los autores, un legado que perdura en el tiempo y su compromiso con la preservación del patrimonio es notable. Combina su rica herencia histórica con un entorno natural privilegiado, rodeado de dehesas y paisajes que invitan al visitante a disfrutar tanto de su historia como de su belleza.

    La obra se estructura en ocho capítulos: El medio físico y natural. La localidad está situada en una llanura elevada que se prolonga de norte a sur y se enmarca dentro de las denominadas “Ruta de las Cigüeñas” y “Ruta de las Chimeneas”, debido a la abundancia de las mismas. Se encuentra en un entorno natural caracterizado por una geología y relieve variado, que han influido en su evolución histórica y económica.

    La Historia. Arroyo entronca sus raíces en el Calcolítico (3.000-2.000 a C.), habiéndose hallado interesantes restos arqueológicos, una larga historia en la que ha sabido conjugar sus largas tradiciones con la modernización de su economía.

    En el tercer capítulo, El patrimonio artístico, se aborda el estudio histórico-artístico de las iglesias de Nuestra Señora de la Asunción, San Sebastián y San Antonio Abad; las ermitas de la Soledad, San Bartolomé y San Blas y Nuestra Señora de la Luz; el convento de San Francisco, la arquitectura civil de los palacios, las cruces de término y cruceros, el Rollo o Picota, el castillo de los Herrera, el Hospital de la Piedad o de la Encarnación, la capilla de la Casa de la Calera y la arquitectura urbana.

    El capítulo cuarto, sobre la Etnografía y la arquitectura vernácula, está dedicado al estudio del lavadero, los chozos o bohíos, el pozo de las matanzas, el pósito, la casa popular y la artesanía y gastronomía.

    Las fiestas y tradiciones populares es el objeto de estudio del capítulo quinto.

    El sexto capítulo, titulado Ecos de Arroyo, corre a cargo en su totalidad del doctor Alejo Leal Muro, quien aborda los recuerdos y tradiciones de una tierra de luz; el día de la Luz, con la procesión, la Luz, las carreras, las carrozas, las amazonas y niños y la bajada de la Virgen; el día de los alfareros, la matanza y los que también están y representan a Arroyo.

    La bibliografía y las imágenes para el recuerdo cierran la obra, perfectamente ilustrada y con gran profusión fotográfica.

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[1] Vid.: García Carrero, Francisco J.; Ramos Rubio, José Antonio y Leal Muro, Alejo: Arroyo de la Luz, tiempos de historia y herencia viva. Edic.: Alejo Leal (Medicina y valoración de daño corporal), Iberprint Artes Gráficas, Montijo, Badajoz, 2025, 265 págs.


sábado, 20 de septiembre de 2025

LA MARQUESA DE PINARES Y MÉRIDA


    Hay una calle en Mérida, Marquesa de Pinares, que enlaza las del Ferrocarril y la Avenida de Extremadura. Todos los emeritenses la conocen y saben dónde está situada, al ser una de las principales arterias de la ciudad; pero quizá no conocieren su historia, aunque se han cumplido más de dos siglos y medio desde el fallecimiento de la benefactora que le dio nombre. Ya en 1994, el hijo adoptivo de Mérida, arqueólogo e historiador, Sáez de Buruaga, advertía su nombre y obra en las actas municipales de 1784. [1]

    Antonia de la Rocha y Molina (Mérida, 1724; Madrid, 18/09/1775), pertenecía a la casa de los marqueses de Ureña. Era nieta del primer marqués y sobrina nieta del cardenal fray Gaspar de Molina y Oviedo. Sus padres fueron Fernando Antonio de la Rocha y María Antonia de Molina, naturales de Mérida. Fue bautizada en la iglesia de santa María el 19 de febrero del año de su nacimiento, recibiendo los nombres de Antonia Manuela Isabel, según la cronología que señala Navarro del Castillo en su obra.

    Pasó su infancia en la ciudad hasta que su padre fue nombrado corregidor en Écija y Jerez de la Frontera y pasó a vivir en las citadas ciudades. Al fallecer su padre, se trasladó a vivir a Madrid con su tío el cardenal Molina, presidente del Consejo. En la capital contrajo nupcias con Bernardo de Riquelme y Salafranca, regidor perpetuo de Murcia y I Marqués de Pinares, gracias a la influencia del mismo cardenal Molina. Al morir su esposo y no tener descendencia, el título nobiliario pasó a su hermano, Pedro Riquelme Salafranca, capitán de Marina, casado con una hermana de la marquesa viuda, doña Teresa, natural de Mérida, y bautizada como ella en la iglesia de santa María, que sería la II marquesa consorte de Pinares.

    Antonia de la Rocha y Molina falleció en su casa de la calle del Álamo, en Madrid el 18 de septiembre de 1775, dejando en su testamento el encargo de que se fundase con parte de sus bienes una obra pía en su patria chica. El encargo de la fundación legal de esta obra pía fue dado a su albacea testamentario, el licenciado Antonio Alarcón Lozano.

    El citado albacea, por escritura firmada ante el escribano de la Corte Francisco de Villa el 1 de marzo de 1776 fundaba la obra pía Patronato Real de Legos, cuyo capital lo constituían 12.000 ducados, valor de su casa de la calle del Álamo. Estos ducados estaban dispuestos a censo consignativo al 3 por ciento anual en cabeza de su hermana y heredera doña Teresa, ya citada. Los ducados daban un importe de 3,960 reales anuales, pagaderos en dos plazos, el 30 de junio y el 31 de diciembre de cada año. Para cumplir con referida obra se nombraba un patronato, constituido por cuatro personas. A saber: el gobernador del partido de Mérida, el regidor decano de su ayuntamiento, el párroco más antiguo de santa María y don Vicente Elías de la Rocha y Molina, caballero de la Orden de Santiago, hermano de la fundadora. A su muerte, el que heredase su mayorazgo. El primer heredero fue su hermana doña Teresa.

    Para la administración de los referidos intereses se nombraba un seglar con el sueldo de 25 ducados anuales, que cobraría y pagaría las mandas, que eran las siguientes: cada año y los días 18 de septiembre y 31 de diciembre se dirían en el convento de santa Clara cien misas por las almas de la fundadora y de su esposo. Se elegía esta iglesia porque en ella residía como monja su hermana María Teresa y también por la extremada pobreza de este convento. En los días citados se entregaban a las monjas cien reales.

    En el aniversario del fallecimiento de los marqueses se repartirían 400 reales de vellón entre viudas y pobres vergonzantes, señalados por el párroco de santa María, como mejor conocedor de las necesidades de sus feligreses. Cada cuatro años y con el numerario acumulado y no repartido en las mandas anteriormente señaladas, se entregarían a doncellas casaderas y pobres, principalmente hijas de labradores y artesanos, una dote de cien ducados para poder atender a su casamiento. El número de dotes sería el que diera lugar el capital acumulado de los réditos. Las solicitudes de las doncellas serían aprobadas por los cuatro patronos señalados; y si alguna doncella no se casaba en los tres años siguientes al que se le otorgó la dote, quedaría sin efecto la entrega de esta.

    Finalmente, si su hermana Teresa De la Rocha y Molina, sobre la que quedaba impuesto el censo, o sus sucesores, querían redimirlo mediante la entrega del capital de 12.000 ducados, estos se emplearían en fincas en el término de Mérida o pueblos de sus alrededores, con cuyas rentas se seguirían cumpliendo todas las referidas mandas.

    Esta obra pía siguió cumpliendo sus fines hasta el año 1875, en el que la Delegación de Hacienda de la provincia de Madrid acordó inscribir el capital de la misma a favor del Estado, mediante la entrega de 15.230,76 pesetas. [2]

    Pedro María Plano y García (Mérida, 1851-1900), alcalde, industrial y erudito emeritense, consagra en su obra “Ampliaciones a la historia de Mérida….” un capítulo a la señora marquesa viuda de Pinares, como emeritense agradecido a la memoria de la fundadora de su obra pía, y transcribe las nueve cláusulas de la escritura de constitución de la misma. Y finalizaba diciendo: “Cuando como presidente del Patronato pude averiguar tamaño atropello, elevé, con mis compañeros de Junta, un recurso al excelentísimo señor ministro de Hacienda, que lleva fecha de 23 de febrero de 1888, acompañándole testimonio de la escritura de fundación con todos los justificantes precisos para probar la improcedencia de los que se había hecho, y reclamando la devolución de ese capital con sus réditos, a fin de poder seguir cumpliendo la voluntad  sagrada y respetable de la señora marquesa de Pinares. El recurso fue entregado personalmente en el Ministerio de Hacienda por el entonces diputado a Cortes por este distrito, el general don José de Castro y López, sin que se haya resuelto en ningún sentido. Antes por el contrario, al tratar de removerlo recientemente, contestan en el ministerio que allí no existe tal asunto.” [3]

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[1] Vid.: Sáenz de Buruaga, José: Materiales para la historia de Mérida (de 1637 a 1936), Diputación Provincial de Badajoz y Ayuntamiento de Mérida, pág. 187: “El regidor don Manuel Leal de Cáceres hace presente a la ciudad que no se cumplen en todas sus partes las disposiciones testamentarias de la Marquesa Viuda de Pinares, doña Antonia de la Rocha y Molina, que fundó la obra pía de su nombre. Había que dar dote a casadas y hacer también sufragios por el alma de la señora, lo cual no se realizaba desde hacía tres o cuatro años. Acuerdo de hacer llamamiento y tratar de ello. (1784, f 554).

 [2] Vid.: Navarro del Castillo, Vicente: Historia de Mérida y pueblos de su comarca, T. III. Familias e hijos ilustres de Mérida, siglos XV al XX, capítulo XXXI: doña Antonia de la Rocha y Molina, Marquesa de Pinares y su obra pía a favor de los menesterosos emeritenses, Artes Gráficas Boysu, S. L., Mérida, 1992, págs. 285-287.

 [3] Vid.: Pedro María Plano y García: Ampliaciones a la historia de Mérida de Moreno de Vargas, Forner y Fernández, Imprenta y Encuadernación de Plano y Corchero, Travesía de Santa Eulalia, 1894, págs.. 99-103.


miércoles, 17 de septiembre de 2025

JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ DE LA CALLE, PROFESOR E HISTORIADOR PLACENTINO


    Alternó la enseñanza con la investigación: ha publicado once libros y unos sesenta artículos sobre demografía, historia, arte, biografía, economía y pedagogía. En los últimos treinta años se ha ocupado en la realización de una Enciclopedia Bibliográfica sobre Plasencia y su entorno, centrada en ejemplares escritos por placentinos que giren en torno a la ciudad, aunque los escritores no hubieran nacido en ella pero llevaran un tiempo considerable asentados en la misma, y que hubieran publicado en la ciudad del Jerte.

    José Antonio Sánchez de la Calle (Plasencia, 1956) realizó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal. Cursó el Bachillerato en el Instituto “Gabriel y Galán”, donde años después profesaría cátedra. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Extremadura, se doctoró en la misma con la tesis La población de Plasencia en la época contemporánea (1870-1970).

    Profesor agregado de Enseñanzas Medias por oposición, ejerció la docencia en Cáceres, Santander, Madrid, Montijo, Getafe, Plasencia y Avilés. Durante dos años desempeñó el cargo de asesor de Nuevas Tecnologías en el Centro de Profesores de Plasencia (1998-2000) y durante otros cinco en el Centro de Profesores de Coria (2007-2012). En 2021 se jubiló en el IES “Mariano José de Larra” de Madrid.

    Ha recibido varios premios por su labor investigadora, como el primero de los Coloquios Históricos-Culturales del Campo Arañuelo (1997) y el tercer galardón de los mismos; otros dos en los concursos literarios “Avenida de la Vera” y otros dos premios de investigación histórica “Pedro de Trejo”, que llevaron aparejados la publicación de los mismos.

    Sus once libros publicados son los siguientes:

    Aproximación a la demografía de Plasencia (1871-1900) según el Registro Civil. Plasencia, 1985, Ayuntamiento de Plasencia, Diputación Provincial de Cáceres y Caja de Ahorros de Plasencia, Sanguino-Offset, 184 págs.

    La población de Plasencia en la época contemporánea 1800-1970). Resumen de la tesis doctoral leída en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres en diciembre de 1991. Universidad de Extremadura, Badajoz, 1993, 42 págs.

    Plasencia, la perla del Valle del Jerte. Editora Regional de Extremadura, Badajoz, 1994, 36 págs.

    Plasencia. Historia y población en la época contemporánea (1800-1900), Asamblea de Extremadura, Badajoz, 1994, 683 págs.

    La mortalidad infantil en Plasencia durante los siglos XIX y XX. Hacia una historia de la Casa Cuna y el Hospicio, Plasencia Diseño Gráfico, S. L., Ayuntamiento de Plasencia, 1998, 198 págs.

    Una bibliografía de Plasencia. Fichas, resúmenes y catalogación de obras relacionadas con Plasencia. Tomo I. Libros. Institución Cultural El Brocense de la Diputación Provincial de Cáceres y Ayuntamiento de Plasencia, Salamanca, 2006, 885 págs.

    Una bibliografía de Plasencia. Fichas, resúmenes y catalogación de obras relacionadas con Plasencia. Tomo II. Artículos. Institución Cultural El Brocense de la Diputación Provincial de Cáceres y Ayuntamiento de Plasencia, Jaraíz de la Vera, 2008, 847 págs.

    Plasencia. El placer del recuerdo. Editorial Amberley, Londres, 2010, 128 págs.

    Plasencia. Tradiciones y lugares. Editorial Amberley, Londres, 2011, 128 págs.

    Las revistas de Plasencia (siglos XIX y XX). Asociación Cultural Placentina “Pedro de Trejo” y Círculo Empresarial Placentino, Plasencia, 2019, 340 págs.

    Una bibliografía placentina. Adenda, Libros (2006-2024). Asociación Cultural Placentina “Pedro de Trejo”, Gráficas Pedro Arroyo, 390 págs.

    Es autor de más de sesenta artículos, la mayoría sobre temas placentinos, publicados en revistas de la ciudad y de la región, sobre asuntos muy diversos y con raíces en la historia: la organización parroquial placentina en los siglos XIX y XX, el cólera de 1834 en Plasencia, la mujer placentina en la época contemporánea, la población placentina en el siglo XIX, apogeo y decadencia del comercio en Plasencia, causas de la mortalidad en Plasencia durante los siglos XIX y XX, los efectos del vino en Plasencia durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, la Guerra Civil y la posguerra en Plasencia (1936-1944), historia de la emigración en Extremadura y su situación actual (1995), la estacionalidad de la natalidad en Plasencia en los siglos XIX y XX, el vino en el Fuero de Plasencia (siglo XIII), las comarcas del Campo Arañuelo, La Jara y Los Ibores a mediados del siglo XIX, contribución al estudio de los salarios, precios, crisis y relaciones laborales en el Norte de Extremadura durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.

    Sánchez de la Calle aborda también el callejero placentino (1998), la mortalidad infantil en los ámbitos urbanos y rurales del norte de Extremadura (1800-1970), “La Voz de Mayorga”, tres lustros en la ciudad del Jerte (2002); patrimonio bibliográfico de Plasencia: las revistas del siglo XX; dinámica y estructura social de la población extremeña, metodología y didáctica; historia de la imprenta en Plasencia (finales del XVIII a principios del XXI), el obispo Casas y Souto y su labor epistolar; semblanza del sacerdote liberal José García Mora, ensayo sobre las revista taurinas en Plasencia en el siglo XX, cincuenta años de revista en el IES “Gabriel y Galán” de Plasencia, economía y población en Plasencia durante la Guerra Civil y la posguerra (1936-1944), la Guerra Civil en Plasencia: represión, economía y población, historia de la prensa placentina, revistas de Semana Santa, historia de la Asociación Cultural “Pedro de Trejo” y la historia de la educación en Plasencia, entre otros. 


lunes, 15 de septiembre de 2025

SALVAR A LOS NIÑOS


    A mediados de agosto, el número de niños muertos por desnutrición y hambre en Gaza sobrepasaba el centenar, según datos de la oenegé Save the Children International (Salvar a los niños), que tiene como finalidad trabajar por los derechos de la infancia. Se suman a los más de 40.000 registrados como muertos o heridos debido a los bombardeos y ataques aéreos de los enemigos de sus padres, según datos del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF). A esa fecha, había al menos 17.000 niños no acompañados o separados de sus familias y un millón de niños “profundamente traumatizados y sin acceso a la educación”.

    Las muertes por inanición se han convertido en cotidianas. La crisis humanitaria se agudiza y la asistencia sostenida se debilita cada día más. Los hospitales y las escuelas que sirven de refugio caen bajo las bombas. La desnutrición aumenta; las muertes se incrementan. Muchos viven en refugios hacinados, inseguros, carecen de espacio y privacidad, especialmente ellos y sus madres. Hasta los suministros para los espacios mínimamente habitables se agotan; no hay suministros para ellos, ni los vitales de saneamiento, agua y comida.

    Los niños son niños. ¿Qué culpa tienen ellos de las guerras, de quienes dicen defender a unos y atacan a los otros? Los vemos cada día con la mirada perdida, con sus cuerpecitos famélicos, tanto como sus madres, que tampoco hubieren nada que comer, ni que darles a ellos. Tienen muy poca vida en vida. En su inocencia, los niños dicen que desean ir al cielo, porque allí hay comida, agua, dulces y chocolate.... Allí no hay guerras ni bombardeos que les quiten lo poco que tienen y la ayuda que no les llega, porque otros necesitados se la roban. Los niños son quienes más pagan el precio del conflicto. La hambruna es un hecho. La desnutrición amenaza la vida de más de cien mil niños.

    Qué sentir y qué hacer ante la mirada perdida de esos niños solo huesos, cuando en Occidente vemos crecer a nuestros niños sanos y robustos, con la sonrisa que ofrecen a sus madres cuando, ya saciados y limpios, sólo buscan el sueño reparador que les hace crecer, entre los besos y caricias de sus progenitores…

    Casi dos años ya de guerra y van 60.000 muertos. Envueltos en las pocas sábanas que quedan, reciben sepultura entre las lágrimas de un pueblo, ya con sus sistemas de atención a la salud, agua, saneamiento e higiene, casi destruidos. Les lanzamos alimentos que solo algunos se llevan y a otros matan.

     Ya no hay lugar para ellos, ni descampados para jugar con pelotas o juguetes de trapo. Juegan con botellas y latas vacías, hasta con los restos de los misiles. Juegan en las calles abiertas entre los escombros para el paso de los carros huyendo con sus enseres hacia ninguna parte, porque no hay salida. Las fronteras permanecen cerradas. No hay tregua para la paz.

    Gaza no puede dormir por las explosiones. La vida de los niños pende de un hilo. Las madres no tienen lágrimas para llorar a sus difuntos. Los niños ya no tienen padres ni quien les acoja. Son niños huérfanos, hambrientos, moribundos, sin voz ya para pedir agua ni llanto para solicitar alimento. Sus sueños ya están rotos, su infancia perdida…